Capítulo 8
Brenda conducía con un gesto de orgullo en su rostro. Teniendo a Stanley coaccionado para que hiciera lo que necesitaba todo iba a ir viento en popa. En realidad odiaba actuar de esa forma y tener que mostrar el que era su lado más oscuro y perverso, pero empezaba a darse cuenta de que el proyecto de la venta a lo mejor le estaba viniendo grande y en el ocaso de su carrera no podía permitirse un resbalón y perder todo aquello por lo que luchó hasta el momento.
Pasó por delante de la casa y se dirigió hacia la oficina. Confiaba lo suficiente en Shanon para dejarla a cargo. Igualmente sabía que si surgía algún problema o inconveniente se pondrían en contacto con ella. Una de las premisas que dio en todo momento era que todo, y absolutamente todo, debía tener su previa aprobación para realizarse. Debía empezar a contactar con todos los posibles compradores y asistentes a la subasta para notificarles el día y la hora de la jornada de puertas abiertas y cuando se iba a realizar la subasta. Durante unos momentos pensó en hacerla de forma telemática y usar las nuevas tecnologías, pero no terminaba de sentirse cómodo con ello. Siempre se había sentido más cómoda con el cara a cara. Al fin y al cabo, iba a ser su última operación y a la vez sería su carta de despedida.
Al entrar en la oficina comprobó que estaba completamente desolada y se dirigió a su mesa. Se sentó y tras encender su ordenador empezó a crear la lista de contactos a la que mandar de forma masiva el correo invitándolos a la jornada. Cuando estaba a punto de dar por terminado el mensaje recibió dos correos; uno de Stanley y otro de Richard. El primero aseguraba que tras esa operación podía dar por terminada su amistad de tantos años y confidencias. Se habían llevado muy bien, trabajaron alguna que otra vez juntos, pero finalizada la venta de 123 de Rainbow Glen Circle le exigía que se olvidara de él, su familia y su amistad. Tras leer esas duras palabras no pudo evitar sentir un pequeño nudo en la boca del estómago aunque a la vez sentía que era justa su reacción. El mail de Richard, por su parte, era mucho más desenfadado y por la forma en que estaba escrito le quedaba claro que no se dio cuenta de que ella se encontraba entre los destinatarios. Hablaba de organizarle una pequeña fiesta de despedida, argumentaba que aunque nunca terminó de llevarse bien con ellos no dejaba de ser una compañera de trabajo y era lo justo.
Se lo había ganado a conciencia. En todo el tiempo que había trabajado con ellos nunca cruzó con ninguno una palabra más allá de lo estrictamente profesional, jamás acudió a una cena de empresa pues siempre estuvo poniendo excusas baratas o aceptando pero a última hora cancelándolo. Había sido durante todo ese tiempo una completa desconocida para todos ellos, pues ni tan siquiera sabían cuando era su cumpleaños. Cerró el correo sin contestar la confirmación de lectura y envió la solicitud del evento para dentro de una semana a la jornada de puertas abiertas. El sonido de su teléfono la devolvió a la realidad.
- Es urgente que vengas, hay un pequeño problema en la casa.
Sin pensárselo dos veces Brenda salió corriendo de la oficina y subió a su automóvil. Condujo por el camino que había recorrido hacia apenas unas horas y al llegar a su destino Shanon la esperaba en la entrada de la casa. Al verla acercarse con su coche corrió como alma que lleva el diablo hasta la ventanilla del conductor y se apoyó en ella. Tenía la cara completamente desfigurada por el terror. Brenda sabía perfectamente que el miedo era por las represalias que podía haber por la falta de previsión en lo que fuera que hubiese ocurrido. Se calmó respirando profundamente unos segundos y le agarró de las manos intentando tranquilizarla. Shanon le abrió la puerta con fuerza a modo de respuesta y la arrastró hasta el jardín de la entrada. Sus pasos eran rápidos y su respiración acelerada. La imagen de profesionalidad y decoro que siempre la caracterizaron se esfumaron y no conseguía distinguir a la mujer que tenía ante ella. Intentó tranquilizarla de nuevo, le formuló algunas preguntas para tratar de averiguar el motivo por qué la habían hecho ir, pero solo obtuvo un par de monosílabos y unas palabras entrecortadas apenas inteligibles.
Cruzaron el jardín evitando destrozar lo que el jardinero había arreglado hasta el momento y evitando diversos obstáculos como herramientas y objetos que se encontraban desperdigados por la zona hasta que por fin llegaron al interior de la casa. Echó un vistazo rápido a las diversas zonas que se veían desde la entrada pero no conseguía diferenciar nada desde la última vez que estuvo que justificara su presencia en la casa de nuevo. Acompañó a Shanon quien continuaba casi sin aliento y conforme se acercaba a la zona de las escaleras que llevaban al piso superior empezó a temblar. Una vez estuvieron delante comprendió porque la hizo ir. En la pared de la escalera había un enorme agujero y a su lado la librería que iba a decorar esa zona.
- No entendemos que ha podido ocurrir. Los operarios han ido a fijar el mueble, tal y como teníamos previsto, cuando la pared se ha desmoronado al hacer el primero agujero con el taladro.
- Bueno - Brenda respiró profundamente para serenarse, pues ese imprevisto podía hacer que todo se retrasara, cosa que no podía permitirse -, llamaré al albañil para que levante el muro y lo pintaremos de nuevo, no hay problema - aseguró en un intento de quitar hierro al asunto y calmar los nervios de Shanon.
