10. Bangkok: Canela

1 de enero de 2022

Hace calor y el brillo del sol le molesta tras los párpados pero está tan cómodo en la cama, envuelto en el edredón y con el cuerpo de Felix sobre su pecho, que no quiere moverse. Se escucha ruido fuera, probablemente la razón por la que está despierto. Changbin está quejándose de algo. Chan contesta. Jisung quiere pulsar un botón y mutearlos como hace con la televisión.

Llaman a la puerta y se queda en silencio, conteniendo la respiración. Espera de verdad que a nadie se le ocurra entrar, sería una catástrofe de talla mundial porque siguen desnudos y la habitación apesta a sus feromonas. No es que le moleste, de hecho le encanta, pero no quiere que ninguno de esos desgraciados que farfullan en el salón pueda percibir ni un ápice de como huelen cuando están juntos.

—Vamos a comer —chilla Changbin—. ¿Queréis que os traiga algo?

—Jmmm —protesta Felix, restregando su mejilla pecosa contra el pectoral de Han—, ¿qué pasa? —Su voz suena todavía más grave cuando acaba de levantarse y siente que se humedece vergonzosamente.

¿No ha tenido suficiente con las dos veces de anoche? Parece que el avaricioso omega de Jisung no entiende que le duele el culo, los músculos y que tienen tres personas fuera esperándolos.

—No me contesta, voy a entrar —gruñe Changbin.

—¡No! —chillan Jisung y Chan al mismo tiempo.

—Hannie —lo llama el alfa, mientras Changbin dice que a él no le hable con tanta amabilidad—, os traeremos algo para comer. ¿Queréis algo especial?

Baja la cabeza para encontrarse con un hinchado Felix que apenas abre un ojo. Arrulla en voz baja, acariciando su mejilla pecosa y apartando el pelo rubio que se enmaraña en su frente.

—¿Quieres algo especial para comer?

—Se me ocurren algunas cosas —ronronea, lamiendo el pezón de Jisung sin que esté del todo despierto.

—¡Oye! —exclama, apartándolo—. Los chicos están en la puerta —avisa. Felix gimotea, cerrando los párpados una vez más para tumbarse en su lugar—. Voy a pedir pad thai para mí, ¿quieres tú también?

—Bueno... —suspira.

—¡Chan, dos pad thais! —grita.

—Está bien, hasta luego —contesta el alfa.

—¡And mango sticky rice! —añade Felix de pronto, sorprendiendo a Jisung—. Do you hear me, Chris?

—Sí, te escuchó —interviene Seungmin.

Los oye trastear un poco más por el apartamento antes de que se vayan. Felix parece haberse quedado dormido otra vez. No se atreve a moverse para no despertarlo. Se ve pacífico y hermoso. Jisung no recuerda la última vez que amaneció así, con esas mariposas revoloteándole en el estómago y la urgencia de guardar a su amante del mundo cruel que los rodea.

You keep me under your spell... —susurra, enredando los dedos en los mechones grisáceos.

Larala, lara... —tararea Felix.

—¿Estás despierto?

—¿Quién puede dormir con los gritos de Changbin?

—Yo. Pero creo que es porque estoy acostumbrado.

—O porque te duermes en cualquier parte —se burla, levantándose sobre su pecho. Sonríe con la hinchazón del sueño bajando poco a poco.

—Es mi superpoder.

—¿No era controlar el tiempo?

—Bueno, mi segundo superpoder. —Felix se ríe en voz alta, una cosa bonita si le preguntan a Jisung.

El rubio sale de su lado y se deja caer en la cama, ya lo echa de menos, así que se arrastra para estar más cerca, apoyando la nariz en su hombro. Hay algunas pecas desperdigadas allí. Se alegra de poder verlas de cerca. De hecho, es un momento óptimo para contar las de sus mejillas.

Están mucho rato en silencio, con sus manos rozándose, nada sexual, solo un reconocimiento. Es íntimo como lo ha sido todo con él desde el principio. Su pecho lleno de músculos tensos se eriza cuando recorre el esternón con las yemas. El rubio suspira, envolviendo a Jisung con su brazo para tocar su espalda y sus costillas.

