Perfecta

ADVERTENCIA: Este relato podría dañar la sensibilidad de algunas personas, se solicita discreción.



No podía dejar de llorar. A veces, simplemente, la depresión era penetrante e insoportable. Sentía que estaba incompleta, obligada a vivir en un cuerpo que no le pertenecía del todo. Odiaba percibirse atrapada de una forma tan horrenda en la que, por una cruel jugarreta del destino, había nacido.

Quería... necesitaba terminar con el sufrimiento cuanto antes.

Bañada en lágrimas se levantó del sofá de la sala, caminó hasta el patio y tomó una sierra Los dientes afilados de ésta sonreían ante su delirio, incitándola a continuar, compartiendo el mismo gozo que había comenzado a invadir a la mujer. Terminaría con el dolor esa misma noche.

Acercó la sierra a sus labios y dio un tierno beso en ella, agradeciendo con anticipación que la librara de su pesar.


La puerta principal se abrió parsimoniosa. Un hombre vestido de traje entró en la casa, depositando su maletín en el suelo mientras llamaba a su esposa con voz melosa. La mujer no le respondió.

Extrañado por el inquietante silencio del lugar, el hombre se adentró todavía más en la casa. Caminó hasta la sala y se paralizó ante lo que vieron sus ojos. De ninguna manera estaba preparado para la sanguinaria escena que se desenvolvía frente a él.

—¿¡Pero qué pasó!? —preguntó aterrado.

Su mujer estaba tirada en el suelo sobre un enorme charco carmesí. Tenía una sonrisa demencial dibujada en el rostro que se mezclaba con un semblante de paz y tranquilidad.

El pobre hombre tuvo que reunir todas sus fuerzas para no vomitar.

—No te asustes, querido —susurró ella ensanchando esa sonrisa placentera—. Soy tan feliz así.

El hombre cayó de rodillas en estado de shock. Su esposa sostenía la sierra con la mano izquierda y, cerca de su cuerpo, reposaban los miembros amputados de su mano derecha y ambas piernas.

Los muñones nacían desde ambas rótulas y la muñeca derecha sangrando a chorros; pero ella no podía sentirse más feliz.

—Por fin soy perfecta —murmuró sintiéndose plena mientras su esposo volvía el estómago—. Tan perfecta...



N/A: No quise ponerle imagen a éste relato porque el Trastorno de Identidad de la Integridad Corporal (desorden que padece la protagonista) existe, así que me parecía una falta de respeto hacia las personas que padecen el trastorno.

Así mismo solicito discreción respecto a éste tema.

¡Gracias por leer! Por favor, voten y comenten, eso me motiva a seguir escribiendo. :)

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