Capítulo 29 [Día de romance en Madrid]
*Anuncios importantes al final del capítulo, es importante para mí que los lean, gracias.
Victoria ya estaba despierta cuando Carlos salió de su cuarto, estaba en la sala viendo una película, podía ver que su mano aún estaba vendada y parecía que iba despertando, porque tenía el cabello despeinado y seguía en pijama.
—¿Qué haces? —Preguntó el piloto desde la cocina.
—Desayuno. —Victoria dijo enseñándole un bowl que tenía en las manos.
—Tu desayuno no puede ser papas fritas de crema y especias. —Carlos dijo al ver la envoltura que había dejado en la barra, Victoria rodó sus ojos sin que Carlos la viera.
—¿Quién dice que no? —Victoria vio que Carlos se hacía un licuado, decidió ponerle pausa a su peli e ir a verlo. —¿Tienes planes para esta mañana?
—Iré a cortarme el cabello, solo lo hago cuando vengo a Madrid y puesto que no vendré por el resto de la temporada, será mejor hacerlo ahora. —Ella asintió aún comiendo sus papas. —¿Cómo sigue la mano?
—Duele un poco, pero menos que ayer, gracias. —Victoria sonrió.
—Bien, entonces no creo que sea nada grave. —Carlos prendió la licuadora y se quedaron en silencio hasta que terminó de licuar, Bodoque llegó a ellos. —¿A qué hora es la cita?
—En cuanto regreses, mientras te vas haré mi maleta para Mallorca. —La rubia dejó sus papas por tomar a su gato.
—¿No la has hecho? —Carlos la miró mal, la cantante siempre dejaba las cosas para el último momento y a Carlos eso le desesperaba. —Nos vamos mañana.
—Entonces todavía tengo tiempo, no te preocupes. —Victoria fue a robar más papas con Bodoque en brazos.
—Deberías llevar algún vestido casual o algo por el estilo, a mi familia luego le gusta hacer cenas un taaaanto "especiales" o ir al club a cenar y bueno, tienen código de vestimenta. —Ella asintió apreciaba que le dijera que esperar.
—Entonces estarán tus padres, tus hermanas, Caco y ¿quién más? —Ella preguntaba, cuando Carlos le decía familia no sabía a quién se refería.
Porque cuando Victoria decía familia, se refería a Bodoque, su madre, y a Lucía, a veces solo Lucía y Bodoque, a veces solo Bodoque.
—Mis abuelos, tíos, unos amigos y primos, y ya.
—¡¿Y ya?! ¡¿Y ya?! Voy a conocer a todo el clan Sainz y lo dices como si fuera un domingo tranquilo por el parque. —Carlos se burló de ella, para él no era nada complicado, él había crecido en una familia numerosa pero Victoria parecía que iba a tener un brote psicótico.
—No te preocupes, todos te amarán, como todo el mundo lo hace, saben que somos amigos y que no deben de hablar de la relación por publicidad, ahora me voy. —Carlos le dio un beso en la cabeza dejando a Victoria sentada con la mirada perdida.
Ella se puso de pie y fue a perseguirlo hasta la cochera.
—¿Te llevas el Ferrari? —Carlos se rió.
—No es como que pueda usar otro auto gracias a ti. ¿Sabes? Eres un peligro para la sociedad, deberías de estar feliz que no vino la policía. —Carlos abrió la puerta del garaje aún sin meterse al auto.
Bodoque veía a Carlos irse aún en los brazos de su dueña, el gato estaba muy atento al piloto.
—¿Si me arrestan aquí la policía sabe que ya me arrestaron en Estados Unidos? —Ella preguntó verdaderamente intrigada pero la cara de sorpresa de Carlos fue aún mayor.
—¡¿Cuándo carajos te arrestaron?! —Carlos ya se había metido al auto.
Ella se rió por la cara que Carlos había puesto y se despidió con su mano sana, para regresar a la casa.