—¿Crees que podrías no bloquearme esta vez? —pregunta en voz baja. Suena más vulnerable de lo que es cómodo para Jisung. Se tensa, con la mano justo sobre el corazón ajeno, que late contra su palma.

—Yo... Yo no puedo tener una relación a distancia —asegura, su voz tiembla.

—No te estoy pidiendo una relación, Jisung. Solo que no hagas como que no existo. —Es justo, piensa.

No puede fingir que no existe cuando ahora ocupa el primer puesto del historial sexual de Han. Nadie podría ignorar a Felix después de acostarse con él, o de conocerle, en realidad. Es como el Sol: brillante y cálido, seguramente también queme si uno se acerca demasiado. Pero él no lo hará, ese reloj de su pecho parece estar en hora, no cree que necesite ninguna revisión pronto. Jisung no se obsesionará con Felix porque no hay oportunidad para hacerlo, no le romperá el corazón, no lo echará de menos de esa manera. Decide que está bien, que es un niño grande y puede ser amigo de las personas con las que se acuesta.

—No lo haré, no te bloquearé —afirma, el australiano le pellizca una mejilla.

—Así podrás enviarme nudes. —Jisung se incorpora de un salto, mirándolo como si le hubiera salido otra cabeza.

—¡No pienso enviarte nudes! —chilla, indignado, mientras sale de la cama desnudo.

—Entonces te las enviaré yo a ti —responde el insolente, mostrando su perfecto cuerpo lleno de músculos tensos sin reparo.

—¡Felix!

—¿Qué tal si nos damos una ducha? —interrumpe, abrazándolo por la espalda y dejando un beso en su nuca. Jisung es incapaz de rechazar esa oferta.

Esa noche cenan en el mercado callejero de Yaowarat después de dar un paseo en barco por el río. Jisung y Felix no pueden quitarse las manos de encima. Pasean agarrados, se sientan juntos en el bote, comparten rotis y mango sticky rice sufragados por Bang Chan porque todavía le debe los postres.

Descubre que su amigo tiene una mirada muy concreta sobre ellos, la misma que ha puesto cada vez que Jisung se atrevió a tener un apartamento vacacional que fuera omega. Es distinta a la que le ha dado a cada alfa con el que se ha forzado a firmar un alquiler de larga duración. Siempre pensó que era algo de territorialidad, después de todo, Chan decidió que Jisung sería uno de sus polluelos cuando todavía no se había presentado. Es normal que se ponga protector cuando es la mamá gallina más grande que ha conocido nunca.

Sin embargo, parece que tiene más que ver con el hecho de que Felix es un omega y que Jisung por fin ha admitido que, en realidad, no le interesan los alfas. No le molesta, le gusta esa mirada entre tierna y orgullosa que les da su amigo. Ni siquiera le molesta haber pasado su última noche tailandesa con Lee Minho, que los trata con mayor normalidad de la que esperaba teniendo en cuenta que ha coqueteado con Felix cada vez que ha tenido ocasión.

Tampoco le molestan las bromas de Changbin, que se ríe de él hasta la saciedad y se atreve incluso a presumir de que tendrá la cama para él solo. Da por hecho que Jisung dormirá con Felix. El australiano tampoco le da otra opción cuando lo arrastra a su cuarto sin dejarle tomar ni el pijama. No es que les haga falta: esa noche, como la anterior, Han Jisung duerme desnudo después de haber sido empujado por el precipicio del orgasmo dos veces. Lee Felix lo abraza y sus esencias quedan impregnadas en cada fibra de las sábanas que pusieron limpias esa mañana.

2 de enero de 2022

A Jisung le encanta la sala de llegadas del aeropuerto, es maravilloso ver a la gente reencontrándose, dándose abrazos, llorando. Los globos, las flores, los regalos. Todo es genial. El control de seguridad de salidas, por contra, le parece una mierda. Una de las razones por las que Jisung odia volar, además de la muerte inminente y el hecho de estar metido en un tubo metálico a miles de kilómetros del suelo, es por las despedidas.

Los controles de seguridad siempre son una despedida. A veces es antes de pasarlo, como el día que Chan se mudó a Australia y él no pudo aguantarse las lágrimas. "Nos veremos pronto", dijo, pero pasaron nueve meses antes de que pudiera volver para estar con ellos apenas cinco días. Cada "adiós" que se dijeron, cada "hasta luego", hizo llorar a Jisung como un bebé, con mocos y alientos entrecortados. Changbin siempre lo consoló.

