Capítulo 52 [Todavía te extraño 2/3]

En cuanto la llamada terminó todos los Sainz se sintieron mejor y sintieron como la sangre regresaba a correr por su cuerpo de forma normal. Carlos solo los había asustado con su reacción un tanto dramática, nadie podía entender qué era lo que había sucedido para que el piloto perdiera el control tan rápido.

De verdad que todo se había oscurecido en menos de dos segundos y nadie había podido detener los pensamientos derrotistas de Carlos. Él simplemente había llegado a la conclusión que Victoria había muerto y fue suficiente para que él quisiera irse volando a Nueva York.

—Que bueno que de nuevo, solo fue un malentendido —El señor Sainz fue el primero en hablar para poner orden al ver como su hijo parecía no estar contento con la llamada que acababa de suceder.

—Ay esa niña, metiéndose en problemas a donde va —Reyes tomó un poco de agua y luego vio cómo su esposo le hacía señas para que viera a Carlos.

Reyes volteó a ver a su hijo y se veía pálido, no como la noche de la cena, pero no se veía bien.

Ninguno de los dos hubiera creído que perder a Victoria afectaría tanto a Carlos, pero podían darse cuenta de lo mal que estaba Carlos.

No hablaba tanto como antes, Carlos podría no ser una persona muy platicadora en público, ¿pero en familia? Siempre tenía algo que decir, ya sea un comentario o un chiste inofensivo.

Ahora parecía que se dedicaba a observar a todos y nada más. Eventualmente se integraba a la plática, pero hasta sus hermanas podían notar que no era igual.

—Fue bueno verla ¿no crees, Carlos? —Blanca se acercó hasta su hermano esperando sacarlo de su estado de trance.

—Sí, es bueno ver que esté trabajando —Sobria, quiso decir.

—Claro, apuesto a que ese álbum será toda una sensación —Blanca comentó de nuevo y salió a la terraza para meter los bocadillos que se habían quedado afuera.

Caco solamente asentía con lo que se decía, pero veía a Carlos, quien estaba sentado en la barra de la cocina de sus padres jugando con sus manos. Así que decidió acercarse a él para ver como estaba.

—Carlos, te dije que ella estaría bien.

—Sí, como sea —Ya no quería hablar del tema.

No quería recordar lo estúpido que se había visto corriendo por toda la casa, mojado y a punto de tomar un vuelo a Nueva York solamente para hacerla sentir mal porque ella no quería verlo.

—Deberías ponerte ropa —Caco volteó a ver que el piloto seguía en traje de baño.

Carlos ni siquiera se había percatado de su estado, todo se había vuelto innecesario por la noticia de Victoria.

¿Cómo les explicaba a todos que se había preocupado tanto porque Victoria tenía un antecedente con drogas? No quería que su familia la fuera a criticar y tampoco quería arruinar la buena imagen que ellos tenían de Victoria y que comenzaran a tratarla como una drogadicta, porque ellos jamás entenderían la vida de la cantante.

—¿Caco, te quedas a cenar? —Reyes preguntó yendo hasta el refrigerador para sacar la cena y comenzar a calentarla.

¿Quién podía pensar en comida en estos momentos? Carlos pensó.

—Si, tía.

—Después de todo, te hicimos venir hasta acá.

—No se preocupen, de todos modos iba a venir para ver lo del viaje de mañana.

—Claro, recuerda que salimos de madrugada para llegar a Italia por la mañana y prepararnos para la gala —El señor Sainz comenzó a recordar el itinerario.

Caco lo tenía grabado de memoria, desde que había trabajado con Lucía, se le habían quedado buenas características de trabajo.

Carlos se bajó de la barra de un brinco y fue hasta su cuarto a ponerse una playera y tenis. Durante estos últimos días había estado quedándose en casa de sus padres, ir a su departamento era horrible. Estar solo en su casa, sin ruido, sin música, sin un gato gordo metiéndose en su cama (Bodoque lo hacía cuando estaba en la casa de Madrid).

—¿Carlos? ¿a dónde vas? —Reyes preguntó al verlo tomar las llaves del Ferrari sin decirle a nadie, pero claro que una madre estaba pendiente de todo.

—Voy a salir.

—Pero vamos a —Su madre se quedó a media oración porque Carlos no se detuvo hasta llegar a la puerta de la casa y desde ahí gritó para que lo escucharan.

—¡Necesito aire fresco!

Y sin decir nada más salió de la casa azotando la puerta porque no midió su fuerza.

Carlos sabía que si se quedaba ahí iba a explotar, les contaría todo a su familia y no quería soltar lo que Victoria le había confiado. Era sumamente personal y ella se lo había dicho porque confiaba en él para mantener ese secreto. Además, si de por sí ya tenía miedo de que su familia la criticara, no aumentaría sus probabilidades contándoles que Victoria era una adicta a sustancias reformada.

¿Pero cómo podría guardar ese secreto sin sentir miedo a que sucediera? Ahora que ya no estaban juntos. Él quería hablarlo con alguien y desgraciadamente la única persona con la que quería hablarlo estaba del otro lado del mundo, sin celular y sin ganas de saber de él.

Recordaba las palabras que ella le había dicho la noche que le había confesado su mayor secreto:

"¡Carlos no soy de cristal! no voy a romperme" —Victoria le había puesto sus manos en sus mejillas para obligarlo a verlo. Podía ver sus hermosos ojos color almendra, su ceño fruncido y un sonrojo natural en sus mejillas —Mírame. No voy a romperme"

Y creía en ella, porque Victoria era la persona más fuerte que conocía, pero el susto que se acababa de llevar había sido lo peor que había sentido en años.

El solo hecho de pensar en que este mundo se había quedado sin Victoria, que él se había quedado sin ella, había sido terrible.

Pudo sentir cómo su cuerpo se ponía totalmente frío, como la cabeza le había comenzado a doler, como sentía una presión en el pecho y sus manos hormigueaban. Quería ir hasta allá y comprobar por él mismo que Victoria estaba bien, sacudirla y decirle que lo había asustado horrible.

¿Y lo peor? Lo último que recordaba de ella era una cara borrosa y palabras que no podía recordar al 100% porque se había perdido en sus mente.

Victoria Ellis había salido de Madrid con su corazón en su maleta y él sabía eso, él se lo había permitido, lo que no se había dado cuenta, era lo mucho que le afectaría no tenerlo.

Carlos estaba conduciendo sin rumbo alguno, solo podía pensar que Victoria estaba viva, no quería verlo, pero seguía con vida en Nueva York a kilómetros de él.

Y entonces, supo que tenía que hacer algo.

Ya no había forma de seguir ignorándolo, no cuando era así de obvio.

¿Cómo pudo ser tan estúpido? Había vivido una mentira por meses y Victoria se había dado cuenta, ella simplemente no le dijo nada porque sabía que él lo negaría todo y se sentiría atacado como siempre que alguien cuestionaba las decisiones de sus padres.

La cantante simplemente lo vio estrellarse y chocar una y otra vez, siendo parte del daño colateral sin queja alguna.

Manejó hasta el departamento de su novia y se quedó estacionado afuera unos minutos sin moverse, estaba ordenando sus pensamientos y lo que diría.

Y mientras Carlos estaba esperando el momento perfecto para salir del auto, Isa se había asomado a la ventana.

Ella vivía con su mejor amiga y fue ella quien le había avisado que Carlos estaba afuera, lo cual era extraño porque no tenían planes para verse, se verían mañana en la madrugada para tomar el vuelo. Vuelo el cual todavía no tenía la maleta preparada, en su closet podía ver el vestido que había comprado para la ocasión, atormentándola.