—¡Victoria! ¡¿Cuándo te arrestaron?! —La rubia ya se había ido sin prestarle atención, Carlos tuvo que rendirse y salir.
La cantante apagó la tele, y se fue a su habitación a comenzar con la maleta, soltó a Bodoque para poder hacer algo. Le daba tanta flojera, que primero vio su celular por unos 15 minutos sin hacer nada más y luego de nuevo se puso a intentar a hacerla.
Colocó vestidos veraniegos, shorts, blusas frescas, sandalias, trajes de baño, todo lo necesario para no quemarse, ropa interior etc, se debatía en si llevar sus cigarros o no, pero al final ganaron, lo metió hasta abajo escondidos, en caso de emergencia se dijo y se repitió a si misma.
Luego, una vez que creyó que ya estaba lista, hizo otra maleta para Bodoque, su comida, platos, algunos juguetes, lo que normalmente se llevaba a la gira con él.
Y ahora sí, una vez que sintió que todo estaba listo se recostó en su cama viendo al techo, tenía música de fondo.
Victoria comenzó a pensar todo lo que se avecinaba, conocería a la familia de Carlos, y aunque todos parecían saber que ellos no eran pareja por alguna razón eso la ponía más nerviosa.
No le presentas a tu familia a cualquier persona, ella nunca había conocido a ninguna familia de sus parejas, joder, ella nunca había presentado a su madre a nadie además de Rogelio, y ella sabía como había terminado esa mierda.
¿Carlos debería de conocer a su madre? No, la pregunta se respondió sola. Su madre solo flirtearía con él y diría cosas inapropiadas, pero por alguna razón, ella quería que su madre conociera a Carlos, porque Carlos era bueno y decente, y apropiado, no eran novios de verdad, pero su madre podría ver algo decente por parte de ella, ver que podía encontrar a alguien bueno y adecuado.
Tal vez cuando ambos fueran al GP de Texas, podrían llegar primero a Los Ángeles y ahí, podrían comer o algo...
No, no, no, eso nunca pasaría, Carlos jamás conocería a su madre, era pedir demasiado y jugar mucho a la casita, no involucraría a su madre en ese circo.
Victoria se levantó y se comenzó a arreglar para la cita.
Había hablado con Lucía, la castaña no quería nada fuera de serie, solo quería que la gente los viera, y que hablaran de ellos. Victoria le tuvo que contar que se había lastimado la muñeca, y que había chocado el auto de Carlos, una vez que su manager dejó de gritarle pudo explicarle que no sucedió nada malo y que ambos estaban bien.
Victoria estaba ya lista recostada en su cama acariciando a Bodoque, a quien lo había dejado de lado estos días, el gato estaba adormilado ronroneando siendo el gato mimado de siempre.
—Ya estoy listo. —Carlos fue hasta su cuarto, ella sonrió al verlo, se veía increíble como siempre. —¿Qué haremos hoy?
—Turistear. —Victoria se puso de pie haciendo que Bodoque volteara a verla con cara de ??? porque lo había dejado de acariciar.
La rubia tomó su bolsa, su celular y las llaves de la casa, además de una chaqueta ligera.
Las dos estrellas caminaron hasta la entrada, Carlos iba directo a la cochera pero la voz de la rubia lo detuvo.
—¿Qué haces?
—Voy al auto. —Él le enseñó las llaves en sus manos mientras Victoria fruncía el ceño.
—La condición era hacer lo que yo quisiera y no quiero ir en auto, el hecho de decir turistear significa que vamos a ir caminando. —Carlos la volteó a ver con una cara de incredulidad y luego se rió.
—¿Es broma, verdad?
—No. —Carlos se dio cuenta que la rubia hablaba en serio.
—¿Y si nos perdemos?
—Que bueno que tenemos algo llamado celular con internet. —Ella se burló de él mientras le quitaba las llaves del Ferrari de las manos y las dejaba en la mesa. —Ahora, pasa tu cartera a tus bolsas de enfrente al igual que tu celular.
Carlos la obedeció y salieron de la casa.
