Capítulo 30

- Vamos, solo quedas tú por bajar del coche - la atendió Shanon -, te estamos esperando. 

Brenda cogió la mano que le tendía el enorme guardaespaldas y salió del coche atemorizada. Miraba la casa que debería haber sido su orgullo pero ahora le era completamente desconocida, casi como si nunca hubiese estado allí. Miró a su amiga con un gesto compasivo en el rostro que ésta se limitó a devolverle con una sonrisa y asentimiento de cabeza. Entró con paso temeroso en la casa y la reacción que tuvo al verla la dejó patidifusa. Todo lo que ella había hecho, todos los progresos, las reformas ya no estaban y eran otros completamente diferentes. 

La casa se había quedado atrapada en el tiempo y tanto la distribución y la decoración era la de una clásica casa de principios de siglo. 

El salón principal estaba presidido por una enorme chimenea de piedra que se encontraba encendida y daba mucha calidez al hogar frente a la cual había dos enormes butacones con reposapies de madera de pino tapizados de color vino. En la habitación contigua una gran mesa de comedor dispuesta para más de diez comensales ¿Acaso les estaba esperando alguien? Si era sí ella no comería nada, entre la incertidumbre que tenía encima y la cantidad de comida ingerid horas antes no iba a ser capaz de probar bocado ninguno. 

El guardasespaldas se situó detrás de ellas y la acompañó escaleras arriba hacia donde si no recordaba mal se hallaba la habitación de matrimonio. Le abrió la puerta y le hizo un además con la mano de que entrara. Encima de la cama de matrimonio tamaño king size con dosel había un vestido largo de gasa blanco. No hizo falta ni que lo preguntara estaba claro que era para ella, del mismo modo que estaba claro que ni que dudar que se tenía que cambiar de ropa. 

Una vez con el puesto se miró intrigada en el espejo que se encontraba en un lateral de la habitación y se vio francamente ridícula. Se alisò bien los pliegues de la falda y se estiró bien las mangas que le cubrieron por completo el brazo. Se miró de nuevo en el espejo para ver si ese pequeño ajuste producía algun cambio en su imagen pero nada, seguía viéndose igual de horrorosa. Dio un golpe seco con la palma de la mano en el espejo y éste se inclinó un poco. Brenda vio que un papel arrugado y amarillento por el tiempo se caía al suelo y sin el menor apuro ni pensárselo dos veces lo desplegó. Era una carta escrita a mano, leyéndola un poco por encima se dio cuenta que iba dirigida al hombre, la miró detenidamente y reconoció la letra de su madre. 

Mi querido Alan; 


En muy poco tiempo te he cogido mucho aprecio y estima, lo más seguro es porque me recuerdas mnucho a mi pequeña Brenda. Ella nunca ha tenido tanta suerte como tú de tener unos padres que la quieran como los tuyos lo hacen, ni ha tenido una vida tan cómoda y tranquila. Ni por un momento pienses que esto es un reproche ni mucho menos, sino todo lo contrario, es una manera de felicitarte por esa dicha tan grande que vas a tener y agradecerte que me dejes formar parte de ella. 

Sin embargo, siento ser yo la portadora de malas noticias y espero que puedas perdonarme y entiendas que lo hice por un bien mayor, de la misma forma que harían tus padres si se encontrasen en mi situación. 

Tanto tus padres como tú habéis depositado una confianza y unas esperanzas que he de traicionar por proteger a mi pequeña y espero que lo entiendas. Por mucho que te quiera, ella va antes que nada pues si le pasase algo yo jamás me lo perdonaría. 

Con esta misma carta me despido de ti pues dudo que hasta llegues a leerla pues la esconderé esta misma noche en nuestro rincón secreto. El que solo tú y yo sabemos que existe, junto a esta carta te pongo una foto de mi pequeña para que quede algo nuestro siempre con vuestra familia. Aunque no lo merezcamos. 

Brenda giró con sumo cuidado de no hacer ruido el espejo y palpó la zona de dónde había caído el papel y pudo notar que estaba un tanto levantada y usando un poco de habilidad y las uñas consiguió levantar del todo la esquina de la cubierta que estaba rota. Sostuvo una foto entre sus manos igual de amarillenta que la página y comrpobó que era una fotografía suya de cuando era apenas un bebé y su madre la sostenía en brazos mientras su padre las miraba a ambos embelesada.

Le resultó increíble que aquella imagen mostrase una família feliz cuando nunca lo habían sido. Se habían querido, eso estaba claro, pero porque no les había quedado más remedio por ser família. Después de tantos años intentando averiguar que fue lo impulsó a su madre a hacer las cosas que hizo, a tomar las decisiones que tomó y a desaparecer de la forma en que lo hizo, por fin tenía la respuesta y es que hizo todo aquello por amor. Por amor a una hija a la que nunca había demostrado el más mínimo ápice de cariño y a la que tan solo se dirigió con imperativos y órdenes, más tratándola como una asalariada que cómo a su propia hija. Después de todo, su madre fue capaz de amarla. No pudo evitar que en sus labios se dibujase una sonrisa y que al mismo tiempo por sus ojos empezasen a caer lágrimas de alegría. Miró a su alrededor y eso la devolvió al momento presente y a todo lo que le había ocurrido en horas anteriores, pero durante unos segundos fue feliz y por su mente pasó la idea de que si debía morir, ese era un buen momento para hacerlo.

- Estás preciosa, - Shanon la sobresaltó desde el quicio de la puerta sin previo aviso. Brenda giró sobre sus talones y la hizo que la mirara de arriba a abajo. Ambas estallaron en sonoras carcajadas como dos quinceañera - vamos abajo. Nos reclaman esos dos. 

Brenda seguía sin entender ese cambio de actitud tan drástico de Shanon y eso hizo que agudizara todos sus sentidos y que no bajase la guardia bajo ningun concepto. Obediente y calmada la siguió hasta el piso de abajo al comedor. No se había percatado del tiempo que pasó absorta en la habitación en sus propios pensamientos y la luz que entraba a raudales por las ventanas ahora era sustituida por unos candelabros que le daban al ambiente cierto aire de misterio y misticismo. 

El hombre estaba sentado a la cabeza de la mesa presidiéndola, a su diestra el guardaespaldas; Shanon como si nada se sentó en el extremo opuesto de la mesa justo enfrente del hombre y con la mano le indicó a Brenda que se sentase a su lado. Aquello cada vez era más raro e incomprensible y estaba a punto de gritar despavorida exigiendo explicaciones de que diantres estaba pasando entre esas cuatro paredes. 

- Bueno, tranquila - le dijo el hombre como si con solo una mirada pudiera leer lo que estaba pasando por su mente. - Al fin estamos dónde debemos estar - hizo una pausa para mojarse los labios con una copa de vino. En el lugar dónde todo comenzó. 

- ¡¿QUÉ?! - era consciente del alarido que había dado pero le era absolutamente igual. 

- Así es Brenda, aquí es dónde todo comenzó. El principio de todas las preguntas que te has hecho, todos los secretos que te ocultaron durante tanto tiempo empezaron en esta casa, - nuevamente se mojó los labios con la copa de vino - disculpáme, creo que nunca nos han presentado formalmemte. Mi nombre es Natahaniel Fletcher.

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