11. Seúl: 354 días
22 de diciembre de 2022
Un año es un montón de tiempo. Five hundred twenty-five thousand six hundred minutes. Está bien, eso no es exacto, no ha pasado un año completo, más bien 354 días, cincuenta semanas, once meses y medio. No es que esté contando, es que Changbin es un genio de las matemáticas. Jisung puso "Seasons of love" y cantó a plena voz que habían pasado quinientos veinticinco mil seiscientos minutos desde la última vez que los vieron. El beta lo corrigió con el cálculo exacto.
De verdad que no ha marcado el 22 de diciembre en el calendario que cuelga en su pared. En serio que no ha limpiado su casa, comprado decoraciones y colocado un pequeño árbol de Navidad en su apartamento. Jura que el estrés que ha pasado en el último mes no tiene nada que ver con que estén en ese momento exacto en la sala de llegadas del aeropuerto de Incheon.
Bueno, en realidad sí ha hecho todas esas cosas pero es porque está emocionado de que Chan vea su nuevo hogar, aunque se quede en casa de la familia Kim. También quiere causarle una buena impresión al propio Seungmin y que no piense que es un botarate que sigue estancado en su época universitaria. Después de todo, Sky Kim, como se hace llamar en Sídney, es un abogado que trabaja incansablemente desde que se graduó con honores. Jisung tiene que estar a la altura de sus exitosos amigos.
Por eso tiene sus figuras de anime ordenadas dentro de la nueva vitrina que escondió en el dormitorio, compró cuadros minimalistas para el salón y un par de cojines con fundas navideñas para el sofá (nadie más que Changbin sabe de dónde salió ese sofá y ha prometido no decirlo). Es un adulto y su casa parece la de uno.
Aún así, tiene en las manos un manojo de globos de colores porque quiere premiar a su mejor amigo con el mismo recibimiento que le dio a él. Está volviendo a Corea después de muchísimos años, todo debe ser perfecto; tan perfecto que ha reservado en un restaurante de barbacoa cercano a la casa de las madres de Seungmin y que tiene un itinerario de los mejores lugares que deben visitar.
—¿Estás nervioso? —pregunta Changbin, dándole un codazo.
—¡No! —asegura, justo antes de darse cuenta de que sí lo está. Le sudan las manos y mueve los pies incontrolablemente. Se ha peinado doscientas veces en los últimos diez minutos y el corazón está empezando a latir muy rápido.
—Claro que lo estás —bromea—, mi hijo va a ver a su virtualito.
—Cállate, no empieces o me marcharé —amenaza, dando un paso más lejos de él.
—Viniste en mi coche, ¿cómo piensas volver a Seúl?
—Puedo tomar el tren, idiota.
—No me trates así, soy tu hyung.
—Entonces deja de decir estupideces.
—¡Chicos!
El grito de Chan llega desde las puertas que se abren. Jisung olvida que odia a Changbin ahora mismo para correr hasta el alfa y abrazarlo con fuerza. Huele tan bien... A menta y un poco a limón, familiar y fragante. El beta lo aprieta por detrás y convierten a Chan en el queso del sándwich, los tres riéndose a carcajadas y Han aguantando las lágrimas de felicidad.
—Bienvenido a casa —grita el beta, tirando del manojo de globos para quitárselo de la mano y entregárselos al alfa.
—¡Eso lo traje yo! Él casi llega tarde.
—Jisung quería estar aquí dos horas antes.
—¡Mentira! Solo estaba siendo precavido por el tráfico.
—Cómo os he echado de menos, imbéciles —interrumpe el mayor, despeinándolos a los dos al mismo tiempo.
Jisung se queja, dando un paso atrás, para acomodar su cabello y parecer un poco más presentable justo en el momento en el que el cuerpo de Felix se estrella contra él en un abrazo. Esas lágrimas que ha estado conteniendo se acumulan en sus pestañas cuando inhala el aroma a canela. Quinientos nueve mil setecientos sesenta segundos se evaporan. Parecen una vida entera y, al mismo tiempo, un segundo. Como si nunca hubieran estado lejos y como si llevara esperándolo veinte años, es Penélope y Felix su Ulises.
