Cuenta Atrás parte 1
Kaito puso los ojos en el techo, y soltó un suspiro de resignación. Era inevitable que algo así sucediese, y más estando involucrado aquel detective.
Era una tarde de finales de mayo. Se cumplía ya un mes que Kaito había dado con el paradero de Pandora, la legendaria piedra que otorgaba la inmortalidad. Tras una larga búsqueda, en la que había tenido que adoptar para ello el papel del ladrón fantasma conocido como Kaito 1412 (o como le llamaban sus seguidores, Kaito Kid), finalmente la piedra había sido destruida, y la Organización que asesinó a su padre puesta entre rejas. Kaito podía descansar ya y despedir a su alter-ego Kid para siempre. Se acabaron las mentiras a sus amigos, especialmente a Aoko, y la persecución por parte de Hakuba diciendo que conocía su secreto.
Pero, ¿por qué hacerlo de manera sencilla, cuando podía hacer un último show espectacular, que asombrase a todo el mundo?
Envió una nota de desafío al millonario Jirokichi Suzuki, indicándole que sería su última oportunidad de capturarle, ya que estaba pronto a retirarse. El viejo orgulloso respondió enseguida al reto por televisión, desafiándolo a robar una hermosa joya que había adquirido recientemente llamada La Gota de Sol, un raro zafiro amarillo que formaba parte de un broche finamente ornamentado.
La fecha del robo se acordó que sería el siguiente sábado, en cuanto el sol se pusiese. Pero para intentar complicarle las cosas, la joya se expondría en una prisión en ruinas que se encontraba cerca del puerto, vigilada por bastantes policías.
Kaito se hallaba ansioso porque llegase el sábado. No sólo por el robo, y por mostrar su magia a un gran número de espectadores. No. Si ese fuera el único motivo, habría elegido a cualquier otro coleccionista de joyas, y con dejar una nota de despedida después dirigida al inspector Nakamori junto a la joya robada, hubiera sido suficiente. Si había optado por retar al viejo Suzuki, había sido para poder despedirse de él.
Shinichi Kudo, el detective juvenil. Cuando le conoció, por algún motivo que Kaito desconocía, apenas era un niño de 7 años que se hacía llamar Conan Edogawa, el cual siempre veía a través de su magia y le dificultaba los robos. Ahora, Conan había desaparecido y Kudo había vuelto. Aún así, por su relación de amistad con la heredera de la fortuna familiar, Sonoko Suzuki, Shinichi había continuado estando presente en los duelos que tenía con Jirokichi, para gran alegría de Kaito.
Hacia tiempo que el mago había aceptado que sentía algo por el detective. Al principio estaba seguro que sólo deseaba que aquel pequeño de gafas estuviese presente en los shows para poder impresionarlo, volverlo un admirador de sus trucos. Pero poco a poco, y tras coincidir en algunos casos en que habían tenido que colaborar juntos, se habían hecho más cercanos. Ahora, siempre buscaba a Kudo con la mirada, y se sentía capaz de todo si él estaba presente. Y cuando Shinichi sonreía, con esa sonrisa tan característica suya que quería decir que había resuelto un misterio, Kaito notaba que su corazón se salía de su pecho.
Si, se había enamorado como un tonto de la persona incorrecta. Porque él era un ladrón, y Shinichi un detective. Nunca podrían estar juntos. Además, había oído durante un atraco a Sonoko decir que la chica Mouri se le había declarado. Sabiendo la relación tan especial que tenían ambos, lo más seguro es que fueran ya novios. Y Kaito no quería meterse en medio de la pareja. Por eso, aquel era el día en que le diría adiós, y no volvería a cruzarse en su camino. Lo mejor era que le olvidase para siempre.
El sábado llegó rápidamente. Aprovechando su habilidad para disfrazarse, Kaito se camufló como uno de los agentes de la unidad del inspector Nakamori, destinados a la protección de la joya. De ese modo, accedió al interior de la prisión sin problemas. Suzuki estaba tan convencido de que en esa ocasión no tendría oportunidad de escapar, que había ordenado que no se realizase el ritual tradicional por parte de Nakamori de tirar de las mejillas de todos los allí presentes, para intentar descubrir a Kid.
Aún faltaban dos horas para la hora acordada para el robo. Kaito se escabulló para preparar las pantallas de proyección, que formarían parte del truco.
Mientras Kaito corría por el patio interior de la prisión, un helicóptero proveniente desde la ciudad se acercó y aterrizó en el patio. Rápidamente, el ladrón se ocultó para observar quien había llegado. Desde su posición vio como el viejo Suzuki se acercaba a saludar a los recién llegados. Primero descendió del aparato su sobrina Sonoko, lo cual no le extrañó ya que era una de sus más fervientes admiradoras, a pesar de que tenía un muy celoso y bruto novio. El siguiente cuyos pies tocaron el suelo fue el detective privado Kogoro Mouri, seguido de su hija Ran, invitados por Suzuki con toda seguridad. Y si ellos estaban allí, también estaría...
