Un Regalo para Nuestro Gran Amor (FINALE)

–Apollo, es tu turno–Comenta Maya mientras come galletas, hay migajas sobre sus mejillas.

El abogado de rojo se levanta del sofá, está sudando, ya queriendo enterrar la cabeza en alguna zona abandonada. Menos mal que entrenó sus cuerdas de acero esta mañana. Toma su regalo y camina torpemente hacia Klavier.

–E-Es para ti...

El guitarrista sé limita a sonreír y en tomar el obsequio. Lo abre y resulta ser un disco de Bon Jovi, autografiado por el cantante: "Grandes deseos, Klavier".

–¡Apollo, te amo!–Exclama el rubio mientras admira el disco como si fuera

el boleto ganador de una lotería–Lo he admirado desde que estaba en secundaria ¿cómo lo conseguiste?

–Un cliente mío era su mánager, quería que lo conocieras pero...

–¡Es como tenerlo en mis manos!–Abraza fuertemente a Apollo, quién se sonroja de golpe, puede oler su colonia costosa–Gracias señor frente, eres el mejor.

El guitarrista se aparta y toma el regalo más pequeño del árbol, es diminuto, cabe en una mano. Con una sonrisa digna de una revista de moda, se lo entrega a Justice.

–Feliz navidad, señor frente.

Apollo tuvo que tranquilizarse un poco, si esto sigue así, terminará por darle un colapso. Vaya, está muy enamorado de Klavier Gavín ¿verdad?

Resulta ser un anillo plateado. Lo toma y lo mira más de cerca, y lentamente lo desliza por su dedo y lo admira detenidamente.

–Creí que te había tocado una chica–Dice Apollo.

–Mentí.

–Idiota, me encanta, no me lo quitaré nunca.

Ahora es Klavier quien se sonroja un poco, Apollo es lindo, mejor que cualquiera de sus conocidos. Y tendrá que confesarse está noche, o...¿porqué no ahora?

–Apollo, te amo–Dice Klavier.

–Jaja, si, ya lo has dicho.

–No, es en serio, te amo.

Los demás sólo exclamaron un "¡¿Queeeeeé?!" Mientras que Apollo se queda sin habla, con la cara más roja que un tómate y los labios más entumecidos que un iceberg. Pero algo dentro suya, quería responder, nunca será tan llamativo como lo es Klavier, o Trucy, incluso el señor Wright tiene más confianza, pero... Klavier le da valor, le hace sentir bien. Y eso es suficiente.

–Y-Yo...¡también te amo, Klavier!

El resto vuelve a exclamar "¡Ohhhhh!", son el espectáculo de la noche.

–Esa no me la ví venir...–Responde Klavier.

Si, con eso bastará. Ambos se sientan, uno al lado del otro, sonrojados y un poco confundidos. Apollo entrelaza sus dedos con los de Klavier, esto es raro pero se siente reconfortante. El guitarrista aprieta su mano, y ahora ambos sonríen.

–Bien, ahora él último, Nick es tu turno–Comenta Maya.

El abogado se levanta y toma su regalo. Y sin añadir nada más, se lo da a Edgeworth.

–¿Yo?

–Si, tú.

Miles lo toma, no recuerda cuando fue la última vez que recibió un obsequio. Puede que con su padre. Es veinticinco de diciembre, las cosas ya no son como antes. Manfred arrebató ese pequeño trozo de felicidad, asesinó a su padre, pero ninguno de los dos están aquí. Sólo él y Phoenix Wrigth, su pequeña luz al final del túnel.

El regalo resulta ser un número exclusivo del Samurái de Acero, una pieza ultra rara.

–Wrigth, yo...no sé que decir.

–De nada–Nick acompaña el comentario con una sonrisa. Edgeworth puede sentir su propio corazón latir con fuerza.

Edgeworth toma ya el último regalo, y se lo entrega a Phoenix.

–Yo...emm...e-esto es para ti...

–Gracias–Lo toma y lo abre. Fue como volver a su niñez, era un juguete en su caja. La última pieza de la línea de la Patrulla Samurái, la serie de su infancia–¿Tú...lo recuerdas?

–De niño querías uno de esos ¿no?

–Edgeworth... madre mía, es el mejor regalo que me han dado en mi vida.

Miles comparte su sonrisa, hacia mucho que no sonreía de esa manera.

–De nada, Wrigth.

Maya mira a su alrededor, todo el mundo está feliz, sonriendo. Ha formado grandes parejas, y eso la pone de buen humor.

