Séptima taza
—¿Te imaginas si hubiese sido verdad que Jenna estaba embarazada? Tal vez no estaría aquí, tal vez estuviese en mi feo trabajo donde me pagan una miseria para poder mantener un diminuto departamento en el cual Jenna, con veinte kilos de más, me gritaría todas las noches antes de dormir porque olvidé encender el calentador de agua antes de irme y gracias a eso nuestro hijo enfermó.
—Si...—Wesley frunció sus cejas analizando las palabras que Oliver había soltado pero sin dejar de leer lo que él había escrito en su computadora portátil—. Aun no puedo olvidar como te congelaste después de esa llamada—sonrió levantando los ojos de su proyecto para poder ver al chico que estaba sentado frente a él y, que se supone, estaría ayudándole—, creí que alguien había muerto.
—Su soltería murió por treinta minutos—añadió Fred levantando su taza de café negro y le dio un sorbo con una sonrisa burlona—. Aunque—dijo después—, si yo fuese Jenna no te habría dicho, es más, ni dejaría que te acercaras a mi hijo.
—Hey, espera— Oliver se incorporó en su asiento—, yo sería buen padre— se tocó el pecho— . Que no quiere serlo aún no significa que no lo intentaría si llegase a pasar.
—No, no lo creo— Fred se mostró escéptico para molestar.
—¿En serio? —arqueó sus cejas—, si quieres llamo a Jenna y la embarazo de verdad—señaló hacia la puerta.
—No sería divertido si te lo buscas.
—No sé de qué te burlas, tú tampoco lo serías, eres la perfecta definición de un millennial—Wesley dijo un poco harto.
Fred frunció sus cejas hacia su mejor amigo—: Ya te dije que no usaras definiciones que no entiendo.
—Oh... —Oliver rió—, Fred—golpeó lentamente el brazo del rubio—, Julia viene—soltó entre dientes mientras señalaba con su cabeza a la enorme ventana del lugar.
Fred buscó inmediatamente a la chica y la encontró de pie en la acera de enfrente, esperando a que los autos dejaran de pasar y así poder cruzar. Parecía estar sola y usaba un atuendo negro que te hacía pensar en cosas fúnebres.
— Oh-oh— murmuró Wes con un suspiro al notar como su mejor amigo se quedaba embobado.
—Ahora vengo—se puso de pie de inmediato ganándose un gesto extrañado de Wesley y uno de emoción de Oliver. No dijo más y se apartó dirigiéndose al mostrador donde su compañera de trabajo estaba.
—Jennifer, dame tu lugar—pidió rápidamente interrumpiendo al hombre que estaba haciendo su pedido. La chica castaña solo arrugó su nariz mientras terminaba de escribir lo que el hombre había dicho.
—Pero es tu día libre— dijo con burla recordándole.
—Por favor— insistió, fue directo a la pequeña puerta para pasar y se paró al lado de la chica. Ella solo le dijo al hombre que esperara su pedido y en cuanto él se fue, Fred le arrebató el bolígrafo y su pequeño cuaderno.
—¿Qué te pasa? —preguntó confundida.
—Quiero probar algo—le tomó de los hombros para hacerla girar y así poder desamarrar su mandil azul; miró a la ventana y vio como Julia ya había logrado cruzar la calle—. Solo dame diez minutos— terminó de sacárselo y de inmediato se lo colocó encima.
Escuchó la campana de la puerta y le dedicó una sonrisa a Jennifer quien parecía no estar muy convencida. Le indicó que fuese a la cocina y ella lo hizo de mala gana, aunque tampoco era que le gustase trabajar. Fred se acercó a la caja esperando por la chica parecía atormentarlo de cierta forma; la vio acercarse un poco distraída mientras buscaba algo en su bolso. Detrás de ella, divisó a Wes y a Oliver que intentaban no reír; él solo se encogió de hombros, pues no tenía idea de lo que iba a hacer.
—Buenos días, bienvenida a The Cups, ¿qué desea? —soltó rápidamente en cuanto ella quedó frente a él. Julia levantó su mirada conectándola con la del rubio.
Nariz pequeña, cejas espesas y un par de ojos redondos color marrón.
Sonrió con un poco de pena y levantó en alto su billetera dándole a entender que era lo que buscaba.
—Buenos días— dijo después en un suspiro haciendo que Fred notara, por primera vez, ese extraño acento que tenía—. Solo café doble.
—¿Solo uno?
—Si—entrecerró sus ojos, era obvio pues no había nadie más con ella.
—Eh... es que está haciendo tanto frío afuera...—intentó arreglarlo torpemente mientras escribía el pedido.
—Ugh, si—resopló—, voy a la despedida de mi tía abuela ahora mismo, si fuese por mí, estaría en cama todavía.
—Ella... ¿murió? —quiso adivinar haciendo énfasis en la ropa que usaba. Ella se miró así misma con confusión.
—¡Oh, no! —quiso reír—. Se va a mudar a Quebec y harán una reunión de despedida antes de que salga su avión.
—Ah—comenzó a reír exageradamente gracias a lo nervioso que se puso de repente—. Nunca te había visto por aquí—mintió después.
—¿No? —dijo con sorpresa—. Quizá no me recuerdes, porque yo si a ti. A ti y a tus amigos raros—se encogió de hombros. Fred se congeló de inmediato sin saber que decir y ella mejor prestó atención a lo que él escribía—: Solo ponlo a nombre de Eleanor—le avisó antes de abrir su billetera para poder sacar dinero.
—¿Eleanor Rigby? —bromeó él casi en susurro.
—Si tú quieres.
Sábado 21 de enero - Penny Lane
Domingo 29 de enero - Amanda
Sábado 4 de febrero - Maggie Mae
Sábado 11 de febrero - Delilah
Sábado 18 de febreto - Julia
Domingo 26 de febrero - Eleanor Rigby
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