Disociación
Leo y releo, concentrada en cada palabra, en cada punto y coma. No sé por qué estoy tan meticulosa, pero no puedo evitarlo. Resoplo y sacudo la cabeza. A pesar de todo lo que había vivido antes, incluso con la muerte de Tintin, esto era mil veces peor, de una manera que me desgarraba por dentro. Tan solo había escrito unos cuantos párrafos, nada más. Y ya estaba llegando a mi límite.
El dolor no era posible de describirlo, en parte por eso me sentía tan bloqueada. Pero revivirlo... eso era otro asunto. Aún me duele revivir los momentos que pasé cuando me enteré de la muerte de mi padre y mi mejor amigo. ¿Cómo no iba a romperme recordar el momento más doloroso de toda mi vida?
—Te ves cansada —escucho a mis espaldas. Pego un brinco, sobresaltada. No lo había escuchado entrar a casa. Supongo que por estar tan ensimismada. Aunque debo reconocer que estoy algo asustadiza desde lo que ocurrió en el hospital.
—No te oí llegar —admito, cerrando la computadora y levantándome del asiento. Mis músculos están algo contracturados por estar tanto tiempo en la misma posición. Esboza una sonrisa, sin mucho ánimo.
—¿Escribiendo? —pregunta. Aparto la mirada y asiento—. ¿Cómo vas con eso?
Suelto un bufido.
—Me iría mejor como malabarista.
Tom ríe y se acerca a mí. Coge mis manos entre las suyas y se inclina para depositar un beso en mis nudillos.
—Lo dudo. Conociéndote, encontrarías la forma de que una de esas cosas te cayera en la cabeza y quedaras en coma —se burla. Entrecierro los ojos.
—Ja, ja. Muy gracioso —replico con ironía. Suelta una carcajada.
—¿Qué te parece si dejas de estresarte con el libro y te das un baño de tina? —pregunta. Ladeo la cabeza, sopesando la opción.
—En realidad debería enfocarme en terminarlo —respondo, haciendo una mueca. Una de sus manos coloca un mechón de mi cabello tras mi oreja y sonríe.
—¿Has avanzado algo en todas estas horas? —pregunta. Niego con la cabeza—. Entonces no vas a avanzar más. Relájate, solo será una hora.
—Es tentador —admito. Su sonrisa se amplía. Se acerca más a mí, su mano, que acariciaba mi mejilla, baja por mi espalda.
—Y puedo ofrecerte un masaje —ofrece. Respiro hondo y sonrío.
—Bueno eso es algo a lo que definitivamente no puedo decir que no —replico.
Sus ojos castaños brillan, y por un instante, olvido las complicaciones de mi vida. Se inclina ligeramente y posa sus labios sobre los míos. Cierro los ojos, disfrutando de la suavidad de sus labios.
De pronto, en mi se enciende algo que hacía mucho tiempo no pasaba. Mi piel se eriza, mis dedos viajan por su pecho, recorriéndolo. Aquel sentimiento que había sido esquivo desde hacía meses reaparece. Y no solo en mí, puedo sentir que en él también.
Sus manos aprisionan mi cintura, y me obliga a caminar de espaldas. Choco suavemente contra mi escritorio. Me toma entre sus brazos y me sienta sobre este, sin despegar mis labios de los suyos en ningún momento. Mis piernas quedan guindando del borde del escritorio, y rápidamente envuelvo sus caderas con estas, acercándolo más a mí.
Sus besos comienzan a bajar por mi cuello, un jadeo escapa de mi boca. Mis manos se entierran en su cabello, tirando un poco de ellos, disfrutando de sus húmedos besos que viajan por mi piel sensible. Lo siento llegar al borde de mi blusa. Sus manos dejan mi cintura y comienza a desabotonarla.
Sentía el deseo. Sentía el calor. Sentía y disfrutaba de aquel remolino de incipiente placer. Era como volver a los viejos tiempos, en que no importaba qué, siempre nos lográbamos encontrar en este lugar de disfrute. Lo extrañaba. Extrañaba sentirme así, extrañaba el cómo éramos. Quería volver a ser como antes, con todas mis fuerzas. Esa ________ que se escapaba al baño con su novio, esa que, aunque pelearan y discutieran, todo quedaba en pausa con un beso suyo.
Pero en el momento en que colocó su mano sobre mi pecho, no pude evitar recordar el dolor de lo que era el tener leche para alguien que ya no estaba con nosotros. Recordar ver a Tom vaciando las botellas de leche que ya no servía, rompiéndose en mil pedazos como yo.
Cualquier otro sentimiento se disipo y el dolor ocupo se lugar usual, asentándose en mi pecho.
Mi cuerpo se tensó y, sin medirme, lo empujé.
Confundido, me miró sin entender. Mis manos tiritaban, y sentí mis ojos llorosos.
—Yo... es... —balbuceé. No había palabras para explicar esta sensación.
Tom sacudió la cabeza y suspiro.
—Está bien —replica sin ganas. Niego con la cabeza.
—No... Tom, yo quiero, pero...
—Lo entiendo, en serio —me interrumpe. Respiro hondo y muerdo mi labio.
—Yo no —murmuro. Frunce el ceño—. No entiendo por qué. Por qué no puedo ser como antes. Yo... quiero. Extraño estar contigo, pero es como si mi cuerpo me traicionara. Mi cuerpo y mi cabeza.
—________ —susurra, tomando mi rostro entre sus manos—. No creo que ninguno de los dos vuelva a ser el mismo. Sé que quieres, pero a veces simplemente no se puede. Está bien, ten paciencia.
—No, estoy cansada —sollozo. Las lágrimas se derraman por mis mejillas y él las captura con sus pulgares—. No quiero sentirme más así.
Me abraza en silencio, consolándome, mientras yo me siento en una lucha imposible con mi cuerpo.
Tal vez era esto a lo que se refería Adriana. Tal vez esto lo que debo expresar. Esta disociación que tengo conmigo misma. Tal vez aún quedan pedazos por pegar dentro de mí, aún estoy rota. Pero al menos ahora tengo la seguridad de que puedo repararme, puedo colocar cada pieza en su lugar, y esperar a que sane. Y esperar que nada más me rompa.
***
Yo sé que me he demorado mucho en actualizar, pero por favor tengan paciencia, no tengo tiempo ni para comer u.u
Les leo, lectores insaciables <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top