5. Sídney: Jacaranda

30 de diciembre de 2020

Cuando Felix llega a casa de Chan, Jisung lo encuentra más bonito que el primer día que lo vio. Lleva ropa normal, no hay nada especial, pero su sonrisa parece más brillante. Se despide de sus amigos sin echarles ni un vistazo. Carga uno de los bolsos que lleva el rubio antes de que se dirijan a la parada de bus más cercana.

Se sientan juntos; a pesar del aire acondicionado del vehículo, está sudando. Quizá es por tenerlo tan cerca. En el camino, Felix se inclina sobre él para señalarle lugares que se ven desde la ventana, su olor es tan apetecible que piensa incluso en darle un bocado. Se sonroja cada vez que la mano del chico roza la suya. Sus piernas están juntas y Jisung se alegra de llevar un pantalón largo porque seguro que sentiría la transpiración de su piel.

Bajan en una parada quince minutos después. Es un parque enorme, lleno de árboles que arrojan una sombra necesaria a mediodía. Los dedos de Felix se enredan con los suyos y un rayo de electricidad casi lo congela. La energía del chico es ineludible y lo arrastra por los senderos hasta que encuentra un lugar frente a un lago.

No lo suelta hasta que no están bajo un enorme jacaranda. El suelo está lleno de pétalos violeta, como una cama silvestre para algún ser fantástico. Felix parece un ser fantástico, un hada del bosque o un duende, con esa sonrisa enorme y esa luz que parece irradiar directamente desde su núcleo. Cree que le quedarían bien unas orejas puntiagudas, pero probablemente sean solo los extraños fetiches de Jisung haciéndose presentes.

El chico coloca una manta en el suelo y se deja caer, invitándolo a acompañarlo. Se sienta a su lado, todavía un poco hipnotizado por el sonido de su voz grave y la visión que es en sí mismo. Jisung no recuerda haber estado junto a alguien tan hermoso nunca. Ni siquiera la larga estancia que quiso convertir en su hogar había despertado tantas cosas dentro de él. Se pregunta si es por el propio atractivo de que sea temporal. Tiene sentido; como sabe que terminará, es más intenso en el poco tiempo que les queda.

—Es posible que haya utilizado mis fuentes para esto —comenta, cuando han terminado de comer unos cuantos sándwiches y otros aperitivos. Jisung ya está lleno, pero lo mira desconcertado cuando abre una neverita y le muestra un contenedor con lo que parece una apetitosa tarta de queso.

—¿Tus fuentes?

—Le pregunté a Chris cuál era tu postre favorito —confiesa, aunque no parece tener ningún remordimiento—. La hice anoche después de hablar.

—¡No tenías por qué! —chilla, abrumado. Se apresura a tomar el táper y lo abre, coge una buena cantidad con la cuchara y no puede evitar el gemido de placer que se le escapa de la boca. El dulce se disuelve en su lengua y Jisung cree que podría correrse solo comiendo esa tarta. Por extraño que suene.

—Vaya... Te hubiera dado la tarta desde el principio de haber sabido que ibas a reaccionar así —bromea Felix. Su tono es bajo y, cuando Jisung abre los ojos para mirarlo, ve sus mejillas empolvadas. También puede olerlo, es más fuerte que de costumbre, aunque el olor de Felix siempre es intenso—. ¿Tan buena está?

—Está exquisita —murmura, tomando otro pedazo para no concentrarse en lo sensual que suena y las ganas que tiene de lanzarse sobre él—. Creo que es la mejor tarta de queso que he probado en años. —O tal vez es el aroma a canela interactuando con sus neuronas. Tiene las conexiones sinápticas disparatadas y sus receptores sensoriales se confunden entre el sabor de la tarta y el pensamiento de a qué sabrá el propio Felix. Tiene que parar. En ese maldito instante. Si no lo hace, ningún bloqueador de olores podrá cubrir sus propias feromonas.

—¿Me das un pedazo? —Te doy todo lo que quieras. No lo dice, en su lugar, le acerca la cuchara llena a la boca. Felix también gime cuando la prueba y la entrepierna de Jisung parece muy interesada en el sonido y en los labios cerrándose sobre el metal—. Está mal que lo diga yo, pero está muy rica.

—Delicioso —susurra, obnubilado por la lengua ajena que sale para recorrer los labios rosados.

—¿Tú crees? —Tiene una media sonrisa taimada, levanta una ceja y mira a Jisung como si hubiera descubierto todos sus secretos.