Isa no se despegó de su ventana, Carlos no se había movido del auto desde hace 7 minutos y medio, Isa los había contado con su reloj de mano.

—¿No piensa entrar? —Su mejor amiga fue hasta la ventana al ver como la rubia no se movía.

Ambas se asomaron y vieron el Ferrari gris de Carlos.

—No lo sé.

Fue en ese momento, que vieron como el madrileño salía del auto y le ponía alarma. Las dos se alejaron de la ventana como si Carlos pudiera darse cuenta que lo habían estado vigilando desde que había llegado.

—¿Crees que puedas dejarnos solos? —Isa le preguntó a su compañera mientras que ella asentía.

Tenía un presentimiento de que hablarían por un largo rato. Isa suponía que son ese tipo de presentimientos que tienes cuando conoces a una persona por más de seis años.

—Me llevaré mi cena a mi cuarto y pondré gossip girl a todo volumen —Isa sonrió al escuchar los planes de su amiga, cualquier cosa se escuchaba mejor que tener que hablar con Carlos en ese momento.

—¿Ya en qué temporada vas? —La joven preguntó para aligerar el ambiente y cambiar de tema.

—Voy en la parte donde Chuck no quiere decirle "Te amo" a Blair. Un estúpido —Las dos rieron mientras que entraban a la cocina para que su amiga tomara su cena y pudiera encerrarse en su cuarto.

Fue en ese momento que su puerta se escuchó y las dos sabían lo que eso significaba, Carlos había llegado.

—Me voy, no creo salir para darles privacidad —Y esa fue su despedida.

Isa la vio marchar hasta que la perdió de vista, para después ir hasta su puerta y se sorprendió al ver el estado de Carlos, estaba frente a ella con el cabello hecho un desastre, con una playera arrugada y un traje de baño puesto, además de que no traía calcetines bajo sus tenis y apestaba a cloro.

—Hola —Fue lo único que Carlos pudo decir con un tono serio.

Sabía a qué había venido, pero no sabía que sería tan difícil.

Al igual que la plática con sus padres sobre el matrimonio, este tema también lo había tocado con el psicólogo.

¿Cómo salir de una relación de años? No llevaba suficientes sesiones para saber la respuesta a eso, pero ya no podía esperar más, no después de esta tarde.

No después de sentir como se moría por creer que había perdido para siempre a la mujer de la cual estaba perdidamente enamorado.

Mientras estuvo con Victoria, reprimió todos sus sentimientos creyendo que estaba salvándola de entrar a su vida y aumentar las críticas que de por sí, ella ya vivía, pero simplemente la había lastimado, se había lastimado a él mismo y había lastimado a Isa.

—Hola —Isa respondió calmada recargándose en la puerta, analizando a Carlos.

El pobre se veía agitado, nervioso y estresado. Lo supo en cuando abrió la puerta, para no fue hasta que en verdad lo observó que se dio cuenta a que había venido.

Carlos había venido a terminar con ella.

Vale, si eso quería, genial. Pero no lo ayudaría, no se lo pondría tan fácil. No le facilitaría la vida al madrileño como antes lo había hecho, ya no estaba para tolerar y aguantar estupideces de su parte, había soportado suficiente.

—¿Puedo pasar? —Carlos preguntó y sintió la boca seca.

—Claro.

Isa se hizo a un lado y Carlos entró metiendo sus manos en las bolsas de su traje de baño.

—¿Pintaron el departamento? —Era una pregunta estúpida, él sabía que no era así, pero se sentía muy nervioso y todavía seguía buscando en su mente las palabras correctas para comenzar.

Lo cierto era, que no existían esas palabras correctas, no existía una fórmula mágica para terminar con alguien.

—No.

Carlos podía escuchar que el tono de su novia no era el mejor, así habían estado desde la vez de su fiesta sorpresa. Era como si estuviera decepcionado de él, como si supiera que era un fraude y que no le propondría matrimonio. Ella podía oler el fracaso que emanaba de su cuerpo.

—¿Quieres algo de tomar? —Isa le preguntó al verlo tan nervioso.

Se odiaba porque se dijo a sí misma que no se lo pondría fácil y al final del día ahí estaba ella, ofreciéndole agua, porque en el fondo se preocupaba por él y le preocupaba lo que él pensara de ella.

Su madre le había implantado ese chip de siempre ser cordial y perfecta que muchas veces era difícil apagarlo.

La necesidad por querer ser lo que Carlos necesitara era su talón de Aquiles.

—Sí, por favor —Carlos sonrió aunque en realidad parecía más una mueca.

Isa no dijo nada y fue hasta la cocina para darle un vaso de agua fría. El madrileño tuvo tiempo para observarla y recordó las palabras de su padre: Ella había estado años a su lado, perdonando todo.

Era una parte por la cual él se quedaba, era como si creyera que debía de pagarle todas las gilipolleces que le había hecho con un anillo de bodas.

Como si él dijera: Bravo Isa, por ser leal y fiel ten tu anillo de compromiso.

Ella no merecía eso y sería un insulto a su inteligencia. Que lástima que se había tardado tanto en darse cuenta.

La rubia le entregó el vaso y Carlos lo terminó en un segundo e Isa tuvo que reprimir una risita, su jodido novio era un desastre.

Y ella sabía por qué.

Victoria había sido tendencia desde la tarde y siempre que ella aparecía de las sombras, Carlos cambiaba 180 grados. No podía escuchar sus canciones o su nombre, porque se ponía tenso, fingía que no le importaba, pero lo veía jugar con sus manos y perderse en sus pensamientos.

La madrileña en algún momento creyó que Carlos se olvidaría de Victoria como cualquier hombre lo hubiera hecho, era lo que esperaba, ¿quién diría que eso no iba a suceder?

—Isa.

—Carlos.

Ella sabía, tenía que saberlo, Carlos se dijo en su mente. En verdad podía oler el fracaso que él emanaba, así que, de igual forma en la que había hablado con sus padres, ahora tenía que agarrarse muy bien sus pantalones (o su traje de baño) y soltarlo.

—Creo que debemos terminar.

Lo había soltado, su voz le había temblado en la última palabra, pero lo había dicho.

La joven dejó de mirarlo y se asomó por la ventana para ver la ciudad, se veía hermosa y llena de vida, lista para que Isa la explorara. Ella se había mudado más cerca del centro de Madrid por su trabajo. Compartía ese departamento con su mejor amiga porque las rentas eran caras.

—¿Crees o quieres terminar? —Isa no iba a ponérselo fácil, Carlos lo supo al escucharla.

Nuevamente, respiró profundamente antes de responder.

—Quiero terminar —Carlos buscó la mirada de Isa para que supiera que era verdad —Lo siento.

—¿Por qué te disculpas? —La mujer frunció el ceño alzando una ceja.

—Porque no puedo darte lo que quieres.

—¿Y qué es lo que quiero? —La rubia se cruzó de brazos recargándose en la pared.

Ahora Carlos estaba confundido.

—¿Casarte? —Vale, la poca seguridad que había tenido se había ido por la borda.

Isa agachó la cabeza, porque no podía fingir mucho ser esta mujer fuerte que no le importaba que su novio la estuviera dejando porque estaba enamorado de otra mujer, en verdad le estaba doliendo.

Podía sentir como una relación de años se iba por la coladora y aunque ella también había querido terminar con Carlos, le dolía.

No era sencillo, eran muchos sentimientos, por una parte estaba feliz que Carlos fuera el primero en atreverse a terminar con esto porque ella no había podido por más que lo había intentado, por otra, odiaba que fuera Carlos quien tuviera el valor para hacerlo, ella quería ser quien terminara con él.

Tres, extrañaría a Carlos, en verdad lo haría.

