CAPÍTULO 03

-¿Tu marido?¿Me estás jodiendo?
Armand fue el primero en reaccionar.
-Creeme cuando te digo que jamás mentiría con algo así.
-¿Y por qué está obsesionado con nuestra madre?
Aileen fue quien preguntó esta vez.
-Tiene mi sangre. Lo mismo que vosotras. No pudo retenerme y hará cualquier cosa por adueñarse de mi descendencia.
-Somos su descendencia también.
-No lo sois, Aimee. Jamás le entregué mi cuerpo a esa criatura. Ni siquiera cuando era humano. Su sangre ya estaba contaminada entonces y yo nunca le habría permitido que me pusiera un dedo encima.
-¿Entonces?
-Siempre he sido un poco puta-. Se encogió de hombros y les guiñó un ojo-. Voy a contaros todo, solo pido que no interrumpais hasta que termine.
Todos asintieron y Morganna giró la muñeca frente a ella creando una bruma frente a ella.

Poco a poco la bruma se convirtió en la imagen de un lago. La luna brillaba sobre el agua creando una imagen hermosa y pacífica y una Morganna mucho más joven se encontraba en la orilla con los pies dentro del agua y las manos extendidas hacia el cielo.

Como era habitual entonces, cada noche acudía al lago para practicar.
Su magia era fuerte pero necesitaba controlarla.
Había oído a su madre decir que ella sería la bruja más poderosa de su aldea y por tanto ella debía estar preparada para tomar ese papel.

También escuchó como un joven adinerado y orgulloso pretendía hacerla su esposa.
Le había visto en varias ocasiones y siempre la observaba desde lejos.
Entonces ella no comprendía que aquel muchacho anhelaba el poder más que nada en el mundo y además se obsesionaria con la belleza sin igual de aquella niña que pronto sería mujer.

Faltaba poco para el ritual.
Pronto dejaría de ser una niña. Su período estaba cerca. Tal vez un par de semanas a lo sumo.
Cuando la primera sangre fuese derramada, ella sería ascendida y podría tomar a un hombre como esposo.

Lejos de querer lo que el destino quería para ella, pidió a la luna de nuevo, como cada noche, que alguien la salvase.

Y esa noche apareció.
Oscuro, fuerte y grande, pero herido, un hombre cayó a pocos metros de donde ella se encontraba.
Su ropa, destrozada y manchada apenas cubría su musculoso cuerpo.
Morganna contaba entonces con quince años y por primera vez, su cuerpo despertó y anheló.

Convencida de que aquel hombre no sobreviviría, se quedó a si lado, aguardando el momento en el que él partiría de este mundo.

Apoyó la cabeza de él sobre sus rodillas y apartó su pelo oscuro como la noche de su rostro.
Su corazón se aceleró cuando el desconocido abrió los ojos y se encontró mirando el más azul de los azules.
El desconocido extendió la mano y limpió una solitaria lágrima que había logrado escapar de sus ojos.

-Te he encontrado, Vrăjitoarele mele*. Por fin.
Sus ojos se cerraron de nuevo y ella pensó que jamás volvería a abrirlos.
Sin saber bien que era lo que estaba haciendo, puso las palmas de las manos sobre su pecho y dejó que toda su energía se canalizase a través de ellas.
Para cuando el sol empezó a asomar por el este, Morganna yacía inconsciente en brazos de su destino quien todavía asombrado por el poder de la pequeña mujer a la que sostenía, la alzó y la llevó consigo esperando no haberla perdido cuando le llevó tantos años encontrarla.

-Killian era mi destino, pero nunca lo hubiesen aceptado por lo que era.
-¿Y que era? -Armand estaba seguro de que había escuchado el nombre del lobo en algún lugar.
-Un lobo.
Y entonces recordó las historias de su padre.
Estaba seguro de que sus hermanos también lo hicieron.
Killian Vaskalnov fue el primero de ellos.
Había luchado durante años con cada criatura que emergía del infierno y ganado.
Fue una leyenda, pero nadie sabía con certeza que había sido de él después de una de las batallas más sangrientas de la historia entre lobos y criaturas.

-Mantuvimos lo nuestro en secreto.
Killian se mantenía oculto en el lago y nos reuniamos allí cada noche hasta que el sol nos obligaba a despedirnos.
Con el paso de los días, lo que sentíamos el uno por el otro se intensificó y finalmente llegó el momento que tanto había temido.
La primera sangre en una bruja era entonces un gran acontecimiento.
Aquella noche no pude reunirme con él. Había intentado escapar pero mi madre se negó a dejarme sola. Todavía hoy dudo si ella conocía mi secreto, solo sé que se quedó a mi lado hasta que fui entregada a aquel muchacho.

La boda se celebraría dos días después.
En cuanto pude corrí al lago en busca de Killian.
Había destrozado el lugar en el que se ocultaba.
Su lobo había tomado posesión de su mente y me atacó.
Cuando me hizo suya, la lucidez regresó y me marcó.
Esa noche concebí a nuestra hija y dos días después, el día de mi boda, Killian yacía de nuevo en mis brazos sin vida.

Nunca permití que ese hombre me tocase.
Mi alma y mi cuerpo pertenecían a otro, pero eso no le importaba a ese monstruo.
Él había acabado con el amor de mi vida.
Envenenó a Killian a través de una hoja afilada de una daga.

El día que nació mi hija, lo hizo en el lago, donde había conocido a su padre.
Invoqué a cada espíritu y elemento para que ningún descendiente mío pudiese convertirse en lobo hasta que Killian estuviese listo para volver en otro cuerpo.

-Pero nosotras...
-Si bien es por vuestras parejas que podéis tomar la forma de lobo, también es cierto que siempre tuvisteis esa opción.
Volviéndose hacia Juliet, y enfocando sus ojos con los de ella, susurró.
-Schimbă acum*.
El cuerpo de Juliet cayó al suelo.
Sus huesos crujeron.
Su rostro se alargó.
Y poco después una loba de pelo gris se encontraba frente a ellos.
-¿Como es eso posible? -Lucien miró a su mujer tan asombrado como los demás y se agachó a su lado despacio hasta que ella se acercó lo suficiente para que pudiese acariciarla.
-Eso es porque Killian ha regresado.
-¿Pero donde está?
Morganna se puso en pie y se acercó a Alan.
-Justo aquí.
Los ojos del bebé se abrieron enfocandose en los de ella.
Tantos años después, se habían encontrado de nuevo.

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*Mi bruja.
*Cambia ahora.

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