Capítulo 53 [Felices Fiestas 2/2]
Quedan 5 capítulos para el gran final
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¡Confirmado!
Desde hace semanas se especulaba que Victoria Ellis había reemplazado al piloto español Carlos Sainz por alguien más cercano a casa, el productor Harry Carling.
Bueno, se ha confirmado la relación por una foto en internet donde se les ve muy cariñosos compartiendo un beso en la madrugada de Navidad.
A la cantante estadounidense sólo le tomó unos cuantos meses olvidar a quien todos creían el amor de su vida, pero no olvidemos que pasó lo mismo cuando terminó con Rogelio.
Solo esperamos que estos dos hagan una excelente pareja dentro y fuera del estudio y nos entreguen un excelente disco.
Lo siento, Carlitos, pero creo que Victoria no está llorando por ti.
***
A la mañana siguiente, Carlos estaba dormido, ni siquiera había escuchado su alarma cuando su padre entró para despertarlo.
—¿Quieres ir a correr? —El piloto abrió los ojos encontrándose al señor Sainz vestido ya listo con ropa deportiva.
—¿Qué hora es?
—Tarde.
Carlos rodó los ojos y asintió —Dame 10 minutos y salgo.
—Apresurate, Carletes. No querrás perderte esto —Su padre entrenaba nuevamente para el Dakar.
Sin decir nada más, salió de su cuarto y fue a esperarlo en la sala. Creía que a lo mejor, pasar un rato junto bajaría la tensión que se sentía en el ambiente.
Carlos fue al baño, se echó agua a la cara y se cambió. No recordaba a qué hora se había ido a dormir, probablemente del aburrimiento había caído rendido. Pensaba que eran las 10:00 am en Madrid, que serían las 4:00 de la madrugada en Nueva York y que mientras él saldría a correr con su padre, Victoria estaría en los brazos de Harry, con Bodoque acostado a la orilla de la cama.
Sintió náuseas de sólo pensarlo.
—Vamos a correr —El piloto madrileño salió y sonrió al ver a su padre.
—Está vez no dejaré que me ganes —Fue lo que le respondió y él solamente sonrió divertido.
Los dos hombres Sainz salieron de la casa sabiendo que todas las chicas dormían y después de unos estiramientos comenzaron a realizar un recorrido que ya conocían de memoria, tal vez podrían correr en el gimnasio, pero correr en el exterior era bueno para distraerse.
Terminaron de correr y decidieron que caminarían de regreso a la casa. Ambos hombres iban en lo que Carlos hijo creía era un silencio para nada incómodo, hasta que su padre interrumpió.
—Tu madre me contó todo lo que habló con Victoria en Mallorca.
El madrileño no volteó a verlo y siguió caminando sabiendo que su padre estaba a un lado.
—¿Sí?
—Sí —El hombre veía a su hijo, Carlos veía hacia el frente y su ceño era serio.
—Sigo sin estar listo para hablarlo y en todo caso no importa ya —Estaban a metros de llegar a la casa.
—No debió de hacerlo... pero ella cree, creémos que estás enojado con nosotros.
En ese momento, el madrileño se detuvo de golpe y se giró a ver a su padre.
—Tranquilo, me comportaré mejor en Año Nuevo —El señor Sainz pudo nota el coraje en la voz de su hijo.
Carlos iba a caminar de nuevo cuando sintió como la mano de su padre jalaba su hombro.
—No es eso lo que quiero.
—¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que ustedes dos quieren? Lo haré.
El señor Sainz respiró fuerte tratando de no gritarle a su hijo en plena calle.
—No quiero que hagas lo que nosotros queremos —Antes de que pudiera decir otra cosa, Carlos lo interrumpió.
—¿Ah no? Eso sí que es una sorpresa, considerando que aunque no lo pidan, si hacemos algo diferente a lo que ustedes quieren nos ven mal —Carlos soltó en un tono molesto, la ira que estaba reprimiendo no ayudaba, pero al ver el semblante herido de su padre lo hizo calmarse —Mira, tienes razón. Estoy enojado, pero no solo con ustedes ¿correcto? Estoy enojado conmigo.
—Carlos...
—No quiero hablar porque todavía trato de averiguar qué fue lo que pasó y qué tanto lo arruiné con Victoria, con Isabel y con todo mundo.
Su padre asintió y volvieron a caminar.
—Sé que no quieres hablar, pero creo que deberías. Te estás guardando muchas cosas, hijo.
—Lo sé.
—Siempre lo has hecho.
—Lo sé —Carlos repitió rodando los ojos y harto, ¿es qué su padre no había escuchado que no quería hablar?
—Vas a explotar.
Carlos quiso reír de lo ridículo que sonaba.
—¿Sabes por qué estoy tan enojado? —El piloto nuevamente se detuvo, haciendo que su padre quedara dos pasos adelante de él.
El señor Sainz se volteó al escucharlo, lo haría si eso le aseguraba que su hijo volvería a él.
—¡Porque no sé que estoy haciendo con mi vida! Tengo 28 años y bien podría tener 15. Me siento estúpido y cuando recuerdo todas las decisiones que he tomado en los últimos meses solamente me hacen querer salir corriendo y enterrarme en la tierra.
El señor Sainz por primera vez en mucho tiempo estaba escuchando a su hijo hablar la verdad.
—Me siento como un niño asustado y ni siquiera puedo culpar a mamá de todo, porque no importa lo que ella le hubiera dicho a Victoria. ¡Fui yo quien la alejé! Así que disculpa si parece que odio al mundo, pero es que en estos momentos, lo hago.
Carlos se acercó a su padre, aunque no era necesario, por su tono de voz sabía que lo escuchaba claramente.
—Lo único que hago es pensar y pensar y repasar en mi mente, odiarme y pensar más y tratar de armar un rompecabezas que parece que no encaja —Carlos tomó por los hombros a su padre para que lo viera a los ojos —Así que te pido de la forma más atenta que me dejen odiarme y odiar al mundo un rato más.
—Carlos.
—¿Quieren ayudarme? Dejen que resuelva mis mierdas y cuando esté listo, hablaré. Prometo comportarme a la altura, sé que les preocupa lo que la gente piense de nosotros.
Y una vez que dejó claro su punto, soltó los hombros de su papá y siguió caminando hasta la casa escuchando los pasos de su padre detrás de él.
Al llegar a la puerta de la casa, Carlos no tocó, no entró y no se movió hasta que el señor Sainz llegara con él.
Ambos hombres se pusieron frente a frente esperando a que uno rompiera el silencio.
—No los odio, ¿ok? —El señor Sainz escuchó a su hijo y lo miró con lástima —Solo estoy comenzando desde cero y necesito tiempo.
—Entiendo —Su padre habló, pero la verdad por más que trataba de entender, no lo hacía —Te daremos tu espacio. Hablaré con tu madre.
—Gracias —El piloto asintió con una sonrisa y abrazó a su padre.
Era un abrazo sincero, Carlos se sintió mejor en cuando su acto fue correspondido, no importaba el sudor, solamente quería sentir que no lo abandonarían, pero era cierto, seguía necesitando tiempo.
Al entrar, encontró a todas en la cocina recalentado la comida que había sobrado, la tía Ruth estaba fumando mientras ponía la mesa.
Los dos hombres saludaron y fueron a lavarse rápido antes de sentarse a comer, todas estaban en pijama, así que no importaba que ellos vinieran de hacer ejercicio.
—Tía Ruth, ¿cómo dormiste? —Carlos se acercó hasta ella y sonrió.
—Como un bebé —La mujer le devolvió la sonrisa y continuó fumando.
Ambos tomaron asiento, así como todos los demás y comenzaron a servirse comida, cada quien estaba en lo suyo cuando la voz de su padre los distrajo.
—Ana, a comer, deja el celular —Ana estaba escondiendo lo que estaba haciendo con ayuda de la mesa, pero era obvio para todos que estaba en el celular, sus padres odiaban que lo usaran mientras compartían los alimentos.
Era simple para ellos, a menos que fuera una urgencia o algo verdaderamente importante, trataban de no usar los aparatos en la mesa porque eran pocas las veces que todos estaban juntos.
—Lo siento pá, es que respondía unos mensajes pero Carlos ¿Ahora que hiciste? Mis amigas dicen que eres tendencia en twitter —Carlos no había hecho nada, ni siquiera había estado saliendo mucho como para que se filtraran fotos de él o algo por el estilo.
Todos voltearon a verlo, pero sabían que el joven tenía razón. Ni siquiera salía.
—Estás en problemas —Ruth cantó divertida de forma que solamente él escuchara y Carlos la fulminó con la mirada.
—¿De qué hablas? —Carlos la ignoró y volvió a preguntar. Ana había "corrido" a twitter y lo descubrió por ella misma, no dijo nada, solo se dedicaba a ver la pantalla.
Oh-oh.
No quería ser ella quien le diera las noticias a su hermano.
—Dame eso —El piloto se puso de pie, le arrebató el celular a su hermana y vio por él mismo lo que sucedía.
Twitter estaba lleno de reacciones a una foto de Victoria, en específico una de Victoria besando a su productor. Su cara se puso completamente seria.