Han se recompone, enderezándose. Se mete el resto de la tarta en la boca como un pavo engordado. Felix se ríe, asegurándole que queda más en casa, que no tiene por qué comer con tanta ansia. Se alegra de que piense que está comiendo como un animal salvaje porque la tarta está buena y no porque necesita una distracción.

Cuando se la termina, deja el contenedor dentro del bolso. Felix se tumba, todavía sonriendo, es como si nunca perdiera la mueca. Se pregunta si se enfada, si es adorable cuando llora o todo mocoso como el propio Jisung. No debería, pero también piensa en cómo se verá cerca del orgasmo, si su voz se escucharía alta y clara. No va a pasar, ni siquiera le ha dicho que es un omega, tal vez no le gustan las personas de su propio subgénero. Está engañándolo y nadie con un poco de amor propio toleraría una mentira así. 

Bien, ahora está entrando en bucle. Solo lo mira, pensando en todas las posibilidades que nunca podrá tener. La camiseta se levanta cuando el rubio lleva sus brazos bajo su cabeza. Ahí están dos de sus cincelados abdominales. También un cinturón de Adonis que no le importaría sostener.

—¿Todavía tienes ganas de postre? —pregunta Felix, sacándolo de su espiral de deseo y culpabilidad.

Jisung levanta los ojos del indiscreto lugar en el que estaban hasta la cara arrogante del chico. Sus mejillas se calientan como si realmente estuviera en Venus. Sacude su propia camiseta intentando recuperar el frescor antes de que Felix tire de su brazo para que se tumbe. Cae junto a él y no lo deja escapar. Pasa su brazo por debajo de la cabeza de Han y lo empuja a apoyar la cabeza sobre su pectoral. Puede oír su corazón y el olor desde cerca es tan embriagador que tiene que cerrar los ojos y tragar saliva.

—¿Qué harás en Nochevieja? —Agradece que cambie de tema, porque Jisung cree que implosionará si sigue centrándose en todos los pensamientos calientes que tiene.

—Vamos a una fiesta, en un pub, o algo así. Me lo dijo Chan anoche —explica—. No soy la persona más fiestera, me ponen nervioso los lugares con mucha gente.

—¿Ansiedad social? —Es comprensivo, Jisung asiente, restregándose contra la camiseta sin querer—. Si es la fiesta del Marty's, yo también estaré allí, voy con mis amigos. Podemos vernos.

—No sé cómo se llama el sitio —Pero desea fervientemente que sea el Marty's y pueda ver a Felix—. Estaría bien si nos viéramos.

Los dedos de Felix se enredan en su pelo, lo acaricia con dulzura. Jisung tiene los ojos abiertos, mira al cielo para evitar mirar al chico. Detrás de las flores moradas de la jacaranda hay algunas nubes perdidas que tienen formas extrañas. El cielo es igual en Australia que en Seúl. Lo que no es igual es el olor a canela y esos dedos que lo peinan. 

Se aventura a dejar que su brazo descanse sobre el vientre del muchacho. Está duro y compacto, como Chan. ¿Por qué nunca se siente así alrededor de Chan o Changbin? ¿Por qué no le importa la cantidad de músculos que se le marquen a ninguno de ellos? ¿Por qué es tan importante que ese omega que huele a canela le deje contar sus abdominales? ¿Por qué no es capaz de decirle la verdad?

—Felix —murmura, con la culpa arañándole la garganta—, soy un omega.

—Yo también —contesta, despreocupado. Las alarmas de la cabeza de Jisung suenan altas porque no hay sorpresa en su comentario.

—¿Lo sabías?

—Sí.

—¿Te lo dijo Chan?

—No, pero tengo los parámetros de Tinder bien acotados. Aunque tú no lo tengas visible, solo me aparecen omegas —explica con calma, sin dejar de acariciar su pelo—. Y creo que sentí tu olor sobre la ropa de Chris el otro día. ¿Usas bloqueadores de olores porque no quieres que la gente sepa que eres un omega?

—No, no me importa que la gente lo sepa. Pero no quería que tú lo supieras —confiesa, avergonzado.

—Bueno, ya lo sé —Hay risa en su voz, pero todavía no parece estar burlándose de él—. Tal vez podrías no usarlos la próxima vez que nos veamos...

—Tal vez.

Hay tantos "tal vez" entre ellos que Jisung se pregunta si tiene alguna certeza; más allá de que le gusta mucho estar tumbado sobre su pecho, que no quiere que deje de acariciarlo y que huele como el paraíso.

