La boda: promesas

Maratón 3/3

***

La canción comienza a sonar. Miro a Harrison, lleva un esmoquin negro, con camisa blanca y un corbatín negro. En el cuello del traje, una rosa blanca. Aún no me puedo creer que estemos aquí, y no por su relación, sino por las exorbitantes cantidades de alcohol que bebieron, realmente pensé que tendría que llevar a Harrison al hospital por un trasplante hepático.

Vuelvo la vista al frente. El altar y todo el camino hasta este está decorado con telas de tul blanca, afirmadas contra los troncos de unos árboles a los que les han colocado luces. Las hileras de sillas blancas están llenas de invitados. El atardecer da una luz anaranjado y la seda de mi vestido color champagne brilla. Clara, Zendaya y yo vamos vestidas iguales: vestido largo, escote en V, corte en la cintura, y que luego cae hasta el suelo y se abre por sobre la rodilla. Se disimula bastante bien mi incipiente panza.

Los invitados voltean y miro hacia delante. Sara ha aparecido junto a su padre. Su vestido es hermoso. La parte superior consta un intrincado tejido que asemeja flores, con escote en V, y que tiene algunas transparencias. Tiene un corte en la cintura, y la tela de varias capas de tul semitransparente con el mismo bordado de flores cae sobre el suelo, formando una pequeña cola. Lleva el cabello recogido en un suave moño hacia atrás, que deja algunos mechones sueltos sobre su cara.

Se ve hermosa, y feliz. Nadie diría que hace cuatro horas estaba vomitando, conectada a un suero.

Llega junto a Harrison, su padre le da un beso en la mejilla y Harrison le tiende la mano para ayudarla a subir el pequeño escalón. Me contengo de llorar, aquello me recordó el sueño que tenía de que mi padre me acompañara en mi boda.

La ceremonia comienza, el ministro da un discurso y por fin llega el momento de la verdad.

—Sara Martin Ruiz, ¿prometes serle fiel a Harrison? —pregunta.

—Sí, lo prometo —responde ella.

—¿Prometes acompañarle en la salud y la adversidad?

—Sí, lo prometo.

—¿Prometes amarlo y respetarlo?

—Sí.

Sara sonríe y se sonroja. Miro a Tom, que está detrás de Harrison, me guiña un ojo.

—Harrison James Osterfield, ¿prometes...?

—Si a todo —le interrumpe él. Los invitados se ríen. Hazza siendo Hazza.

El ministro ríe por lo bajo y asiente.

—Muy bien, entonces es hora de los anillos —indica el ministro.

Los pequeños sobrinos de Harrison aparecen con una almohadilla cada uno y se acercan a ellos, ayudados de Charlotte, la hermana de Hazza. Harrison toma un anillo y coge la mano de Sara.

—Con este anillo, sello mi promesa —dice, colocándole el anillo en su dedo anular.

Sara se acerca a la sobrina de Harrison y recoge el otro anillo. Toma la mano de Harrison y sonríe.

—Con este anillo, sello mi promesa —dice ella, repitiendo lo mismo que ha hecho Harrison.

Charlotte se lleva a los niños y toda la atención vuelve sobre el ministro.

—Harrison ¿aceptas a Sara como tu esposa? —pregunta. Harrison la mira y sonríe.

—Acepto.

—Sara ¿aceptas a Harrison como tu esposo?

Sara sonríe sonrojada.

—Acepto.

—Entonces yo los declaro...

Las palabras del ministro quedan en el aire porque Harrison y Sara se le adelantan y se besan. Todo el mundo se ríe y el ministro sacude la cabeza.

—...Marido y mujer. Pueden seguir besándose.

Suenan aplausos y vítores, pétalos de rosas blancas caen sobre ellos y se ríen entre besos. Se dan la mano y levantan los brazos, la gente se levanta de sus asientos y aplaudimos.

Nos movemos hacia la fiesta. El lugar es al aire libre, con mesas redondas con manteles y sillas blancas, con rosetones color champagne. El cielo esta surcado por lámparas de papel colgantes que dan una luz tenue. Los centros de mesas son unas flores blancas y velas. Un pequeño escenario se extiende frente a la mesa en que Harrison y Sara se han sentado.

Nosotros estamos en la mesa más próxima a los recién casados. Aidan, Zendaya, los hermanos de Tom y Tuwaine. Nos sirven la entrada, una suave melodía suena de fondo.