Esa era la razón de porqué su nombre era tendencia global. La gente discutía sobre la nueva relación de Victoria (ahora que se había "confirmado") y hablaban de que pareja les gustaba más o de qué pensaría Carlos, decían que Victoria lo hacía para llamar la atención del madrileño y mencionaban los rumores de que Carlos había regresado con Isa.
Odiaba con todo su cuerpo ese tipo de atención, odiaba hablar de sus relaciones y odiaba ese tipo de rumores.
Y podía sentir su cuerpo llenarse de celos enfermizos, ¡por cosas como esas estaba tan molesto! ¿Es que acaso no podía desaparecer y no ser molestado nunca más? A donde fuera el recuerdo de Victoria lo perseguía y si no era eso, era su presencia, porque sus canciones aparecían como un fantasma para atormentarlo.
El simple hecho de ver la foto lo hizo querer aventar el celular a la pared y todo lo que estaba en la mesa al suelo.
Pero entonces se preguntó, ¿sería publicidad para su nuevo disco? ¿Sería en serio? No lo sabía y debería no importarle. ¡Fue él quien le dijo que debería salir con Harry! ¡Pero ella había dicho que no era una cita! Dios, ¿cuántas veces podría cagarla? Ahora era él quien la había mandado directo a los brazos de aquel.
El piloto le regresó a su hermana su celular y comenzó a comer esperando a no vomitar y fingiendo que nada había pasado.
—Mamá, esto está delicioso —Carlos habló con comida en la boca sintiendo todas las miradas sobre él.
Mientras que Carlos estaba congelado viendo la foto de Victoria con Harry, Blanca se las había enseñado a todos.
—¿Estás bien? —Preguntó Blanca y él asintió, tomó un poco de jugo para bajar la comida.
Su padre le lanzó una mirada a su hija que decía: no se metan. Pero había sido demasiado tarde, la pregunta ya había abandonado sus labios.
—Claro, Victoria puede salir con quien ella quiera, desgraciadamente me seguirán asociando a ella. Me refiero, ambos somos muy famosos y nuestra relación fue asunto de todo mundo —Su familia compartió miradas incrédulas sin comentar nada —Pero por favor, disfrutemos las vacaciones, dejemos en paz este asunto y comamos.
Eso fue suficiente para que los demás obedecieran y dejaran a Carlos en paz, pero no importaba porque de la mente de Carlos no se borraban esas imágenes, de Victoria con alguien más, besándola, tomándola en sus brazos como tantas veces lo había hecho él.
Si eso era en público no quería imaginarse lo que harían en privado.
Se puso de pie de golpe espantando a todos en la mesa.
—¿Saben qué? Ya no tengo tanto apetito, iré a correr un rato —Y sin esperar una respuesta se puso de pie y dejó su plato en la barra para salir de ahí —Provecho familia.
Reyes iba a decirle que acababa de ir a correr, que podía descansar algo.
—Carlos —Reyes comenzó a hablar, pero el señor Sainz la interrumpió tomando su mano y negando con la cabeza.
La mujer entendió y no habló.
Después de eso, la puerta se escuchó abrirse y cerrarse.
—Ay Carletes, no sabe ni a dónde esconderse —Dijo su padre comenzando a comer.
Las hermanas se voltearon a ver sin decir nada, concordaban con lo que él decía. Ruth trataba de averiguar si esto era algo común en la familia, pero por las reacciones de todos supieron que no era así.
—Así que la rubia consiguió nuevo novio —La mujer fue la siguiente en romper el silencio que se había formado en la mesa.
—Eso pareciera —Ana le respondió seria.
Ruth rodó los ojos sabiendo que la historia podría repetirse.
—¿Por qué terminaron? —Todos en la mesa se voltearon a ver sorprendido, ¿qué decían? Ella no sabía del contrato.
—No sabemos —El señor Sainz respondió antes de que esto se saliera de control.
La tía Ruth no tenía nada que perder, así que siguió aventurándose a descubrir que había sucedido.
Joder, si Carlos se acercaba a ella como un niño asustado, estaba claro que había algo jodidamente mal.
—¿Es qué acaso no era lo suficientemente buena para el apellido Sainz? —La mujer preguntó con humor sabiendo que lo más seguro es que había sido eso.
—Ruth —El señor Sainz dijo su nombre como advertencia de que debía detenerse.
—Fue eso, ¿no es así? —Nadie habló. Blanca y Ana no tenían la menor idea de lo que sucedía, pero Reyes ni siquiera podía verla a los ojos, era claro que ella tenía razón —Veo que tengo razón.
—No te metas, Ruth —Nuevamente, el señor Sainz le habló a su hermana.
—No, ¿por qué querría meterme? Es obvio que ustedes lo tienen todo bajo control —Ruth azotó su vaso sobre la mesa para hacerse escuchar —El muchacho no puede estar sentado cinco minutos sin querer arrancarse el cabello, pero no me meteré porque lo tienen bajo control. ¿No es así como funciona la familia? Pretender que todo está bien.
El sarcasmo era notable en su voz, Blanca y Ana quisieron salir corriendo.
—Veo que aprendiste bien de papá —Ese comentario era para el señor Sainz —Reprimir todo como un buen Sainz. Si no mantiene la imagen perfecta de la familia, será mejor mantenerlo guardado. Me pregunto cuánto tiempo le queda a Carlos para que explote
—Carlos no va a explotar —Reyes no iba a permitirse que Ruth viniera a hablar así de su familia.
—Reyes, que tierna que pienses que tu hijo no está a punto de un colapso —Ruth se metió de nuevo —Pero sabemos que si soy yo la única Sainz a la cual recurre es porque algo está del carajo.
La pareja se volteó a ver sin entender.
—Por supuesto que no saben —Ruth rió al verlos tan confundidos —Ayer su hijo me preguntó por qué nunca me casé.
—¿Y qué le dijiste? —Reyes preguntó ansiosa por saber.
—La verdad, Carlos sabe a qué me refiero —La cabeza de la familia Sainz asintió.
Él era pequeño cuando todo había sucedido, pero recordaba lo suficiente. Además, recordaba todas las peleas que siguieron después de eso, todas las veces que Ruth rechazaba a alguien y lo mucho que sus padres se molestaban con ella.
—Me voy, gracias por el desayuno —La mujer se puso de pie y sonrió para volver a hablar —Les diré algo que tal vez ustedes no pueden ver ahorita, pero ese niño tiene un pie fuera de esta familia. Si lo siguen empujando va a saltar y no regresará al nido.
La mujer no esperó una respuesta por parte de nadie, solamente fue al cuarto de invitados donde había pasado la noche, tomó sus cosas y salió de la casa.
Ahora, debía mantenerse alejada hasta que a Reyes y Carlos se les pasara el coraje.
***
Victoria había tomado sus maletas, a su gato y había partido para Los Ángeles.
Durante el vuelo salió la foto de ella besando a Harry y quiso tirarse por el avión, ahora había una foto que le recordaría el peor beso de su vida.
¿Es que la gente no tenía nada que hacer en Navidad como para que también la siguieran durante esas fechas? Más vale que lo que sea que hubieran ganado por la foto valiera la pena, se dijo a sí misma completamente molesta.
Lucía le había enviado un mensaje con solamente un signo de interrogación.
Ella le respondió: Error de Navidad.
Solo recibió un "tonta" por parte de su manager.
Cuando llegó al aeropuerto y fue hacia la salida, con su maleta y Bodoque en su caja de viaje sintió tener un dejavu.
Su madre estaba esperando por ella, usando un vestido de mezclilla, su cabello ahora pelirrojo y brincando de felicidad. Le gustaba saber que su hija había cumplido y pasaría unos días con ellos.
Wes no estaba, solo su madre.
—¡Tori! ¡Si viniste! —Gritó al ver a su hija.
Era la mañana de Navidad y Victoria había llegado. Claramente no iba a existir manera de que encontrara boletos, tuvo que tomar un vuelo privado de emergencia.
La cantante se apresuró hasta donde estaba su madre y se dejó abrazar por ella, por las maletas no pudo devolverle el abrazo.
—Hola mamá —La rubia sonrió al separarse.
—Creí que llegarías días después, pero cuando me mandaste el mensaje comencé a preparar tu cuarto.
Las dos mujeres comenzaron a caminar a la salida, Addison tomó la maleta de su hija y se fueron hasta el estacionamiento.
—¿Vienes sola o se nos unirá cierto productor? —Victoria no respondió de inmediato, volteó a todos lados para ver si podía lanzarse frente a un auto para no tener que responder.
—No, no creo que se nos una.
—Oh. Ya sabes, pensé que sería algo ya recurrente, primero Rogelio, luego Carlos y ahora el nuevo novio —Su madre soltó una risita divertida y Vic nuevamente buscó una salida.
—No es mi novio, Addison. Solo fue un beso...
Las dos llegaron al jeep rosa y acomodaron todo antes de partir. Su madre comenzó a manejar horrible como ya era costumbre y siguieron platicando porque era normal para ellas.
—¿Y Wes? —La cantante prefirió cambiar el tema.
—Fue a pasar la mañana con sus hijos y nietos —Su madre respondió como si nada —Me invitó, pero yo sabía que ibas a llegar y bueno, no quería arruinarle la Navidad a esos pequeños.
Victoria volteó a ver a su madre decir eso esperando que no le afectara tanto y por la serenidad en su cara supo que Addison había utilizado su llegada como el pretexto perfecto para no ir.