Porque por un tiempo pensó que él sería su futuro. Se veía con él envejeciendo y teniendo una casita. Eso era antes, porque desde que habían regresado, esa visión se iba perdiendo poco a poco entre más tiempo pasaba, Carlos había cambiado tanto. Ya no era el Carlos de antes, ya no era su Carlos.

Y no solo él, ella había cambiado mucho desde la primera vez que habían terminado.

Isa había crecido y ahora, sus metas no eran las mismas que antes. Ella en verdad quería darle una oportunidad a su trabajo, a alcanzar sus objetivos, el amor llegaría después y lo recibiría como un viejo amigo, por el momento no era su prioridad, no importaba lo que su madre dijera.

—¿Isa? —La voz de Carlos la trajo de vuelta.

—Lo siento, decías que te disculpas porque no puedes darme lo que quiero, que es una boda —El madrileño asintió —Supongo que tienes razón, no puedes darme lo que quiero, pero esa no es la verdadera razón por la que terminas conmigo ¿o sí?

Carlos tragó en seco y sonrió al ver lo inteligente que era.

—No.

—Creo que merezco la verdad, si ya estás terminando conmigo.

Carlos se tomó un tiempo antes de responder, una vez que había dicho lo primero todo se sentía más tranquilo. Lo mismo había ocurrido cuando le informó a su familia que no se casaría.

—Ya no puedo seguir estando contigo —Carlos se odió al escucharse decir esas palabras —No cuando pienso en otra persona todo el tiempo. No es justo para ninguno de los dos.

Isa asintió metiendo sus manos en sus jeans y bajando la mirada, el suelo comenzaba a verse como la cosa más interesante en su apartamento.

—Victoria.

—Sí, Victoria —Isa asintió al escuchar a Carlos confirmarlo.

Pero aunque acababa de decir su nombre, nuevamente, Carlos no lo estaba haciendo por la cantante.

—No es por ella —Tenía que hacérselo saber a Isa, ella solo soltó una risita nasal —Sé que no me crees, pero es por mí.

—¿Ah sí? Entonces, ¿no irás corriendo a sus brazos cuando salgas de aquí? No soy estúpida, Carlos —Isa alzó la voz, no como un grito, pero sí para detener las mentiras de su ahora ex novio. Odiaba que le quisieran ver la cara de tonta.

—No, no iré por ella —El madrileño no gritaba, porque él estaba un tanto más seguro de sus palabras —Ella no quiere verme y te lo repito. Esto es por mí.

>>Puede que tenga sentimientos por ella, pero no te estoy dejando para ir corriendo a sus brazos —Carlos no lo dijo, pero estaba seguro que Victoria lo odiaba en ese momento, cuando pidió que él no se apareciera en la llamada se lo había confirmado.

—¿Y entonces?

—No mereces que yo piense en alguien más cuando estamos juntos —Era un gran punto.

Y yo tampoco merezco esto, Carlos no lo dijo porque no quería hacerla sentir mal.

—Desde que me terminaste todo mundo me decía que era el peor error de mi vida y que la había cagado, que jamás encontraría una mujer como tú. Tú sabes bien que mis padres me dejaron de hablar, no finjas que no sabes, los chismes en nuestro círculo social se corren rápido.

Isa lo escuchaba hablar y sabía que tenía razón, sabía que Reyes y Carlos lo habían exiliado de cierta forma.

Le habían dado la espalda, por más que fingieran frente a las demás personas que no había sido así.

—Desde ese momento quise regresar contigo, todo por las razones incorrectas.

—Dijiste que me extrañabas —Isa lo acusó al recordar las palabras bonitas que le había dicho para regresar.

—Y lo hacía. Desgraciadamente no pude ver que extrañaba lo nuestro y la vida que teníamos antes de mi comportamiento errático.

Nunca había entendido lo difícil que era decir la verdad cuando habías mentido creyendo que era lo correcto. Lo comenzó a entender en ese momento, porque él se la había pasado mintiendo por meses y despegarse de esas mentiras era como despegar raíces del piso incrustadas para no salir de la tierra.

—Luché por nosotros —La voz de Isa sonó como un susurró y poco a poco comenzó a tomar fuerza.

—Yo también lo hice.

—No, no lo entiendes. Soporte tanto por ti, por esta relación, porque creí que era lo que quería. ¿Y todo para qué? ¿Para ver cómo nos volvimos unos extraños?

—No fue culpa de nadie. No fue nuestra culpa volvernos incompatibles, pero sí lo fue creer que nada había cambiado —Carlos guardó silencio un momento para darle tiempo de digerir sus palabras y volvió a hablar —Pero tienes toda la razón del mundo, soportaste muchas groserías de mi parte y por eso me disculpo.

Los dos estaban lo más alejados que podían estar del otro, pero sus miradas se encontraban.

—Dijiste que regresaste conmigo por las razones incorrectas, ¿cuáles eran? —Isa cambió el tema, porque no quería escuchar a Carlos diciendo que la culpa había sido de ambos, por más que tuviera razón.

Carlos agachó la mirada un segundo para pensar sus palabras y luego regresó a verla. Isa no se veía tan molesta, se veía curiosa.

—Uno, porque creía que eso me haría feliz, que me haría regresar a ser el hombre que era. Dos, porque eso era lo que mis padres esperaban de mí. ¡Ya estoy cansado de hacer lo que ellos esperan de mí! ¿Es que tú no?

Carlos se aventuró a acercarse a ella, solo un paso.

—¿De qué hablas?

—Tu madre te tiene con una correa.

—¡No metas a mi madre en esto, Carlos! —Oh, bella ironía.

Esas eran las mismas palabras que Carlos le había dicho a Victoria cuando ella le había quitado la venda de los ojos sobre su familia.

—Lo hago, porque sé que tú más que nadie sientes lo que yo. Entiendes lo que vivo. ¿Acaso te gusto? ¿Todavía estás enamorada de mí? ¿O estás enamorada de lo que éramos?

Esa pregunta de Carlos la hizo quedarse callada, porque Isa sabía que en el fondo, él tenía razón. Ella ya no se sentía a gusto con el nuevo Carlos, extrañaba al antiguo y solamente había regresado con él y se quedaba porque esperaba que él volviera a ser ese Carlos del cual se había enamorado.

—¡Isa responde! Por favor.

—¡No! ¡No, ya no te amo! ¡Ya no me gustas y siento que eres un extraño para mí! —La rubia gritó y fue ahí donde sus lágrimas comenzaron a salir.

Las de ambos.

Carlos fue hasta ella sin tocarla, solo quería que supiera que la entendía.

—En verdad siento lastimarte, aunque no me creas. Porque por seis años fuimos tú y yo contra ellos. ¿Recuerdas cómo era cada reunión a la que íbamos? Todos nos preguntaban sobre la boda o sobre el futuro y mientras más tiempo pasaba, las preguntas eran peores. Hablaban de vendernos casas y de cómo serían nuestros hijos. Salíamos drenados de esas reuniones y con ganas de desaparecer del mundo.

—Éramos un equipo —Isa recordaba todo y lo incómodos que ambos se ponían al escuchar a todo mundo hablar de un futuro que no era de ellos.

—Sí.

—Ya ni siquiera estamos jugando el mismo juego —Isa habló llorando.

—Lo siento, no mereces nada de esto. Y todo porque no pude hacerle frente a mis padres.

Carlos agregaría a Isa a la lista de la gente que había lastimado por su indecisión.

—Yo tampoco lo he hecho y tienes razón, mi madre, ella...

Isa no pudo hablar más porque se soltó a llorar más y más fuerte.

Su madre iba a matarla, pero prefería mil veces pelear con su madre a tener que seguir soportando esa relación.