Enrolla sus brazos alrededor de Felix y solloza contra el cuello ajeno cuando el chico le acaricia el pelo. Las chaquetas acolchadas les impiden describir con precisión los contornos de sus cuerpos, pero eso da igual. Él está aquí. Ha llegado a Corea y Jisung tiene una oportunidad más para tenerlo todo lo cerca que necesita, de volver al apartamento vacacional en el que ha sido más feliz. Una pausa en su vida para disfrutar de lo que ha sentido tan lejano el resto del año.
—Espero que si alguna vez estamos mucho tiempo separados me recibas con lágrimas —advierte Seungmin a Chan, reventando la pompa en la que están los omegas encerrados.
Jisung se sonroja, apartándose de Felix para mirarlo. Está sonriendo, brilla como el Sol y lo calienta más que el astro este invierno. Los pequeños pulgares del chico le secan las lágrimas y le pellizca las mejillas.
—Hola, Gordito —susurra, solo para ellos dos—, estoy muy contento de verte.
—Yo también a ti —confiesa en el mismo tono, como un pecador en la iglesia.
Hay muchas otras cosas que quiere admitir: como que está temblando; que, desde que llegó, su temperatura corporal está por las nubes; que es el hombre más guapo que ha visto en su vida; que compró una almohada más y un cepillo de dientes de repuesto por si quiere quedarse a dormir con él; que tiene todas las fotos que se han mandado durante ese año archivadas en una carpeta con su nombre en la nube; que necesita que perfume cada uno de los tejidos que hay en su apartamento para que todo huela a canela; que le echaba de menos; que se muere por besarlo.
No dice nada, en su lugar, Changbin rompe el momento arrancando a Felix de Jisung con un tirón entusiasta y una risa escandalosa. Entiende que tiene que saludar a Seungmin y trata de fingir un júbilo que su amigo beta le arrebató cuando apartó al rubio de él.
Echan a andar hacia el aparcamiento con Chan poniéndolos al día sobre el vuelo, el último lanzamiento que produjo y otras cosas que Jisung ya sabe. Pero no discute, solo sigue la estela del omega pecoso, caminando tras él con una sonrisa bobalicona y la sensación de que esa pieza que lleva un año faltando en su pecho tiene nombre y apellido.
No está dispuesto a desperdiciar un segundo lejos de Felix, así que empuja a Chan en el asiento del copiloto y se sube atrás. Changbin no rechista, al parecer, el señor Christopher Bang es mejor DJ que él. Eso provoca una pequeña discusión que el alfa corta avergonzándolos a los dos.
Jisung olvida todo su enfado en el momento en el que la mano de Felix se entrelaza con la suya y el rubio apoya su cabeza en su hombro. Es más de lo que se hubiera atrevido a soñar jamás. Están todos juntos, con sus olores mezclándose en la cabina, la mano cálida del rubio en la suya y el peso agradable de su cabeza en el hombro. ¿Es probable que Jisung sea el hombre más afortunado de la Tierra?
Cuando llegan a casa de las madres de Seungmin, Jisung se da cuenta de dónde viene el chico. La pareja de alfa y omega viste elegante incluso llevando pantuflas. Son agradables y los invitan a tomar un té. Ya conocen a Chan y Felix porque pasaron Chuseok en Australia, parecen encantadas con el alfa, lo cual tranquiliza a Han. Es bueno que Seungmin tenga unas madres que apoyen su independencia y acepten a su pareja.
Sabe que Chan les prestó la casa cuando estuvieron en Sídney, así que no es de extrañar que a la señora Kim se le llene la boca de elogios. Lo que sí lo sorprende es que estén tan orgullosas de como Seungmin ha pavimentado su propio camino, enseñándoles a todos los títulos que cuelgan en la pared del salón y que pertenecen al omega.
Jisung pensaba hasta hoy que todos los alfas coreanos eran iguales, por lo menos todos con los que se ha encontrado lo son. Es cierto que nadie tiene problemas con que los omegas trabajen, pero está bastante seguro de que sus padres nunca le hubieran dejado mudarse a Australia para estudiar un posgrado. O irse de intercambio a Estados Unidos cuando estaba en secundaria. Apenas lo dejaban salir solo, como para tolerar algo como eso después de presentarse.