—¿Los engendros del diablo siguen siendo nefastos? —La cantante sacó un cigarro y lo prendió, sabía que su madre no tenía problema con que fumaran en su jeep.
—Pasamos Acción de Gracias con ellos y sí, no han cambiado mucho, pero Wes me da mi lugar así que puedo soportarlo.
—De verdad que son los gemelos más asquerosos del mundo. Sé que no son gemelos, pero hay algo siniestro en ellos.
—No les digas así. Son los hijos de Wes y de su esposa fallecida, esa mujer no tiene la culpa de que sus criaturas resultaran ser bastardos mimados —La mujer le quitó el cigarro y fumó un poco.
Las dos rieron.
—Mientras no digas que es porque somos familia —La cantante recuperó su cigarro y comentó divertida.
—Joder no, tú al menos te comportas mejor que ellos.
Siguieron hablando de cosas sin importancia hasta que llegaron a la casa. En cuanto su madre se estacionó, Victoria soltó a Bodoque y el gatito saltó hasta llegar al pasto.
—Veo que Bodoque recuperó su... complexión —Addison comentó tratando de no decir que Bodoque había vuelto a verse obeso.
—Está mejor. Tiene citas de juego con los gatos de Harry —Mierda, ahora que lo había arruinado con él, ¿seguiría recibiendo a Bodoque para jugar con sus gatos?
Las dos entraron a la casa y Victoria vio un enorme pino en la zona de la sala, debajo de él estaba repleto de cajas. Carajo, ella no había traído regalos.
—Ummm —Victoria comenzó a hablar para excusarse, pero no sabía qué decir.
—Te estábamos esperando para abrirlos.
Su madre la asustó hablando detrás de ella. Victoria se comenzó a poner nerviosa. ¿Todos eran de ella? ¡Eran demasiados! ¿Qué tanto podrían comprarle que ella no pudiera tener?
—No todos son tuyos, ¿eh? No te creas tan importante —Addison habló viendo la cara de su hija comenzando a asustarse por las atenciones —Unos son míos, otros de Wes y tuyos.
—Genial, siento no haber traído regalos. La verdad es que también pensé que llegaría después, pero no quería estar sola en Navidad.
Victoria siguió a su madre hasta la cocina y la vio sacar una jarra de agua fría con rodajas de limón en ella. Sirvió dos vasos y ella los aceptó con gusto.
—¿Pasó algo? —La pelirroja preguntó preocupada.
—No, solamente Harry no iba a quedarse después de ese beso —Victoria alzó sus hombros indiferente.
Addison vio a su hija con calma, para ver qué era lo que escondía detrás de esas palabras. Sus ojos denotaban tristeza, pero no sabía si ese sentimiento era por el productor.
—¿Querías que se quedara? —La voz de su madre era tranquila, no quería presionarla a hablar.
Después de unos segundos, Victoria respondió.
—No.
Fue ahí que Addison entendió que su hija estaba sufriendo, pero no por Harry.
—Seguí tu consejo ¿sabes? Darle una oportunidad o bueno, algo por el estilo —Victoria siguió hablando, ya saben, para seguir trabajando la relación con su madre —Pero había algo que no se sentía bien. Algo no terminaba de encajar.
La mujer asintió y le pasó a su hija una bolsa de gomitas de gusano y un cigarro. Aceptó ambos.
—No tienes que forzarlo, ya saldrás de esta.
Victoria sonrió y comió un poco de sus gomitas, iba a decir algo más cuando escucharon la puerta abrirse y por la sala entraba Wes con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Ahí están mis chicas! —Victoria sonrió al verlo.
—Hola Wes.
—Hola, mi amor.
Ambas saludaron a su manera, su madre fue hasta él y le dio un beso, Victoria se volteó de inmediato, una vez que los escuchó reír regresó su mirada y se puso de pie. Wes la envolvió en un abrazo que ella respondió y rápidamente se separó.
—Que bueno que ya llegaste. ¿Vienes sola? —Wes también preguntaba por Harry. Addison le hacía señas desde atrás de la cantante para que no dijera nada más y él entendió, pero había sido algo tarde.
—Gracias y bueno, vino Bodoque —Victoria sabía bien que se refería al productor, pero no iba a volver a hablar de él.
—Ese gato juguetón me recibió en la entrada enredándose en mis piernas.
La rubia sonrió al escuchar eso.
—¡Ahora los regalos! —Addison gritó mientras aplaudía y jalaba a su hija hasta la sala.
Wes salió detrás de ellas.
Al parecer, había tres tipos de envolturas, cada una para cada uno de ellos. Las de Addison eran color dorado y blanco, las de Wes eran rojo con verde y las de Victoria eran de un papel bastante infantil con un estampado de hombres de jengibre y muchos colores.
La cantante trataba de no ponerse rara y arruinarles la Navidad, trataba de recordar lo que había visto en las películas de Navidad y como actuaban ese tipo de familias.
—Siento no haber comprado nada —Victoria se disculpó de nuevo y Wes colocó su mano en su hombro.
—No te preocupes, es bueno tenerte antes de lo esperado —Su padrastro le dijo con una sonrisa.
Victoria sintió ganas de vomitar por los nervios que sentía. ¿Qué mierdas decía en esa situación? No te pongas rara, no te pongas rara, se repitió.
—Gracias, es bueno estar aquí —Victoria sonrió ocultando su incomodidad, mentir un poco no le haría daño a nadie.
No es que no le gustara, es que nuevamente, estaba aprendiendo lo que era una familia "normal".
—Es más, ¿por qué no abres el primer regalo? —Wes tomó una caja con el papel de niños y se la entregó.
La cantante sonrió y comenzó a abrirlo sintiendo las miradas ansiosas de ambos, estaba claro que esperaban su reacción.
Al abrirla encontró que era un perfume, el perfume que ella usaba hace mucho tiempo, pero que habían descontinuado hace algunos años y ya nunca había podido encontrarlo. Victoria abrió la boca sorprendida al verlo.
—¿Es el L'eau cheap and chic de Moschino?
—¡Sí! —Addison gritó al ver que su hija se había quedado sin palabras —Lo buscamos por meses y por suerte, Wes conocía a alguien y te conseguimos una botella.
Victoria sonrió a ambos, esta vez no era una sonrisa fingida o incómoda, sonrió conmovida y sintió sus ojos llenarse de lágrimas.
—Lo siento, no sé porqué estoy llorando.
La pareja se volteó a ver sonriendo y Wes pudo ver que su mujer también comenzaba a llorar.
Para ambas se sentía una Navidad diferente, los años anteriores simplemente se daban regalos muy superficiales y los que Addison le daba a Victoria siempre eran con el mismo dinero que la cantante le depositaba. Este año, la madre de Vic se había esforzado, tratando de recordar pequeños detalles de su hija y tratando de que sus regalos no parecieran frívolos y vinieran del corazón.
—Está bien —Addison habló con un nudo en la garganta.
—Gracias, voy a cuidarlo mucho —Vic dejó el perfume de lado y fue hasta su madre para darle un abrazo.
Las dos mujeres se separaron después de un rato y Vic se giró a ver a Wes.
—Gracias, Wes.
—No es nada —Victoria no lo dejó terminar de hablar porque la rubia se lanzó hacia él y lo abrazó en un acto que ninguno esperaba.
Wes se tardó en corresponderle, porque está era la primera vez que Victoria lo abrazaba por gusto y no por obligación o porque él hubiera iniciado el abrazo.
Sabía que se sentía rara cada que pasaba tiempo con la pareja, pero si así se sentía tener una familia que se preocupara por ti, Victoria sabía que podría acostumbrarse y poco a poco los nervios se irían.
***
Mientras tanto, Carlos había salido como había dicho, a correr más a pesar de que ya lo había hecho con su padre en la mañana.
El clima era fresco, estaba disfrutando su entrenamiento, y para nada estaba pensando en la rubia, Victoria era una adulta y ellos habían terminado como... ¿Amigos? No, ni siquiera como amigos, solo fueron colegas a los que se les complicaron las cosas y luego, todo se arruinó por su indecisión y no se cansaría de decirse a sí mismo que perderla fue su culpa.
Ahora Carlos estaba tratando de arreglar su vida, estaba feliz y conforme con los avances que había tenido.
¿Conforme? ¿Esa era la palabra que quería ocupar para describir su vida? Sonaba como conformista, literalmente.
No supo cuánto corrió, pero regresó a su casa, al entrar agradeció que nadie más estuviera, parecía que todos habían tenido cosas que hacer, y de esa forma nadie le preguntaría nada. Podía ver las miradas que su familia le daba cada que se mencionaba a Victoria de alguna forma. Podía sentir toda la lástima que le dedicaban en cada mirada.
Fue hasta su habitación y se dio un baño, al salir, se quedó recostado en su cama revisando redes sociales, volvió a encontrarse por todos lados las fotos de Victoria y de Harry. La que más se repetía era la del beso y luego encontraba fotos de ellos, fotos planeadas por Lucía o fotos que los fans tomaban en el paddock.
Los fans comparaban todo, cada pequeña interacción de Victoria con cualquiera de los dos y decidían a qué bando pertenecían. Por un momento se sintió como cuando sus hermanas hablaban de Crepúsculo con el Team Edward y Team Jacob.