- Eso no es todo. Uno de los operarios ha entrado dentro y... - no pudo terminar la frase, un sollozo se adueñó de ella y rompió a llorar delante de Brenda. Instintivamente ésta la abrazó para calmarla -. Tienes que verlo por ti misma.
- Tome esto - uno de los operarios le entregó una mascarilla de las que habían quedado después de que el albañil terminara su trabajo -, no sabemos cuánto tiempo lleva ese espacio cerrado y es posible que el aire de ahí dentro no sea muy saludable.
- Gracias - Brenda dio el primer paso para entrar pero se vio interrumpida por Shanon que no le soltaba el brazo -, ¿vas a entrar conmigo? - le preguntó viendo cómo el rostro de la mujer quedaba descompuesto y negaba con la cabeza.
Un fuerte olor a cerrado y a humedad invadían el espacio que ocupaba el interior del hueco de la escalera. Empezó a toser y tuvo que hacer un gran esfuerzo por contener las ganas de vomitar que le producía estar ahí dentro. Daba pasos cortos teniendo la sensación de que si la pared había cedido a la leve presión de un taladro, el suelo podía desmoronarse con el peso de su propio cuerpo. Estaba completamente a oscuras y no conseguía ver nada, en el instante en que fue a decir algo, Shanon se le adelantó iluminando el espacio con una linterna. Vio toda la estructura de madera que sostenía las escaleras y la pared de ladrillo sin cementar que constituía las paredes originales de la casa pero no conseguía ver el final. Siguió andando con la misma inseguridad y comprobando con sus pies que no hubiese alguna escalera o hueco que la hiciera tropezar y caer. Se acercó a uno de los laterales y apoyada en la pared fue avanzando con paso temeroso hasta que no pudo continuar. Notó como su pie topaba con algo que había en el suelo. Durante unos segundos creyó que se trataría de un tocón de madera o algo similar e intentó apartarlo de una patada pero no pudo. El peso de ese objeto era demasiado grande como para poder hacerlo.
- Alúmbrame aquí - le gritó a Shanon quien odedeció de forma torpe -a luz mostraba un bulto envuelto en una tela raída y amarillenta por el tiempo la cual desprendía un olor a nauseabundo y podrido. Brenda se armó de valor, se agachó frente a ello y apartó la sábana. Al hacerlo no pudo reprimir la arcada que le vino y con la palma de la mano se tapó la boca y salió corriendo a tropiezos de ese espacio. Se dirigió a la salida, tropezando con todo lo que encontraba a su paso. No percibió ni siquiera el gesto de terror en el rostro de Shanon. Al llegar al jardín no pudo contenerse más y vómito sobre la tierra seca que aún no había sido tratada. Una mano se apoyó en su espalda y la frotó con ternura - Por Dios, es un cuerpo, lo que hay ahí dentro es un cuerpo.
Brenda se incorporó ayudada por la decoradora y levantó la vista. Le hizo un gesto de que le acompañara al coche y Shanon la ayudó. Se sentó en el asiento del conductor y ambas mujeres se quedaron en silencio, mirándose fijamente, intentando asimilar lo que acababan de descubrir o convenciéndose de que no era más que una pesadilla. La agente inmobiliaria al levantar la vista miró a la calle de la zona residencial para ver si algún vecino se había asomado y tener que evitar dar las menos explicaciones posibles pero no se encontraba nadie, o al menos eso creyó ella. Al fijarse mejor vio a Alan, el muchacho de la bicicleta quién la miraba fijamente con una serenidad en su rostro incoherente con lo que ella estaba viviendo en ese momento. No le dijo nada, simplemente se limitó a dirigir su mirada a la casa para luego volver a ella y asintió con la cabeza y una sonrisa en su rostro. Se subió a su bicicleta y bajó la calle hasta perderse en la lejanía de la urbanización.
Se quedaron durante horas en silencio en un estado casi catatónico, incapaces de reaccionar. Cuando ambas volvieron en sí se dieron cuenta de que casi estaba anocheciendo. Shanon no había dejado de temblar ni un momento y estaba sentada al lado de Brenda. Ésta era incapaz de recordar en que momento se sentó a su lado. Respiró profundamente e intentó pensar con cierto sentido común pero aún así no era capaz.
- Debemos advertir a las autoridades - fue lo único que Shanon fue capaz de pronunciar.
- ¿Acaso has perdido la cabeza? Lo tenemos todo demasiado cerrado y con previsión de éxito. ¿Acaso eres consciente de cómo devaluara el valor de la casa que haya un cadáver en su interior?
- ¿Estás loca? ¿No pretenderás tapiar la pared y hacer cómo que nada ha ocurrido?
- Somos las únicas que lo hemos visto, ¿verdad? Los operarios en ningún momento han entrado.
- No, ellos se han quedado fuera - al pronunciar esa frase Shanon comprendió cuales eran las intenciones de Brenda -. No, no, no y no - no podía dejar de repetir eso -, no voy a participar en esto.
- Cálmate Shanon. Hagamos lo siguiente. Cerremos la casa, vayámonos cada una a la nuestra y valoremos las opciones - mientras Brenda la hablaba veía como la única respuesta que obtenía por su parte era una negativa -. Vamos, yo estoy contigo. Quédate conmigo esta noche, no la pases sola - ante esa alternativa en el comportamiento de Shanon hubo un cambio. Su respiración se acompasó y pareció que el hecho de no quedarse sola en esos momentos la ayudaba a tranquilizarse. Brenda puso el cerrojo de seguridad en las puertas, puso el motor en marcha y condujo en completo silencio hasta su casa.
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