–Maya la mística ¿y su regalo?–Pregunta Pearl.

–Oh, está bien, lo importante son ustedes.

–Maya ¿no pusiste tu nombre?–Pregunta Phoenix.

–¿Qué más da, Nick? ¡Hay que celebrar!

Todo estaba planeado. Wright ya se había percatado de eso. Pero algo le hizo sentir culpable. No era justo que Maya se haya esforzado así por todos y termine sin un obsequio.

La noche continúo mientras Nick idea un plan. En un momento dado, Trucy le pide a Pearl si pueden hablar en privado, la joven médium acepta y salen un momento al patio.

–¿Qué pasa, Trucy?

–Pearl, somos amigas ¿cierto?

–Si, eres mi mejor amiga de hecho, me caes muy bien.

–Jaja, gracias, tu también me caes muy bien–Trucy respira hondo, es ahora o nunca–Pearls, hay algo que quiero decirte...

–¿El qué?–Pearl comienza a preocuparse, normalmente cuando le dicen eso significa algo malo.

–...m-me...me gustas mucho...me gustas mucho, Pearl–Las mejillas de la maga están al cien, pero no aparta su vista. No lo hace por la promesa con Klavier, lo hace por ella misma. Porque de verdad quiere confesarse a Pearly, y mas importante, quiere ser correspondida.

–Oh...–Pearl intenta encontrar las palabras–Si te digo que tú también me gustas...¿seremos pareja?

–Si, básicamente.

–Entonces...–Pearl recuerda como de niña, sus ideales del amor eran totalmente ficticios, que en la vida real, los "y vivieron felices por siempre" no son tan cotidianos. Pero con Trucy es distinto, ella vive en su propio mundo, y Pearl quiere formar parte de él–Tú también me gustas, Trucy.

Se abrazan, y con toda la timidez que una chica de quince años puede sentir, se dan un pequeño beso. Uno rápido de dos segundos. Ríen ante sus nervios y entran a la casa tomadas de la mano.

Ya todo estaba dicho. Incluso Apollo y Klavier compartieron un beso en el comedor. Athena y Simon charlan mientras escuchan villancicos.

–Esta bien, tú ganas–Dice Athena.

–¿De qué hablas?–Responde el fiscal bicolor.

–Saldré contigo.

–No te pedí que salgas conmigo.

–Vale ¿Saldrías conmigo?

–¿No tengo que decirlo yo?

Athena levanta los brazos.

–No importa, salgamos, Simon.

El bicolor sonríe tiernamente.

–Esta bien.

Phoenix aún no se crea que Maya haya hecho todo esto. Decide contarle a Miles sobre su plan.

–Me parece bien ¿y cuando será?–Pregunta Edgeworth.

–Mañana, antes de que despierte.

Lo cierto es que Edgeworth le debe una, no sólo convenció a Franziska de venir, sino que también le dio un último empujón antes de caer en los brazos de Phoenix.

–Si, se lo merece–Edgeworth recuesta su cabeza en el hombro de Wrigth–Están sucediendo muchas cosas en una sola noche.

Pero no todo terminó ahí. A la mañana siguiente, Maya se levanta algo tarde, menos mal que la mansión Fey tiene espacio para todos. Se pone sus pantuflas y baja a la cocina donde al entrar la recibe un desayuno gigante, y un enorme pastel. Y todo el mundo dentro con un cártel:

¡Te amamos, Maya!

–¿Qué?–La médium se talla los ojos, creyendo que aún está dormida–¿Y esto?

–Es nuestro regalo–Responde Nick–Te has esforzado más que nadie.

–¡Eres Santa Clausura!–Exclama Trucy.

–¡Eres lo máximo, amiga!–Comenta Gumshoe.

Maya mira a cada uno de sus amigos. Más bien, su familia. Al concentrarse en ellos se olvidó de si misma, pero no importa, porque es Maya Fey, y ellos son los mismos de siempre.

–Gracias, chicos–Dice la médium con los ojos algo empañados.

No necesitaban la Navidad, tan sólo recordar que, pase lo que pase, hay alguien esperándolos. Alguien que los ama, no sólo hoy. Para siempre.

Fin

¡Muchísimas gracias a todos por acompañarme en esta historia! ❤️❤️❤️ Quería publicar esto en diciembre, pero al final no pude, pero no quería dejarla, tenía muchas ganas de escribirla.

De todo corazón, gracias!! ❤️ Se aprecia cada detalle de su parte (◍•ᴗ•◍)✧*。

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