Carlos quería ser el lado el cual se quedara con la chica, claro que no lo diría a nadie.
Durante un rato estuvo convenciendose de que esas fotos habían sido idea de Lucía, seguro que era otra relación por publicidad, más si quería que a su disco le fuera bien.
¿Pero a quién engañaba? La gente moriría por escuchar lo que sea que Victoria sacara después del año que había tenido.
Se metió a Instagram a ver las historias de la gente, cualquier cosa que no fueran las fotos de Victoria y en close friends se encontró con que Lucía estaba en Madrid.
¿Qué hacía Lucía en Madrid? Por alguna razón su corazón comenzó a latir a toda velocidad, porque Lucía no viajaba sin Victoria y si Lucía estaba en Madrid eso significaba que...
Revisó de nuevo la historia y vio que la agente había tomado una foto a la entrada del restaurante de un hotel de 5 estrellas que él conocía. Sin pensarlo mucho, se puso sus tenis, una gorra y salió para el hotel.
Se convenció de que extrañaba a Lucía y que sería bueno irla a ver y bueno, si se topaba con cierta rubia no le molestaría, porque sabía que donde estuviera una, estaría la otra. Tal vez hasta podrían hablar y él podría disculparse y decirle unas cuantas cosas.
***
Lucía iba entrando al hotel donde se estaba hospedando con su familia. A su hermana y a su esposo les había dado ganas de ir a visitar Madrid por todo lo que ella les había contado de la ciudad y a sus 5 meses de embarazo decidió pasar las fiestas allá.
Ella venía del gimnasio, le había dado ganas de estar un poco más activa, no estaba acostumbrada a que su vida fuera tan tranquila, pero con Victoria trabajando en el álbum, no había mucho que ella pudiera hacer.
Al pasar por la recepción, el gerente le dijo que alguien la había estado esperando y al voltear Lucía se sorprendió al encontrar a cierto piloto madrileño mordiéndose las uñas y tamborileando su pierna con la mirada perdida en el suelo.
—Lleva como 40 minutos sin moverse, dice que hasta no verla no se moverá —Ella asintió y dio las gracias.
—¿Carlos? —Ella fue hasta él y en cuanto Carlos escuchó su voz se puso de pie a saludarla.
—Lucía —El madrileño la abrazó alzándola un poco del piso —Dios, cuánto tiempo sin vernos.
—Bájame antes de que te asesine —Lucía respondió molesta y Carlos obedeció.
—Lo siento, Feliz navidad. ¿Cómo te la pasaste?
Una vez que Carlos la soltó, la castaña entró en shock, no se esperaba algo como esto.
—Feliz navidad, Carlos. Y Bien, me la pase tranquila —Lucía sonrió mientras ambos se alejaban un poco para mantener espacio entre ellos —Pero dime, ¿qué haces aquí?
La agente de Victoria le dedicó una mirada a Carlos, se veía bien, parecía que ya dormía correctamente, tenía el cabello más largo de lo normal, pero eran vacaciones.
—Dios, no quiero que pienses que soy un psicópata, pero vi en tus historias que estabas aquí y me dije, ¿por qué no visitarla? Después de todo, hace mucho tiempo que no te veo.
Lucía quiso sonreír divertida, sabía que esa no era toda la historia.
—Vale, en ese caso, ¿qué te parece si vamos a comer algo? Vengo de hacer ejercicio y estoy hambrienta —La castaña entrelazó su brazo con el de Carlos y lo guió hasta la terraza del hotel.
A pesar de ser temporada alta por las vacaciones de invierno, no había mucha gente y podían hablar tranquilos, tomaron asiento en una mesa y ordenaron algo de tomar mientras hablaban.
—¿Esperan a alguien más? —Preguntó el mesero y Carlos no supo responder.
Tal vez porque en el fondo esperaba que alguien más se les uniera. Tal vez Victoria había salido a comprar libros o algo y venía tarde porque ella siempre llegaba tarde a todo y se negaba a usar otro medio de transporte que no fuera el estúpido metro.
—No —Lucía respondió con una sonrisa en el rostro, de reojo viendo la reacción del piloto frente a ella.
Carlos se rascó su mejilla fingiendo que eso no lo había descolocado un poco. Los dos ordenaron y de nuevo la plática continuó.
—Entonces, decidiste regresar a Madrid —Carlos siguió con la plática.
—¿Qué te puedo decir? Es una ciudad muy hermosa —Lucía tomó un poco del pan que les habían dado y comenzó a comer, no mentía cuando decía que tenía hambre.
—Lo sé, y no lo digo porque yo haya crecido aquí —Carlos tomó un poco de agua y volvió a hablar —¿Cuánto llevas aquí?
—Lo suficiente, vi a Caco hace unos días. Salimos a cenar —Lucía sonrió al mencionar a su primo.
—Ese maldito no me dijo nada —Ambos rieron ante aquel comentario.
—Supongo que no quería molestarte.
—No me molesta saber que estás aquí —Carlos sonrió mientras entrecerró sus ojos —No soy un niño.
—No, pero me comentó que las cosas no están muy bien con tus padres —Lucía comenzó a hablar con precaución, no quería hacerlo enojar. No cuando ella también lo había extrañado.
Carlos asintió esperando no tener que hablar mucho sobre el tema.
—No lo culpes, solamente lo comentó y fue muy discreto al hacerlo.
—No te preocupes, pero entiendo porque no me lo dijo. No dejamos de darte problemas, ¿no es así? —Carlos soltó divertido.
—Así es. Bonito discurso, por cierto.
Fue en ese momento que les pusieron sus platos frente a ellos y comenzaron a tomar sus cubiertos.
—¿Gracias?
—Era sarcasmo, Carlos —Lucía lo fulminó con la mirada —Sí no eres tú, es la otra. De cualquier forma, ninguno de los dos me deja disfrutar mis vacaciones.
Carlos quiso tomarse en serio las palabras de Lucía, pero no podía y se mordió la lengua para no reírse, no funcionó porque se le escapó una risa, a la cual, Lucía se unió.
Después de eso hubo silencio, y Lucía no quería más rodeos, ella bien sabía que Carlos no la había buscado por el placer de su compañía.
—Ella no está aquí —Eso hizo que el ceño de Carlos se frunciera.
Ni siquiera tenía que decir su nombre para saber a quién se refería.
—Yo no...
—No me tienes que mentir, sé porqué estás aquí —Lucía terminó de comerse su pedazo de pan.
Carlos se detuvo de golpe dejando de partir su comida.
—¿Tan obvio soy? —Era patético.
—Solo un poco, pero hey, dame un poco de mérito, que yo sé leer a la gente a la perfección —Carlos rió derrotado y Lucía orgullosa.
—Vale, tienes el mérito —El madrileño tomó un poco de su agua —Bueno, sí no está contigo ¿dónde está?
—Me parece que ya debió de llegar a Los Ángeles, con su madre, pero antes estuvo trabajando en Nueva York. Está muy sumergida en el nuevo álbum, con eso de que le dieron una oportunidad en la nueva disquera —Lucía explicaba —Ese disco es en lo único que piensa últimamente.
Los dos tomaron sus cubiertos nuevamente y extendieron su servilleta sobre sus piernas.
—Creí que nunca se separaban —Carlos bromeó un poco, pero sintiéndose perdido por saber que Victoria no estaba ahí.
—Uno pensaría eso, pero ahora, no sé, está diferente —Lucía decía partiendo su platillo y sin verlo.
—¿A qué te refieres? —Carlos también estaba partiendo su comida, no se había dado cuenta lo hambriento que estaba hasta ahora.
—Ella es diferente, más independiente, más madura, creo que sería la palabra.
—¿Qué te hace decir eso? —Estaba intrigado, quería saberlo todo.
—No lo sé, no puedo explicarlo, solo sé que Victoria cambió para bien, fuma menos, sigue yendo a terapia, dejó de salir con perdedores sin sentido —Lucía era una experta para meter el tema que realmente le importaba a la gente, y en ese caso, era eso.
¿Carlos quería hablar de Victoria y Harry? Ella le sacaría la información.
La castaña había visto las fotos, y le preguntó a Victoria lo que sucedía, después de que ella le contó todo, que no le gustaba y que solo había sido un beso. Lucía se sentía tranquila, era bueno que se diera un tiempo para estar sola y no salir con el primer hombre que le brindara un poco de atención, pero debía de admitir que Harry era una mejora a los perdedores con los que Victoria solía salir, y por lo que había visto, los dos parecían entenderse bien y tenían muchas cosas en común, además de que era obvio que el productor sentía algo por su cliente, lo había notado en las sesiones de grabación que había presenciado.
—Hmm —Carlos dijo con comida en la boca, una vez que la tragó, continuó hablando —Entonces ¿el productor y ella? ¿Es por publicidad de nuevo?
Lucía sonrió divertida mientras que en su cabeza decía: Eso te gustaría ¿no es así?
—No —Lucía respondió y Carlos de nuevo había perdido el apetito —La verdad es que no sé qué está pasando allá, yo llevo aquí dos semanas, y cuando vi las fotos, bueno, ¿qué se puede hacer? Siempre y cuando no esté casado por mí está bien —Lucía iba a decir otra cosa, estaba disfrutando hacer sufrir un poco a Carlos, pero le daría tiempo para reponerse.