Primero la pareja caminó un poco, hasta salir a una calle más poblada, una vez ahí esperaron a un autobús que los llevaría a una entrada del metro y una vez en el metro, se podrían mover como ellos quisieran.
—¿Alguna vez has usado el metro? Se me olvida que vienes de familia rica. —Victoria dijo entre risas mientras veía la cara de Carlos.
—¡Claro que he usado el metro! —Por la hora no estaba lleno, lo cual hacía posible que al menos pudieran ir sentados. —Solo que fue hace tanto.
—Entonces cambia tu cara, porque por tu aspecto todos los carteristas de Madrid sabrán que eres un novato. —Victoria le dijo tomando su cara con una mano y apretando sus cachetes. Carlos se puso serio.
La rubia iba checando las paradas, tenían que hacer un transborde, ambos se bajaron y Carlos tomó la mano de Victoria, porque ella parecía moverse a pasó veloz y parecía conocer el metro como la palma de su mano, mejor que él y eso que Carlos era de ahí, Victoria iba escabulléndose entre la gente, Carlos estuvo casi a punto de perderla, una vez que se sincronizó con el paso de ella pudo soltarla pero no quiso.
Transbordaron y de nuevo encontraron lugar.
—¿Está es la cita? ¿Tú y yo por el metro de Madrid? —Ahora era Carlos quien se burlaba de ella. —Entiendo que te guste el metro pero no podemos tener una cita aquí.
—Ja-ja, que gracioso. —Victoria respondió de forma sarcástica. —No, te he dicho que después de cada sesión de terapia he ido a ver un museo, y ayer, interrumpiste eso, así que iremos hoy al museo que quería ir ayer.
Carlos no dijo nada más, siguió viendo todo, por un momento vio a la rubia, que seguía al pendiente de las paradas, y vio que se había puesto la venda de nuevo, al parecer si le dolía más de lo que ella decía pero ella jamás aceptaría ayuda o demostraría dolor, no frente a él, no frente a nadie, iba a preguntarle si estaba bien pero Victoria se puso de pie y lo jaló sin previo aviso.
—Es aquí. —Las dos estrellas salieron del metro.
Era el Museo Arqueológico Nacional, solo tenían que caminar una calle hacía adelante para llegar a la entrada.
—¿Ya habías venido? —Carlos negó mientras ella sonreía, al menos así sería una buena experiencia para ambos.
—No, pero como funciona esto ¿Nos dan un tour? —Ella se rió.
—No, o bueno, sí pueden dar tours, pero la verdad prefiero tomar uno de los folletos de la entrada y explorar sola. También hay audioguías.
Ambos entraron, era claro que ellos salían cuando la demás gente estaba en un horario de trabajo típico, eso les daba la oportunidad de encontrarse con lugares no tan concurridos.
Victoria pagó por la entrada de ambos, además pagó para que pudieran entrar a todas las exhibiciones, los dos comenzaron a caminar, en sí el museo estaba diseñado para que pudieras seguir las exhibiciones sin problema alguno, ella iba revisando todo, cada detalle, veía los folletos que había tomado y luego veía las obras.
Carlos estaba en terreno desconocido, no era un conocedor del arte, sabía quien era la monalisa y ubicaba a La Oreja de Van Gogh, como una banda, hasta ahí llegaba su conocimiento del arte, pero Victoria parecia una historiadora.
Ella se quedaba en silencio mientras observaba las obras, las veía lo más cerca que podía, luego se alejaba, las veía de todos los ángulos posibles y luego le hablaba de ellas, algunas no sabía de quien eran o su interpretación pero se metía a su celular a investigar o revisaba los folletos hasta dar con ella.
Carlos no se estaba tomando tan en serio el arte, él imitaba a las pinturas y a las esculturas para hacer reír a la cantante y hasta cierto punto funcionaba, pero también la dejaba disfrutar y admirar el trabajo de otros artistas.
—Esas son mis favoritas. —Ella le decía a Carlos.
