18. Epílogo: Hogar
31 de diciembre de 2027
Hay un pequeño bebé que acaba de cumplir cinco meses en una cama para perros en medio del salón de esa casa en la que Changbin no ha estado nunca. Tiene algo de Felix, tal vez la forma de su sonrisa, pero es, sobre todo, una versión en miniatura de Han Jisung. Perdón, Jisung Lee. Parece frágil, como esa cría de gato que Hyunjin rescató y que, para su consternación, no pudieron quedarse por culpa de su terrible alergia. A la semana siguiente habían adoptado a un chihuahua para curar el corazón roto de su omega.
Entonces, ese pequeño bichito que se remueve en la cama para perros parece de cristal, a punto de romperse. Hyunjin es el más valiente de los dos, así que se adelanta para arrodillarse en la alfombra. De su garganta salen un montón de palabras cariñosas.
Changbin no sabe qué hacer hasta que Chan le da un empujoncito, incitándolo a seguirlo hasta el sofá. Es el alfa quien tira de su manga para que se siente y obedece. Hyunjin sigue arrullando a la criatura y lo levanta de la camita en la que está.
Algo extraño ocurre dentro del pecho del beta justo en el instante en el que los brazos de su omega se ajustan para acomodar la pequeña carga. El bebé gorgotea y Hwang se voltea para mostrárselo con una sonrisa orgullosa. Como si dijera: "¿Has visto lo que puedo hacer?".
¿Qué es eso que resuena en sus oídos? ¿Es su sangre? Se toca el esternón, mirando fijamente al bebe que mueve sus minúsculos brazos regordetes asiéndose a la camisa del omega que lo sujeta. ¿Le está dando un infarto? No lo cree; es más una taquicardia.
—¡Es precioso! —celebra Hyunjin, acercándose a él con el pequeño.
—Sí que lo es —alcanza a decir.
No ha estado alrededor de un bebé en muchísimos años. Su hermana no tiene hijos y sus primos viven lejos. No sabe si le gustan, para ser honestos. Pero su omega está mostrándoselo, así que tiene que responder.
Y el bebé es objetivamente adorable, una pequeña bola de carne vestida de amarillo. Frágil y precioso como un huevo de Fabergé.
—¿No quieres sostenerlo? —pregunta, emocionado.
Changbin mira a todas las personas que lo rodean: a Chan a su lado, probablemente consciente de su conflicto interno; al jubiloso hombre del que está enamorado y, por último, al estúpido Han Jisung (perdón, Jisung Lee).
El niño con acné y aparatos que podía soltar casi 10 palabrotas por segundo cuando rapeaba no está en la habitación. En su lugar hay un omega que huele ligeramente a inseguridad, con el pelo más largo, ojeras oscuras y una barba incipiente que lo hace parecer todavía más desaliñado. Aun así, se ve feliz: ese adolescente sin presentar ya no existe, ahora es un padre orgulloso que muestra a su bonito bebé al mundo.
¿Qué quiere esta gente de Changbin? ¿Qué esperan que haga? ¿Que agarre a la criatura que tantísimo le ha costado tener a Jisung y le haga daño? Él no es un tipo delicado, no tiene la sensibilidad y el cuidado de Hyunjin. Esa carga es demasiado preciada para que él la estropee. Nunca le haría algo así a su amigo. Nunca cogerá a ese cachorro.
—No quiero molestarlo —dice, mirando directamente a Chan. Él sabrá qué hacer, cómo salvarlo de ese momento.
—No vas a molestarlo —insiste Hyunjin, sin perder la sonrisa—. Mira lo tranquilo que está.
—Oliver es un niño muy fácil de tratar... Se queda conmigo y con Minnie muchas veces, ¿verdad que sí, Oli? —El alfa pone la voz aguda y acerca su dedo a la mejilla del pequeño.
—No, no... Mejor no —desecha, levantando ambas manos.
El olor a manzana se agria ligeramente. Levanta sus pupilas hasta su amigo; Jisung se ha puesto de pie y sus puños se aprietan a sus costados. No puede identificar lo que pasa en sus ojos en ese momento, pero sí sabe que no es algo bueno.
—¿No te gusta Oliver? —pregunta Jisung, con ese aire vulnerable que, en otros tiempos, implicaría una intervención de Chan y Changbin.
—No he dicho eso —defiende, pasando sus palmas por sus rodillas.
—Pero no te gusta.
—Jisung, yo no he dicho que no me guste. Solo que no quiero molestarlo.