Carlos no dijo nada, solo asintió, ¿qué decía? ¿Qué estaba decepcionado? ¿Qué estaba siendo sumamente egoísta? Porque él la había rechazado, había tenido la oportunidad de tener a Victoria solo para él, ¡ella se lo había pedido!, ¿y qué había hecho él? NADA, absolutamente nada. Se había quedado callado y jamás la había buscado.
Y ahora, ahora que se estaba muriendo de celos por dentro era muy tarde, porqué si Victoria estaba con Harry, significaba que no era por publicidad y por el comentario de Lucía, no era un perdedor, era un hombre bueno, que la quería, que le daría lo que él nunca pudo y que no era un cobarde, porque así era como Carlos se sentía, como un cobarde, Victoria se lo había dicho la noche que recuperaron a Bodoque, se lo había repetido antes de regresar a su casa y desde que se había ido, no había día que no se lo dijera así mismo
Victoria había tenido razón, como siempre.
Lucía podía ver como Carlos tenía una guerra interna con él mismo en su cabeza y desistió a la idea de torturarlo, suficiente tenía con sus pensamientos.
—Pero vamos, Carlos, mejor dime ¿ya listo para la siguiente temporada? —La castaña cambió de tema.
Después de todo, Carlos era un amigo para ella.
Carlos tuvo que fingir su mejor cara y continuar con la comida, en el fondo era cierto, una parte de él había extrañado a Lucía, de cierta manera se sentía cercano a Victoria y la castaña era muy buena compañía.
La comida se extendió un buen rato, ya casi anochecía cuando Lucía lo acompañó hasta la recepción. Al aparecer tenía un compromiso con su familia y su ejército de sobrinos, como ella le había comentado.
—Lucía, cuídate y espero nos volvamos a ver —Carlos le dio un abrazo sincero a la agente.
—Carlos, tú eres el que se debe cuidar, no me gustaría ver más accidentes —Lucía le dijo en el abrazo.
Luego, se separaron y Lucía lo volvió a llamar.
—¿Sabes? —La castaña había hablado un poco fuerte, haciendo que Carlos se diera la vuelta a verla, el piloto fue hasta ella —Siempre pensé que ustedes dos terminarían juntos.
Carlos sintió como si Lucía le hubiera soltado una cachetada.
—¿Disculpa? —Carlos estaba desconcertado.
Para que ella no gritara de nuevo, se acercó hasta donde estaba.
—Ya me escuchaste, no lo sé, supuse que Victoria había encontrado a ese alguien al que siempre había buscado, ustedes eran dinamita pura —Lucía sonrió recordando todo lo que las estrellas les habían hecho pasar a ella y a Caco —Nunca supe por qué no fue así. ¿Realmente con tu novia era mejor?
Carlos agachó su cabeza.
—Fui yo. Lo arruiné todo —Por primera vez, Carlos lo había admitido en voz alta con alguien que no fuera su familia —¿No sabías?
Lucía frunció el ceño mientras negaba.
—Supe que algo había pasado después de Mallorca y lo confirmó cuando dejaron de acostarse —Carlos asintió. Claro que Lucía sabía que habían estado durmiendo juntos —Y luego regresaste con Isabel, no sé. Victoria no hablaba mucho al respecto, pero sabía que algo se había arruinado.
—Victoria fue a buscarme el día que el contrato había concluido, me confesó sus sentimientos y me pidió una oportunidad. Por segunda vez —Carlos continuó y la sorpresa de Lucía creció, era algo que su cliente no le había dicho a ella —Yo estaba en una cena con Isa, sus padres y mis padres. No dije nada, me quedé congelado, cuando quise decir algo, ella ya se había ido.
La cara de Carlos se veía sombría.
—¿Por qué hiciste eso? Además, ¿segunda vez? —El tono de sorpresa de Lucía era demasiado.
—Por miedo, miedo a perderla. No podría soportar comenzar una relación con ella y que todo saliera mal y ella se alejara de mí. Somos tan diferentes —Carlos guardó sus manos en sus bolsillos.
—Así que por miedo a perderla lograste justamente lo que no querías. La perdiste y ahora ¿qué? ¿Te vas a conformar con una vida con la que no estás feliz?
—Soy feliz.
—¿Lo eres? Porque Carlos, disculpame pero alguien te lo tiene que decir, una persona que está feliz con su pareja no va a buscar a otra, porque, admite esto, ¿viniste aquí por mí o con la esperanza de que Victoria estuviera aquí? —Carlos no dijo nada y el silencio del piloto le dio la respuesta a Lucía.
Lucía rodó los ojos, ¿por qué los hombres eran tan estúpidos?
—Ay Carlos.
—Ya no estoy con Isabel —De nuevo la boca de Lucía se abrió —Porque entendí eso. Tarde, pero estoy trabajando en eso.
La castaña asintió.
—Voy a un psicólogo —Carlos volvió a hablar, por alguna razón podía decirle todo esto a Lucía sin miedo a que lo juzgara —Hay cosas que necesito resolver y él me está ayudando.
Lucía sonrió, Carlos era como un niño y eso que solamente se llevaban dos años de diferencia.
—¿Qué fue lo que pasó en Mallorca?
—Actué como un Sainz —Lucía no entendía a qué se refería Carlos.
—¿Y cómo es eso?
—Victoria... no puedo. No puedo repetir todo lo que dije, pero tienes que entender que yo creía que era lo mejor.
No importaba la gente a su alrededor, los dos estaban muy metidos en la conversación para notarlos.
—¿Lo mejor?
—¡Eso creía! Victoria es tan ella y yo tan Sainz y en ese momento solo podía pensar que no hubiera funcionado entre los dos. Ella ama Nueva York y su carrera y yo viajo todo el tiempo y la fórmula 1 es... —Lucía interrumpió las excusas que siempre ponía Carlos.
—Carlos, esas son pendejadas, estas poniendo excusa tras excusa como pretexto para decir que su relación no hubiera funcionado —La agente se estaba enojando y quería darle una buena sacudida a Carlos.
—¡Lo sé!
Carlos desvió la mirada y Lucía supo que debía irse, además de que la estaban esperando.
—Me dio gusto verte Carlos, por favor cuídate, y piensa bien qué estás haciendo con tu vida —La castaña se acercó hasta el piloto y le dio un beso en la mejilla.
—Cuídate, Lucía —Fue lo único que pudo decir mientras la veía marchar.
Después de eso, fue hasta su auto aguantándose una que otra lágrima de impotencia, y condujo hasta su casa, al cruzar la puerta, fue directo a su habitación sin decir nada. Le dolía la cabeza.
***
Después de Navidad, Victoria pasó los días sin hacer nada, simplemente los disfrutaba junto a Addison y Wes.
Justamente en esos momentos acababan de terminar de jugar golf.
—No sabía que tenías entrenamiento —Wes estaba sorprendido por como jugaba la rubia —Carlos te enseñó bien.
Victoria estaba usando un atuendo comprado por Wes, era una minifalda azul junto con una chamarra del mismo color y tenis de color gris. Los habían comprado en una tienda deportiva y ella había elegido todo mientras que Wes pasaba su tarjeta.
Al inicio le pareció raro, pero pronto dejó de importarle y compró varios atuendos lindos.
—No lo tengo, solo golpeo la bola y ya. No es mi culpa ser tan talentosa en todo lo que hago —Victoria comentó divertida —Y Carlos no me enseñó nada, no dejaré que se lleve el crédito de mi éxito.
Wes alzó sus manos en forma de rendición, no quería pelear.
—¿Quieres tomar algo en el club antes de regresar a la casa o...?
Los dos caminaban hacia el carrito de golf que les habían prestado mientras que dos chicos cargaban sus bolsas. Los palos de golf de Victoria eran rosas, hechos especialmente para ella.
—¿Podemos pasar al supermercado? Quiero comprar algunas cosas antes de ir a la casa.
—Lo que tú quieras —Wes sonrió y se subió del lado del pasajero.
Victoria conduciría.
La cantante sonrió y comenzó a manejar, sabían que los chicos los seguirían en el otro carrito con todas sus cosas. Vic manejaba horrible e iba más rápido que él límite permitido, quería ver si Wes le decía algo, como esperando que le gritara o algo por el estilo. Nunca lo hizo.
Al llegar a la salida, guardaron sus cosas, Wes les dio propina a los chicos y se fueron. Esta vez era Wes quien manejaba.
—¿Te gusta el vino barato? —Victoria preguntó cambiando la música de Wes sin preguntar, el hombre ya le había dado permiso para hacerlo.
—Claro, hay botellas de 100 dólares muy decentes —Wes comentó serio mientras que Victoria reía —¿Qué? ¿Qué dije?
Para ella vino barato eran botellas de 5 dólares sabor a frutas.
—Eres tan rico, Wes. Que me dan ganas de golpearte la cara a veces —La cantante no iba a hacerlo, solamente era frustrante.
—No mi lado derecho, ese es el bueno —Era bueno saber que Wes se tomaba con humor los comentarios de Victoria.
Pronto llegaron al supermercado más cerca de la casa, los dos se bajaron y Victoria fue directo por lo que quería dejando a Wes sólo sin avisar. Era algo que todavía le costaba, saber que venía con él y no podía simplemente dejarlo solo.
