Capítulo 6 [Venado en la luz]


Después de pasar un rato juntas, Lucía se fue a seguir con su rutina, después de todo también tenía vacaciones, admiraba a Lucía desde siempre, era una mujer joven que sabía bien quién era ella y tenía los dos pies bien puestos sobre la tierra.

Lo cierto es que desde que le llegó ese mensaje de Rogelio no pudo pensar en otra cosa, cierto, ella lo había eliminado de sus contactos, en sus redes sociales nunca lo había tenido porque él prefería no utilizar, pero a pesar de haberlo borrado, nunca pudo bloquearlo, odiaba admitir que una parte de ella esperaba que él volviera con ella, que le dijera todo había sido un sueño y que de nuevo estarían juntos, como antes.

En el momento que Victoria le cerró la puerta a Lucía se fue a su cuarto a llorar y a fumar como una desquiciada, odiaba esto, odiaba sentirse miserable y perdida, pero por un año habían sido solo ella y Rogelio contra el mundo, o al menos eso le decía él.

Antes de Rogelio había salido con varios hombres y mujeres, ella inició muy joven su carrera y eso le daba la atención de mucha gente pero no todos fueron serios, de los más memorables fueron los siguientes: tuvo un novio que le gustaba estar con ella hasta que ella se volvió más relevante que él, entonces, se enojaba y arrojaba cosas por todo su departamento, luego una novia a la cual no podía ver por el trabajo y se alejaron eventualmente, su novia no creía en relaciones a larga distancia, luego salió con el actor, falso todo y cuando creía que nadie más podría llegar, conoció a Rogelio.

Había ido a su disquera, a firmar su segundo contrato después de que su primer disco hubiera sido un éxito, Lucía había tenido un problema con su auto y conocía el tráfico en Nueva York, se tardaría en llegar; así que estaba esperando en una sala que tenía en lo que llegaba su manager y ahí estaba él, con su traje perfectamente planchado y le quedaba como un guante, después se enteró que todos sus trajes eran a la medida, tenía la piel oliva y su cabello negro como la noche, aunque con unas pocas canas, a pesar de que se le notaba el corte de la barba estaba rasurado al raz.

A ella casi le dio un infarto cuando la vio a los ojos, tenía esta intensidad que la hizo sentirse como una niña de secundaria loquita por un muchacho, le sonrió amablemente y ella le devolvió la sonrisa tímida.

Quería decir algo, presentarse, saber su nombre, sabía que no era un talento porque no tenía esa pinta, pero era alguien importante, estaba a punto de presentarse cuando una asistente vino a decirle que ya podía pasar a donde quiera que fuera, y cuando lo vio entrar por la puerta de finanzas supo que debía tenerlo.

Luego llegó Lucía, hicieron la firma y salieron de la disquera, y su manager se fue a hacer otra cosa, siempre trabajando.

Estaba en el estacionamiento, iba a comenzar a caminar hacia el metro, algo que siempre le había gustado era viajar en el metro, sí, era sucio, los hombres a veces eran unos puercos, las aglomeraciones y los olores eran horrible y probablemente había ratas, pero no sabía manejar, además así veía a la gente, le gustaba ver a la gente del metro y crear historias en su mente para ellas.

Ya estaba saliendo del estacionamiento de la disquera cuando escuchó unas pisadas.

—¿A dónde vas? —Era él, el hombre de finanzas y le hablaba a ella. Sus ojitos brillaron.

—Por ahí, a dar la vuelta. —Sonrió coqueta, ella sabía que podía con él.

—Te llevo. —No era una pregunta, era una orden y eso le gustaba. —Una señorita como tú no debería de andar sola por estas calles. —Él abrió la puerta de su coche y ella sin pensarlo entró.

Si tan solo pudiera regresar el tiempo, decirle a esa pequeña Victoria que no hiciera caso, que se fuera para el otro lado y no lo buscara más, pero había decidido bailar con el diablo y perdió.

Estaba en su mierda, cuando tocaron su puerta, se había perdido en su llanto.

—Carajo. —Susurró para ella. —¡Ya voy!

—Soy Carlos.