—¿Por qué? —Claramente no entendía a lo que se refería Victoria, no entendía nada.
—Porque así puedo darles yo mi interpretación. —Vic volteó a verlo con una sonrisa. —Me refiero, uno puede darles las interpretaciones que queramos, pero una vez que sabes lo que el artista quería reflejar para mi lo arruina un poco. A veces es mejor no saber, creo.
—¿Y cómo es que sabes tanto de arte? —Carlos preguntaba mientras Victoria sacaba su celular para tomar una foto.
Carlos se sentó esperando a que ella terminara de tomar la foto, luego Victoria tomó asiento en la banca junto a él.
—Es la maravilla del internet y los libros. —El piloto rodó los ojos.
—Si hubieras podido ir a la universidad ¿hubieras estudiado artes? —Carlos preguntó completamente serio.
Victoria leía tanto y le encantaba hacer preguntas y aprender que sabía que hubiera sido una buena estudiante.
—No. —Ella sonrió. —Si hubiera ido a la universidad me hubiera gustado estudiar gastronomía, luego hubiera hecho una maestría en negocios, economía, contaduría, algo por el estilo y así, hubiera podido tener mi restaurante.
—Parece ser que lo has pensado bastante. —Carlos dijo sonriendo ante la respuesta de la rubia.
—Una vez hablé con tu padre, él me preguntó si en realidad me gustaba ser cantante, le dije que no conocía otra cosa que este mundo del espectáculo. —Victoria dijo sin ver a Carlos, pero al madrileño no le importaba porque al menos así podía verla sin problemas. —Así que en una sesión de terapia lo hable con mi psicóloga y ella me dijo que tenía el tiempo del mundo y que podía pensar que me hubiera gustado hacer y que si quería podía hacerlo.
—¿Y piensas hacerlo? —Carlos de nuevo pregunto ignorando a todos los demás.
Victoria y Carlos habían entrado a esa zona donde solo estaban ellos dos, era como si el museo se hubiera vaciado.
—No. —Ella sonrió y lo volteó a ver. —La gente no entiende que soy verdaderamente feliz con mi vida, soy muy afortunada y aunque no fue necesariamente lo que quería, fue perfecto para mí.
—Tal vez en otra vida. —Carlos dijo y ella asintió sonriendo.
—Tal vez.
Los dos se quedaron ahí por unos minutos, observando a la gente, observando a las obras, en un silencio para nada incómodo.
—¿Ya te aburriste?
—No. —Carlos mintió y ella se burló de él, no era muy bueno mintiendo.
—Vale, dame unos minutos más y nos vamos. —La rubia siguió caminando y haciendo el recorrido.
Carlos se había detenido a responder un mensaje y cuando alzó la cabeza Victoria no estaba ahí, ¿cómo era posible que ella se escabullera tan rápido? El madrileño siguió el camino obvio pero ella no estaba ahí, así que siguió y siguió mientras le mandaba mensaje que parecía que no respondería.
No fue hasta que por fin llegó a una sala vacía donde la encontró sentada enfrente de una pintura del tamaño de la pared. Estaba admirándola, su mirada no se despegaba de ella, siempre había creído que esas personas que se pierden viendo estas obras eran unas presumidas que creían creerse superior a los demás, pero Victoria en verdad parecía que estaba analizando lo que había frente a ella.
—Te perdí. —Carlos dijo tomando asiento a su lado.
—Lo siento, solo que ya te quieres ir y yo vine a este museo por esta pintura, pienso aprovechar mis últimos minutos con ella. —Ella le dijo sin voltearlo a ver.
—¿Qué tiene de especial esta pintura? —Victoria se alzó de hombros diciendo "no se" pero era claro que sí sabía, solo no quería decirle.
—Me gustan las cosas bellas. —Está vez Victoria si volteó a verlo, con una sonrisa tímida. Movió su mano hasta su cabello recién cortado y lo sacudió. —Me gusta tu corte.
—Gracias. —Carlos sonrió al sentir el tacto de los dedos de Victoria en su cabello.