Carlos no sabía qué hacer, sin pensarlo mucho, la tomó por los hombros y la abrazó, por esos 6 años que habían estado juntos.

Isa lloró unos minutos en sus brazos y desgraciadamente, eso le confirmó que Carlos tenía razón.

Ya no se sentía segura, no se sentía como un hogar, no es que tuviera miedo de Carlos, pero ya no era como antes. Ya no sentía nada por él.

Claro que los sentimientos eran confusos, pero este no.

—¿Qué haremos ahora? —Isa preguntó una vez que se calmó un poco y se separó de Carlos.

—Creo que no debes de ir a la gala. No te preocupes, pagaré todo lo que gastaste —Isa sintió como un peso se quitaba de sus hombros.

Porque tampoco quería ir a la gala, no quería leer todo lo que dirían de ella ni quería tener que mandarle un mensaje a Victoria pidiéndole ayuda.

—¿Me creerías si te digo que no he hecho la maleta aún? —Ese comentario hizo que Carlos contuviera una sonrisa.

—Te creo.

Luego, los dos se quedaron en silencio un rato hasta que Isa habló de nuevo.

—¿Podrías no darle la noticia a tus padres aún? Quiero primero encontrar la forma de decirle a mi mamá y sé que perderá la cabeza si se entera por alguien más que hemos terminado.

—Claro —Era lo menos que podía hacer después de todo el mal que le había causado.

—Va a odiarme.

—Lo superará, Isa —La rubia sonrió triste, sabía que no lo superaría tan fácil.

Carlos se encaminó a la puerta, ya no había nada más que hacer.

El madrileño salió del departamento y antes de que se perdiera por el pasillo, Isa le gritó.

—¡Carlos! —Él volteó al escuchar su nombre y le dedicó una sonrisa amigable.

—Dime —Regresó hasta donde ella estaba para que no tuvieran que gritar.

—Esa noche, la de la cena, ¿ibas a pedirme matrimonio?

Carlos asintió apenado.

—Mi madre dijo eso.

—Tu madre sabe cosas, supongo —Carlos no pudo decir lo que en verdad pensaba. Que su madre era una bruja.

—¿Ibas hacerlo porque tus padres te volvieron a decir que pronto cumplirías 30 años y no te estabas haciendo más joven? —Nuevamente asintió —¿No lo hiciste por qué?

—Victoria fue la que me envió el mensaje, no mis padres —Esa confesión hizo que Isa abriera mucho los ojos, eso sí que no lo sabía —Me pidió que me fuera con ella, que nos escapáramos a Nueva York (creo) y yo solo me quedé congelado hasta que mis padres nos interrumpieron, ella se subió a un taxi y no la he visto desde entonces.

Y fue ahí que Isa entendió que Carlos era un pequeño dispuesto a complacer a sus padres a toda costa, justo como ella. Carlos había renunciado a Victoria por ellos y por primera vez sintió lástima por él.

—Siento que tuvieras que hacer eso.

Carlos sonrió por esa disculpa.

—No te preocupes, trato de hacer las cosas bien ahora.

Ahora fue el turno de Isa de sonreír, le gustaba que uno de los dos se estuviera esforzando. Tal vez al ver a Carlos enfrentar a sus padres, podría hacerlo ella. Tenía que hacerlo, al menos para decirles que habían vuelto a terminar.

Y bueno, estaba claro que tendría que hacerlo porque su madre vería las fotos de la gala, fotos donde ella no aparecería.

—Mándame un mensaje cuando le digas a tu madre, para decirle a los míos.

Carlos le pidió y ella asintió.

No cerró su puerta hasta que Carlos se perdió de vista, estaba segura de que sería la última vez que lo vería y luego corrió a la ventana para ver cómo se subía a su Ferrari y se marchaba.

Su mejor amiga salió con una sonrisa incómoda en la cara, había escuchado todo.

—¿Te quieres embriagar? —Preguntó mientras que Isa negaba.

—No, quiero dormir, me muero de sueño.

Y sin decir nada más, se metió a su habitación.

El vestido en su closet no la atormentaba más.

Carlos, por otro lado, manejó tranquilo hasta su casa. Si se había sentido bien al informarles a sus padres que no se casaría y terminar con Isa lo habían hecho sentir mucho mejor.

Al llegar a su casa, encontró todas las luces apagadas, todas menos una, su padre esperaba por él en el sillón de la sala con solo una lámpara encendida.

—Dios, papá. Me asustaste horrible —El piloto puso una mano en su pecho mientras trataba de recuperar la compostura.

—¿Dónde estabas? —Su tono era severo.

—No importa, ya llegué.

—Saliste sin decir nada, azotando la puerta y tu madre se preocupó por ti —El señor Sainz le informó lo que había sucedido en su ausencia.

—Lo siento, necesitaba aire, además no es tan tarde —Carlos revisó su celular, apenas eran las 11.

—Tus hermanas ya se fueron, Caco también y tu madre se fue a dormir porque se sentía mal.

El padre de Carlos se puso de pie y se acercó a su hijo para verificar que no oliera a alcohol como las veces que había llegado a casa cayéndose de borracho.

—Bueno, ya llegué y me voy a dormir, tenemos que tomar el vuelo temprano.

Carlos iba a irse a su habitación, cuando fue detenido por su padre.

—¿Por qué no me dices donde estabas? ¿Por qué guardas cosas? ¿Por qué ya no hablas conmigo como antes?

Carlos sabía que esa era una plática para la cual ya no tenía energía. Hoy habían sido suficientes sentimientos y solamente quería dormir.

—Papá, no te guardo nada. Estaba con Isa ¿ok? Mañana no irá a la gala, por cierto.

—¿Cómo que no irá? —El señor Sainz estaba cada vez más y más perdido.

¿Qué mierda estaba sucediendo con su hijo? Primero la cena de anoche donde les decía que lo dejaran en paz y ahora esto.

—No irá, se siente mal.

—¿Qué le pasó?

—Creo que comió lo mismo que yo el día de la cena —Carlos anunció y su padre entendió que no había nada malo con la joven, que era otra cosa lo que la afligía —Ahora, me iré a dormir, deberías hacer lo mismo o tendrás ojeras.

Sin esperar respuesta de su padre, el piloto se fue a su cuarto y cerró la puerta.

El señor Sainz cubrió su cara estresado, al parecer las cosas no estaban bien con Carlos como él creía.

Carlos seguía guardándose mucho para él y estaba ahuyentando a todos. La cosa era averiguar por qué. 

***

Victoria había salido del metro directo a SoHo, saliendo en Prince St. Luego comenzó a caminar directo a un restaurante sumamente exclusivo, ni ella podía conseguir lugar con tan poca anticipación, no entendía como Wes lo había logrado.

Al entrar vio que no estaba vestida para la ocasión. Ella había salido del estudio y directo a encontrarse con su familia, así que llevaba maquillaje ligero, un suéter café enorme, abrigo del mismo color y unos jeans negros.

—Lo siento señorita, me temo que no tenemos espacio —El hombre que recibía a la gente la rechazó en cuanto la vio.

Ni siquiera tacones traía, estaba usando unos converse sucios y apestosos que no había lavado en semanas. Era obvio que iban a rechazarla.

—Me están esperando. Wes Chatham.

El trabajador abrió sus ojos por la sorpresa, ese nombre era importante. Así que sin más, la dejó pasar y la escoltó hasta la mesa de su padrastro.

Victoria podía sentir cómo la gente se le quedaba viendo, no sabía si era por ser famosa o por estar vestida como vagabundo.

—¡Tori! —Su madre se puso de pie abriendo sus brazos y dando brinquitos en cuanto la vio.