Sin pensarlo mucho continuó buscando sus botellas de vino sabor a durazno, hoy Wes aprendería lo que era una buena bebida.
Luego agarró dos paquetes twinkies y cuando iba a buscar a Wes para irse, pasó por los pasillos de Belleza.
La cantante se detuvo de golpe al ver los tintes.
—No, no. No es buena idea —se convenció a sí misma y siguió avanzando.
Pero entonces, regresó a los segundos.
Se quedó un buen rato analizando todos los colores frente a ella, vio su tinte rubio, podía comprarlo y retocarse las raíces que sabía que le hacían falta. Tomó una caja de su color y luego, cuando volvía a irse, tomó otras dos cajas de tinte castaño.
Era del color de sus raíces.
Se decía que no iba a utilizarlos, que simplemente quería comprarlos, era una de esas compras compulsivas.
Una vez que tuvo todo fue a las cajas y para su suerte, Wes estaba ahí viendo las revistas.
—Pensé que me habías abandonado —El hombre le dijo al verla acercarse hasta él.
—Iba a hacerlo, pero recordé que tienes las llaves del auto —Vic respondió bromeando y Wes sonrió sin dejar de ver la revista frente a él.
En la portada estaba ella besando a Harry y una mala edición de Carlos con lágrimas dibujadas. Era una de esas revistas de chismes.
—Divertido —Wes comentó molesto, la agarró y se la enseñó.
No le gustaba como Victoria era tratada por todos, era insultante para él como todo mundo se dedicaba a atacar a su hijastra.
—Te debes de acostumbrar, yo por eso nunca les doy ni una sola mirada.
—Tienes toda la razón del mundo —Wes puso de nuevo la revista, pero está vez la puso hasta el final de las demás, donde nadie pudiera verlas.
Victoria sonrió.
Luego fueron hasta la caja.
—¿Encontró todo lo que buscaba? —Les preguntó la mujer frente a ellos.
—¿Podrías venderme una cajetilla de Luckies? —Vic pidió y la mujer comenzó a pasar todo por el escáner.
Wes ya estaba sacando su billetera cuando Victoria lo detuvo.
—No, me toca pagar a mí. Ya luego te haré comprarme otro atuendo para jugar tenis, pero mientras tanto, yo pago —Vic entregó su tarjeta y no dejó que su padrastro hablara.
El hombre asintió viendo lo que su hija acababa de comprar y divisó los tintes.
—¿Cambio de look?
—No.
Victoria no dijo nada más y Wes no la presionó para hacerlo. Era algo que ya estaba entendiendo sobre Victoria.
El camino de regreso a la casa fue igual de tranquilo, los dos hablaban de temas sin importancia. En cuanto entraron a la casa, se dieron cuenta que Addison no había llegado, así que Victoria tomó una de las botellas de vino, mientras que metía la otra al congelador, agarró los twinkies y sus cigarros para salir a la terraza.
Wes estaba por irse a la sala a sentarse y darle un poco de espacio cuando la escuchó gritarle.
—¡Wes, ven!
El hombre sonrió al darse cuenta que la joven quería estar con él y cuando salió a la terraza se sentó a su lado.
Victoria ya había prendido un cigarro y abierto la botella.
—Ten, te toca darle el primer trago a lo que verdaderamente es un buen vino barato.
Él aceptó el trago y bebió directo de la botella.
—¿No deberíamos ir por copas?
—Vamos Wes, es una puta botella de 5 dólares —Victoria comentó tomando la botella de vuelta y dándole un trago —Se comen con eso.
La cantante señaló un paquete de twinkies y Wes agarró el que creía era para él.
Los dos estuvieron comiendo y bebiendo en silencio mientras veían a Bodoque jugar con el chihuahua de Addison.
Fue entonces que Vic pensó en el número que le había hablado en Navidad. Cuando le mandó mensaje a Lucía ella dijo que no fue ella quien le había hablado y cuando investigó la lada, internet decía que era de España.
La pregunta era ¿quién la había llamado?
No había forma de que fuera Carlos, pero no sabía quién más podría haber sido. Fue ahí que a la cantante se le ocurrió una idea.
—¿Wes? —El señor dejó de beber para ponerle atención a la joven —¿Me puedes hacer un favor?
—Claro.
—Ok, sonará raro, pero hay un número que me llamó hace unos días y quería ver si podías llamarlo de vuelta y responder. Solamente para ver quien está del otro lado.
Wes frunció el ceño.
—¿Es seguro?
—No lo sé, por eso quiero que contestes tú. Porque si esperaban mi voz y es alguien no grato, no volverán a llamar si te escuchan.
Su padrastro asintió y fue por el teléfono de la casa.
Victoria marcó el número sin guardar y esperaron pacientemente a que la otra persona respondiera.
Un tono, dos tonos y tres tonos después escucharon como alguien contestó.
—¿Hola? —Era español para la sorpresa de Wes, pero no de Victoria.
Victoria le hizo señas a Wes de que debía decir algo, porque solo había escuchado la voz de un hombre, pero no la reconocía.
—Hello —La cantante se golpeó la frente. ¡Claro que Wes no hablaba en español!
—¿Hello? —Ahora el otro hombre también respondió en inglés.
—My name is —Victoria le hizo señas de que no dijera su verdadero nombre —John Smith and I work for this amazing hotel where you can buy shared time for the entire year.
¡Tiempos compartidos! ¿Es qué no se le podía ocurrir algo mejor? ¡Además de que había usado el peor nombre! ¿John Smith? ¿Cómo el de Pocahontas?
—Um. Hello, John and how did you get my number? Because right now I'm not looking for anything like that or similar.
Al volver a escucharlo preguntar cómo es que había obtenido su número Victoria supo quien era. ¡Era el señor Sainz! El padre de Carlos. La cantante se cubrió la boca para no gritar.
Wes volteó a verla sin saber qué hacer.
—Termina la llamada —Le soltó en un susurró.
—You know what? I have no idea. Sorry for the inconveniences.
Y sin esperar más, colgó. Wes se sentía desconcertado de todo lo que acababa de suceder.
—¡John Smith! ¿Esa fue tu mejor idea? —Victoria gritó tratando de comprender lo que acababa de suceder.
—¡Oye! Entré en pánico.
—¡¿Y tiempos compartidos?! —Victoria trataba de recordar la corta llamada en su mente.
—¿Quién era? —Wes le preguntó mientras que Victoria trataba de ordenar sus pensamientos.
—No lo sé.
—Mentira —El esposo de su madre la señaló con un dedo acusatoriamente —¿Quién era?
La rubia rodó los ojos harta y le arrebató la botella a su padrastro.
—El padre de Carlos ¿ok? —Wes frunció el ceño.
Victoria lo ignoró y apagó su cigarro en un cenicero que estaba ahí para después darle un largo trago a su vino, al punto de casi terminarlo.
—¿Por qué te hablaría él?
—¡No lo sé! El señor tiene mi celular.
Victoria se puso de pie y fue por la otra botella, sin esperar nada, la abrió y volvió a darle un trago largo mientras regresaba con Wes.
—¿Y si te llama le responderías?
—¡Claro que sí! —Hubo un silencio de segundos —Tal vez no.
Wes sonrió divertido.
—Ahí está tu respuesta. Tal vez quería hablar contigo sin el miedo de que no le respondieras.
Victoria iba a decir otra cosa cuando la puerta de la casa se abrió y por ella entró su madre. Había salido con sus amigas aprovechando que ellos dos saldrían a jugar.
—¡Ya llegaron! Genial —Addison gritó desde adentro de la casa y encaminándose hacia donde ellos estaban.
—Ni una sola palabra a mi madre ¿entendido? —Victoria se agachó y fue ahora ella quien lo amenazó con un dedo.
—Entendido, jefa.
***
—¿Quién era papá? —Carlos preguntó al ver a su padre ver el teléfono de la cara con confusión.
—No tengo la menor idea.
Carlos rió al ver la cara de confusión de su padre.
—Te lo juro, fue la conversación más extraña, querían vendernos tiempos compartidos en un hotel el cual no dijeron su tiempo y quien me atendió era un tal John Smith.
El señor Sainz le resumió lo que acababa de escuchar.
—Debió de haber sido una broma —El piloto fue hasta su padre y agarró el teléfono para dejarlo en su lugar al ver que su padre seguía desconcertado.
—Una muy mala broma. Deben de mejorar —El señor Sainz comentó para después ponerle atención a su hijo. Carlos estaba arreglado para salir —¿A dónde vas?
El piloto sonrió inocente.
—Saldré con las chicas.
Sus hermanas le habían dicho que era miserable y que odiaban verlo así, que lo llevarían a tomar y él estaba encantado de salir con sus hermanas.
—¿Va a ir Isabel? —Su padre preguntó y Carlos asintió.
—Sí, pasaremos por ella.
Isa todavía no le había dicho a su madre que habían terminado, así que Carlos seguía cumpliendo con su promesa de no decirle a sus padres y nadie cercano a ellos. (Además de Caco)
Su padre y Carlos se quedaron en un silencio algo incómodo hasta que escucharon un claxon sonar.
—Son ellas —El piloto sonrió y se despidió —Será mejor que me vaya, ya me despedí de mamá. Llegaré tarde.
—Claro, diviértanse.