—Mierda, mierda, mierda. —No quería que el piloto la viera así, con los ojos rojos e hinchados, apestando a cigarro y con los mocos de fuera. —¡Un momento! —Corrió al baño y se echó perfume por todo el cuerpo y agua en la cara limpiándose y esperando que el agua fría la ayudara mágicamente.

Al abrir la puerta parecía que la chica había corrido un maratón, tenía el cabello despeinado, agua en su playera y su característico olor a tabaco y perfume.

—¿Qué te trae a este lado de la casa? —Preguntó con naturalidad esperando que no le hiciera preguntas sobre su estado.

—¿Podemos hablar? —Se veía serio, y supo que era algo importante, así que asintió y lo siguió hasta la sala, parecía que acababa de regresar de entrenar, porque olía a sudor y por alguna razón eso no le disgustaba.

Al llegar a la sala, él se sentó en un lado del sillón y ella del otro, pero ambos viéndose a la cara.

—Sé que tenemos reglas que seguir y sé que en este trabajo las cosas serán diferentes, pero me gustaría hacerte saber que no espero que esto se torne en "pareja falsa que termina siendo real". —Carlos había sido directo.

A Victoria eso le había caído como una cubeta de agua fría. Tal vez se había sobrepasado un poco con el coqueteo en el supermercado y aunque le gustó hacerlo, no esperaba una respuesta positiva por parte del piloto. A ella le gustó hacerlo porque la hacía sentir un tanto poderosa y poder era algo que necesitaba estas últimas semanas.

—Entiendo. —La chica no sabía qué más decir, en verdad tenía muchas cosas en su cabeza como para tomarse en serio a Carlos.

—No quiero que esto se malinterprete. Eres muy hermosa pero hay que ser sinceros. No eres mi tipo, somos muy diferentes y yo —Carlos se quedó en silencio por un rato y luego lo soltó. —La verdad es que en parte por la que acepté todo este show con tal de recuperar mi carrera es porque quiero recuperar a mi novia.

—¿Por qué se separaron? —Victoria sabía que no debía preguntar, Carlos se había portado muy respetuoso con ella pero quería saber el chisme.

—Yo comencé a actuar como idiota cuando comencé a ganar y a obtener más fama. Fui un imbécil y quiero reivindicarme con ella. —Victoria ahora se sentía un poco mejor porque parecía ser que en esa casa no solo había un corazón roto sino dos.

—Lo capto, en serio. No te preocupes podemos ser compañeros de trabajo, hasta amigos pero siendo sincera yo tampoco busco nada ahorita, quedé destrozada y lo último que quiero son hombres en mi vida. —Ella sonrió de manera que trataba de hacerle saber a Carlos que hablaba en serio.

Carlos asintió y se puso feliz de que la rubia lo entendiera. No quería terminar mal con ella y menos viendo lo mucho que le costaba, en cuanto abrió la puerta pudo notar que había estado llorando y por el estado de su cara y sus ojos habían sido horas, además de que el olor a tabaco era penetrante, si era cierto que solo fumaba cuando estaba estresada algo había pasado para ponerla en ese estado.

—Por cierto, mi entrenador viene a cenar, él ya sabe de esto porque trabaja conmigo y tenemos que acoplar los horarios de entrenamiento a todo esto. —Carlos cambió de tema una vez que todo había quedado claro.

—Vale, me iré a mi cuarto. —Victoria comenzaba a ponerse de pie pero Carlos la tomó del brazo por instinto.

—Esperaba que cenaras con nosotros. —La chica sonrió y aceptó.

De esa forma el piloto mataba dos pájaros de un tiro, se aseguraba que Victoria comiera algo sin obligarla y él tenía compañía, odiaba comer solo.

—¿Es saludable? —Victoria preguntó tratando de llevar la conversación a algo más casual y dejar de lado la plática seria de hace rato.

—Sabes que sí. —Carlos la miró mal rodando los ojos, ¿por qué se negaba a ser saludable? —No te hará mal algo de verde.

—Mmm me gustan las gomitas de gusano verde, aunque mis favoritas son las azules con rosa.

—Venga come algo más sólido y luego te llevas tus gomitas. —Era como hablarle a sus primos pequeños.

—Me parece Justo. Pondré la mesa.

La rubia terminó de arreglar la mesa y fue directo a su cuarto a arreglarse un poco, suficiente tenía con que Carlos la viera de esa manera no dejaría que más personas obtuvieran esa vista de ella.

