Capítulo 22
Tras pasarle la foto el semblante del hombre cambió por completo deformando su cara y convirtiéndolo en un ser irreconocible. Toda la distinción y seguridad que mostró durante todo el viaje se esfumaron en cuestión de segundos dando paso a un hombre menudo, quejica, tembloroso y llorón. La seriedad que invadía su rostro pasó a ser de pura humildad y pena confiriéndole una aura de vulnerable que hizo que todos los instintos de Brenda lo empujaran a querer abrazarlo. Las lágrimas comenzaron a resbalar por su rostro y unos pequeños gemidos e hipos le cortaban la respiración dificultándole la respiración. Estiró el brazo hasta llegar a la fotografía y con el dedo empezó a acariciar el rostro del muchacho que se veía en ella.
- Era mi pequeño y me lo arrebataron - estalló entre sollozos.
Brenda no conseguía entender nada y permaneció en silencio ¿Qué se lo arrebataron? Eso no era posible. Hacía menos de dos días que ella lo había tenido delante apoyado en su bicicleta, hablando con él en un tono jovial y despreocupado. Permaneció en silencio, sin decir nada, esperando que le diera más información. Todas las preguntas que quería hacerle quedaron relegadas a un segundo termino. La compasión se adueño de ella y quiso consolar, al mismo tiempo que saber la historia, a aquel pobre hombre.
La necesidad de bombardearle a preguntas la estaba superando pues no soportaba ese silencio incómodo que se formó entre ellos, pero comprendió que ese silencio no escondía otra cosa que el armarse de valor por parte de él para contar una historia que durante mucho tiempo mantuvo enterrada por el dolor que a él le provocaba.
- Alan era mi hijo de quince años y fue él quién pago el precio de mis negocios.
- ¿Se refiera a mi madre?
- Todo lo que tiene que ver con tu pasado y que desde que has vuelto a contactar conmigo y querer saber lo que ocurrió en realidad empieza en el momento en que Alan conoció a tu madre.
¿Seria verdad que en ese preciso momento lo averiguaría todo? Creyó que le iba a costar mucho tiempo y mucho más esfuerzo por su parte, pero se lo estaba sirviendo en bandeja de plata. Debía ser astuta y precavida a la vez formulando las preguntas oportunas y necesarias para que él no ser cerrase en banda y se lo contara todo.
- ¿Mi madre y su hijo se conocieron?
- Así es, la noche en que tu madre vino he de reconocer que durante unos segundos me vi reflejado en ella. Era un vendaval emoción que irrumpió en mi casa pidiendo auxilio, estaba atemorizada por su vida y por la tuya. Recordaré siempre que que su principal prioridad fuiste tú, en ningún momento se preocupó por ello. No me interesé por saber cómo dio conmigo, ni siquiera si conocía cuales eran las consecuencias que comportaban mis pactos y acuerdos. Solo sé que si yo hubiese estado en la misma situación. si la vida de mi hijo hubiese corrido peligro yo hubiera hecho también lo que fuera necesario.
- Un momento, eso no puede ser así, si de algo me acuerdo bien es que en el momento que mi madre vino a usted me pidió el más absoluto silencio y que se lo explicó todo de cero. Usted no tenía ni la más mínima idea de aquello que ella le estaba contando.
- Por amor de Dios, mujer, no puedes ser tan inocente ¿Es que nunca has visto a nadie actuar?
Debería haberse sorprendido de que su madre le hubiera escondido parte de la información pero no fue así para nada, asimiló por bueno lo que aquel hombre le estaba diciendo, al fin y al cabo, cuando se trataba de su madre la mentira y el engaño eran la marca de la casa.
- ¿Qué tiene que ver su hijo en todo esto?
- Él estuvo presente en aquella primera reunión. Lo escuchó todo, hasta el más mínimo detalle. A pesar de su corta edad y de su inocencia siempre quiso saber todo lo que yo hacía. Conocía perfectamente lo que ocurría a su alrededor y nunca quiso quedarse fuera. Ahora mismo es algo de lo que siempre me arrepentiré y que nunca me perdonaré, pero en aquellos días eso me hacía sentirme orgulloso de mi pequeño gran hombre.
>> Yo estaba convencido de que le iba a declinar su ayuda. Me bastó con oír el apellido de tu madre para saber quién era ella, quién era tu padre y hasta que punto estaba de mierda hasta el cuello. Pero no pude, aquella misma noche cuando tu madre se marchó - las lágrimas que hasta hace unos minutos pudo contener volvieron a asomar a sus ojos -, Alan entró en mi despacho y se sentó a mi lado y solo me dijo una cosa que nunca borraré de mi memoria.
- ¿Qué fue? - odiaba la sensación de cotilleo que tenía en ese momento, pero en su interior había un deseo irrefrenable de conocer hasta el más mínimo detalle.
- Podriamos ser nosotros, si así fuese, no querrías que alguien nos ayudase - ante aquellas palabras Brenda no supo como reaccionar, solo estiró su mano y la colocó sobre el hombre en un pobre intento de consolarlo.
- Hay una parte de la historia que sí que la sé, pero hay cosas que aún y lo que me cuenta no termino de entender ¿Qué le pasó a mi madre y a mi padre? ¿Qué le pidió? ¿Qué tiene que ver todo esto con la muerte de Alan?
- Hasta ahora habías hecho muy bien quedándote callada y escuchando. De repente, me sueltas todas estas preguntas - empezó a reír en un intento de esconder el dolor y la molestia de sus preguntas -, vas a tener que seguir escuchando si quieres conocer toda la verdad.
- Disculpe - se reclinó en el asiento del pasajero y se acomodó en éste tomando una actitud de escucha. Decidió no decir ni preguntar nada más. Se limitaría a escuchar, asentir e ir confirmando aquellos detalles de los que ella tuviera conocimiento.
- Cuando viniste con tu madre ya me contó todo lo que había sucedido y qué era lo que necesitaba de mí, aunque por tu cara veo que nunca lo terminó de compartir contigo, ¿me equivoco? - Brenda se limitó a mirarle fijamente con cierta interrogación en su mirada - Dime una cosa, ahora que te tengo delante lo puedo plantear, ¿cómo te llevabas con tus padres? - ante la pregunta Brenda quedó un poco sorprendida pues había hecho con ella misma el pacto de que no iba a hablar -, vamos, cuéntamelo -. El hombre permaneció en silencio, a la espera de que ella hablara mientras que Brenda, por su parte, cogió aire y se dispuso a hablar.
- Mi padre era un borracho de mierda quien nos tenía a mi madre y a mí atemorizadas y encerradas a base de palizas constantes. Mi madre era una persona que jamás fue capaz de mostrarme ni el más mínimo ápice de afecto en toda su vida - sentenció con voz severa.
- Bien, y dime, ¿sabrías decirme a qué se dedicaban tus padres?
- Bueno, pues... - nunca lo había pensado detenidamente, pero una vez salían de casa ella no sabía que es lo que hacían nunca en ese lapso de tiempo. Las veces que les preguntó solo le contestaban que hacían lo necesario para que ella tuviera un plato de comida caliente en la mesa cada día.
- Y bien, dime, ¿quieres saber lo que ocurrió hace casi cincuenta años atrás?
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