Babyshower
Saco de su envoltorio un caramelo con forma de bebé y me lo llevo a la boca, saboreándolo. Frambuesa, no es mi favorito, los de limón eran mejores, pero no me quejo. Con la boca llena volteo a ver a Sara y le ofrezco uno. Ella, con la mirada fija en Harrison y los hermanos Holland haciendo el tonto, niega con la cabeza.
— Vamos, estás comiendo por dos —le insisto. Por fin se digna a mirarme.
—Por tres —me corrige—, y no, gracias, ya me siento como una morsa varada en la arena.
Ruedo los ojos.
—No seas dramática. Además, sabes de sobre que con mellizos tu vientre va a ser más grande —replico.
—Mellizos, tenían que ser mellizos —susurra en español, y luego suelta un par de maldiciones por lo bajo. Me río.
—Admítelo, sabías que podía ocurrir —comento, mientras me sirvo un cupcake.
—Ni me recuerdes que esto es por mi genética y no la de Harrison —refunfuña. Estira su brazo y saca un plato con torta de la mesa—. Maldita y estúpida genética —farfulla en español, comiendo indignada su trozo de torta. Muerdo mi labio para contener una risotada.
—Al menos Hazza no se desmayó cuando lo supo —intento animarla. Me mira con odio por unos breves segundos, y luego vuelve su atención a su comida.
—No, ha sido completamente comprensivo, lo que me enoja aún más. Necesito descargar mi odio, ¿con quién lo haré si no puedo con él?
—Aparentemente con el plato —respondo, mirando cómo le entierra con fuerza el tenedor a la torta, traspasando el plato de cartón. Me fulmina con la mirada—. Sara, estas amargada en tu babyshower, no creo que quieras salir furiosa en las fotos ¿no?
Ella resopla y pone los ojos en blanco. Deja su palto a medio comer en la mesa y se cruza de brazos. Me siento a su lado.
—Sé que no te gusta la idea de quedarte en casa, que te encanta trabajar como la ratita de laboratorio que eres...
—¿Esto es un discurso para tranquilizar mi odio? Porque no vas por buen camino —me interrumpe.
—Pero —prosigo, ignorando su comentario—, piensa que es por el bien de los bebés. Aprovecha de disfrutar este último tiempo con Hazza, porque después será difícil que puedan tener un tiempo a solas.
Mi amiga me mira y hace una mueca, sabe que estoy en lo cierto.
—Lo sé —admite, suspirando—. Es solo que aún me quedaba un mes antes del prenatal, quería aprovecharlo. Mi estúpido e incompetente cérvix no me ayudó.
—Tu cérvix no es estúpido. Tienes un poco de incompetencia cervical, sí, pero ya viste que en reposo no hay problema. Tienes que aceptar que estabas sobre exigiéndolo, casi seis horas seguidas de pie.
—Mi abuela siempre cuenta que hasta cabalgaba embarazada, incluso el día que tuvo a mi padre —replica.
—Tu abuela no estaba embarazada de mellizos —le recuerdo. Chasquea la lengua y vuelve a mirar a los chicos.
—¿Qué coño están haciendo con esos pobres monos? —pregunta intrigada.
Observo las caras de ellos, manchadas con pintura y brillantina. Nada puede salir bien de eso.
—¿Recuerdas cuando uno era niño y mezclaba todas las pinturas pensando que saldría un color hermoso? —Zendaya aparece junto a nosotras, cogida de la mano con Connor.
—¿Y resultaba un color grisáceo horrible que más tenía en común con la muerte? Sí —responde Sara.
—Pues eso, que creen que están haciendo los trajes perfectos para tus bebés —afirma Zendaya.
—Y están fallando. Estrepitosamente —acota Connor.
Nos miramos entre los cuatro y estallamos en carcajadas.
Nuestras risas llaman la atención de los demás por lo que se nos acercan con sus "creaciones", aunque yo más bien diría abominaciones, y se sientan formando un círculo.
—Sara, mira lo que hemos hecho —dice Tuwaine, mostrando orgulloso un mono al que pareciera que le cayó encima un tarro de pintura morada y amarilla, con brillantina rosa.
—Oh por Dios —me escucho susurrar aterrorizada de cómo han logrado asesinar trajes en perfectas condiciones, que realmente creí podrían a llegar a ser atuendos para mis ahijados. Los únicos más decentes son los de Aidan, que ha pintado una serpiente verde, como buen Slytherin que es, y Paddy, que dibujo una mariposa bastante bonita.