Al salir, el entrenador de Carlos ya había llegado, era un hombre llamado Rupert, el piloto los presentó y la cena comenzó. Tuvieron que hablar en inglés todo el tiempo porque el hombre era inglés pero todo será traducido.

—Y entonces Carlos tenía que simplemente correr por las mañanas pero como era nuevo viviendo en Inglaterra y era su primer invierno, la primera mañana que pase por él se resbaló porque no le había puesto sal afuera de su puerta. —Rupert decía con una sonrisa en el rostro.

—Eso es una regla básica de supervivencia. —Victoria comentó y fue entonces que se rieron a costa de Carlos.

Rupert y ella se llevaban burlando de Carlos toda la cena y él estaba que lo disfrutaba de lo lindo, mentira.

Carlos no sabía en qué momento su entrenador y AMIGO lo había dejado botado por irse a impresionar a la joven pero lo entendía, sus ojos podrían convencer a varios de luchar en una guerra.

Había visto como el cajero del supermercado le hacía ojitos y trataba de coquetear con ella, pero Victoria estaba tan metida en sus pensamientos que ni se dio cuenta.

—Sí, bueno gracias a Dios no me lastimé gravemente y pude correr esa temporada. —Carlos le daba un trago a su agua mientras comentaba de forma amargada.

—Oh vamos Carlos es un chiste no te enojes. —Victoria le dijo defendiendo a Rupert de sus malas miradas y Rupert estaba disfrutando que su defensora fuera una dama. —Yo me caí del escenario una vez. Fue horrible pero más horrible ver mi caída en todos los medios, y los memes. Algunos eran buenos pero otros eran simplemente crueles.

Rupert trató de no reírse y no decir nada del tema pero lo hizo. —Oh tendrás que perdonarme Vic pero los vi, y me divertí mucho. Pero que bueno que estás bien.

—Sí fue más la vergüenza si soy sincera.

La conversación se fue moviendo y pronto comenzaron a pasar las horas de sueño de Carlos y él sabía que dormiría menos esa noche pero poco a poco otra vez en mucho tiempo comió a gusto. Sin su celular y sin sentirse solo riéndose con amigos.

Rupert salió de la casa con una sonrisa y unas gomitas de lombrices agridulces en la bolsa. Se despidió y prometió que visitaría de nuevo a los tortolitos, así los había comenzado a llamar de broma puesto que ellos se habían burlado de la historia del "nidito de amor"

Victoria comenzó a alzar la mesa, estaba comenzando a lavar los trastes cuando Carlos llegó después de despedirse de Rupert.

—¿Qué haces? Déjalos. —Carlos le dijo pero ella no le hizo caso, como siempre.

—Me parece Justo que yo lave después de que tú hiciste de cenar. Estaba delicioso todo.

—Gracias. —Odiaba eso, hace algunas horas estaba diciéndole que entre ellos no habría nada más que amistad y ahora se escondía porque le gustaba que le hiciera cumplidos, lo mismo pasó de camino al supermercado, siempre teniendo ese sonrojo alrededor de la chica.

—¿Quién te enseñó a cocinar? —Victoria le preguntó y agradeció que no se fijara en él.

—Mi madre y abuela y cuando comencé a vivir solo también tuve que ponerle más empeño, odiaba las comidas de microondas. —Carlos hizo una cara de asco.

—Claro pues felicitaciones a ellas. Te heredaron su sazón. —Ella siguió lavando y volvió a hablar. —Yo amo cocinar, claro que últimamente no tengo ganas de hacer muchas cosas, ¿verdad? —Victoria mencionó apenada; su estado depresivo no la dejaba hacer muchas cosas. —Pero si hay algo que disfruto es la cocina. Mi madre también me enseñó.

—Esos fideos de ayer estaban buenos.

—¿Esa basura? No es nada. Antes preparaba banquetes, tal vez algún día te prepare uno. —Aseguró la cantante.

—Suenas como una anciana. —Carlos se burló de ella. —"En mis tiempos preparaba banquetes hijo, algún día te haré uno chiquillo travieso" —La voz de Carlos imitaba a una viejita y se había puesto jorobado con los ojos medió cerrados.