—Vamos a calmarnos, chicos —interrumpe Chan.
—Estoy calmado —miente Changbin.
—¿Qué está pasando? —pregunta Hyunjin, desconcertado.
—Están montando una de sus escenas —farfulla el alfa.
—Si fuera tu hijo yo lo abrazaría —discute Jisung, como si no escuchara a nadie. Parece que ni el tiempo ni la paternidad lo han hecho menos imbécil. Siempre ha sido un experto para sacarlo de quicio.
—Bueno, no es mi hijo.
—No. Es el mío. Y tú lo estás despreciando.
—No lo he despreciado —asegura, porque es la verdad y jamás se le ocurriría hacer algo así.
—¿Por qué no lo sostienes entonces?
—Porque no quiero.
—Porque lo desprecias.
—¡No lo desprecio, Han Jisung! —exclama, elevando un poco la voz.
—Es Lee Jisung, imbécil —gruñe su amigo.
—Basta, los dos, parad ahora mismo. —Chan interviene, al mismo tiempo que Hyunjin se lleva el niño al pecho y se aleja un poco de ellos, todavía sobre sus rodillas.
—No voy a permitir que ofenda a mi hijo.
—Nadie lo ha ofendido —El alfa se acerca a su amigo, pasándole un brazo por la espalda—. Binnie no ha dicho eso.
—Pero es lo que siente, ¿por qué no te gusta? ¿Es porque sus dos padres somos omegas? —Changbin se lleva una mano al esternón, ahora él sí que está ofendido. Jisung parece a punto de explotar, con la rabia arrugándole la cara en una mueca.
—Bin no piensa eso. —Hyunjin aboga por él, levantándose del suelo con el bebé en brazos.
El corazón de Changbin se detiene y sus brazos se estiran sin pensar, aspira todo el aire de la habitación tratando de agarrarlo antes de que caiga. Confía en su pareja, pero Oliver es un jarrón Ming y, si pierden el equilibrio, cree que sufrirá el infarto que parece amenazar su pecho. Cuando se da cuenta, está de pie, con sus manos sujetando los codos de Hyunjin con demasiada fuerza.
—¿Qué haces? —murmura Hwang, frunciendo el ceño.
Changbin sabe lo que es la gravedad y Hyunjin es demasiado alto.
—Se te puede resbalar —suelta, con la mandíbula apretada. Su pareja ladea la cabeza con confusión. Siente la energía extraña de la habitación cuando el pequeño hace un gorgoteo y estira sus bracitos hacia él.
Hyunjin ha entendido algo que Changbin debe haberse perdido, porque ahora tiene una sonrisa conocedora y se inclina para darle un beso en los labios. Justo cuando intenta recuperarse del shock, empuja el paquete de piel, carne y ropa amarilla en su pecho con delicadeza.
Changbin salta, tratando de evitarlo, pero no puede porque la cabeza de Oliver se apoya en su codo. Unos instintos que no sabía que tenía despiertan: rodea con sus brazos la carga, acunándola para evitar que las leyes de la física lo lleven al suelo. Está temblando como una hoja y tenso como el hilo de pescar. Las largas extremidades de Hyunjin se apartan y, entonces, solo son él y Oliver Lee.
Está en medio del salón, sus piernas amenazan con fallar. Sus brazos se traban alrededor del pequeño, sujetándole la espalda con una mano. El inconsciente bebé se ríe como si no pasara nada, como si no estuviera en brazos de un torpe beta de dedos callosos que podría romperlo. No quiere romperlo, por todos los santos, lo único que necesita es que alguien se lleve ese cálido cachorro lejos de él.
Mira al niño, a esa sonrisa desdentada que le recuerda a la de Felix, a esos ojos de cervatillo que le recuerdan terriblemente a Jisung. Es tan bonito... Es pequeño, es suave, es una cosa que su mejor amigo ha creado con todo el amor que guarda en su corazón. Es la cosa más genial que ha hecho alguna vez, incluso mejor que presentarle a Hwang Hyunjin.
La arritmia severa que parece estar padeciendo vuelve, se manifiesta con más fuerza cuando los dedos de Oliver se enredan en su camiseta. Se va a caer. Está a punto de golpear su cabeza contra el suelo. Pero ya no tiene miedo. Sabe a ciencia cierta que primero se rompería el cráneo en el cemento que dejar que ese huevo de Fabergé con ropa amarilla tocara una baldosa.