El señor Sainz acompañó a su hijo hasta la puerta para despedir a sus hijos.
Al volante estaba blanca, Ana en el lado del copiloto y Carlos salió corriendo para meterse en la parte de atrás.
—Hola papá —Sus hijas estaban arregladas para salir y emocionadas.
—Hola, pa.
Habían dejado a sus prometidos en casa, era una salida solo de hermanos.
—Cuiden a su hermano y cuídense —Su padre se acercó hasta ellos antes de que partieran —No tomen mucho y si toman, no manejen. Llámenos y vamos por ustedes.
Los tres hermanos trataron de no rodar sus ojos ante la preocupación de su padre.
—No te preocupes papá —Blanca comenzó a hablar tomando la responsabilidad por ser la mayor —Solo haremos que se divierta un poco, ya nos cansamos de verlo llorar por los pasillos por Victoria. ¡Ouch!
Blanca sintió como su hermano le daba un golpe en la cabeza desde donde estaba. Ana soltó una risa al ver como sus hermanos mayores se peleaban.
—No lloro por los pasillos, Blanca.
—Sí claro —Ana respondió por ella.
—Cállate —Carlos le dedicó una mirada asesina a su hermana menor.
—Bueno papá, será mejor irnos antes de que nos matemos —Blanca sonrió y los demás se despidieron.
El señor Sainz se alejó un poco para poder ver a sus tres hijos con una sonrisa en el rostro, estaba orgulloso de todos ellos y solo esperaba que las cosas mejoraran.
—Diviértanse.
—¡Adiós!
Los tres hermanos salieron riendo a toda velocidad de la propiedad de su padre y fueron a un lugar ya conocido.
Carlos estaba relajado por primera vez en mucho tiempo, esa noche pensaba divertirse con sus hermanas, quienes lo habían alentado a salir. Al principio no quería, mucho menos con las fotos de Victoria besando a Harry como regalo de Navidad, pero después de estarle insistiendo por días, aceptó.
Una noche con sus hermanas era lo que necesitaba.
***
Victoria estuvo el resto del día intentando averiguar por qué el Señor Sainz la había llamado en Navidad, la respuesta más probable era esa. Para felicitarla, pero ¿qué no tenía un celular?
Claro, tal vez ella no le hubiera respondido de inmediato, pero nunca podría ignorarlo por completo. Le tenía mucho respeto a ese hombre.
En ese momento, mientras Victoria seguía pensando en su exsuegro falso se puso a ver las cajas de tinte que había comprado.
La cantante leía los ingredientes, las advertencias y las instrucciones.
Según el reloj en su celular, eran las 3:22 am.
Si se ponía a retocarse las raíces, no se tardaría más de una hora en hacerlo, pero entonces vio las otras dos cajas, las de color castaño intenso. ¿Cuánto tardaría en pintarse el cabello de ese color?
¡No! No hagas estupideces, Victoria.
Se regañó a sí misma.
Traía una cola de caballo que se quitó de inmediato y comenzó a cepillarlo para deshacerse de los nudos. Bodoque estaba dormido en su cama mientras que ella entró a su baño y vio su cara en el espejo.
¿Se vería tan mal de castaña? Después de todo era su color natural y la disquera no la obligaba a ser rubia, no tendría que retocar sus raíces cada dos semanas y tal vez un cambio de look era lo que necesitaba...
—¡A la mierda!
La cantante fue hasta las cajas de tinte y comenzó a prepararlo. Su estilista iba a matarla por usar tinte de caja, pero no importaba. Eran las 3 de la madrugada y quería un cambio.
Vic se cambió por ropa que no le importaba arruinar que consistía en una playera enorme y unos boxers que había robado, desgraciadamente no sabía de quién y comenzó a pintarse el cabello. Pronto vio como su cabello húmedo se veía más y más oscuro. El mismo tinte parecía ser casi de color negro.
Una vez que terminó, acomodó todo su cabello en varios segmentos con pinzas y se puso a fumar esperando a que el tinte hiciera efecto.
Estaba sentada en su lavabo, leyendo un libro y fumando con su cara, sus manos y su playera llena de tinte castaño. Había sido un jodido desastres, había tirado un poco de tinte en el suelo y estaba segura de que había arruinado la toalla de manos de su madre, y bueno, el lavabo parecía zona de guerra.
En ese momento la alarma de su celular comenzó a sonar y fue hasta la bañera, donde con una cabeza de regadera que podía mover a su gusto comenzó a lavarse el cabello.
Victoria estaba hincada afuera de la bañera con su cabeza dentro y podía ver como el exceso de tinte se iba. De verdad que parecía casi negro, ¿acaso se había equivocado de tono? Fue ahí, donde el pánico comenzó a apoderarse de ella.
Victoria supuso que ya había sido suficiente a pesar de que el agua no dejaba de salir oscura. Como pudo se estiró para tomar una toalla que arruinaría como la de manos y se comenzó a secar.
¡Necesitaba verse en el espejo!
Corrió hasta donde había dejado las cajas de tinte y leyó tres veces "Castaño intenso" para asegurarse de que no se había equivocado.
Nuevamente, fue hasta el espejo de su baño y se sacó la toalla de la cabeza.
Su frente seguía manchada, pero eso no importaba, porque al parecer lo había logrado.
Ya no existía Victoria Ellis. Volvía a ser Victoria Solares.
Por alguna razón, lo odió. Odio verse de castaña y solo llevaba unos minutos de castaña y lo odiaba.
Sin pensar en la hora gritó.
—¡AAAAAAAH! —Ese grito tan agudo hizo que Wes y Addison llegaran corriendo hasta su cuarto y Bodoque despertara sin saber qué era lo que sucedía con su dueña.
—¿Victoria? ¡¿Qué pasó?! —Wes entró primero seguido de Addison.
—¡Tori! Mi amor, ¿qué pasó?
El hombre estaba tratando de averiguar si alguien se había metido por la ventana mientras que Addison se detuvo de golpe al ver lo que había hecho.
—Soy castaña, soy castaña y no soy rubia —Victoria estaba llorando.
Su madre se cubrió la boca por la sorpresa. Wes se acercó a ver lo que sucedía y vio que su hijastra había cambiado el color de su cabello. ¿Acaso por eso gritaba?
—¿Pero qué has hecho, Victoria? —Los ojos de Addison estaban por salirse de su cara.
—Creí que me vería bien. Quería un cambio —La cantante soltó sin dejar de llorar —Quería un cambio y ahora parezco Mia Thermopolis antes de ser princesa.
Addison se mordió la lengua porque tenía muchísimas ganas de soltarse a reír.
—¡Ni se te ocurra reírte, Addison! —La, ahora castaña, amenazó a su madre con un dedo.
—Pero mi amor, tú eres castaña.
Wes vio que todo estaba en orden y salió del cuarto para regresar a dormir, Bodoque lo siguió porque estas mujeres hacían mucho ruido.
—¿Y eso qué? —Victoria respondió completamente ofendida.
—No se te ve mal. Solamente no estás acostumbrada a verte de castaño —Addison fue por un cepillo para ayudarle.
Fue ahí que se percató del jodido desastre que Vic había hecho en el baño.
—¿De qué hablas, mujer? —Victoria seguía completamente furiosa —¿No entiendes que ya no soy Marilyn? Ahora soy Jackie. ¡Y todo mundo sabe que Kennedy engañó a Jackie!
Addison comenzó a alzar un poco del desastre mientras escuchaba a su hija enojarse por una decisión que ella había tomado.
—¡Parezco un jodido niño victoriano que está a punto de morir por fiebre escarlata! ¿Desde cuándo he sido tan pálida?
—Desde que odias tomar el Sol —su madre respondió sin voltearla a ver.
—¿Y por qué mierdas no tomó el Sol? Parezco uno de los Cullens si tuvieran un hermano anémico.
—Victoria —Su madre dijo alargando la "a" para que pudiera calmarse.
—Mis tetas no van a compensar el hecho de que haya perdido el rubio. ¿Siempre he sido así de sosa?
La castaña apretó sus ojos con las palmas de sus manos tratando de calmarse, pero se sentía con ganas de aventar una silla por la ventana.
—Ahora entiendo porque me cambiaron el tono de cabello. La jodida disquera tenía razón. Soy tan insípida, como un plato de arroz blanco, técnicamente sería una tortilla sin nada porque soy mexicana pero entiendes el concepto ¡Oh dios! Creo que voy a vomitar —Vic se agarró su estómago y corrió de nuevo al baño para ponerse cara abajo sobre el excusado.
Ahí estaba el vómito nervioso que no había tenido en meses.
Addison se recargó en la pared del baño esperando a que Victoria terminara de hacer drama.
—Falsa alarma —La cantante se acomodó y pudo verse de nuevo en el espejo.
Esta vez su madre apareció detrás de ella y la vio a través de él.
—El castaño se te ve hermoso, Victoria.
Addison tomó la mano de su hija y la comenzó a jalar hacia su recámara. A la cantante no le quedó otra cosa más que obedecer.
Luego, su madre la obligó a sentarse en su cama y con el cepillo que había tomado, comenzó a cepillarle el cabello mientras que Victoria se quedaba quieta.
