Capítulo 17

Se tumbó en el maletero tal y cómo le había indicado y en poocos segundos se vio envuelta en la oscuridad más absoluta. Notaba a su espalda un bulto que no la permitía acomodarse del todo y tuvo que permanecer en posición fetal con las rodillas tocándole el estómago y las manos juntas bajo el mentón. El frío metal de la pistola que le entregaron le daba cierto respeto y miedo a la vez. Nunca en su vida había manejado un arma antes y mucho menos disparado. Con aquel objeto entre sus manos a su mente no dejaban de venir imágenes de cuales podrían ser las situaciones que se encontrarían e intentaba imaginar de qué manera iba a reaccionar ella. 

Si le hubiesen preguntado no habría sido capaz de decir el tiempo transcurrido dentro de ese diminuto espacio. La aceleración del coche había disminudio. Contuvo la respiración esperando que abrieran el maletero y pudiera coger aire y respirar pues estaba empezando a agobiarse ahí dentro. Permaneció en silencio a la espera de cualquier respuesta del exterior pero nada. Comprobó por el traqueteo que había adoptado el vehículo que habían abandonado alguna de las carreteras principales y se habían introducido en un terreno no asfaltado. El hecho de no saber el destino y de no obtener información de ninguna clase hacía que se agobiase aún más y respirara más fuerte, empezando a tener miedo de hiperventilar.

El coche aminoró la marcha hasta que se quedó completamente parado. Oyó como la puerta del vehículo se abrían y unos pasos se acercaban. A los pocos minutos la luz del exterior la cegó durante unos segundos. 

- Ya puede salir - torpemente se delizó fuera del maletero y tuvo que entrecerrar los ojos para acostumbrar su vista a la luz exterior. Al conseguirlo comprobó que casi se estaba haciendo de noche -. Bien, usted ha insistido en venir a pesar de mis negativas pero recuerde que ha dicho que obedecería en todo lo que le pidese. Haremos lo siguiente. 

>> Vamos a ir caminando muy despacio con cuidado de hacer el mínimo ruido por el camino de tierra. Al final de éste encontrará una casa que esta bastante abandonada, y si siguen actuando de la misma manera que cuando colaraba con ellos no tengo ninguna duda de que su amiga estará ahí dentro. Entrará con nosotros dos con el arma escondido en la espalda dentro del pantalón. En ningún momento dirá nada ni hará gesto alguno que muestre alguna reacción o emoción, ¿lo comprende? - Brenda asintió con la cabeza -. Dejará que yo hable en todo momento y sólo se moverá, hablará o hará cualquier cosa en el momento que yo se lo ordene.

Empezaron a andar y Brenda permaneció de pie junto al automóvil hasta el momento en que él le indicó que la acompañara y así lo hizo. Todo iba apareciendo según el mismo le había dicho. Los tacones se le iban hundiendo en la tierra enfangada del camino y le costaba bastante caminar, y en algunos momentos incluso estuvo a punto de caer. Pensó durante unos segundos en quirtarse los tacones e ir descalza pero al ver el estado del suelo, las ramas y piedras afiladas escondidas por el barro continuó con un paso lento, torpe y tuvo que reprimir más de un grito en algunas de las ocasiones que perdía el equilibrio. 

Se apostaron frente a la puerta de una casa completamente de madera en muy mal estado. Estaba segura de que Shanon debía estar pasando mucho miedo allí dentro y no pudo imaginarse las atrocidades que le habrían hecho por su culpa. El hombre se apoyó junto al dintel de la puerta y le indicó con la mano que ella debía hacer lo mismo. Acercó la mano al picaporte de la puerta, Brenda pensó que iba a comprobar si estaba cerrada como en las películas pero se sorpendió al ver que con los nudillos llamaba tres veces fuertemente a la puerta. 

- Coloquese detrás de mi, muy erguida, seria y recuerda no decir ni hacer nada. 

Tras abrirse la puerta apareció una figura masculina, alta y con una postura de cuerpo tiesa. Dio unos pasos hasta colocarse a escasos centímetros de el hombre. La luz de fuera le iluminó directamente el rostro y Brenda pudo comprobar que sus ojos mostraban la ausencia de ningún sentimiento ni emoción, casi podría decirse que era un hombre sin alma. Ambos desconocidos se miraron durante unos segundos. El que los recibió los escrutaba minuciosamente con la mirada. Ambos permanecieron impasibles, desafiándose con la mirada. Brenda no podía hacer otra que contener la respiración y mantenerse expectante y ver cómo se desarrollaba la situación. 

