Demonio vestido de princeso
Mi jornada recién comenzaba en la estación de policías, pero ya tenía un montón de papeleo sobre mi mesa.
—Es sobre un reciente asesinato —me informó mi jefe.
—¿Así que este jovencito es el asesino? —ante mi vista, tenía la foto de un joven de veinte años (no más) con cabellera rubia y ojos verdosos. Se veía demasiado bien para ser el causante de tan atroz crimen.
A Camila la encontraron desmembrada. Sus partes corporales, desechadas en diferentes bolsas plásticas y encontradas en diferentes contenedores de basura. Pudieron reconocerla por su tatuaje de un girasol en su muslo derecho.
—Está en la sala de indagaciones esperándote —informó mi jefe.
Me dirigí hacia ella tras darle una leída al expediente del caso. Mi semblante era sombrío y severo, pues sabía cómo tratar con demonios que se disfrazaban de princesos.
Al entrar, el joven se encontraba cabizbajo, esposado a la silla. Vestía un saco negro, pantalón sastrero y zapatos lustrados.
—No es de caballeros asesinar a sus novias —escupí.
—Ella rompió nuestra relación y con ello la promesa de nunca vivir sin el otro. No hice más que cumplir lo que prometimos. Fue por amor.
—¿Por amor? Más bien por poder —respondí hastiado de tratar con tipos narcisistas como él, pero aliviado al saber que sería un juicio rápido.
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