Ella sí que estaba vestida para la ocasión usando un vestido verde y tacones de aguja y no solo eso, también se había pintado el cabello. Su hermoso rubio había desaparecido y ahora era pelirroja.

—No me jodas, ¿te pintaste el cabello? —Victoria fue lo único que pudo decir causando más miradas desagradables hacia ellos.

Ella adoraba el color de cabello de su madre, verla pintarlo cuando ella tenía que pasar horas en el salón arruinando su cabello solo para ser rubia le dolía.

Al inicio odiaba el rubio en ella, y ahora, lo había tenido tanto tiempo que no recordaba su imagen sin el rubio.

—Tori, ese lenguaje —Su madre la regañó al ver miradas curiosas de las mesas de al lado.

De por sí, la cantante había llamado la atención en cuanto entró al lugar porque destacaba por su vestimenta fuera de lugar y Addison se había dado cuenta de eso.

—Se ve hermosa, ¿no crees? —Wes dijo poniéndose de pie y abrazando a Victoria —¿Cómo estás Vic?

—Bien —Ella sonrió al hombre, le agradaba verlo —Y sí, te queda muy bien ese color, es solo que no lo esperaba.

Wes también llevaba un traje a la medida.

—Carajo, me hubieran dicho antes y pasaba a mi departamento a arreglarme.

—Lo hubiéramos hecho, pero resulta ser que no respondes el celular —Su madre dijo burlona y ella solo pudo rodar los ojos —Ve al baño, te traje ropa y ordené que te la guardaran. Te la llevarán en unos segundos.

Victoria obedeció, claro que su madre jamás la dejaría pasar vergüenza ni la dejaría verse mal, en ese aspecto, era como Lucía. Siempre haciendo que ella se viera como una muñeca.

Sin decir más, fue directo al baño y la mujer que cuidaba los abrigos la siguió con una bolsa donde estaba segura que estaba un vestido elegido por su madre. Los tacones los traía en una caja en la otra mano.

Todo parecía ser nuevo, así que mientras ella trabajaba, ellos habían tenido tiempo para hacer compras.

Cuando Victoria salió del cubículo, con el vestido violeta puesto y los tacones, se arregló un poco el cabello y limpió un poco de su rímel corrido por el transcurso del día.

Le entregó su ropa a la trabajadora y ella se la dio a otro hombre que las esperaba afuera del baño.

—¿Acabo de perder mis converse? Tienen un valor sentimental inigualable —Victoria preguntó llegando a la mesa alarmada, no quería tener que comprar otro par.

—No, se lo llevaron a la camioneta justamente para que no perdieras nada —Wes le sonrió tranquilizándola —¿Vino?

—Por favor —Victoria se sentó con ayuda del mesero y dejó de sentirse como si no perteneciera a ese lugar.

—Es bueno ver que no estás muerta, mi amor —Addison tomó su copa y la estiró para chocarla con la de su hija.

—¿Saben que si hubiera muerto ustedes tendrían que cuidar a Bodoque? ¿verdad? —Victoria tomó un trago del vino, estaba delicioso.

—¿En serio?

—Lucía no es muy partidaria de las mascotas —Vic alzó los hombros indiferente —Además, no creo que ella quisiera cuidarlo después de que encontrara mi cuerpo y Bodoque se hubiera comido mi cara.

—¡Victoria Ellis! —Su madre soltó enojada al escuchar hablar a su hija de esas cosas terribles.

—¡Solo digo! Es un hecho que lo primero que se comen las mascotas es la cara —Victoria lo había visto en un documental.

Wes solo trataba de acostumbrarse a las dos mujeres Ellis en un solo lugar, se le olvidaba lo complicada que podía ser su relación.

—No te preocupes, Victoria. Cuidaremos a tu gato si te pasa algo —Wes se metió a mediar la situación.

—Gracias.

—No la animes, mi amor —Addison le pidió a su esposo rodando los ojos y tomando más vino esperando tranquilizarse.

—Sí bueno, no planeo morir en un futuro cercano —Victoria tomó el menú para evitar verlos a la cara.

—Debo decir que nos asustaste mucho, Victoria —Wes también tomó su copa y ella solo pensaba que en dos meses ya había visto más a estas personas que lo que había visto a su madre en años anteriores.

La cantante tomó de su copa para evitar responder.

¿Qué decía? ¿Lol, es bueno que no morí?

—No deberían, sé que eres nuevo a todo esto del mundo Ellis, pero no es la primera vez que me mata la prensa —Vic tomó un poco de pan.

Addison miró mal a su hija, pero no pudo decir nada porque un mesero llegó a tomarles la orden.

Ella pidió lo primero que se le ocurrió, ni siquiera había visto bien, pero estaba segura que le gustaría.

—Por cierto, Lucía nos comentó que tuviste un problema con tu celular —Wes volvió a hablar una vez que el mesero los dejó.

—Nada que no pueda resolver comprando otro —La rubia sonrió inocente.

—En ese caso, me he adelantado por ti —El hombre sacó una caja de un celular completamente nuevo —También te he comprado unos audífonos, tu madre me dice que te gustan los que tienen cable.

Victoria abrió los ojos, se le olvidaba que Wes compraba compulsivamente demostrando su cariño.

La cantante aceptó ambas cajas y las comenzó a ver sin saber que decir, así que solo agradeció.

—Gracias, Wes.

—Es lo más nuevo que hay o eso fue lo que me dijeron —Victoria sonrió al escucharlo, Addison solamente los veía feliz de que se llevaran bien.

—¿Esto se va a convertir en algo rutinario? —La cantante cambió el tema —¿Ustedes viajarán cada vez que haya un rumor mío? Porque de ser así, lo mejor será que compren un departamento en la ciudad.

Wes soltó una risita al ver como Victoria seguía sin bajar la guardia del todo, ni con él ni con su madre. En verdad la pobre no sabía qué hacer con la atención que ellos le estaban dando.

—Tenemos un departamento en la ciudad —Addison le notificó a su hija y ella quiso salir corriendo para mudarse del país —Y antes de que te espantes, es de Wes y lo tenía desde hace mucho tiempo.

—Oh.

—Es mejor que pasar la noche en un hotel, solamente llamó unas horas antes y todo estará listo para cuando lleguemos —Wes tomó un poco de pan —Deberías de ir a verlo, tenemos un cuarto para ti.

No, no iba a vivir con ellos ahí.

—Ok —Victoria respondió fría —¿Entonces si planean venir por cada noticia que salga sobre mí?

—No... —Wes iba a responder, pero fui interrumpido por su mujer.

—Se llama preocuparnos por ti, Victoria —Addison la reprendió.

—Sí bueno, ¿harán eso cada vez? Vinieron cuando salió lo del bebé, cuando el rompimiento de Carlos y ahora esto.

Ella se estaba estresando, porque si decían que sí, prometería comportarse y no causar más escándalos.

—En nuestra defensa —Wes se metió en la conversación —La vez del bebé falso habíamos venido a un baile de caridad.

Victoria soltó una risa cómplice con el hombre.

La comida llegó y Victoria se arrepintió de haber pedido lo que hizo, su platillo tenía aceitunas verdes.

—Mierda —Murmuró por lo bajo.

—¿Qué pasó? —Wes llamó al mesero y en menos de dos segundos estaba ahí —El platillo de mi hija está mal.

¿Hija? ¿Por qué la llamaba así? Estaba bien que se lo hubiera dicho en la boda, pero ¿hija? Vale, el señor Sainz se lo decía, ¿pero Wes? Sonaba raro. Victoria estaba más preocupada por la palabra que por su platillo y regresó en sí al ver que le iban a quitar el plato.