—Me tengo que sentar —farfulla, a nadie en particular, sin apartar sus pupilas de los enormes y redondos orbes del pequeño.
Su culo da con el sillón sin que tenga que mirar; tal vez sostener bebés da superpoderes, porque Changbin está sentado, cómodo y seguro de que Oliver nunca se resbalará de sus brazos. Una mano le toca el hombro en una caricia y se atreve a apartar la vista un segundo. Hyunjin está sonriendo y sus ojos parecen lunas crecientes. Su aroma a azahar está por todas partes, es tan hermoso que todavía no sabe cómo consiguió convencerlo para amarlo. Solo sabe que no quiere irse de su lado nunca jamás en la vida.
—¿Ves como no lo molestas? —Es retórico y, en realidad, no quiere decir eso, sino "¿Ves cómo no lo dejaste caer?" o, tal vez, "¿Ves cómo eres capaz de hacer cualquier cosa?". Changbin se siente lo suficientemente poderoso para levantar una montaña en peso muerto. Su teoría de que los bebés otorgan superpoderes a quienes los cargan se confirma cada vez más—. Es un niño precioso...
Tú también, quiere decir, pero Oliver lo interrumpe con un chirrido que llama su atención. Cuando lo mira, el niño sonríe una vez más, removiéndose entre sus brazos como si fuera el mejor lugar del mundo.
—Es precioso —asegura.
Alguien sorbe por la nariz, no quiere saber quién es, está demasiado concentrado contando los deditos con sus yemas castigadas por los aparatos de gimnasio. Al bebé no le molesta, ni que Changbin lo cargue, ni que sus brazos sean demasiado grandes y duros. No le tiene miedo, ese diminuto loco no teme que pueda aplastarlo, o dejarlo caer, solo le regala un millón de muecas divertidas y una batida de pestañas digna de su padre.
—¿Seguro? —dice ese idiota concreto—. ¿Lo dices de verdad? —Cuando levanta la vista, Jisung tiene los ojos rojos y ahora Changbin también quiere llorar.
—Es tan bonito que me lo quedaría para mí —bromea, tragándose el nudo de lágrimas que se acumula en su garganta.
—Es mío —gruñe el otro, arrodillándose delante de él para acariciarle las mejillas a su bebé mientras por las suyas corre una gota—. Nunca dejarás a papá, ¿verdad?
Oh, cielos, ¿qué es eso? Se siente igual que el momento en el que Hyunjin tomó a Oliver de la cama para perros. Escuchar a Jisung llamarse a sí mismo papá le provoca un cortocircuito. Jisung es padre, ese bebé es suyo.
—Quiero que tengamos uno. —Changbin no puede contener ese torrente extraño de sensaciones. El niño chilla de felicidad, como si estuviera de acuerdo con la locura que acaba de soltar sin anestesia. El aroma de Hyunjin se endulza mucho, tanto que tiene que volver a prestarle atención a pesar de que Oliver pelea por mantenerla solo para él. Las mejillas de su omega están rojas como un tomate.
—Binnie...
—Tenemos que intentarlo. Quiero sostener a un bebé que se parezca a ti. Y quiero que me llame papá —confiesa, Oliver elige el momento para agarrar el índice de Changbin y sacudirlo. No puede contener más las lágrimas—. Mira lo bonito que es...
—Sí que lo es...
—Es la cosa más bonita del mundo y nuestros bebés también lo serán —afirma, convencido de cada palabra—. Es la cosa más maravillosa que ha hecho Jisung en su vida... La segunda fue presentarnos.
—Changbin —solloza Jisung, con la cara llena de mocos—. Vuestros hijos serán hermosos, tendremos los bebés más guapos del mundo. Tienes que tener bebés, Hwang, tienes que hacer feliz a mi amigo.
—No he dicho que no... —Hyunjin se encoge de hombros. El corazón de Changbin explota, Jisung llora más, se levanta y abraza al omega más alto. Su marido parece confundido por el estallido, pero aún así, consuela a su amigo con unas palmaditas en el omoplato.
Él también quiere abrazarlo, pero el huevo de Fabergé vestido de amarillo se lo impide.
—Yo... —Chan interrumpe con la voz entrecortada, se aclara la garganta antes de continuar—, Seungmin y yo hemos empezado a intentarlo.
—Oh, Dios mío —exclama Jisung. Se suelta de Hyunjin y se lanza contra el alfa. Toda la habitación son llantos, sorbidos de mocos y sus olores felices mezclados—. Serán como nosotros tres, los mejores amigos, podrán formar un grupo.