—¿Cuándo apuestas a que estos se arrancan entre medio para irse a follar? —me susurra Z. la miro y río.

—Vamos, estoy segura que antes del primer baile —replico.

—No, yo creo que se aguantan hasta que los demás estén bailando —dice ella.

Mientras comemos, conversamos y nos reímos, Z pierde su apuesta. Cuando llega el postre, siento que voy a reventar. Ya he tenido que ir tres veces al baño.

Sara y Harrison se levantan y se acercan al escenario. La música se detiene y Tuwaine, que había desaparecido minutos antes, está en el escenario.

—Hola, hola —saluda, se ríe solo.

—Está ebrio —dice Harry.

—Si —respondemos, aunque no es una pregunta.

—Antes del baile, mis queridos amigos quieren hacer una pequeña ceremonia, y quieren que los acompañemos —anuncia Tuwaine.

Harrison y Sara sonríen, y del escenario toman una lámpara de papel, pero es diferente a las que están decorando el lugar. Esta es de las que flota. Tuwaine se agacha y les acerca el micrófono a ambos.

—Queremos sellar nuestra unión enviando al cielo esto —dice Harrison.

—Este es un farol muy especial, está lleno de los buenos deseos que nos dejaron escritos al llegar —explica Sara. Me quedo blanca como papel.

—Mierda —maldigo por lo bajo.

—Oh —dice Sam.

—¿Acaso no dejaron buenos deseos? —pregunta Aidan. Hago una mueca y río nerviosa.

—¿Cuenta como buen deseo el "espero que se emborrachen juntos por toda la eternidad"? —pregunto.

—Yo puse el numero de un terapeuta para que los ayudara en sus peleas sin sentido —dice Sam.

—Les deseé que su cama aguantara todas sus folladas —comenta Harry.

—Que Sara tuviera paciencia para las pendejadas de Harrison —acota Zendaya.

—Preservativos infinitos —dice Tom.

Miramos a Paddy.

—Un nuevo hígado —responde a la pregunta implícita. Aidan sacude la cabeza.

—¿Soy el único que realmente les deseó una feliz vida juntos? —pregunta.

Nos miramos entre todos.

—Sí —respondemos al unísono.

Silencio. Y luego, estallamos en risas.

Sara y Harrison encienden el farolillo y, una vez se aseguran de que está bien, lo sueltan, dejándolo flotar y alejarse.

—Y ahora se cae —bromea Tuwaine. Nos reímos aún más, pero Hazza y Sara le dan una mirada asesina.

Nikki, la madre de Tom, les pide que se queden quietos para sacarles fotos. La conversación se reanuda. Me quedo mirando el plato, jugando con el cheesecake frente a mí.

—Z —escucho a Aidan. No miro, pero aguzo el oído.

—¿Si?

—¿Cómo... cómo lograste seguir adelante después de lo de Martin? —pregunta. Auch. El dolor atraviesa mi pecho. Zendaya suspira.

—No tienes realmente otra opción, ¿sabes? —replica ella—. La vida continúa aunque no quieras. Pero creo que ayuda bastante tener a tus amigos. En particular, yo sabía que Martin no quería que yo siguiera triste, sé que él quería que siguiera adelante. Creo que eso me ayudó mucho.

—Es que... realmente apesta —susurra Aidan. Miro de reojo. Zendaya le sonríe y le da unas palmaditas en el hombro.

—Será así por bastante tiempo. Pero mejorará, te lo prometo.

Aidan suspira y Zendaya lo abraza. Aparto la mirada y me quedo pensando en lo mucho que extraño a mi mejor amigo.

—Amigos, atención —llama Tuwaine. Levanto la cabeza—. El primer baile de Harrison y Sara Osterfield.

Comienza a sonar Just the way you are en una versión más lenta. Sara y Harrison caminan por la pista de baile. Sara enrolla sus brazos en el cuello de Hazza, y él la toma por la cintura. Comienzan a moverse, mirándose fijamente, sonriendo. Tom toma mi mano y lo miro, sonrío. La canción continúa y ellos giran. Harrison la inclina hacia atrás y Sara ríe.

—Son muy tiernos —comenta Tom.

—Sí —afirmo.

Cuando comienza a terminar la canción, veo que Harrison mueve los labios. Sara se sonroja. Él toma su rostro entre sus manos y la besa, causando que los invitados comiencen a aplaudir.

Sara y Harrison están casados, finalmente.

***

Y así concluye este maratón, espero que les haya gustado.

Les leo, lectores insaciables <3

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