9. El corazón de un asesino
—Esta tarde —aseguro la joven enfermera—. Esta tarde usted y el pequeño pueden volver a casa —comento con una sonrisa en sus labios. Y Jeff no pudo evitar sentirse ilusionado.
—Gracias —agradeció el muchacho, para luego regresar a la sala de cuneros y observar a Noah moverse plácidamente.
Jeff se sintió vacío. De nuevo el cristal del cunero lo separaba de su hijo, pero luego sonrió, recordó que hoy mismo se iría a su hogar y eso le hizo ponerse feliz.
—Hoy volvemos a casa —la voz de Jeff era suave, inclusive embriagadora para el pequeño Noah, quién no tardo en poner sus ojos grisáceos sobre la figura de su padre—. ¿No te emociona eso, bebé? —Jeff acaricio el cristal, como si pudiese acariciar la piel suave de Noah—. ¿Sabes? Estoy muy emocionado... Por primera vez te voy a llevar a mi hogar. Lo vas a conocer... —Jeff hizo una pausa, y su cara se quedo melancólica—. Nuestro hogar no es lujoso y tampoco bonito... —sintió el agua en sus ojos—. No es grande y tampoco es perfecta. No tenemos una casa como las personas normales —rió con tristeza—, ni siquiera tenemos muebles bonitos, o una cama digna —la primera lágrima de Jeff resbalo por su mejilla—. ¿Sabes, Noah? Creo que estoy dudando en llevarte. Es decir, mírate, eres..., eres un ángel, y los ángeles merecen las mejores cosas —la segunda lágrima resbalo—. Y yo... Yo soy un demonio, y los demonios no merecemos el placer de que un ángel viva con nosotros.
No puedo darte lujos, no puedo darte mucho, ¡soy una cosa perdida! Y la verdad no entiendo como la vida nos puede otorgar cosas buenas, siendo que hemos sido tan malos. Siento que no te merezco, Noah... Este hombre no merece a un ángel como tú
—hubo un silencio. Jeff había comenzado a llorar, y las gotas saladas mojaban el cunero de Noah. Jeff sentía una terrible sensación en el pecho, inclusive la amargura penetraba su lengua. Él no merecía a Noah. Él no merecía a alguien tan magnífico como aquel bebé.
Noah merecía a alguien que le bajará inclusive la luna, pero lo que Jeff no sabía es que su hijo no pedía la luna ni las estrellas. Su hijo sólo quería una única cosa: el corazón podrido de un asesino. El corazón de su padre.
Y no importaba como fuese, inclusive no importaban todos los males que su padre había hecho. Después de todo su padre tenía un corazón, y eso era lo que Noah había venido a buscar a este mundo.
—Mira esos ojos... Llenos de amor y afecto hacia ti —alguien hablo a las espaldas de Jeff. Inmediatamente el pelinegro dejo de llorar, y se giró sorprendido. Toby Rogers permanecía allí, luciendo como una persona normal, con una mirada que transmitía cientos de mensajes de consolación para el pelinegro.
Jeff limpió sus lágrimas.
—¿Qué haces aquí? —trato de sonar frío, pero su voz lo delataba. Toby lo ignoro y avanzo un poco más hasta lograr ver un poco a Noah. Sus ojos se iluminaron—. Fuera de aquí, Rogers.
Toby lo miro.
—No vengó a dañarlo —confeso con sinceridad—, simplemente quería conocer a mi sobrino.
Jeff lo miro confundido.
—No confió en ti, así que veté antes de que--
—¿Enserio crees que no podrás? —Toby interrumpió a Jeff—. Es decir, ¿enserio crees que no mereces al bebé?
Jeff alzo una ceja.
—Largo.
—¿Por qué? Es decir, todos merecemos algo bueno después de tanto sufrimiento.
—Basta Toby —repitió Jeff.
—Hemos tenido una vida difícil y...
Jeff se enfureció.
—¡Largo! —señalo la puerta.
—¡Deja de evitar esto, Jeff! ¡Deja tu cobardía y háblalo de una vez! ¿Ha que le tienes miedo?
—¡A todo! —confeso Jeff—. ¡Tengo miedo de que la vida me lo quite, así como una vez me quitó mi cordura! ¡Tengo miedo de que alguien intente dañarlo! ¡Miedo a perderlo! Miedo a... A matarlo —bajo la mirada—. Miedo de mi mismo.
Toby sonrió.
—Pero él no te tiene miedo. Míralo, te mira como si fueras la única persona en el mundo —aseguro—. Te mira como si fueses las estrellas de su cielo.
Jeff bajo la mirada.
—No lo merezco.
—¿Por que no? Yo creo que si lo mereces... Mereces que alguien cambie esto —Toby señalo el corazón de Jeff—, necesitas que él cambie ese corazón podrido.
—¿Y si lo lastimo? —preguntó asustado.
Toby negó.
—No puedes lastimarlo —aseguro—, porque después de todo... Quieres que alguien alumbre tu oscuridad —dijo el castaño. Luego se quedo en silencio por unos segundos y bajo la mirada—. ¿Te confieso algo, Jeff?
—¿Mm? —hizo un sonido con la garganta para que siguiera.
Toby trago saliva y cerró sus ojos.
—Te envidio —dijo con el corazón apretujado en su pecho—, te envidio porque tienes a alguien que te puede mostrar el lado bueno de la vida —Toby abrió sus ojos—. En cambio existimos personas que aún estamos obligados a soportar este infierno por un tiempo más —sonrió—, pero no pierdo las esperanzas. Y se que pronto llegara mi propio ángel.
Jeff sonrió.
—Claro Toby, pronto llegara tu propio ángel —ahora Jeff señalo el corazón de Toby—, que elimine todo el dolor que ocultas aquí.
—¿Entonces puedo ser el tío de Noah?
Jeff asintió.
—¿Quieres cargar a tu sobrino, tío Toby?
•••
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