—Les enseñaremos a rapear y a hacer música. Y Hyunjin y Felix los enseñarán a bailar. Serán perfectos, las cosas más hermosas del universo, los bebés más amados —afirma Changbin, con el corazón henchido de felicidad y las mejillas mojadas por el llanto.
—Estoy tan feliz por ti, Chan, por todos nosotros... —balbucea Jisung, con la cara contra el hombro del alfa.
—Yo también estoy tan feliz —gimotea Changbin, perdiendo la vergüenza y la dignidad.
—Parece que Oliver ha despertado la fiebre de los bebés —bromea Hyunjin—. Creo que voy a dejaros un rato a solas. Me lo llevaré.
Arranca al chiquillo de sus brazos como si llevara toda la vida cargando cachorros. Santo infierno, lo bien que se verá embarazado, lo buen padre que será... Todo es demasiado. Se levanta, poniéndose de puntillas para besar a su amado omega. Oliver chilla de nuevo, cuando lo rodean con sus cuerpos. Como el queso del sándwich, diría Jisung.
—Te amo, Seo Changbin —dice simplemente Hyunjin, marchándose del salón justo antes de que sus amigos lo arrastren a su abrazo.
Escucha la risa de los omegas a través de la cristalera que da al pequeño patio trasero. Hyunjin dice que están reencontrándose después de la guerra y que "parece que Oliver tendrá algunos amigos para formar un grupo". Lo escucha perfectamente. Confirma su teoría de que sostener al bebé le ha dado los mejores superpoderes.
—Oye —comenta Hyunjin, sentándose en el sofá de mimbre con el pequeño en brazos—, ¿puedo preguntarte algo un poco... indiscreto? —Felix frunce el ceño, sin entender muy bien qué quiere decir.
—Uy, me encantan las indiscreciones —ríe Minho, bebiendo su cerveza. Seungmin y Jeongin dejan la pelota con la que están jugando para acercarse también a los asientos bajo el toldo del patio.
—¿Jisung y tú...? Uhm... ¿Dejásteis el tratamiento de fertilidad?
—Evidentemente, Hyunjin, te recuerdo que me casé con la barriga como un melón, para mi absoluto horror.
—¡Estabas guapísimo! —discute Seungmin.
—Estaba como un puto planeta, tenía mi propia órbita.
—¡La ropa te quedaba estupenda! Y la boda fue perfecta.
—No he dicho lo contrario —Y no lo fue. A pesar de que solo eran ellos ocho, sus padres, sus hermanas y sus cuñados, firmar los papeles en el registro se sintió como el día más bonito de su vida. Hasta el nacimiento de Oliver, por supuesto—. En cualquier caso, he hablado con Jisung sobre hacerme las fotos de la boda de nuevo. Jeongin ya está ajustándome el traje.
—Bueno... Entonces... —Hyunjin parece nervioso y eso lo hace sospechar.
—¿Qué pasa? —pregunta, acariciándole un pie a Oliver, que revolotea en los brazos del omega más alto.
—Es solo que Jisung está... raro. No lo sé, igual son cosas mías...
—¿Más raro que de costumbre? —pregunta Minho. Felix le golpea en la barriga y gruñe—. Tu marido es raro, joder.
—No es raro, es particular.
—A mí me cae bien —añade Jeongin, con sus hoyuelos en sus mejillas y sus ojos de zorrito.
—¿Qué te hace pensar que le pasa algo? —pregunta Seungmin, trayendo un poco de sentido común al caos.
—No sé, discutió con Changbin de la nada...
—¿No lo hacen siempre?
—Sí, pero luego se puso a llorar —cuenta el chico—. Y... bueno, olía distinto.
—No lo ves a menudo. Yo no he notado nada —aclara Seungmin.
—Sí, huele distinto —confirma Minho, con una media sonrisa.
—¿Qué? —Felix no entiende nada.
—Que Hyunjin tiene razón, huele distinto desde hace unas semanas.
—¿Estás oliendo a mi marido?
—Claro que no —se defiende, pasando una mano por los hombros de Jeongin—. Pero huele distinto. Pregúntale a Chan.
—¿Qué tiene que ver Chris con esto? —Seungmin frunce el ceño y tiene cara de que podría cometer un asesinato en cualquier instante.
—Chan es un alfa y lo conoce desde hace veinte años. Pregúntale.
—Chris no me ha dicho nada.
—No tiene que contártelo todo.
