Capítulo 27
Si una cosa tenía clara Brenda Parks es que su viejo amigo Stanley Maddox no era una buena persona pero desde el mismo momento en que recibió la orden de acabar con su vida quería saber que podría haber sido eso tan malo como para merecer que acabasen con su vida.
En los días que pasaron estuvo tentada en más de una ocasión y preguntárselo pero bastaba una mirada de aquel hombre para comprender que su pacto con el que había intercambiado su vida por la de Stanley estaba cogido por los pelos y que era mejor no cruzar esa delgada línia ya que podía ocasionar que se fuese todo al traste.
Shanon apenas reaccionaba a alguno de los movimientos o conversaciones que tenía con ella. Desde el instante en que había cruzado el umbral de la casa había permanecido como un estado casi catatónico. Pero algo hizo que en esos momentos ,en que la acunaba como a un niño pequeño, reaccionara levantando la cabeza y mirando hacia la puerta para ponerse a temblar.
Brenda la abrazó con fuerza en un falso intento de darle seguridad y confort, hacer que sintiera protegida, pero no era posible protegere a alguien del miedo cuando ella misma tenía cada fibra de su ser temblando ante la infinidad de posibilidades que se le pasaban por la mente de todo lo que podrían hacerles.
La puerta se abrió con un fuerte estruendo para dar paso a la enorme figura del guardaespaldas o matón personal del hombre que le hizo el trato. Se acercó a Brenda con paso firme, ella se incorporó en la cama donde estaba tumbada junto con Shanon, sabiendo que la llevaba a otra de las reuniones para darle más detalles de cómo proceder con el encargo. Lo que su cuerpo no esperaba es que cogiera a su amiga y con un murmullo apenas audible le indicara que caminara hasta el salón. Brenda hizo el gesto de levantarse pero el gorila la frenó con un gesto de la mano.
- De momento solo ella. El jefe vendrá a hablar contigo en un rato.
Las horas pasaron y se hizo cerrada noche sin que ella se diese ni cuenta. Brenda estaba realmente angustiada y preocupada por su amiga. Ni la había visto ni oído el más mínimo ruido des de que se la habían llevado sin dar explicacióin ninguna. Su mente comenzó a imaginar todas las posibilidades que se le ocurrieron y cada una de ellas provocaba que se preocupara más de lo que lo hacía con la anterior.
Cuando Brenda pensaba que ya estaba todo en calma y que no iban a recibirla ni a darle más información de la que le habían dado hasta el momento el guardaespaldas irrumpió en la habitación manteniéndose en el quicio de la puerta.
- Vamos, el jefe quiere verte.
Se levantó de la cama y lo siguió por la casa. Mientras iba andando por ella tenía la sensación como si fuese la primera vez que entraba en aquella casa. No reconocía ninguna de las estancias ni objetos ni mobiliario que había. Nuevamente, igual que la vez anterior cruzaron por el salón dónde las habían llevado en un principio. Shanon estaba sentada tranquilamente en una de las butacas con una taza de té entre sus manos, como si no pasase nada, igual que si estuviera viendo a una amiga el domingo por la tarde.
Ver esa imagen la dejó completamente desubicada y no entendía nada. Aún había más preguntas de las que ya tenía que se acumulaban en su cabeza pugnando por salir a través de su boca. En cierta manera poder ver que su amiga se encontraba bien le daba cierta tranqulidad aunque no terminase de entender nada.
El hombre que iba ante ella no pronunció ni la más mínima palabra ante la misma escena que estaba observando ella, pero si que por un momento pudo ver cómo al ver a Shanon en su rostro se dibujaba el pequeño atisbo de una sonrisa ¿Cómo era posible? Ahora si que no entendía absolutamente nada y empezaba a sentirse bastante desconcertada. En los últimos días desde que había empezado toda aquella situación no dejaba de tener la irritante sensación de que el control de la situación venía y escapaba de sus manos a su antojo ¿Quién demonios le había mandado a ella meterse en ese embrollo? ¿Por qué había aceptado aquel encargo para cerrar su carrera? ¿Y todo para qué? ¿Para tener un blasón más que colgarse de la chaqueta? ¿Cómo era posible que hubiese tomado las decisiones que tomó y que cada una de ellas hubiese tenido unas consecuencias tan desastrosas para todos?
Al paso de sus cavilaciones de nuevo volvía a estar dentro de aquella habitación que aunque no era de su agrado era la única estancia de la casa que le daba cierta seguridad. El hombre, como si de un maniquí se tratase, continuaba en el mismo sitio dónde le había dejado antes. Apagó el cigarro que se estaba fumando aplastándolo contra la mesa y se sentó, indicándole con la mano que hiciera lo mismo.
- Buck te acompañará hasta casa de Stanley esta misma noche y supervisará que no metas la pata, pero ten presente que una vez dentro de la casa estarás sola y no tendrás ayuda de ningún tipo.
>> Si algo pasara o saliese mal. Si se diera la casualidad de que te cogieran las autoridades no responderemos ante ti, ni tan siquiera existiremos. No podrás hablar de mi, ni de esta cabaña, ni de los planes que hemos trazado, ¿lo has entendido?
- Es un precio muy alto el que me estás pidiendo que pague y lo haré con gusto sin tan solo respondes a una pregunta, ¿por qué Stanley?
- Tú lo sabes mejor que nadie - empezó diciendo tras haber hecho una pausa de segundos pensando si responder o no -, tú mejor que nadie conoces el ritmo de vida del señor Maddox y las fiestas privadas que él montaba y los vicios que allí dentro complacía - Brenda simplemente asintió -. Hasta dónde yo sé con esa misma información le chantajeaste para poder obtener los permisos y la ayuda para la venta del inmueble al que tanto empeño le has puesto - introdujo la mano dentro de su americana y entre sus dedos sostenía de nuevo la foto que en tan poco tiempo vio demasiadas veces - Era un muchacho atractivo, ¿verdad?
Con tan solo esa frase Brenda unió todos los cables y entendió toda la verdad comprendiendo finalmente el papel que Stanley Maddox jugaba en todo ese rompecabeza.
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