Capítulo 3
Todo estaba saliendo según lo planeado y no se había producido ningún incidente que fuera a retrasar el evento. El albañil había terminado todas las reparaciones y se acercó a Brenda quien tras una exhaustiva revisión de cada una de ellas le extendió un cheque al portador con la cantidad especificada anteriormente. El pintor estaba dando la última capa de pintura al salón pero por lo que vio todo estaba quedando tal como ella lo había imaginado.
Shanon apareció tras ella con la hoja de entrega de la tienda de muebles. El camión estaba aparcado en la entrada y los transportistas descargaban de forma muy cuidadosa cada uno de los enseres. Algunos de ellos eran de extremada delicadeza y debían ser tratados con suma cautela. Tanto la decoradora como Brenda coincidieron en apostar por el cristal en la mayor parte del mobiliario dando una sensación de transparencia y espacio a las estancias dónde fueran colocados; principalmente el salón y el comedor. La imagen de sofisticación y decoro que quería mostrar en la jornada de puertas abiertas iba a concentrarse especialmente en esas dos salas, pues es dónde iba a transcurrir la mayor parte de la velada. El resto de habitaciones como los dormitorios, la cocina, los baños o incluso el sótano serían zonas de paso. Los invitados entrarían en esas estancias, harían algunos comentarios y volverían al salón. No permanecerían mucho en ellas, no por eso debía descuidar hasta el más mínimo detalle en cada una de estas.
Al mirar afuera vio el jardín y seguía mostrando un aspecto descuidado y de abandono. Daba la sensación de que en esas tierras no crecía nada desde hacía tiempo. Si seguía yendo todo según lo acordado el jardinero llegaría por la tarde con todos los brotes a transplantar y los productos pertinentes para el cuidado del jardín. Como en todos los profesionales contó con el mejor del Estado y éste le había asegurado que todo estaría a tiempo para el gran día.
Con la vista fija en los transportistas miró con gran detenimiento que no hiciesen ningún movimiento brusco o imprevisible que pudiera afectar al mobiliario. Conforme los iban dejando en el suelo se iba acercando y pegando notas en los plásticos que los recubrían identificando en que estancia debían dejar cada uno de ellos. Previamente a la llegada de los transportistas ideó con Shanon un método perfecto para la posterior colocación.
Estando en la tienda fueron muy minuciosas y tomaron nota de cuanto medía cada uno de los muebles que iban comprando para poder calcular bien las proporciones que ocuparía cada uno de ellos en la casa. Una vez en la casa, y antes de que llegasen los transportistas de la tienda, con una cinta de carrocería y una métrica habían distribuido los espacios dónde irían colocados cada uno de los muebles y ayudadas de etiquetas, pegándolas en el suelo, indicaron la ubicación de todos ellos. Dieron esas premisas a los transportistas para que poco a poco y con mucho cuidado fueran colocándolos en sus respectivos espacios. Brenda se limitó a dar cuatro indicaciones para que todo estuviese perfecto y sin ningún fallo.
Poco después de comer llegó el jardinero con su ayudante y de forma cordial pero distante se dirigió a Brenda. Ella asintió y con un gesto de su mano le indicó que iniciara su trabajo.
- ¿Podrá tenerlo todo terminado para hoy?
- Se hará lo que se pueda, señora - ante aquella respuesta pensó en soltar una de sus imperativas respuestas. Recordó lo que su compañero de trabajo le había sugerido y la promesa que se hizo a sí misma la noche anterior. Decidió que era una buena oportunidad para intentar hacer un primer intento.,
- Está bien, pero procure no demorarse más de dos días - se sintió a gusto consigo misma oyéndose de esa forma y no como la odiosa bruja que todos siempre creyeron que fue. Al levantar la vista vio al chico al que unos días antes había golpeado con el coche al salir. Éste le miraba con una mezcla de odio y desaprobación en su rostro. Pensó, por un momento, que tal vez el destino le estaba brindando una nueva oportunidad para probar cómo era eso de ser amable y educada con el resto, y con esa idea en su mente se acercó al muchacho con la mejor de sus sonrisas -. Lamento lo ocurrido el otro día. Iba muy distraída. Sé que no es excusa pero agradezco haberte visto de nuevo para poder decírtelo.
- No se preocupe, por suerte quedó sólo en un susto y un par de rascadas, señora - el muchacho oyó cierta bondad en el tomo de Brenda. A pesar de que estaba enfurecido y molesto con ella, pues realmente se hizo daño al dar con su cabeza en el bordillo, prefirió no preocuparla y quitarle hierro al asunto.