—Claro que sí, estamos casados.
—Igual no te lo contó porque no es cosa tuya. O mía. O de Hyunjin.
—¿De qué demonios estás hablando, Minho? —interrumpe Felix, agarrándolo por la muñeca.
—De nada. Que te cuente Hyunjin lo que está pensando.
Mira al omega que todavía sostiene a Oliver entre sus brazos. Hwang parece incómodo con la situación mientras su hijo sigue ajeno a todo, tan feliz como solo un niño puede serlo.
—Dilo de una vez, Hwang —insta Felix—, me va a dar un paro cardíaco.
—Bueno, tal vez es una locura, porque no continuásteis con el tratamiento... Pero... ¿Crees que es posible que Jisung esté embarazado?
Felix da un paso atrás y una mano en su espalda lo equilibra. Eso es una locura, no puede ser, Jisung no puede estar embarazado porque los dos dejaron de pincharse esas desagradables inyecciones hace un año. No es posible porque apenas pudo ayudarlo con sus celos cuando él estaba con su enorme barriga, aunque Oliver durmió en casa de los Bang en su último calor...
—Oh, mierda —gime Felix, empujando a Seungmin para correr hasta la casa.
Entra en el salón en el que los tres amigos están hablando, brindando con una cerveza. Cruza la habitación con decisión y aparta de un manotazo la lata de la mano de su marido. El chico lo mira con los ojos desorbitados.
Lo agarra con fuerza y entierra la nariz en su cuello: el olor a manzanas es intenso, hay un resquicio de confusión en el fondo, también tiene tintes de canela y algo de hierba y menta de Christopher y Changbin. Da otra bocanada y, entonces, lo percibe. Es leve, tan suave que no habría podido encontrarlo si no estuviera buscándolo.
Abraza a su omega con fuerza, aspirando más del aroma oculto, de esas notas cálidas que él mismo tuvo durante nueve meses.
—¿Estás bien? —pregunta Jisung, devolviéndole el abrazo.
—Vas a estar gordito de verdad —celebra Felix.
—¿Qué está pasando? —pregunta Changbin, desconcertado.
—El trío musical que estábais planeando montar se convertirá en un cuarteto —bromea Hyunjin, desde la cristalera.
—¿Qué? —El beta suena tan confundido que tiene que reírse húmedamente contra el cuello de su marido.
—Jisung está embarazado —resuelve Minho, sin más ceremonias. Oliver chilla desde los brazos de Hyunjin, parece tan feliz que Felix se plantea seriamente si los está entendiendo.
—¿Que yo qué? —gime el aludido, apartando la cabeza de Felix de su piel para mirarlo a los ojos—. No es posible...
—Pues lo es —contesta, con una sonrisa tan grande que le duelen las mejillas.
—Pero eso es... No es posible...
—Estás embarazado, Gordito. Vamos a tener otro bebé.
—¡Enhorabuena! —La habitación estalla de júbilo y todo el mundo se acerca para felicitarlos.
Felix sostiene al confundido Jisung a través de todas las muestras de afecto. Su corazón está tan lleno que podría reventarle las costillas. Hay gente riéndose, gente llorando, Seungmin reprendiendo a Christopher por no contárselo antes, Changbin insistiendo en que tienen que "ponerse a intentarlo" cuanto antes, un montón de abrazos, ocho aromas que se combinan en el aire.
—Todas las grandes noticias llegan en Nochevieja —comenta Jeongin.
Eso es cierto. Es la noche más afortunada del año: cuando besó por primera vez a Jisung, cuando se amaron en Bangkok, cuando hizo que nevara para él en Seúl, cuando le regaló el fuego artificial que Felix todavía lleva colgado del cuello, cuando Christopher le pidió matrimonio a Seungmin con la torre Eiffel de fondo, cuando Jeongin y Minho les contaron que se mudaban a Australia en su fin de año japonés, cuando le contó que serían padres después de comer doce uvas. Todo pasa en Nochevieja.
Lo besa, drogado de felicidad.
—Te amo, Gordito.
—No me dejes nunca, Felix —susurra Jisung, asustado, hermoso, adorable, único, suyo.
—Firmaría esta hipoteca mil veces más —confirma.
Después de todo, nunca podrá negarle nada a Jisung Lee.
***
Hasta aquí llegó la aventura, navegantes.
Gracias por leer, por comentar y por apreciar esta historia tan llena de clichés, tan predecible y que me calienta tanto el corazón.
¡Nos vemos en el infierno!
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