—¡No! —La rubia lo tomó de las manos del mesero y lo regresó al lugar frente a ella —No, es solo que no me fijé que tenía aceitunas cuando lo ordené —La cantante sonrió apenada —Puede retirarse.

El hombre obedeció y ella respiró al verlo alejarse de su mesa. Ok, no le gustaba eso. Wes la estaba abrumando. Eran muchos cariños y preocupaciones por una noche.

—Cariño, tienes que detenerte. Victoria es una niña grande —Addison notó de inmediato que su hija estaba llegando a su límite y como se estaba estresando.

Si su hija fuera un gato, Victoria tendría el pelaje erizado y estaría enseñando los colmillos como señal de advertencia.

—Lo siento. Es solo que... bueno, así me comporto con mis hijos.

Sí y tus hijos son horribles y creen que merecen todo, Victoria pensó, pero no lo dijo.

—En verdad, Wes. Estoy bien. ¿Alguien quiere las aceitunas?

—Dámelas, mi amor —Addison estiró su plato y ella se las pasó con un tenedor.

La cena comenzó y la plática cambió, hasta que el tema de su muerte falsa regresó y Victoria pudo hablar de lo que se había estado guardando toda la tarde.

—Los Sainz iban a venir —Victoria confesó porque necesitaba hablarlo con alguien, lo había estado reteniendo y comenzaba a molestarle no poder hablarlo con alguien.

—¿Ves? No somos los únicos dramáticos —Addison sonrió —Y mucho menos, los únicos que se preocupan por ti.

—Les dije que no lo hicieran. Además, ellos tenían planes para mañana, si no es que ya comenzaron —Victoria pensó que lo más seguro, la familia de Carlos ya estaría de camino a Italia por la diferencia horaria.

—¿Qué planes? —Wes preguntó tratando de no causar más molestias a Victoria nuevamente y dándole su espacio.

—La gala de premiación de Carlos por el campeonato —Victoria no quería admitirlo, pero no podía callarse.

Quería hablar de Carlos con alguien, sonaba algo tonto, porque ella decía que no queria hacerlo, pero hoy, con todo lo que pasó, no podía evitarlo.

—Uy, apuesto a que sus padres están muy orgullosos de él —Addison sonrió —¿Has hablado con él? Creí que no quería saber nada sobre Carlos.

—No, no hemos hablado y bueno, no quiero saber de él. Es solo que...

La joven no sabía cómo expresar lo que sentía. Quería hablar de Carlos con alguien que lo conociera, alguien que hubiera conocido al piloto y supiera que era una increíble persona y alguien que no la juzgara por querer hablar sobre él.

—Entiendo. ¿La gala no era parte del contrato? —Wes preguntó y ella negó con comida en su boca.

—No había forma de saber que Carlos llegaría ahí —Victoria soltó alzando sus hombros indiferente —Además, no es que me necesite allá. Tiene a su novia.

La rubia bajó su mirada agarrando un bocado de su comida sin percatarse que la pareja se voltearon a ver como el tema le molestaba. Ella lo había mencionado, pero no significaba que no le dolía.

—¿Novia?

—Meh, era su ex antes de todo esto. Llevaban 6 años y regresaron en cuanto el contrato terminó (un poco antes).

Victoria no le daría los detalles a su madre.

—¡¿6 años?! —Addison soltó sorprendida —¿Y no se habían casado?

—Addison, no porque tú te casaste al año de conocer a mi padre y a Wes significa que todos harán lo mismo —Victoria soltó molesta haciendo que Wes soltara una risa que se detuvo al ver la mirada asesina por parte de su mujer.

—Soy tu madre, dime mamá —La cantante rodó los ojos —Además, no es por eso que lo digo. ¿No fuiste tú la que me dijo que la familia de Carlos era chapada a la antigua? —Ella asintió con comida en la boca —Entonces, me sorprende que sigan sin comprometerse.

—Quien sabe madre, tal vez este año sea el bueno —Victoria soltó burlona terminándose su copa de vino y poniendo énfasis en la palabra madre.

El mesero en cuanto vio eso, se acercó a servirle más.

—No creo que se casen —Wes soltó y las dos mujeres Ellis voltearon a verlo como si supiera algo que ellas no —Solo digo, que si la familia de Carlos es algo parecida a lo que fue la mía. Esa jovencita ya estaría esperando el primer hijo de Carlos o el segundo.

La sola idea de ese escenario, le dieron ganas de vomitar a Victoria y eso que Isa le caía bien.

—Quien sabe, Carlos puede ser muy imbécil —Victoria soltó, estaba bien que quisiera hablar de él, pero no perdería la oportunidad para criticarlo.

Era un amor odio lo que tenía con ese hombre en estos momentos. A veces era más odio, a veces más amor, últimamente, era más odio.

—¿Y Harry?

—¿Qué con él? —Victoria preguntó frunciendo el ceño al ver como su madre sonreía coqueta y cambiaba el tema sin aviso.

—Solo pregunto por ese guapo vaquero. La última vez disfruté mucho la cena con él.

Wes y Victoria rodaron los ojos al escuchar como la señora hablaba del productor de Victoria.

—Pues ahí anda, siendo productor y eso. Nos vemos todos los días.

Debió de haberse quedado callada, porque la sonrisa del gato de Alicia en el País de las Maravillas que su madre le regaló fue horrible.

—Se ve que es un buen hombre —Wes trató de calmar el humor, era como si las dos mujeres se estuvieran analizando entre ellas y preparándose para atacar.

—Buen hombre, trabajador, alto, guapo y de 30 años. Justamente como te gustan —La madre de Victoria soltó enumerando una lista de cualidades.

—Addison —Victoria soltó su nombre como señal de que se midiera con lo que decía, la mujer ignoró el hecho que nuevamente la había llamado por su nombre en lugar de mamá y continuó.

—Solo digo que si Carlos puede seguir con su vida, no veo por qué tú no —La mujer tomó su copa de vino y Victoria solamente desvió su mirada.

Lo cierto era que al inicio Harry le había parecido un hombre sumamente cautivador y esa atracción, a primera vista, siempre había estado ahí.

Pero ahora, solo podía ver a Harry como un compañero de trabajo, no quería arruinar la relación que tenía, más porque estaban creando algo increíble. No iba a arruinarlo por una relación que podía no llevarla a ningún lado.

—Supongo —Eso fue lo único que ella soltó —¿Podemos hablar de otra cosa?

—Claro, ¿de qué quieres hablar?

—No lo sé, lo que sea —Victoria rogó.

—Escuche que la señora Cohen se está divorciando —Addison regresó a sus temas de conversación favoritos, chismes del club.

Y luego, la cena continuó.

***

Los Sainz habían aterrizado en Italia a las 7:43 am. Su vuelo solo había durado un poco más de 3 horas.

Afortunadamente, Carlos había podido evitar todas las preguntas de su madre sobre Isa, pero eso había sido en el vuelo. Ahora que se dirigían al aeropuerto, parecía que su madre no pensaba descansar hasta obtener las respuestas.

Estaban en una camioneta directo al hotel, sus padres estaban sentados de un lado, Caco y Carlos del otro. Era como las camionetas que Lucía rentaba donde todos se veían a los ojos.

—¿Y solamente te dijo que no vendría? —Reyes seguía tratando de armar el rompecabezas que su hijo le había lanzado

—No. Me dijo que se sentía mal y fui a verla —Carlos estaba mintiendo por la promesa que le había hecho a su ahora ex novia.

—¿De qué? Cuando salí con ella se veía muy sana.

¡Joder! Al madrileño se le había olvidado que su madre había pasado una mañana con ella.

—Le dio dengue —Fue lo primero que se le ocurrió.

Caco volteó a verlo sin poder creer lo que Carlos estaba diciendo, era la respuesta más estúpida que había escuchado.

