Capítulo 6
Despertó en su cabeza con la recurrente idea de que nunca tuvo su objetivo tan cerca, solo debía de asegurarse de mantener la compostura para convertirse en alguien de fiar para la familia Evans al completo. Entró como cada mañana a la gran casa y se dirigió a la mesa de la entrada para recoger los encargos que le dejaron para el día. Siobhan estaba en lo alto de las escaleras y le miraba, esa vez no observó desprecio en su mirada sino más bien una actitud coqueta hacia él. Siguiéndole el número Stanley le hizo una reverencia que ella contestó con una leve inclinación de cabeza. Al incorporarse el señor Evans le miraba con una actitud risueña que no había visto nunca hasta el momento presente.
Uno tras otro fue liquidando los diferentes encargos hasta que casi llegó la hora de comer. Se retiró como siempre para volver a la habitación que tenía alquilada cerca de la casa cuando le invitaron a la gran mesa en el comedor principal. Un nudo se formó en su garganta y durante unos segundos le faltó la respiración. Avanzó diligentemente hasta la puerta y la señora Evans le esperaba de pie en la puerta indicándole con un gesto de la mano que tomara asiento a la diestra de su querida hija, y así lo hizo.
- Hay una serie de protocolos que debes aprender antes de esta noche.
Apenas probó bocado pues durante toda la comida fue recibiendo una serie de directrices sobre cómo sentarse en la mesa, acompañar a una mujer a su asiento y retirarle la silla, cómo doblarse la servilleta y ponérsela sobre el regazo, que cubierto era para cada uno de los platos y el orden en que debían usarse, que hacer mientras esperaban entre un plato y otro. Todo y que era demasiada información recibida de golpe no menguó en su esfuerzo y lo aprendió todo, lo retuvo en su memoria ya que comprendía que si pretendía subir en la escala social, eso no le serviría solo para ea noche sino que formaría parte de su rutina diaria en un futuro no muy lejano. El reloj marcó las seis de la tarde y el señor Evans se levantó y lo acompañó hasta su despacho. En su interior, sobre un galán había colocado un frac de color negro, una camisa con blondas de seda y un pañuelo de lino de color malva, todo acompañado por unos mocasines con lengüeta recién lustrados. Durante unos segundos dudó si esa iba a ser su ropa o la de su capataz.
- Ves vistiéndote y cuando estés sube a buscar a Siobhan. Cuando Lupe venga a llamar a su parte será la indicación de que han llegado los invitados y, por tanto, vuestro momento de bajar al gran comedor.
Hasta ese momento no había sido consciente de lo mal que lo estaba pasando. Le sudaban las manos y un temblor se apoderó de sus piernas. Todo ello logró disimularlo mientras estaba delante del señor. Una vez éste abandonó el despachó resopló dejando escapar todo el miedo y los nervios que lo acompañaron desde que se levantó esa mañana. Respiró profundamente y recobró la compostura. En menos ese diez minutos estaba vestido y enfrente de la puerta. Contó mentalmente hasta diez y salió al recibidor, subió con todo el aplomo que fue capaz de reunir las escaleras y llegó hasta la puerta de Siobhan. Se encontraba en el mismo sitio que veinticuatro horas atrás. De nuevo esperó en el distribuidor pero esta vez no iba a salir nadie para indicarle en que habitación entrar. Llamó dos veces a la puerta y a los pocos segundos ella abrió la puerta y le hizo entrar.
Aunque no era la primera vez que la veía al contemplarla frente a él hubo unos segundos en que se lo cortó la respiración. La melena rubia que el día anterior estuvo suelta ahora estaba perfectamente peinada en un recogido. El vestido que había llevado el día anterior y dejado sobre la cama ahora se encontraba amoldado a su cuerpo dejando entrever unas curvas levemente pronunciadas y un busto que sobresalía dando más distinción si cabía a su porte. En su rostro había dibujada una sonrisa angelical. Stanley permaneció de pie en la puerta mirándola fijamente. Se pasó discretamente la manga del chaquetón por la comisura de los labios por si acaso había salivado un poco, pues tenía ante él a una mujer completamente formada y no a la niña inocente que vio horas antes.
- No hombre, no seas guarro, para eso usa el pañuelo que tienes en la solapa - al instante se sonrojó por el rídiculo que estaba haciendo. De sus labios salió una torpe disculpa que ella interrumpió dándole un casto beso en la mejilla. A los pocos minutos Lupe llamó a la puerta y se marchó - Bueno, pues ha llegado la hora de presentarte en sociedad - esas son las palabras que había deseado oír desde que inició su incursión en esa casa. Aún y así, no podía quedar mal y debía seguir dando, al menos durante un tiempo, la imagen de chico inocente y desvalido.
- ¿Cómo?
- Vamos, nadie puede ser tan ingenuo - le dijo con un tono juguetón en su voz mientras agarraba su mano con firmeza -, lo de la gala benéfica no es nada más que una excusa de mi padre para presentarte a las personas más influyentes de Alabama.
- ¿Por qué a mí?
- Te calo desde el primer momento en que entraste por esa puerta, a ti y a tus intenciones, solo ha querido comprobar que eres digno de confianza para que estes dentro de su círculo. Créeme que has pasado la prueba con creces.
¿Cómo era posible que hubiese conocido sus intenciones? Creía haber sido discreto y no haber llamado la atención tomando todas las precauciones posibles. Si sabían el motivo real de porqué estaba allí y la razón por la que se acercó a ellos no podía seguir interpretando el papel que estuvo haciendo hasta el momento. Debía actuar con la seriedad y compostura que seguramente se iba a esperar de él hasta el momento presente. No iba a montar una escena ni nada por el estilo pero si que aprovecharía la ocasión que la gala le proporcionase para poder hablar a solas con el señor de Evans. Tenía que tener muy planteada la conversación para saber hasta que punto iba a contar con su apoyo e incluso conocer el grado de confianza que iba a tener por su parte para poder llevar a cabo su plan.
Durante toda la cena se mantuvo cordial, amistoso y riendo las gracias de Siobhan pero se dio cuenta de que no estaba fingiendo, ni tan siquiera interpretando un papel. Se encontraba cómodo en su compañía e incluso en su fuero interno empezaba a admitir que pese a lo poco que había hablado con ella y el poco tiempo que la conocía, le demostró que era mucho más que una cara bonita que se movía como pez en el agua por la alta sociedad. Al mismo tiempo, iba buscando al que era su capataz con la mirada, intentando averiguar en qué momento era una buena opción acercarse. Siempre estaba rodeado de gente y no cruzó con él ninguna palabra desde la tarde anterior. Ni siquiera en la cena, y eso que al estar sentado al lado de su hija estuvo a su diestra presidiendo la ceremonia conjuntamente con la familia, siendo uno más.
La velada finalizó casi bien terminada la medianoche y todos los miembros estaban muy cansados. De forma paulatina se fueron retirando a sus respectivas habitaciones. Stanley por su parte permaneció de pie en medio del salón buscándole con la mirada cuando le vio cruzar la puerta de su despacho.
- Señor Evans.. - hizo un paso hacia delante dispuesto a hablar con él cuando alguien le cogió de la mano.
- Debes esperar a que él se dirija a ti, como hasta el momento. No debes cambiar nada en ti - Siobhan le miró fijamente con ternura en sus ojos -. Buenas noches, Stanley - se despidió de él con un casto beso en los labios. Cuando ambos se separaron pudo ver al padre de la chica mirándole desde la puerta del despacho con una sonrisa en los labios. Al subir Siobhan por las escaleras le hizo un gesto para que entrase en su despacho.
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