El dios y la ninfa

Cierta vez, una bella ninfa, Dafne, salió a dar un paseo por el bosque y escuchó dos voces discutiendo.

Se sentó detrás de un arbusto y escuchó que Apolo se jactaba de sus flechas, como siempre. Al escuchar esto, Dafne se aburrió y se dirigió al lago, en donde se sumergió y se refrescó.

Después de un momento, la ninfa salió del lago y sintió que le disparaban una flecha en la espalda.

Ella siempre había tenido un cierto rechazo a la idea de casarse, pero, en ese momento, fue más fuerte que nunca.

Sintió unos pasos.

Era Apolo, que estaba embelesado con el bello rostro de Dafne y se había enamorado.

La ninfa sabía bien lo que el dios sentía, así que, cuando lo vio, un escalofrío corrió por su espalda y huyó atemorizada.

Mientras corría, sus pies y todo su cuerpo se llenaban de cicatrices, pero Apolo seguía con la persecución.

Corrieron tanto tanto que regresaron al lago. Poseidón escuchó y vio todo desde el Olimpo, entonces, procedió a ayudar a la pobre ninfa. Le tenía mucho cariño, así que siempre que podía la ayudaba.

Dafne cayó rendida en el lago, con ganas de terminar todo. Se sumergió hasta el fondo del lago, y Poseidón puso en acción su plan: iba a transformarla en una burbuja.

Su cuerpo comenzó a cubrirse de espuma, y poco a poco, sus pies y su cabello fueron desvaneciéndose en forma de espuma, y así lo hizo todo su cuerpo. Luego, todas las burbujas que hacían la espuma fueron desapareciendo, hasta que solo quedó una burbuja.

Apolo observó cada parte de la metamorfosis, y tan triste se puso que se lanzó al agua intentando acabar con su vida para estar con Dafne por siempre. Y allí está su espíritu, junto a la burbuja que era Dafne.

Fin

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