Las madres de Seungmin, sin embargo, presumen de tener un hijo que se vale por sí mismo, aprecian al alfa con el que ha decidido unirse y parecen amar a Felix de igual forma. Esa gente le gusta, la familia Kim es estupenda, Jisung no puede estar más contento de que su mejor amigo haya caído justo ahí.
—¿Queréis cenar aquí? —pregunta la alfa, con una sonrisa amable que se parece a la de su hijo.
—No, eomma, vamos a comer barbacoa.
—Está bien, no hagáis ruido si venís tarde, tu madre se va a dormir pronto, mañana tiene turno por la mañana —acepta la mujer, recogiendo la mesa.
—¿Muy pronto?
—Sí, cielo, entro a las seis —se queja la omega con un puchero. Se levanta y le da un beso en la cabeza a su hijo. Es pequeña y delgada, muy guapa. No aparenta más de 35 años, aunque sabe que es mayor—. Ha sido un placer conoceros, chicos, aquí tenéis una casa cada vez que la necesitéis.
Calienta el corazón de Jisung. Hacía mucho tiempo que un adulto real no le decía algo así. No recuerda la última vez que sus padres fueron amables con él. No deja que el recuerdo enturbie lo bien que se siente, así que lo empuja al fondo de su cabeza antes de levantarse de la mesa. Se despiden con agradecimientos y sonrisas y salen de la casa abrochándose los abrigos para recorrer a pie las tres calles que los separan de la barbacoa.
Al girar la esquina, se encuentran de frente con Hwang Hyunjin soplándose en las manos. Changbin los esquiva corriendo hasta él, con la sonrisa de un cachorro que ve a su dueño después de un día solo en casa. Han rueda los ojos con cansancio.
—¿Llevas mucho esperando?
—Cinco minutos, pero hace un frío de mierda —contesta el omega.
—Lo siento, esta gente camina muy lento.
—Si tenías prisa podrías haber venido antes —gruñe Jisung, llegando a su lado—. Hola, Hyunjin.
—Hola, Sungie. Soy Hwang Hyunjin, es un placer —se presenta sin esperar a nadie y utiliza el diminutivo que odia. Lo hace sentir pequeño e infantil a pesar de que son de la misma edad.
—Soy Bang Chan, encantado de conocerte por fin, Hyunjin; este es Seungmin, mi novio. —El alfa se hace cargo, como siempre, extendiendo la mano para darle un apretón.
—No me presentes como tu novio, soy mi propia persona —reprende afectuosamente el chico, estirando la mano también.
Hyunjin es más alto incluso que Seungmin y es curioso porque es un omega. Le gustaría mostrarle una foto de ellos alineados a su madre para que viera que los omegas no siempre tienen que ser pequeños y delicados. Hwang Hyunjin es el hombre más guapo de la faz de la tierra y, aunque tiene tendencia a encorvarse cuando se siente tímido, no deja de mostrar su olor orgullosamente. Su altura no le hace menos omega igual, que no lo hace el hecho de que esté saliendo con un beta (aunque ellos insistan en que solo son amigos).
—Yo soy Felix, ¡por fin nos conocemos! —exclama con entusiasmo. Le da un abrazo al más alto y algo raro se remueve en el estómago de Jisung.
Sabía que esto iba a pasar, era consciente de que Changbin pretendía introducir a Hyunjin en todos sus planes. Y da igual lo muchísimo que digan que no hay nada entre ellos, Jisung se enteró de que llevan unos meses acostándose y ninguna de sus estúpidas excusas va a convencerlo de lo contrario. Pero, todavía, el sabor amargo de los celos se instala en su paladar.
Hyunjin es un omega y es perfecto si no tienes en cuenta esos estereotipos estúpidos sobre la diferencia de altura. Es simpático, inteligente, delicado, artístico y, lo más importante, le encanta bailar y tiene que hablar de ello inmediatamente.