—No eres insípida y no eras aburrida. Tus tetas están bien y las tortillas solas son deliciosas —Addison trataba de calmarla mientras que Victoria solamente se dejaba peinar —Eres algo pálida, pero siempre has sido así, no veo porque cambiar ahora.
—¿Y si lo odian? —Victoria preguntó nerviosa.
—No creo que lo odien. La gente va a amarte de castaña.
—Yo no lo creo.
Addison dejó el cepillo y abrazó a su hija por atrás.
—Mi amor, eres perfecta —Victoria no se lo creía, pero agradecía el intento —Lo sé porque yo te hice desde cero y yo odio las cosas feas, no las acepto.
—Sí bueno, no es como que tuviéramos la mejor relación ¿sabes? —Victoria recordó con sarcasmo y sintió como su madre le daba un golpe en la cabeza por su comentario —Era broma.
—Escúchame bien. Esta eres tú. Claro, tal vez no sea tu cabello virgen, pero es tu tono natural y por muchos años te hicieron esconderlo y tal vez en parte fue mi culpa, pero debes de entender que tal como eres, es perfecto. No necesitas ser rubia para ser interesante o hermosa o lo que sea.
—Gracias mamá, pero creo que eso es una canción de Bruno Mars —Victoria no iba a desistir de su mal humor.
—Ay, Vic.
La cantante trató de sonreír.
—Es solo que tal vez fue la sorpresa de verme castaña de nuevo —Addison sonrió al escucharla comenzar a pensar con sensatez —Solo debo de acostumbrarme.
—Estuviste 7 años con el rubio, es obvio que vas a extrañarlo, pero los cambios siempre son buenos.
Victoria asintió nuevamente sin decir nada.
—Los cambios nos mantienen vivos. La sorpresa ya pasará y continuarás con tu vida —Su madre se puso frente a ella y acarició su mejilla —Además, al menos no te cortaste un fleco.
—Vete a dormir, Addison —Victoria sonrió mientras agradecía con su mirada el hecho de que su mamá la hiciera sentir mejor —Te amo.
—Yo te amo más, mi preciosa Jackie Cullen —Addison soltó para hacerla enojar.
—¡Mamá! —Victoria gritó molesta y con una risa, Addison salió de su recámara.
Victoria se puso de pie y se dio una última mirada al espejo.
Tal vez cuando durmiera un poco, cuando se arreglara y con una mejor luz se vería mejor, por ahora solamente podía llorar por la muerte de su cabello rubio.
***
Victoria había regresado de casa de su madre el 3 de Enero después de pasar un gran Año Nuevo y había llegado a asegurarse de que el disco era perfecto.
Harry y ella continuaron su "amistad" como si el beso de Navidad nunca hubiera ocurrido, pero en el ambiente se sentía una incomodidad que ambos ignoraban por el bien del trabajo.
Y después de semanas y semanas, era perfecto, su tercer disco era perfecto, hermoso y suyo. Ahora solo faltaba decidir cuándo saldría y tenía la fecha perfecta para eso.
Se había reunido con su equipo, el CEO de la disquera. Rob, estaba en la cabeza de la mesa, ella estaba del otro lado, la gente de la junta directiva los rodeaba y esperaba que ella comenzara a hablar, Lucía estaba a su mano derecha como siempre y con una sonrisa de ella comenzó a hablar.
—El disco está terminado —Todos se veían felices de que no hubieran retrasos —La versión normal tendrá 14 canciones y la versión Deluxe 20.
—¿Y ya tienes el título? —Victoria asintió con una sonrisa orgullosa en su rostro —Correcto.
—Quiero que salga el 14 de febrero.
Fue ahí que hubo un revuelo por toda la sala, al parecer era muy pronto y eso no les gustaba a la junta directiva.
—¿Sabes lo que me estás pidiendo? No podremos sacar los vinilos para entonces y no hemos hecho nada de publicidad además de lo que sea que ustedes dos se traigan —Su jefe le decía señalando a Harry y Vic. Los dos no pudieron ni verse a la cara.
—La gente lo escuchará —Nuevamente, Victoria hablaba con seguridad para que todos le creyeran.
Ambos sabían que Victoria debía recuperar esos 150 millones de dólares que habían pagado por ella y más si quería quedarse en esa disquera.
—Victoria —El jefe comenzó a hablar con tono de advertencia sabiendo que era un riesgo, pero Vic lo interrumpió.
—Vamos estamos a principios de año, los vinilos se venderán bien, créanme la gente esperará por ellos. ¿Alguno ha escuchado el disco? —Los directivos negaron —Escuchenlo, para cuando lo terminen sabrán que no hay mejor fecha para sacarlo que el 14 de febrero.
Todos se voltearon a ver entre sí.
—Yo ya lo escuche, sirve para todo mundo, tanto si lo pasarás en pareja como si estás sanando un corazón roto, este es el éxito que ella te prometió —Lucía se metió en la conversación para apoyarla.
Victoria sonrió al escuchar el apoyo de su agente. Ahora esperaba que fuera el mismo cuando se diera cuenta que traía una peluca rubia debajo de su gorra.
—¿Harry? —Rob volteó a ver al productor.
Sabía que había dos razones por las cuales confiaba más en él. Una, tenía pito. Dos, había trabajado más tiempo con él.
Harry se aclaró la garganta y después de unos segundos habló:
—Tienen razón, el disco es increíble. Vale la pena arriesgarse, además sabemos que si dices Victoria Ellis en una oración todo mundo irá a ver —Harry tomó un poco de agua antes de volver a hablar —Por eso la contrataste ¿no es así?
Rob asintió escuchando con atención la respuesta del productor.
—Te daré tu respuesta en una semana —Rob habló, pero no era suficiente para ella.
—¿Una semana? Mejor en dos días, así tienes más días para ir haciendo los vinilos, porque creeme que ese disco saldrá el 14 de febrero —Harry estaba sonriendo divertido, ¡Dios! Lo descarada que podía llegar a ser Victoria siempre le había parecido extraordinario.
—Perfecto, en dos días tendrás tu respuesta.
Y con eso ella salió de ahí, Lucía iba a su lado. Harry se quedó hablando con unos hombres evitando encontrarse con ellas.
—¿No te pudiste quitar la gorra? Dios, Victoria era una junta de trabajo —Lucía había comenzado a regañarla.
Desde que se había pintado el cabello, usaba una peluca y una gorra para esconder su nuevo tono.
Las dos se subieron al elevador y fue ahí donde Victoria lo hizo.
—¿Quieres que me quite la gorra? Genial.
Los ojos de Lucía se abrieron con horror cuando la misma gorra se alzó con todo y peluca.
—¡¿Qué fue lo que hiciste?!
Pongámoslo así, Lucía nunca había visto a Victoria sin el rubio.
—Año nuevo, Victoria nueva ¿no crees? —La cantante sonrió divertida.
Lucía seguía sin emitir un sonido.
—Lo detesto. No soy yo sin mi cabello rubio, pero así como yo, tendrás que aprender a vivir con la decepción de que soy castaña hasta nuevo aviso.
Lucía asintió para después colocar sus dedos en el puente de su nariz, prefería hablar de otra cosa.
Victoria se acomodó el cabello, la peluca y la gorra antes de salir del elevador.
—¿Sabes que la gente va hablar de este disco? —Lucía le decía en el estacionamiento de la disquera.
—No me importa, que la gente hable, ese disco es puro corazón, merece ser escuchado, sentido —Victoria podía correr por la euforia que sentía en esos momentos.
—Solo diré que si la gente creyó que tu relación con Carlos era por publicidad con este disco sabrán que no fue así.
Ese comentario hizo que Victoria se detuviera de golpe y se girara a ver a Lucía.
—Este disco no es para Carlos —Ella mintió descaradamente.
—Vamos Vic, no me mientas, sabes que nunca sale bien, solo recuerda que él tiene su propia vida —Lucía aún recordaba su plática con el madrileño, de alguna forma, esperaba que lo hiciera reaccionar, pero Carlos no había buscado a Victoria, él se lo perdía.
—No espero que lo escuche, Rogelio nunca escuchó mi material.
—Oh querida, créeme que lo escuchara —Lucía dijo pensando en las aguas que Victoria iba a agitar con ese disco —Carlos no es Rogelio.
—Bueno, en ese caso no espero que lo haga regresar, él sabe que las canciones no porque sean sobre él, son para él, además, él eligió y yo no fui esa elección —La rubia se alzó de hombros indiferente.
—Victoria, debemos decirles por cortesía —Lucía comentaba.
—Diles si quieres, porque yo no pienso hablar con Carlos.
Lucía rodó sus ojos harta. Aún después de que el contrato se hubiera terminado, las dos estrellas seguían volviéndola loca.
—Como quieras, Merlina. Ahora vamos, te invito el desayuno y me cuentas la cagada que hiciste.
La castaña menor rodó los ojos al escuchar el apodo que su agente le había puesto, ¿es que acaso no sabía que Merlina tenía el cabello negro?
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Disculpen los errores, lo terminé tarde
Espero les haya gustado, siento haberme tardado tanto, pero les traigo un EXTRA para compensarlo todo esperando que les guste.
Nos vemos la siguiente semana con más de Vic y Carlos.
Espero entiendan porqué me estoy tomando tanto tiempo en juntarlo, y bueno, entiendo sus puntos de vista.
Las amo
Fer <3
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