—Lo sé, están hermosos ¿no? —comenta Harry, ilusionado.
Volteo a mirar a Sara, que luce tan traumada como yo. Mira a nuestros amigos.
—Chicos —comienza a decir—, los adoro, en serio. Pero no dejaré que usen estas cosas ni en un millón de años, olvídenlo. Lo suyo es actuar o cocinar, no diseñar ropa.
—Definitivamente —murmuro.
—Bueno, el de Tuwaine está horrible, igual que el de Tom, lo siento amigo —comenta Harrison—. Pero los míos los usaran cuando nazcan, ¿a que sí, Sarita?
—No —respondemos al unísono, haciendo estallar las risas de los demás. El rostro de Harrison se transforma en una mirada de odio hacia mí.
—No intentes convencer a mi esposa de tus sucias tácticas —me reprocha Harrison.
—Hazz, nadie en su sano juicio dejaría que un niño usara eso —replico.
—La verdad está bien feo —comenta Tom.
—¿Y el tuyo acaso es una obra de arte? —le pregunta Harrison.
—Es arte abstracto, y está mucho más bonito, ¿verdad, ______? —me pregunta. Aprieto mis labios y sonrío.
—¿Por qué no mejor abrimos los regalos? —propongo, evitando ser hiriente con él. Mi intento no pasa inadvertido y los demás se burlan.
Minutos después nos encontramos en la sala de la casa de Sara y Harrison, abriendo los regalos, sacándonos fotos, riéndonos. Tras abrir el último paquete, comienzan los brindis (sin alcohol, todos en abstinencia en apoyo a Sara).
—Solo puedo decir que estoy feliz por ti, amigo. Es lo que quieres y me alegra que ambos estén emprendiendo este camino —dice Sam.
—Aw —decimos todos. Harrison se levanta y lo abraza.
—Bien, el turno de ______ —dice Sara. Le sonrío.
Carraspeo un poco y me levanto de mi asiento.
—Bueno, primero quiero darle las gracias a Sara por la confianza que depositó en mí al pedirme ser la madrina de los pequeños —comienzo a decir, le doy la mano, me da un apretón—, Dios sabe que necesitarás de ayuda con tres niños.
—¿Tres? ¿No eran mellizos? —pregunta Tuwaine.
—Si. Los mellizos y Hazza. Tres niños en total —explico. Mis amigos saltan en carcajadas, Harrison me fulmina con la mirada.
—Sara, ¿vas a dejar que me hable así? —le pregunta.
—¿Tengo que recordarte que es mi hermana por parte de Satan? —le responde ella. Refunfuña algo ininteligible y río.
—Ya en serio, estoy muy feliz por ustedes. Y será difícil, pero todos y cada uno de nosotros estaremos aquí para ayudarlos —termino.
Levantamos las copas y brindamos por el brillante futuro de mi mejor amiga y Harison. Y mientras bebo del espumante sin alcohol, mi mirada se cruza con la de Tom. A pesar de todo, somos felices. Por fin, después de tanto. Y haré lo que sea porque nada, ni nadie, nos arrebaten aquello.
~~~~~~
Miro atento la película. La he visto más de cien veces, seguro. Sof está preocupada, lo sé. Ni siquiera yo entiendo esta obsesión. Solo sé que no puedo parar.
—Tobias, ¿quieres helado? —pregunta.
—N-n-o —logro articular.
La escucho acercarse a mí, se sienta a mi lado. Levanto mi cabeza y la miro. Ella peina mi cabello largo con sus dedos. Luce triste. ¿Estoy haciéndole esto yo?
—Tobias, ¿puedes decirme que ocurre, por favor? —pregunta con desesperación.
Aparto la mirada. ¿Cómo decirle? Si no puedo ni siquiera hablar bien.
—Tobias —suplica.
Pauso la película y señalo la pantalla.
—É-l —tartamudeo. Frunce el ceño, sin entender.
—¿Él? —Asiento. Vuelve a mirar la pantalla. Se queda mirando unos minutos, y luego agacha la cabeza. La sacude, la miro atento.
De pronto se levanta y se aleja por el pasillo con rapidez.
—Sof-f —susurro. Pero no hay respuesta
***
Chan, chan chaaaaaan
Sé que he tenido wattpad botado por meses, lo siento mucho mucho mucho, han sido meses intensos. Espero puedan perdonarme :c
Les leo, lectores insaciables <3
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