Hace algunos años, a Caco le había dado dengue, el pobre se la había pasado en cama una semana con náuseas, fiebre, cólicos, dolor de cabeza y muchos síntomas más. Carlos sabía cómo se veía la enfermedad.

Bueno, ahora era hora de que a Isa le diera dengue.

—¿Dengue en Madrid? ¿Durante el invierno? —Vale, no había sido su respuesta más inteligente, pero era temprano y necesitaba que su madre dejara de preguntarle sobre Isa.

—Así es. Salió con unas amigas a un picnic y desgraciadamente le dio dengue —La mentira cada vez crecía más —Yo tampoco me lo creo, pero no iba a traerla cuando la pobre no podía ni abrir su puerta.

Su único consuelo era que no lo hacía por él. Porque si fuera por él, Carlos ya le hubiera dicho a sus padres que habían terminado.

¿Por en verdad no lo hacía por él o era una pobre excusa? Tal vez porque en secreto, quería disfrutar un rato de paz antes de que explotaran. Sabía que sus padres no estaban muy felices con su decisión de no pedirle matrimonio y si ahora soltaba que no solo no le pediría casarse, si no que también la había terminado, sus padres lo colgarían.

El señor Sainz miraba a su hijo responder todas las preguntas de su madre viendo su celular, como si no fuera la gran cosa. Como si no le importara el hecho de que su novia no estuviera en una de sus noches más importantes.

Cuando él había ganado su primer rally, nunca dejó de lado a Reyes, por más atención que él recibiera. Reyes era su compañera y Carlos padre la respetaba y le daba el lugar que merecía.

¿Desde cuándo Carlos se había vuelto tan buen mentiroso? Se preguntó mientras no dejaba de analizarlo.

—No se preocupen, invite a alguien como mi pareja.

Los dos señores Sainz se pusieron tensos, ¿acaso verían a la cantante hacer una aparición sorpresa?

—¿A quién? —El señor Sainz no pudo reprimir su curiosidad. No quería más escándalos y novias falsas, por más que le gustara la compañía de Victoria.

—Lando —El piloto sonrió dejando de ver su celular —Por suerte él no tenía dengue y aunque no usará un bonito vestido, creo que es un gran repuesto considerando que no tuve mucho tiempo de conseguir a alguien más.

Caco tuvo que voltearse hacia la ventana porque quería soltarse a reír, por un segundo pudo escuchar a Victoria Ellis hablar, pero no era ella, era Carlos.

Carlos estaba respondiendo de la misma forma que Victoria lo hacía, estaba seguro que si ella estuviera en ese auto se hubiera soltado a reír.

—¿A alguien más? —Reyes preguntó molesta —Isa es tu pareja Carlos, respétala.

Imbécil, Carlos ya estaba actuando como un hombre soltero, así no iba poder engañar a nadie diciendo que él e Isa seguían juntos.

—Cierto, lo siento madre. Solo fue un chiste de mal gusto.

Después de eso, la familia de Carlos prefirió cambiar el tema de conversación y al llegar al hotel cada quien se fue a su habitación, Caco y Carlos se fueron juntos.

—¿Dengue? Por Dios, Carlos. Hasta yo pude haber inventado algo mejor.

—Juro que tiene dengue —Caco rodó los ojos al ver a Carlos sostener su mentira, al parecer se hundiría en ese barco.

—Ajá sí y yo me chupo el dedo.

Ahora fue el turno del piloto de resoplar por la reacción de su primo, así no había forma de que pudiera seguir guardando el secreto. Necesitaba mejorar su juego si quería ganar, solo para darle tiempo a Isabel.

—Peleamos ¿ok? Bastante fuerte y le dije que lo mejor sería que no viniera —Carlos soltó bajándose del elevador sintiendo como su primo lo seguía.

—¿Cuánto tiempo vas a seguir sosteniendo esa relación? —Caco no pudo morderse más la lengua, lo había hecho por meses y aunque había prometido no meterse en la vida de Carlos, como sus padres lo habían hecho, había sido suficiente para él —Desde México eso parecía estar muerto.

Caco había pasado una de las semanas más incómodas de su vida, un viaje donde se suponía que tenía que descansar, había sido arruinado por su primo y sus problemas sentimentales.

—Bueno, eso no es de tu incumbencia —Carlos lo cortó pero Caco no se daría por vencido.

Carlos abrió su habitación, entró sin cerrar la puerta porque sabía que Caco venía atrás de él dispuesto a continuar su plática y hacerle saber todas las veces que la había cagado.

—Tienes que dejar a Isa, no puede ser que sigas con ella. Lo único que haces es lastimarla y no solo a ella, hiciste lo mismo con Victoria —Carlos se mordió la lengua al escuchar eso —Asumiste que alejarla era lo mejor y puede ser que sí, porque sabemos que nuestras familias son un jodido desastre por dentro a pesar de las apariencias, pero ella estaba dispuesta a luchar contigo. Te quedaste con Isa suponiendo que era a ella a quien en verdad querías y no puedes estar en una habitación con ella sin querer salir corriendo.

Carlos dejó su maleta en un rincón mientras dejaba que Caco se explayara e iba a tomar asiento en un pequeño sillón.

—Fui un idiota, lo sabemos.

—Claro que lo fuiste y claro que lo sabemos. Me quedé callado lo más que pude y te vi arruinar las cosas con ambas solamente porque mis tíos quieren una vida para ti que no deseas. ¡Tú mismo me dijiste que no ibas a casarte! ¡Y eso fue antes de que terminaras con Isa! ¡Y Muchísimo antes del contrato y de conocer a Victoria!

—No sé si lo supiste, pero eso fue lo que les dije hace unas noches —Carlos trataba de no reírse al ver a Caco tan preocupado por él, él era un gran amigo, un hermano para él.

A pesar de que lo estaba regañando, sabía que venía desde un lugar de preocupación y cariño.

—¿Les dijiste eso? ¿A tus padres? ¿Tú les dijiste eso? —Caco no podía creerlo.

—¿Por qué crees que andan molestos? —Carlos comentó obvio —Les dije que no pensaba casarme con Isa en un futuro cercano.

El piloto español se puso de pie y fue hasta donde estaba Caco para colocar su mano sobre su hombro para obligarlo a verlo a la cara.

—Y después, fui a casa de Isa para decirle que debíamos de terminar —No podía seguir escuchando como Caco lo regañaba por algo que había hecho.

Claro, se había tardado mucho y no había sido hasta que había perdido a Victoria que se había atrevido a terminar con Isa, pero le gustaba creer, que esto lo estaba haciendo por él.

Caco se quedó boquiabierto con la noticia que acababa de recibir, ni en un millón de años esperaba escuchar eso.

—¿Entonces no tiene dengue? Lo sabía. Era la respuesta más estúpida que había escuchado —Caco soltó orgulloso por darse cuenta del engaño de su primo.

Luego, vio como Carlos se alejaba y se iba a sentar de nuevo a su cama. Fue ahí que Caco volvió a ponerse serio.

—¿Cómo estás? Sé que dije que deberías terminar con ella, pero también sé lo mucho que ella te importaba.

Carlos miró hacia el suelo. La verdad era que podría ser que él se sintiera con un peso menos al haber terminado con Isa, pero nadie le había dicho que tendría tantos sentimientos encontrados que se sentiría explotar.

Isa tenía razón, ellos habían sido un buen equipo por tanto tiempo que cuando regresaron a "jugar" no se sentía igual.

Carlos no se había dado cuenta lo mucho que él había cambiado y crecido junto a Victoria, hasta que ella se había ido. Y tampoco se había percatado lo mucho que también Isa lo había hecho. Habían cambiado tanto individualmente, que ya no encajaban como antes.