- Por favor, no me trates de usted. Me hace sentir mayor. Puedes llamarme Brenda.
- De acuerdo, Brenda -. Dirigió su vista a la casa que había tras ella -. ¿Qué está haciendo tanta gente dentro de la casa?
- Verás, la estoy preparando para venderla y que puedas tener nuevos vecinos.
- Vaya. Esa casa lleva mucho tiempo desocupada. Nosotros - Brenda supuso que se refería a los residentes - hemos perdido la esperanza de que la vuelvan a ocupar después de lo que ocurrió allí dentro.
- ¿A qué te refieres? - el chico se dio cuenta de que había hablado más de la cuenta e inmediatamente retrocedió y se distanció de Brenda -. Tranquilo, puedes contármelo -. A Brenda le había picado la curiosidad. Su mentalidad de vendedora asomó y se dio cuenta de que si la casa escondía una historia detrás no sólo aumentaría su valor sino que podría atraer la atención de más compradores.
- No es nada, sólo son cuentos de vieja a los que no hacer caso. En fin, debo marcharme - y el chico empezó a acelerar el paso - por cierto, soy Alan - gritó desde la distancia.
Brenda se despidió del muchacho de forma amable y al darse la vuelta vio como Shanon se acercaba a ella con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.
- Deberías venir a ver el resultado, todo está en su sitio dentro.
- ¿Ha quedado bien?
- Como no iba a quedar bien con el buen equipo que formamos tú y yo. Incluso yo misma me he planteado pujar por ella - Brenda asintió con una sonrisa en sus labios.
Ambas entraron dentro de la casa y durante unos segundos Brenda tuvo que recobrar la compostura y contener el aliento. La realidad superó con creces las expectativas que se había formado con respecto a la propiedad. Muchas eran las veces que había estado dudando en su fuero interno en la tienda de decoración cuando en determinados momentos Shanon imponía su decisión y voluntad argumentando con explicaciones de peso el porqué escoger determinados elementos y no otros. Odiando como odiaba no llevar siempre la voz cantante eso hizo que dudase del criterio de la decoradora. Viendo el resultado tuvo que hacer un ejercicio de humildad para reconocer en silencio que ella era quién estaba equivocada.
Igual que a una niña pequeña cuando la llevan a una tienda de ropa y su madre va escogiendo los modelos que le va a comprar mientras que ésta sólo puede asentir y seguirla, Shanon fue llevando a Brenda por las diferentes estancias.
La imagen de lujo y confort que en todo momento tuvo previsto para esa venta quedaba expuesto con creces. Los colores claros que ella misma escogió para las paredes y techos de las diferentes estancias le daban una amplitud y una luminosidad que engañaban a la vista y aportaban una amplitud que en un principio no hubiese sido visible.
Sólo entrar al recibidor la gran alfombra blanca que decoraba la entrada ofrecía una calidez y comodidad que invitaban a no querer salir de aquella casa. Brenda tomó nota mentalmente cuando hiciera la jornada de puertas abiertas haría que los asistentes se pusieran unas zapatillas para no ensuciar las diferentes estancias con tierra del jardín o de la calle.
El salón estaba presidido por una mesa de centro circular de cristal con las patas de hierro forjado a las cuales quedaba soldado un revistero del mismo material. Alrededor de ella un juego de tresillos de cuero blanco con las molduras en madera ofrecían una imagen de elegancia y rústica en el mismo elemento. Bajo todo el conjunto una alfombra redonda de color negro con el dibujo de una flor de lis en el centro con motivos dorados daba una contraste visual muy importante.
El comedor había quedado presentado con una enorme mesa de roble oscuro con capacidad para ocho comensales. A su alrededor unas sillas de tela y forjadas en hierro con un estampado geométrico para dar continuidad a la misma decoración del salón. Sobre la mesa una gran lámpara de araña daba luz pertinente con unas graciosas bombillas que imitaban la llama de unas velas. Al final del gran comedor un mueble mar con unos taburetes de piel forrada en color beige dónde Brenda vislumbraba a los asistentes al finalizar el evento, minutos antes de poder iniciar la subasta.
- ¿Vamos a ver el resto de las habitaciones?
- Me fío de ti con lo que he visto hacia el momento - Brenda agarró a la decoradora del brazo y mientras la miraba con un gesto de amabilidad en su casa pensaba en dos cosas. De un lado que incluso ella misma estaba planteándose la idea de formar parte de la subasta. De otro, por su curiosidad y para añadirlo a las técnicas de venta, no se quitaba de la cabeza la historia que Alan le comentó que escondía aquella casa.
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