Se levantó lentamente y lo primero que hizo fue sujetarse la cabeza. Sentía un martilleo constante y horrible. Su boca estaba seca y no recordaba lo que había hecho la noche anterior.

Dirigió su mirada hacia la persona que la acompañaba en la cama. Un hombre dormía plácidamente de espaldas a ella. Suspiró y se levantó. Recogió la ropa tirada en el suelo y se puso la suya.

Fue a la cocina y tomó una botella de agua. Bebió directamente de la botella hasta que consiguió saciar su sed. Por fin dejaba de tener la boca seca, pero el dolor de cabeza seguía ahí. Simplemente tomó una Aspirina y dejó que hiciera efecto.

Se sentó en la mesa y apoyó los codos en ésta, sujetándose la cabeza. Había prometido no repetirlo, pero había acabado haciéndolo de nuevo. Otra vez se había despertado al lado de una cara desconocida y sin recordar la noche anterior.

Su hermana apareció en la cocina y se sentó a su lado. La miró con preocupación, sin decir una sola palabra.

- Lo siento.

- Sentirlo no evitará que lo hagas de nuevo. Me dices eso cada mañana.

- Lo sé. Lo siento, pero ahora me duele mucho la cabeza. ¿Podríamos hablar de esto en otro momento?

- Sí, lo que sea. Haz lo que quieras, tienes la edad suficiente como para decidir por ti misma. Sólo... Estoy preocupada, ¿sabes? Cualquier día podrías hacer algo de lo que realmente te arrepientas la mañana siguiente...

Su hermana simplemente desvío la mirada. Sabía que si la miraba a los ojos sentiría mucha más culpa.

- Lo siento...- Susurró de nuevo.

- Olvídalo. Y... Despiértalo. Pregúntale si piensa quedarse a desayunar.