Shinichi descendió del helicóptero de un ágil salto, y recorrió el lugar con la mirada. Kaito observó como Ran se acercaba a él y le decía algo al oído. El detective la sonrió. Se les veía tan bien juntos... El mago sintió como una especie de garra le atenazaba la garganta. Pero no podía dejar que sus sentimientos le afectasen. Tenía que prepararse.
Poker Face
Suzuki fue enseñándoles a los recién llegados los preparativos para aquella gran noche. Había dispuesto policías en todos los accesos a la prisión. Por no hablar de que las vías de agua y los conductos de respiración se hallaban con rejas para evitar la fuga de los presos en su día. Ni un ratón saldría de allí. La joya se encontraba en lo que antaño debía haber sido la sala de descanso de los vigilantes, una habitación sin ventanas a la que se accedía por un largo pasillo. Varias cámaras de televisión emitirían en directo todo lo que sucediese, de tal forma que todo el mundo presenciase en directo cómo capturaba a aquel ladrón de una vez. Eso si realmente Kid se atrevía a aparecer.
Shinichi estaba seguro que el mago no se perdería aquel desafío por nada del mundo. Aunque, había algo con respecto a todo aquello que le hacía sentirse inquieto, pero no entendía el por qué. Había estado en varios robos de Kid ya, tanto como él mismo como su alter-ego Conan, pero nunca había sentido aquello antes. Y era el motivo por el que había aceptado estar presente aquella noche. Pensaba que si contemplaba al ladrón por última vez, aclararía el caos que había en su cabeza.
Y esa era otra cuestión que le había vuelto loco esos días. Que Kid hubiese dicho que aquella era la última ocasión para atraparle le provocaba un sin fin de preguntas, ¿acaso eso significaba que si realizaba el robo con éxito, desaparecería? ¿Realmente dejaría de robar? ¿Había encontrado ya lo que fuera que estaba buscando? Quería saber. Tendría que preguntárselo personalmente, por lo que tendría que ver a través del truco que emplease para robarse la joya, y seguirlo después por su vía de escape para acorralarle.
Faltaban ya sólo 30 minutos para la hora establecida. El inspector Nakamori había establecido un cerco de unos 20 policías en torno al atril donde se hallaba la joya. La emoción y la tensión en el ambiente se podía sentir. Tanto Kogoro, como el propio Suzuki se hallaban expectantes. Ran estaba preocupada por si ocurría algo malo. Sonoko estaba histérica pensando que dentro de poco vería a Kid, y Shinichi... Shinichi permanecía alerta. Hacía un momento que el ladrón le había hecho sentir su presencia y el chico intentaba adivinar de quién se había disfrazado.
Y entonces ocurrió.
Un policía entró corriendo en la sala de la joya, completamente alterado, gritando que uno de los agentes había sido hallado asesinado. Sin perder tiempo, Shinichi seguido de Suzuki, Nakamori y Kogoro acudieron al lugar donde se hallaba el cuerpo, tras indicar a las chicas que esperasen junto a la joya.
Kaito soltó un suspiro de resignación, y corrió aún camuflado como un agente detrás de ellos, su show debería sufrir un retraso. Era inevitable que algo así sucediese, y más estando involucrado Kudo. El detective parecía atraer la muerte.
Al llegar junto al cadáver, y tras verificar que no era Kid disfrazado por lo que se tiró de sus mejillas, Shinichi se dispuso a investigar lo sucedido. Aquel hombre había sido sorprendido y recibido una puñalada por la espalda, por lo que no había podido defenderse. La sangre aún emanaba de la herida. El asesino no tenía miedo de ser descubierto, pues el arma se hallaba tirada a un lado.
- ¿Qué opina Mouri, cree que esto a sido obra de Kid? - cuestionó Suzuki.
- Puede ser. Tal vez este agente le descubrió antes de cometer el robo y decidió silenciarlo. - respondió Kogoro.
Kaito resopló por lo bajo de indignación. Él no era tan vulgar como para hacer algo así. Él era un artista.
- No - se oyó la voz firme de Shinichi - Estoy seguro que Kid no lo hizo.
Un sonrojo apareció en las mejillas de Kaito. Que Shinichi le defendiese de tal acusación con esa seguridad, le hacía feliz. Por algo era su crítico favorito.
- Yo también, no es su estilo. - aseguró Nakamori, para después ordenar a Kaito creyendo que era uno de sus hombres - Tú, comunícate con Tokio y avisa al departamento de homicidios. Que vengan.
Con un "sí, señor", Kaito se separó y se dispuso a marcharse. No tenía sentido realizar el robo ahora, ya que la atención de todos estaba en el asesinato. Y Kaito quería que le mirasen sólo a él. Al fin y al cabo, iba a ser su despedida.
Tenía pensado salir por una de los accesos, aprovechando su disfraz de policía y poner la excusa de ir a buscar a los de homicidios para que le dejasen salir. Cuál no sería su sorpresa al ver que en las entradas no había nadie. ¿Cómo era posible tal desobediencia por parte de los agentes? Si algo distinguía a los hombres de Nakamori era que cumplían las ordenes. Aquello no le gustó nada. Presentía que algo iba a suceder.
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