—Me contó Binnie hyung que tienes una academia de danza en Sídney —comenta.
—¡Sí! La abrí hace unos años y va muy bien, tengo un montón de alumnos. He tenido que contratar a dos profesores más.
—Yo practiqué danza; dejé el circuito profesional hace años, pero sigo estando en una clase de contemporáneo, podrías venirte un día para que conozcas la academia.
Felix florece hablando de su trabajo, dejan a Jisung de lado porque no tiene nada que decir. Él no sabe bailar y tampoco debería monopolizar la atención del rubio, aunque es lo que quiere hacer. Entran al restaurante de barbacoa y todavía están charlando, se sientan uno al lado del otro y es Seungmin el que le da un empujoncito para que ocupe la silla libre junto al rubio. No quiere parecer infantil, pero todavía se le escapa un puchero.
—Lo mejor que ha hecho Jisung ha sido entrar a trabajar a esa empresa —dice Changbin en algún momento. No sabe cuál es el contexto porque no está prestando atención a nada más que a la carne que Chan está asando en la parrilla.
—¿Por qué? —pregunta Felix.
—Porque así podemos tener con nosotros al increíble Hwang Hyunjin —responde, estúpido. Jisung casi le da las gracias a su supuesto mejor amigo por ser un imbécil y hacer que su trabajo valga solo porque el increíble Hwang ha llegado a su vida.
—Bueno, nuestros inicios no fueron los mejores —se ríe Hyunjin—. La primera vez que nos asignaron un proyecto juntos casi nos matamos.
—Es que eras un grano en el culo —farfulla mezquinamente, enrollando un poco de carne en la lechuga para engullirla.
—Y tú tenías problemas de ego —contraataca—, pero es normal, tiene mucho talento y es frustrante que no lo apreciaran como se debe. —Sorprende a Jisung con las mejillas repletas de comida. Se gira para mirarlo. ¿Desde cuándo Hyunjin habla así de él? Es decir, son amigos, se llevan bien en el trabajo y ha empezado a salir de vez en cuando con ellos, sobre todo porque Changbin insiste. Pero nunca ha dicho algo como eso.
—Hannie es un as en todo lo que hace —Chan suena como un padre orgulloso—, yo también odiaba cómo lo trataban en la anterior empresa.
—O la gente con la que ha salido —añade Changbin. Le da tiempo a tragar antes de fulminarlo con los ojos—. No me mires así, esa gentuza no merecía estar a tu alrededor.
—Estoy de acuerdo —asiente Bang.
—¿Malas elecciones? —pregunta Seungmin.
Quiere que se callen, que cambien de tema y hablen otra vez de danza o de cualquier mierda que no implique sus decisiones del pasado. Porque sí han sido malas, han sido terribles y Felix no tiene por qué enterarse de eso ahora mismo. Está avergonzado, masticando como si quisiera triturar un pedazo de mármol entre los dientes y se resiste a contestar a nada. Tampoco sabe qué decir. ¿Confesar lo mala que ha sido su vida amorosa aportará algo? Lo duda. Solo hará que se sienta más humillado e inseguro. Casi quiere levantarse y marcharse
—¿No tenéis jet lag? ¿Qué planes tenéis para mañana? —pregunta Hyunjin ante el silencio de la mesa. Y ahora le tiene que dar las gracias por dos cosas a ese omega tan guapo que vuelve a llevar la conversación al terreno que quiere.
Jisung está feliz de dejar de ser el centro de atención pero quiere que Felix lo mire un poco, que le pregunte cómo está, que le hable del último anime que vio. En realidad, aunque suene terrible, le hubiera gustado que fueran a cenar ellos solos. Ha echado de menos a Chan, pero está acostumbrado a que viva lejos. A lo que no puede acostumbrarse es a que el rubio esté tan cerca de él y no besarlo hasta que se le acabe el aire.
Sin embargo, sigue siendo un silencioso cero a la izquierda durante el resto de la noche.
***
¡Felices fiestas, navegantes! Como regalo, les traigo tres capítulos. Este es de duración media porque el próximo es GIGANTE y vale por dos.
¡Nos vemos en el infierno!
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