Francisco era un hombre de familia, que gustaba de gastar su dinero en alcohol al menos una vez a la semana, en uno de esos días, se encontró a una mujer solitaria sentada en el otro extremo de la barra, ella no aparentaba más de 20 a 25 años, él, con algunas copas demás en el cuerpo, se acercó y entabló enseguida una agradable conversación con la mujer, ella dijo llamarse Alicia y que era soltera, él mintió diciendo que también era soltero, Alicia rato más tarde aceptó felizmente la propuesta de Francisco de ir a un motel, para ambos, aquella sesión fue mas que encantadora, lo que más le gustó a Francisco, era que ella aceptaba todo lo que él le pedía.
Cuando ya estaban demasiado cansados para seguir, se quedaron dormidos sobre la misma cama que había presenciado todo el acto, que fue una mezcla entre amor y masoquismo. Francisco despertó  unas horas más tarde, Alicia no estaba en la cama, por lo cual él pensó que podría estar en el baño, él decidió buscarla con la intención de volver a probar su cuerpo, pero apenas entró al baño, notó que había algo escrito en el espejo con lápiz labial, algo que lo dejó desesperado, se agarró la cabeza mientras aquellas palabras resonaban en su mente una y otra vez, con miedo salió de allí para poder llegar lo más pronto a un hospital, a pesar de que sabía claramente que esto era incurable y que probablemente moriría, pues lo que allí decía era:

Bienvenido a el mundo de el SIDA