—¡Yo no dije eso! —Victoria respondió ofendida pero quería reírse.

—¡Así sonaste! —Carlos comentó entre risas volviendo a su voz y postura normal. —Lamento dejarte pero mañana tengo que seguir con mi rutina. ¿Está bien si te dejo? —Ella asintió y se despidió.

Lo vio marcharse a su lado de la casa así que para no molestarlo se puso música con audífonos y terminó su limpieza. Luego decidió ver una película en la sala y cuando estuvo cansada se acostó en el sillón.

Esa noche ni siquiera pudo dormir en el sillón, solo daba vueltas, y la luna estaba hermosa, lo sabía porque alumbraba toda la sala.

Con todo el dolor de su corazón fue a buscar su celular, se puso una sudadera, tomó su cajetilla de cigarrillos con solo dos y su encendedor, sin hacer ruido fue al jardín donde prendió las luces de la alberca, tenía ganas de salir y tomar aire fresco.

Al sentarse en la alberca, abrió sus mensajes y lo vio, ahí estaba el mensaje que había recibido en la tarde:

"¿En serio? ¿Ya tan rápido te olvidaste de mí?"

Dios, ¿cómo era que dos oraciones le hicieran tanto daño, lo extrañaba, y lo odiaba porque estaba tan acostumbrada a su voz que podía escucharlo decir esas palabras en su oído.

Fue débil y mientras encendía un cigarrillo, ponía llamar a ese número telefónico.

Según su reloj, en Estados Unidos serían entre las 10-11 pm por la diferencia de horario.

Un pitido

Dos pitidos

Tres pitidos.

Alguien descolgó y el corazón de Victoria dio un vuelco.

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí? —Era él, su voz rasposa y grave, estaba hablando bajo pero lo suficiente para escucharlo fuerte y claro.

A lo lejos se escuchaba ruido en una casa, su casa y entonces unas risas, risas de niños ¡SUS HIJOS!, ¿qué estaba haciendo? ¿Y si grababa la conversación y luego la vendía a un programa de chismes? ¡Lucía estaría furiosa!, no solo Lucía. ¡Carlos y Caco también! Ahora no solo su carrera dependía de ella, sino también la de Carlos también.

Fue como ser un venado frente a la luz de un auto, no podía moverse y su voz se había ido.

—¿Victoria? —Su nombre, dijo su nombre y fue suficiente para que ella se pusiera a llorar sin hacer un solo ruido.

Antes de que dijera algo más, colgó, colgó y su pecho subía y bajaba como si acabara de dar una vuelta a la manzana, sintió el sudor frío sobre su frente y lo limpió con la manga de la sudadera, su cigarro acababa de caer a la alberca y no se había dado cuenta, fumo el otro en segundos y ahora se había quedado sin provisiones, ya iría mañana.

Estaba alzando sus cosas cuando su celular vibró en la bolsa, lo sacó y era otro mensaje.

"¿Me extrañas?"

Por impulso aventó el celular al agua, no se arrepentía, de todos modos lo importante estaba en la nube.

La rubia se apresuró a apagar todo y a entrar de nuevo a la casa antes de que hiciera una estúpidez. Cerró las puertas y se acostó en el sillón, por puro aburrimiento se quedó dormida.

Pero lo que no sabía es que ciertos ojos habían seguido cada movimiento desde que había salido.

Algo que odiaba Carlos de él era su sueño ligero y en cuanto escuchó una puerta abrirse se despertó, y vio que no era nada más y nada menos que su roomie, para colmo había comenzado a fumar, pero hizo algo más, le estaba hablando por teléfono a alguien, no hablaba pero entonces comenzó a llorar, agradecía a la Luna por alumbrarle la escena y luego, cuando pensó que ya se iba a meter la vio aventar su celular a la alberca y correr de vuelta a la casa.

La pregunta era ¿A quién le había hablado? 



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Capítulo sorpresa de "Miércoles", digo "" porque mañana saldré con mi madre temprano y mejor desde ahorita lo subo. 

Espero lo disfruten y nos vemos el viernes.

Gracias a todos los que comentan, que hicieron esto posible y también a todos los que leen esta fanfic, pues ya llegamos a las 2500 lecturas 

<3 un abrazo.


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