Ese lugar es extraño, sobre un pectoral ajeno, escuchando el retumbar de un corazón que no es el suyo. Y tan normal. Todo es raro y es común. A Felix no le importa que sea un omega, Felix solo hace match con omegas. Felix es como él y parece darle exactamente igual que cualquiera piense que no deberían estar juntos. Tendría que ser un poco más como Felix y un poco menos como sí mismo. Alejarse de la influencia de unos padres conservadores, olvidarse de que en Corea no esté bien visto, subirse sobre el cuerpo del chico y besarlo hasta que no le quede saliva en la boca.

—Hace un calor infernal hoy —comenta Felix. Va a apartarse, pensando que es una indirecta pero se lo impide—. No te muevas, estoy muy cómodo. Solo es el calor del verano australiano, puedo resistirlo.

—Yo puedo controlar el tiempo —suelta de pronto, incorporándose para mirar a los ojos al muchacho confundido.

—¿El tiempo del reloj?

—No, el tiempo meteorológico.

—Ah, ¿sí? ¿Puedes crear tormentas?

—Claro, incluso puedo hacer que nieve.

—Pues haz que nieve, así bajaría la temperatura.

—¿Estás loco? —dramatiza—. Si hago que nieve en Sídney en verano el mundo colapsará. Imagínate los noticiarios, los accidentes por las carreteras heladas. Por no hablar de que no vamos vestidos adecuadamente para la nieve. —Felix se ríe retumbante, decide que su trabajo será hacerlo reír hasta que le duela.

—Podemos abrazarnos para darnos calor.

—¡Eso no es suficiente! No insistas, un gran poder conlleva una gran responsabilidad, por eso no puedo hacer que nieve ahora —responde, altanero.

—Muy bien, muy bien, aceptaré que no tendremos nieve. Pero es genial ese superpoder, eres como Gordito.

—¿Gordito?

—Gordito controla el tiempo, ya lo decía Lilo. La próxima vez te traeré un sándwich de crema de cacahuete.

—Está bien, pero ponle algo de mermelada, si la como sola se me pegará al paladar y puedo morir asfixiado.

—¿Alguien ha muerto asfixiado por la crema de cacahuete?

—No lo sé, pero existe la fobia, se llama araquibutirofobia.

—¿Por qué demonios sabes como se llama la fobia a la crema de cacahuete?

—No es a la crema de cacahuete, es a que la crema de cacahuete se te pegue al paladar.

—Controlas el tiempo, eres arquitecto y sabes de fobias y animales, eres todo un partidazo.

—También sé tocar la guitarra y cantar, pero no quiero enamorarte tan rápido, me guardo algunos ases en la manga.

—Algún día te obligaré a cantar para mí.

Jisung desea, de todo corazón, que pueda hacerlo, aunque sabe que no será así.

Felix:

Me lo pasé genial

Gordito

Nos veremos mañana por la noche?

Han:

Sí, Chan dice que iremos a Marty's. Parece emocionado. Cenaremos con sus padres y, después, al pub para la cuenta atrás. ¿Qué debería ponerme? Él dice que no es algo elegante, pero no me creo nada.

Felix:

Bueno

Si quieres te paso mi outfit

Mira

[Foto adjunta]

A Jisung se le corta la respiración y mira fijamente por al menos dos minutos la foto. No es justo, no es posible que pueda estar bien con cualquier cosa que se ponga. A estas alturas sabe con certeza que podría caerse en un barrizal y levantarse pareciendo un modelo de pasarela. Él no tiene nada tan bonito, no tiene ningún pantalón de traje blanco, ninguna camisa que combine. Mierda.

Felix:

Te gusta?

La chaqueta no sé si la llevaré

hace mucho calor

pero

el pantalón y la camisa sí

Tú que habías pensado llevar?

Han:

Estás increíble en esa foto, Felix. Esa ropa te sienta como un guante, a decir verdad parece que cualquier cosa te queda bien... Yo todavía no sé qué me pondré. ¿Puedo mandarte mañana algunas fotos para que me aconsejes?

Felix:

Yessssss

mándame fotos con toda tu ropa

o sin ella

no me enfadaré si se te escapa la mano

y aparecen algunos nudes

🤤🥵

Han:

Nunca mandaré un nude

Felix:

Por qué no?

🥺🥺🥺🥺

Han:

Para evitar que me chantajees si algún día me hago famoso. Pero te enviaré fotos de mis posibles outfits mañana. Me voy a dormir.

Felix:

Qué triste la vida del arquitecto

y la mía

que me quedo sin nudes

🥺🥺

Buenas noches, Gordito!

***

Perdón por tardar tanto en publicar, para solventarlo, traigo dos capítulos. 

¡Nos vemos en el infierno!

PD: Esta es el outfit que le manda Felix por foto a Jisung, navegantes. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top