La mano de ella bajó hasta la mejilla del piloto y con su pulgar acariciaba su cara de manera delicada.
—Te rasuraste. —Hablaban en susurros, a pesar de que nadie más estaba en esa sala. Él asintió aún con la mano de Victoria sobre él. La cara de Victoria se veía triste, como si supiera que las cosas se acabarían, era un pensamiento que le acababa de llegar. —Voy a extrañar esto.
—Vic. —Carlos quiso decir algo pero ella lo interumpió poniendo su dedo sobre los labios de él.
—Shhh.
Carlos no dijo nada, ese era el efecto que ella tenía sobre él, dejarlo sin habla.
Victoria se puso de pie, pero Carlos estaba muy absorto en ella como para hacer algo. Victoria fue hasta él y lo beso, Carlos la abrazó por instinto de todas las veces anteriores que habían compartido, el beso era tierno y delicado, pero entonces Carlos sintió algo frío en su cara, ella estaba llorando en silencio, Victoria se separó pero seguía entre los brazos del madrileó, Carlos vio las lagrímas en sus mejillas y sus ojos rojos, ella sonrió a pesar de eso, y Victoria limpió la cara de Carlos mientras se reía.
Luego Victoria se alejó de golpe como si lo que acababa de suceder entre ellos no hubiera ocurrido y comenzó a caminar hacia la salida de esa sala.
—Deberíamos tomar unas fotos antes de irnos, Lucía quiere que las publiquemos —Ella no volteó a verlo, y no le explicó que fue lo que acababa de pasar, cosa que dejó más que confundido a Carlos.
No quería perderla de nuevo así que comenzó a caminar rápido, sin hablar o sin decir nada, se tomaron unas fotos, luego eligirían cuales funcionarían.
Volvieron a caminar para la salida, pero antes de que llegaran a ella Carlos puso su brazo frente a ella para detenerla.
—Mira. —Ellos se habían escondido detrás de una columna, porque desde ahí podían ver que en la salida había 5 personas con cámaras profesionales con lentes enormes, tanto él como ella sabían que significaban esas personas.
—Paparazzis. —Victoria dijo y Carlos asintió.
—¿Tú los llamaste?
—No, Lucía dijo que solo quería algo tranquilo y que nosotros seríamos quien publicarían las fotos.
—¿Y Lucía no los habrá llamado? —Victoria negó.
—No, ella no sabía nuestros planes, alguien debió de vernos y llamar.
—Está bien, preguntemos si hay otra salida disponible. —Carlos quiso buscar opciones pero Victoria sabía que no sería así, ella había investigado y sabía que esa salida era la única.
Eso no detuvo a Carlos, que al encontrar un trabajador del museo fue a preguntarle, le dijeron que solo había una entrada y una salida.
—Tendremos que salir. —Victoria dijo comenzando a caminar pero de nuevo Carlos la detuvo.
—Me agrada la idea, pero de todos modos nos alcanzarían, porque por culpa de alguien no traemos coche. —Victoria lo miró de mala manera.
—¿Yo que iba a saber que habría paparazzis? Cuando salgo sola no me siguen. —Carlos sonrió engreído. —No digas nada, soy más famosa que tú.
—En otras partes del mundo preciosa, pero en Madrid yo soy más famoso que tú. —Odiaba cuando era engreído, aunque se viera sexy haciéndolo.
—Como sea, de todos modos tendremos que correr al metro.
—¿Es broma? —Ella negó.
—Vamos guapo, que se supone que tienes buena resistencia. Mira así está el plan, corremos, nadie espera que nos vayamos por el metro, en cuando lleguemos a la entrada los perderemos, ellos no pueden correr con esas cámaras.—En realidad ella ni siquiera confiaba en su plan, pero no había otra opción. —¿Confías en mí?
Victoria había extendido su mano y Carlos la miró antes de tomarla.
—Sí confío en ti, pero no se que tanto confío en tus planes. —Aún así, Carlos tomó la mano de la rubia.