- He venido a ver al jefe. 

- Estás ante él - le aseguró el otro sin ningún ápice de duda en su voz. 

- Por favor, Terrance nome tomes por idiota. Hace mucho que nos conocemos y más quisieras tú que ser el jefe. 

Durante unos segundos los dos permanecieron en silencio y manteniéndose fijamente la mirada. De repente, y de una manera que Brenda intentaba comprender pero no era capaz en absoluto los dos estallaron en una sonora carcajada. Ella viendo que su acompañante no le daba ninguna indicación permaneció impasible como una estatua, como si aquello no fuese con ella. 

- Seguidme, aunque muy necesario no seria, pues estoy seguro que tú mismo recuerdas el camino. 

A Brenda le estaban viniendo una gran cantidad de preguntas a la cabeza pero sabía que no era el momento de hacerlas. Las retuvo en su mente y una vez se hubieran llevado a Shanon de allí y estuviesen en una zona segura iba a exigir que se las contestara todas y cada una de ellas. Avanzaron por la casa que nada tenía que ver el interior con el exterior. Así como por fuera estaba casi en ruinas, en su interior todas las paredes estaban revestidas y reforzadas en piedra. Estaba claro que al suelo le habían hecho algún tratamiento especial para que recobrara el aspecto inicial y brillase como si lo acabaran de instalar. Todos los muebles eran de madera de nogal dando un aspecto muy serio y formal a los espacios. Lo único que no terminaba de entender era porqué no había luz eléctrica. La única iluminación que había era por velas y conforme iban avanzando la luz que proyectaba una hoguera en el comedor daba luz y cálidez a la estancia a la que se iban acercando. 

El salón se encontraba presidido por un juego de tresillo y dos sillones y junto a la chimenea una gran butaca de piel negra. Brenda y su acompañante entraron guiados por la mano del tal Terrance que les indicó que se sentaran y comunicó que iba avisar al jefe de la visita. Brenda creyó que era el momento de hacer algunas de las preguntas aprovechando que se iban a quedar solos. Hizo el amago de abrir la boca pero su acompañante la acalló al momento colocando su mano sobre la rodilla de ella y haciendo un gesto de asentimiento con la cabeza. No dijo nada y ambos permanecieron en silencio, a la espera de que llegara con quién iban a reunirse. Ella tuvo que hacer un gran esfuerzo por contenerse y no mostrar de ninguna manera el terror que estaba invadiéndole todo el cuerpo. 

El sonido de unos pasos a su espalda le provocó un estremecimiento en todo su ser. Se quedó petrificada con la vista fija en la pared. A medida que los pasos se acercaban la sombra proyectada por la chimenea quedababa dibujada en la pared que quedaba su izquierda. Ante ella una figura masculina, alta, imponente se fue desplazando hasta el sillón de piel de color negro y se dejó caer como un obrero que termino tras una dura jornada laboral en las minas. Brenda, a indicación de su acompañante giró el rostro y lo miró directamente a los ojos sin pestañear, más bien dicho al ojo. Si las facciones del que estaba convencida era el jefe ya eran duras la enorme cicatrtiz que le cruzaba toda la cara lo hacían aún más apabullante. Ambos se miraron durante una fracción de segundo. 

El acompañante de Brenda se levantó y se colocó tras ella poniéndola las manos sobre los hombres y a ella no le gustó lo más mínimo el cariz que estaba tomando todo aquello. Lo que no podía imaginarse de ninguna de las maneras era cómo iba a terminar todo aquello. 

- Podéis llevarla con su amiguita - anunció el jefe. En cuestión de segundos y sin que ella fuese capaz de reaccionar dos hombres se colocaron ante ella cortándole el paso, la cogieron cada uno de un brazo por debajo de las axilas y la fueron arrastrando por el suelo. De forma instintiva empezó a patalear, forcejear, morder, en ningún momento dejó de pelear para librarse sus captores. Giró la cabeza un momento y vio como ambos hombres se daban la mano en señal de haber cerrado un trato. 

- He cumplido mi parte de traértela con lo que demuestro que vuelvo a ser digno de tu confianza - aquellas fueron las últimas palabras que Brenda Parks oyó antes de comprender que había caído en una trampa. Su acompañante nunca tuvo intención de librar a Shanon, su idea siempre fue juntarlas a las dos de nuevo. 

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