Ahora también tendrá que hacerlo. Los cinco pasan control y Felix se está poniendo el cinturón. No se aparta de su lado, sabe que tienen el tiempo contado, es hora de dejar ese apartamento vacacional y volver a su vida real.

—Tenemos que ir hacia el otro lado, nuestra puerta está más lejos —informa Chan, pasando una mano por sus hombros—. Nos veremos pronto —añade, tirando de él para abrazarlo. Jisung sabe que es mentira, pasará casi un año hasta que puedan volver a verse. ¡Cómo odia las despedidas!—. Te echaré de menos, pequeño gremlin.

—Yo también —murmura, tratando de perfumarse un poco de Chan sin ser descortés con su novio.

—Yo también te echaré de menos, Channie —gimotea Changbin, abrazándolos a los dos. Lo apretujan y la mezcla de sus tres aromas llena sus ojos con las primeras lágrimas.

—Volveremos a vernos pronto, tal vez pueda ir a Corea en Chuseok —No irá y, aunque lo hiciera, quedan un montón de meses para Chuseok, Jisung asiente contra su cuello, dejando que caiga la primera gota de sus ojos—. Os quiero mucho, chicos.

—Nosotros también a ti, Chan —dice Changbin por él.

—Bueno, tenemos que despedirnos.

A regañadientes, Jisung los deja ir. El alfa le limpia las mejillas con los pulgares y le da un beso en la frente. Seungmin se acerca y le da un abrazo más formal, aunque todavía es cálido. Le desea suerte y que sea feliz, le promete mantenerle informado si Chan se porta mal. Han se ríe, con la cara mojada. Changbin lo arrastra para abrazarlo contra la voluntad del abogado. Le gusta esa amistad que han desarrollado en la que se pican el uno al otro hasta casi discutir, le recuerda a la suya propia con el beta. Es el mejor compañero para torturar a Seo Changbin.

El olor a canela lo envuelve y se gira para encontrarse con Felix. Tiene una sonrisa que no llega a sus ojos, no está acostumbrado a verlo así. Le gusta más cuando brilla como una bengala. Lo abraza y lo perfuma sin pensar en que son dos omegas en un aeropuerto tailandés. El rubio le corresponde y su lobo interior se acicala por las atenciones.

—¿Sabes qué sería genial? —susurra contra su cuello.

—¿El qué?

—Que hicieras nevar ahora mismo. Si cayera una nevada, cancelarían nuestros vuelos y nos quedaríamos aquí unos cuantos días más. —También quiere robarle tiempo al calendario, se alegra porque no es el único al que le gustaría tener, de verdad, el poder de detener los relojes del mundo.

—No puedo hacer eso —solloza, apretando con más fuerza la cintura del otro omega.

—Ya lo sé, sería un caos... No puedes provocar una nevada en Bangkok. —La voz de Felix suena ahogada, como si estuviera aguantando las lágrimas. Jisung llora a moco tendido, le importa una mierda que Changbin se ría de él por ser un blandengue.

—Un gran poder conlleva una gran responsabilidad —murmura, tratando de seguir la broma.

—Cuídate mucho, gordito.

—Tú también.

Se separan, Felix se atreve a dejar un beso en sus labios justo antes de darse la vuelta e irse en dirección contraria. Se despiden con la mano, arrastrando sus maletas de cabina. El mecanismo de su pecho falla, está bastante seguro de que hay un engranaje que falta. 

Changbin lo abraza cuando llegan frente a la puerta. Lo deja apoyarse en él y llorar por la pieza perdida. No se ríe ni una sola vez de su llanto, solo le susurra palabras calmantes, lo lleva como un niño hasta su asiento en el avión y lo arropa con una sudadera que huele a él. Es, probablemente, el peor vuelo que Jisung ha tenido en su vida. 

***

Un poco de jot, un poco de sad: es el equilibrio, navegantes.

¡Quedan unos cuantos capítulos todavía, puede que mañana suba otros dos!

¡Nos vemos en el infierno!

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