La casa embrujada.
Era enero y casi no se podía distinguir si era de día o de noche. Todos en el pueblo estaban hablando de la mansión abandonada, era la comidilla de las ancianas, pero cuando el alcohólico que duerme en el vertedero dice que vió el fantasma de una mujer en la ventana, todos cotillean, pero nadie se lo toma en serio, siempre es visto como loco quien quiere sacar a flote una verdad en un mar de prejuicios y mentiras. Pero tal vez si el rumor hubiera salido de la boca del alcalde, por la investigación de algún cuerdo habrían podido salvarse algunas vidas.
Los niños del barrio no eran la excepción del cotilleo. Siempre andaban en un grupo los 3 que vivían más cerca de lo que ellos llamaban "la casa enbrujada", todos entre 11 y 13 años. Aunque desde hace unos días tenían otro tema que tratar, pues solo unos días atrás un cuarto niño había estado yendo a jugar con ellos, y nadie lo conocía, pero faltaba poco para que así fuera.
Su nombre era Charlie, tenía solo 10 años pero parecía mucho más maduro que ellos, como si hubiera tenido que pasar por mucho, quedaba claro al ver las cicatrices en sus muñecas. Puede ser que para ellos fuera una especie de ritual de iniciación, o puede que simplemente fue porque los conejos siempre adoran la yerba que crece frente a la cueva del zorro, el hecho es que casi sin conocerlo lo invitaron a visitar la mansión. Él por supuesto sabía que esto no era una buena idea, se desepcionaba de que las palabras "casa enbrujada" no fueran capaces ni de disuadir a unos niños de entrar en ella.
Sin embargo los consejos del nuevo no fueron escuchados, solo recibió gestos y burlas que claramente lo comparaban con una gallina.
--Está bien, si tanto insisten iremos, pero yo nunca estuve de acuerdo con esto.
Fue así como todo comenzó. Quedaron para verse esa misma noche, frente al portón de la casa. Era aparentemente una construcción normal, como una copia de todas las del vecindario, pero por el gusto macabro de algún dueño anterior estaba pintada de negro, y los jardines completamente marchitos por los años sin cuidados. A decir verdad aquella noche podía haber estado más oscura, teniendo en cuenta lo que pasaría después.
Los chicos habían tomado una escalera de madera de uno de sus padres y la usaron para entrar por la ventana que quedaba a 5 metros por encima de la puerta principal. Una vez dentro, con la intensión de sacar la única linterna que traían, notaron que en la siguiente habitación había una luz tenue y parpadeante, como si fuera una vela. Caminaron hacia allí y efectivamente, había una vela en cada una de las esquinas de la habitación donde los 4 se encontraban. A su espalda quedaba el cuarto por el que entraron, y en frente una puerta abierta que parecía dar a la cocina. A su derecha se veía una puerta donde solo se marcaba un trianguo de luz en el suelo por las velas de las esquinas, y detrás una oscuridad absoluta que abarcaba todo en adelante.
Quedaron mirando abrumados y de repente comenzaron a sentir el miedo que extrañamente les faltaba, exepto Charlie, quien parecía aparte del más maduro, ser el más valiente de todos, aunque contradictoriamente estaba parado de último con respecto a la habitación misteriosa.
La tensión se disparó, vieron un pie descalso colocarse bruscamente sobre el suelo a nivel de la punta del triángulo, mientras que el resto del cuerpo que debería verse se perdía en la oscuridad, excepto la punta de la pierna de un pijama blanco que le cubría el tobillo.
--Todos cálmense--Gritó Charlie.
Cumplir esta orden fue imposible cuando miraron al Marco de la puerta, que parecía haber sido abierta a golpes, el cuerpo completo de una mujer descalza, con un pijama blanco al igual que lo que parecía ser una camisa de fuerza, pues sus brazos dentro de la mangas permanecían cruzados sobre su barriga. La cabeza estaba descolgada hacia delante, solo se veía su pelo negro que tapaba su rostro y llegaba hasta su cintura. Resaltaban lmanchas de sangre dispersas sobre su ropa de nieve y algo puntiagudo que sobresalía plateado al lado de su rostro.
Todos quedaron paralizados, incluso Charlie sintió muchísimo miedo al ver a aquella mujer. Tal vez por eso no tuvo palabras y esperó para gritar "corran", hasta que ella levantó la cabeza y los miró fijamente, mostrando entre los cabellos que la tapaban su ceño fruncido el cuchillo carnicero que sostenía por el mango con los dientes, mostrando sus incisivos hasta las encías con una rabia inexplicable.
Cuando todos intentaron romper a correr ya ella estaba frente al primero de los chicos y moviendo su tronco y cabeza hacia abajo, rotando el cuello para que la punta del arma quedara hacia el frente, rajó al niño desde el hombro hasta las costillas del otro lado y con sus cuerpo lo empujó al suelo, donde colocándose en arrodillada a horcajadas sobre él se inclinó hacia delante y clavó el puñal directo en su corazón.
Uno de los niños corrió como loco hacia la ventana por la que entraron y fue la pérdida de calma la que costó su vida, pues al caer tan bruscamente sobre el tercer escalón de golpe hizo que la parte superior de la escalera se separara de la ventana y callera como péndulo con él en la punta sobre el borde de la calle, haciendo que el muchacho se rompiera la cabeza.
El tercero optó por esconderse detrás de Charlie, quien seguía parado procesando todo aquello como pensando que podía hacer. La mujer se levantó luego de terminar con su primera víctima y quedó frente a ellos. El tercer chico estaba temblando, no sabía que hacer. La mujer usó su lengua para girar el mango y hacer que la punta del arma quedara perpendicular hacia fuera de su boca, e inmediatamente se lanzó directo al pecho de Charlie, quien sin dudarlo se lanzó de un salto hacia un lado y calló al suelo, aunque dejó el camino libre para la muerte de su amigo, quien cayó en el acto con el puñal enterrado en su cuello y en cuestión se segundos se desangró.
Charlie inmediatamente se incorporó detrás de aquella mujer, quien se había quedado arrodillada junto a su última víctima observándola, y la agarró con todas sus fuerzas desde la esperada, a lo que aquella mujer reaccionó gritando como si un demonio la hubiera poseído, pero sin luchar para liberarse. No paraba de gritar pero Charlie pudo soltar una mano de ella para sacar el puñal de la garganta del chico, soltó a su prisionera y de un salto quedó parado a tres metros detrás de ella, sosteniendo el arma con su mano derecha.
Ella se volteó y se puso de pie lentamente, con la cabeza descolgada y luego lo miró a los ojos y mostró con crueldad sus incisivos. A lo que el niño con desición respondió clavando el puñal en su propia muñeca izquierda con la suficiente profundidad para que la sangre que brotó cayera al suelo. Aquel acto cambió por completo la cara de la mujer, quien de repente comenzó a llorar sin consuelo y se dejó caer sentada frente a él, antes de dar inicio a un movimiento monótono y repetitivo de alante a atrás rápidamente mientras susurraba entre respiraciones entrecortadas: _ "Que hice, que hice, que hice".
Charlie se agachó frente a ella luego de lanzar el cuchillo lejos, y le puso suavemente la mano sobre el hombro ensangrentado. Entonces dijo:
--Lo siento mamá, no debí dejarte sola. Ahora tendremos que mudarnos otra vez.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top