8. Una visita inesperada
Jack llego a casa. Nadie, no había absolutamente nadie. Entro en silencio y se sentó en el viejo sofá, la luz del sol entraba cálidamente por la ventana, y se dedico a contemplar el ruido de las aves que silbaban en las copas de los árboles. Jeff se había ido hace casi dos días, así que técnicamente había estado sólo todo ese tiempo.
Se levantó y camino hasta la vieja cocina, el refrigerador pequeño no tenía nada más que una manzana podrida. Lo cerro de mala gana y regreso al sofá, se dejo caer pesadamente y suspiro. Estaba apunto de dormir, cuando escucho una risa proveniente de afuera.
Se puso alerta, se levantó y salió apresurado de la casa; al abrir la puerta se frenó en seco. Eran Hoody, Toby y Masky.
Gruñó.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —bramo de mala gana, la presencia de este trío de idiotas le hacía perder la cabeza.
Hoody fue el primero en hablar.
—¡Jack, Jacksito, amigo mío, mi cuate, mi brother, mi...!
—¡Cállate! —Jack lo interrumpió, dejando a Hoody con la boca abierta y una expresión fingida de miedo—. ¡Fuera de aquí, trío de idiotas!
—¿Y qué? —ahora hablo Toby. El muchacho de cabello castaño entro como Juan por su casa, sin pedir permiso, lo que hizo que Jack refunfuñara groserías— ¿No invitas una sodita o algo? —Toby negó con la cabeza—. Muy mal, Jack, muy mal.
—Fuera-De-Mi-Casa-Ahora. —Jack repitió lentamente, respirando profundo para guardar la calma y no cometer una idiotez. Sin embargo fue en vano; Hoody estaba sentado en el sofá, Toby husmeaba en el refrigerador y Masky veía con curiosidad el calendario que estaba colgado en una de las paredes de la cocina.
—¿Qué paso este día? —Masky preguntó, apuntando el día 23 de junio que permanecía encerrado en el calendario. Jack se alarmo, sus piernas dieron largas zancadas hasta llegar junto a Masky y sus manos sudorosas se alargaron para quitar con brusquedad el calendario.
—¡N-nada! —tartamudeo por los nervios. Tenía miedo de que el clan de idiotas se enteraran de lo que significaba. Pero sobre todo, temía por el bienestar de Jeff y su hijo.
—¿Okay? —Masky comento algo confundido—. Oye... ¿Y el labios de puta?
—Ehh —Jack rasco su nuca—. Oh ya sabes —hizo un ademan con la mano para restarle importancia—, está por allí... Matando y... Ese tipo de co-cosas.
Masky se levantó la máscara y dejo su cara al descubierto. Lo miro con los ojos entrecerrados, Jack actuaba raro, muy raro a decir verdad. Sin embargo decidió dejarlo pasar, recorrió la fea cocina y término sentándose junto a Hoody en el sofá. Cerró sus ojos y cubrió su rostro nuevamente con la máscara de plástico blanca. Sin embargo Masky sentía algo diferente, no era sólo el comportamiento de Jack, era algo más. El ambiente en el que se veía envuelto se respiraba con más tranquilidad. Algo no andaba bien.
Su instinto se lo decía, y aquello nunca fallaba. De pronto los ojos de Masky se abrieron con sorpresa, sabía la respuesta; quizás ocultaban algo. Sí, debía ser lo más seguro, porque para empezar tenía dos días sin ver a Jeff, y hace dos días se había cumplido el día que tenían encerrado en el calendario.
Era algo importante para ambos.
Pero Masky estaba cansado, tenía sueño y hambre, no había dormido en horas y tenía un día sin comer. La vida de un asesino era difícil, no era tan perfecta como la pintaban en las novelas.
Así que se paró del sofá, su estómago hambriento reclamaba un poco de comida y debía conseguirla. Hoody se levantó enseguida, estaban dispuestos a marcharse.
—Nos vamos —hablo Masky—, hasta luego.
—A-adiós —Jack hizo el gesto con la mano y los acompaño a la puerta. Hoody y Masky habían tomado la delantera, iban caminando a unos metros de la cabaña. Pero Toby se había quedado ahí, sentado en el sofá con los brazos cruzados y una expresión sonriente. Le dio una mirada fugaz a Jack.
—¿Fue niño, o niña? —preguntó el castaño, dejando perplejo a Jack.
El chico de la máscara azul trago duro y rasco su nuca.
—¿D-de que ha-hablas? —trato de controlar la situación.
Toby se paró del sillón y negó lentamente con la cabeza.
—Si quieren ocultar algo, deberían hacerlo bien —se burlo, señalando la leche en polvo que estaba "oculta" en la cocina.
Jack se maldijo mentalmente.
—¡Ah! Hablas de eso. Verás, son... Son... ¿Vitaminas? Eh, ¡si! Son vitaminas.
Toby se burlo.
—Aja, y el biberón es el vasito especial para tomar esas vitaminas ¿o no? —fue sarcástico.
Eso fue todo, los habían descubierto. Jack froto su cara con su mano, y después suspiro.
—Por favor, no se lo digas a nadie —pidió—, es por Jeff, él...
—¿Es de Jeff? —preguntó incrédulo— ¡Oh dios, ¿quién lo iba a pensar?! —rió— el asesino más temido se vuelve papá. Suena algo irónico ¿no lo crees?
Jack asintió: —Es un gran problema... —suspiro—, esa criatura no sabe a lo que vino al mundo.
—¿Por que lo dices? —Toby lo miro vacilante—. ¿Crees que... El bebé... No vaya a sobrevivir?
—¡Míralo Toby! —Jack exploto— ¡somos asesinos! ¡A-S-E-S-I-N-O-S!
¡Y nosotros no tenemos hijos, es más, ni siquiera merecemos tener una familia! ¡Y DE PRONTO LLEGA UN BEBÉ! ¡¿Dime que le espera a esa criatura?! No le espera nada... Morirá, lo mataran.
Toby se encogió de hombros: —Yo creo que si merecemos una familia, merecemos ser felices como cualquier otro —dijo, mientras caminaba a la puerta. Antes de salir, se volteó y miro a Jack—. Y el bebé no morirá —dijo seguro—, no mientras tenga al tío Toby aquí —mascullo antes de irse y dejar a Jack boquiabierto.
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