A pesar de eso, era imposible que no le doliera. ¡Habían sido seis años de su vida! Seis años a los que daba cierre.

—Creo que estoy bien —Carlos soltó obligándose a sonreír a su primo —Sé que estaré bien.

—¿Por qué no les dijiste a mis tíos?

—Porque Isa me hizo prometer que me esperara a que ella le informara a su madre antes de decirles a mis padres —Carlos comentó serio, mientras que Caco asentía.

—En ese caso, Isa seguirá teniendo dengue —Era su forma de decir que lo apoyaba —Quien sabe, en Navidad tal vez le de salmonella.

Eso hizo que Carlos soltara una carcajada inundando todo el cuarto.

No recordaba cuando era la última vez que había reído así.

—¿Crees que me odie? —Carlos preguntó a su primo.

—¿Isa? No lo sé. Siento que ninguno de los dos estaba cómodo pero no entiendo porque ella te seguía soportando

Carlos asintió. Él sabía que era por su madre y por la presión que tenía.

—Gracias, aunque me refería a Victoria —Caco quiso golpearlo y golpearse —Sé que Isa no me odia, pero tampoco seremos amigos.

¡Claro que Victoria era lo único en la mente de su primo imbécil!

—No lo sé. Creí que habían terminado en buenos términos —Carlos asintió de nuevo recordando que Caco se había quedado con esa versión.

Se le olvidaba que nadie además de él y Victoria sabían lo que había pasado, nadie además de ellos sabía lo mucho que había arruinado todo.

—Sí bueno, no quiso verme ayer.

Caco sabía los sentimientos de Victoria por su primo, ella mismo se los había confesado, eso, además de la vez que había intentado cancelar el contrato. Todo indicaba lo mucho que la cantante quería alejarse de su primo.

—Tal vez solo quiere su espacio lejos de ti. No creo que te odie, solo... necesita tiempo.

—¿Tiempo?

—Tal vez puedan ser amigos —Pero Carlos no quería eso.

Carlos asintió y los dos primos se despidieron. Era momento de descansar un rato y luego comenzar a arreglarse para la gala. Lando llegaría en unas horas, así que, puso una alarma y se puso a dormir. 

***

Victoria llevaba veinte minutos viendo la ciudad frente a su ventana con su taza de café en la mano. Está vez no se movía, ni siquiera estaba bebiendo su café. Solo observaba a la gente vivir su vida y pensaba que todo mundo tenía sus problemas y sus objetivos.

Había amanecido algo nublado, era de esas veces que sentías que el estado de ánimo cambiaba el clima.

Desde que había dejado Madrid no había llorado por Carlos, no es como que quisiera hacerlo, pero le sorprendía que no lo hubiera hecho considerando lo mucho que le había llorado a Rogelio. Claro que ayer, el ver a su familia fue demasiado para ella, además, Victoria había leído el mensaje que Lucía había enviado a Caco. Sin embargo, tampoco lloró.

Le dolió leer el mensaje a pesar de que Lucía simplemente había cumplido con su petición, pero saber que Carlos estaba por ahí escuchándola, fue mucho para ella y aun así, ¡tampoco lloró!

Sin decir nada más, se despidió de Bodoque, se cambió y se comenzó a arreglar.

Bodoque había mejorado, parecía ser que el gato se había hecho a la idea de que otra vez solo estaban ellos dos, claro que Bodoque seguía algo decaído, así que Victoria trataba de darle toda su atención cuando llegaba del trabajo y había pasado unas veces con los gatos de Harry. No eran mejores amigos, pero convivía con ellos.

Cuando estuvo lista salió directo al metro escuchando música en aleatorio.

Estaba revisando twitter para ver que no dijeran nada sobre ella y su reciente "muerte" cuando apareció un tweet diciendo que la gala de la FIA era ese día y no podían esperar para ver a los Ferrari boys en traje.

La cantante solamente rodó los ojos, pero por dentro, estaba segura de que Carlos se vería guapísimo. Lo mejor era quedarse fuera de redes sociales ese día o su mente la atormentaría sin poder dejar de ver fotos de Carlos y no quería verlo con Isa junto a él.

De verdad que el día la estaba torturando porque la canción "Si tú te atreves" de Luis Miguel había comenzado a sonar en sus audífonos. Victoria no se lo había dicho a nadie pero era una canción que relacionaba a Carlos.

La cambió de inmediato o se pondría a llorar en el metro y no tenía ganas de dar un espectáculo.

Cuando llegó al estudio, Harry ya estaba ahí, había llegado temprano para trabajar con la banda melodías que tenían pendiente.

Victoria saludó a todos, se quitó su abrigo y comenzó a trabajar.

Desde que entró podía sentirse incómoda y como si su cuerpo no supiera trabajar bien.

—Vic, ¿podrías repetir la última estrofa? Por favor, algo no se escucha bien —Harry le pedía desde atrás de la cabina deteniendo la grabación.

—Sí, perdón.

Harry podía ver que Victoria estaba dando su mejor esfuerzo, pero simplemente no sonaba bien nada de lo que cantaba. No era su culpa a veces así sucedía, más cuando habían estado trabajando sin parar desde que ella había regresado.

Estaba agotada y ella no se daba cuenta.

—Vic, para, para, para —Harry la interrumpió y ella se detuvo de nuevo, pero se sentía horrible por hacerlo perder su tiempo y el de todos en el estudio —Gente, tomense 5 minutos.

La banda lo obedeció y salieron de la cabina, unos se quedaron afuera donde Harry estaba mientras que otros salían a fumar o a comprar algo de comer.

Victoria estaba soltando su cabello y volviéndolo a amarrar mientras gruñía solo para ella y soltaba groserías bajito hacia ella como forma de castigo.

—¿Dormiste bien? —Harry preguntó entrando a hablar con ella.

A veces los productores tenían que actuar como animadoras para que sus clientes funcionaran, ya saben, dar apoyo y una plática motivacional, calmarlos, pero nunca sabía qué decirle a Victoria.

—Sí.

—¿Desayunaste algo?

—También —Victoria soltó molesta sin mirarlo. No era su culpa que no pudiera trabajar —Siento arruinar la sesión, pero tengo sueño y juro que dormí bien.

Harry asintió al verla.

—¿Quieres irte a tu casa y volver mañana?

—No.

Victoria no se lo ponía fácil, conforme más la conocía, descubrió que cuando se sentía acorralada o estresada, la cantante se cerraba por completo.

—En ese caso. Te propongo algo, ¿por qué no tomas el sillón que está ahí y descansas un rato? Mientras que la banda y yo terminamos la música.

—¿En serio? —Victoria vio el sillón donde dos de sus músicos estaban platicando y se veía demasiado cómodo.

—No veo por qué no, si estás cansada, recuéstate un poco. Has trabajado como loca y acabas de regresar de la muerte —Ese último comentario hizo que la cantante sonriera solo un poco, Harry lo veía como un triunfo.

—Sí, prometo ponerme a trabajar después.

Harry asintió y los dos salieron de la cabina. Los 5 minutos pasaron y la banda regresó a seguir trabajando, Victoria tomó su abrigo y el abrigo de Harry para armarse una cama provisional en el sillón y se puso sus audífonos para escuchar música en lo que se quedaba dormida.

Harry le dio una última mirada y luego continuó su trabajo con la banda.

- - - - - -  

Bueno, aquí tenemos la segunda parte del capítulo. Espero les haya gustado.

Y nos vemos mañana para la tercera y última parte de este Cap.

Como siempre, me gustaría saber que opinaron y ¡Feliz día de Reyes! 

Las amo

Fer<3 

  

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