1. Los sentimientos de un padre
Esa tarde Jeff llego a casa; una cabaña triste, descuidada y en muy malas condiciones. Estaba cansado, quería comer y descansar, pero había un detalle. No había comida. Y tampoco había cama. Esta era una de las muchas dificultades que tenía al ser un asesino, no tenía el lujo de poder vivir dignamente, en cambio tenía sólo un par de cobijas en el suelo, y una almohada que Jack había conseguido para él. Su compañero no estaba en la cabaña, quizás había salido a encontrar su propio alimento. Jeff pensó que debería hacer lo mismo, pero al final el cansancio lo venció.
Esa cabaña no era de dos pisos, y mucho menos era grande, era pequeña, contaba con dos habitaciones, en una tenían lo que parecía ser una cocina, había un refrigerador, una estufa cochambrosa y también un sofá viejo y sin una pata. En la otra habitación estaba el monto de cobijas y la almohada, su única ventana no tenía vidrio, había también un mueble pequeño de madera, estaba maltratado y viejo pero al menos servía para guardar un poco de ropa. Por último estaba el baño, estaba sucio y el agua era un problema, por suerte y había algo de papel higiénico. Si pudiesen ver aquella cabaña notarían que se es imposible vivir ahí, era un lugar ciertamente feo, nadie con "dignidad" se atrevería a vivir ahí. Pero había un detalle, Jeff había encontrado muchas comodidades en aquel lugar, y ahora él junto a su compañero Jack solían llamarlo casa. Era su hogar y ellos se encargarían de llamarlo así durante muchos años más.
Sin embargo las cosas para Jeff hoy habían sido diferentes. Entro al lugar, lo miro por unos instantes.
Sobre el sofá había un periódico y una manta de lana café, eso era de su amigo Jack. Sobre la mesa había una simple taza blanca, y sobre la estufa había una bolsa de algún supermercado, pero ya no contenía nada.
Jeff arrastro los pies por todo el lugar, se abrió camino al sofá y se dejo caer perezosamente ahí. Últimamente había tenido muchos problemas, unos muy grandes y otros muy pequeños, pero esta vez había un problema especial. Había un bebé de por medio, un pequeño humano que amenazaba todo el futuro de Jeff. Sin duda no estaba en sus planes, joder, ni siquiera le había pasado eso por lo cabeza, su mundo se basaba en asesinatos y supervivencia, ya saben, lo esencial para un asesino. No sabía con exactitud lo que pasaría, pero tenía la corazonada de que no sería nada bueno, sabía que no habría algo bueno dentro de tanta maldad y oscuridad. Y esto lo estaba matando.
En un movimiento de desesperación, Jeff enredó los dedos de su mano en su cabello negro, estaba muy estresado y su cabeza palpitaba, tenía un dolor muy fuerte, pero se había acostumbrado a el. Al menos desde el día en que se enteró que una de sus víctimas tendría un bebé, un bebé que sin duda el había creado en una noche de borrachera. Ese fue el primer error de Jeff, y ella se habría convertido en la primera chica oficial a la que no mató.
Sin embargo ella no era el problema, era ese bebé, un bebé que aún no nacía pero ya causaba grandes y terroríficos problemas. Jeff se asusto, la sola idea de pensar en un bebé le causaba una sensación extraña. Sí, él era un cobarde, y cuando se enteró pensaba en convertirse en un verdadero cobarde. Tenía planeado irse y no regresar jamás, olvidarse de la chica y del pequeño que crecía en su vientre, olvidarse en que se convertiría en padre. Jeff iba a huir, pero entonces Debie le habría dicho que ella moriría y aquel bebé quedaría sólo. Entonces todo se esfumo, el mundo de Jeff por primera vez habría cambiado... Su corazón se había contraído y su pecho había tenido un pequeño dolor. Quería huir pero un sentimiento de remordimiento lo había impedido. Entonces comprendió que Debie no podría cuidar de él, ella moriría y ese ser quedaría sólo é indefenso. La mente del pelinegro comenzó a hacer un millón de escenas de ese niño a futuro. Sin madre, sin padre y sin ningún otro familiar, viviendo en una casa hogar, siendo maltratado por sus educadores y compañeros; inclusive imagino a un niño semejante a él antes del accidente, con cabello café y piel blanca, llorando porque no tenía nadie que realmente lo quisiera. Luego imagino lo peor, aquel mismo niño muerto. Su piel apagada, sus ojos fríos y su cabello sin color. No. Jeff no quería eso, y tampoco podía permitirse dejar a ese niño sólo. Después de todo era su hijo... Sí, era su hijo. Y él cuidaría de aquel ser.
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