Las dos estrellas bajaron unas pequeños escalones para la salida a toda velocidad, y una vez que estuvieron en la salida comenzaron a correr como si la misma policía los estuviera perseguido y ellos hubieran robado un banco.
Los paparazzis comenzaron a tomar fotos, pero la rubia había tenido la razón, ellos no podían correr con sus cámara.
Carlos rapidamente comenzó a rebasar a Victoria pero al ir agarrados de las manos iban juntos sin problemas.
Al parecer había dos de ellos que no se rendían, iban corriendo detrás de la pareja, ahora con cámaras más pequeñas.
—Corre, corre. —Carlos le decía a Victoria, la entrada al metro estaba cerca.
—¡Ah! Ya voy. —Decía ella tratando de no quedarse atrás.
Por fin, los dos lograron entrar, y Vic colocó la tarjeta para ambos entrar, habían empujado a gente y les habían gritado de cosas, los paparazzis habían bajado hasta donde ellos estaban, pero no tenían forma de entrar.
El metro llegó a la estación y Carlos y Victoria se subieron, sin saber si era la dirección que debían de tomar, pero eso se solucionaría en la siguiente parada.
Una vez que las puertas del metro se habían cerrado y los paparazzis se habían quedado atrás, las dos estrellas se voltearon a ver y se comenzaron a reír como desquiciados.
—¡Estás loca, preciosa! —Carlos le decía tratando de recuperar su respiración aún muerto de risa, Victoria no podía hablar por lo mismo.
—Tenemos que bajarnos en la siguiente, nosotros vamos para el otro lado. —Carlos asintió.
El metro se detuvo en la siguiente estación y los dos bajaron y comenzarón a cambiarse de lado. Una vez que tomaron de nuevo el metro, se sentaron y se quedaron en silencio, pero no era un silencio incómodo, solo era un silencio, hasta que Victoria lo rompió.
—¡Ay no! No puede ser. —Eso atrajo la atención de Carlos.
—¿Qué? ¿Qué pasó?
—No compré ningún recuerdo. —Carlos frunció el ceño, ella lo hizo ver como si una tragedia hubiera sucedido.
—No te preocupes, te compraré una baratija en el aeropuerto después. —Ella sonrió, Carlos siempre trataba de solucionar sus problemas por más insignificantes que fueran.
—Está bien. —Ella sonrió satisfecha.
Después de nuevo ellos se quedaron en silencio, el resto del camino. Carlos quería ver si tenía la oportunidad de preguntarle a Victoria que había sido lo que había pasado hace rato, pero no quería presionarla a responder, por otra parte, Victoria se había dado cuenta de algo crucial, algo que cambiaba todo.
Ella estaba perdidamente enamorada de Carlos Sainz.
El día de ayer en la terapia lo había hablado con su psicóloga, soltó toda la sopa, le contó de Mónaco, la canción que le había escrito, el como se sentía con él y muchas cosas más, pero no fue hasta ese momento que pudo aceptarlo, justo en cuanto las puertas se cerraron y la risa de Carlos inundó el vagón y sus oídos.
Fue como una cubeta de agua fría cayendo por todo su cuerpo, ella sabía que le tenía "aprecio" al madrileño, pero ya no solo era aprecio y eso la espantó hasta cierto punto.
Ella había hecho lo más estúpido que podría haber hecho en un una relación por publicidad, se había enamorado de un colega, que cliché y que estúpido de su parte, aunque siendo sincera, ella siempre solía hacer cosas estúpidas, era parte de su ADN.
Y por eso lloraba en el museo, lloraba porque estaba enamorada y porque ese contrato se acabaría y ella había perdido la cordura, lloraba porque Carlos Sainz nunca sería suyo, no importaba cuantas veces tuvieran sexo o cuantas veces llegara a rescatarla, él no la quería a ella y mientras Victoria antes lo entendiera, mejor sería para ambos.
El resto del camino fueron hablando de cosas sin sentido, ambos morían de hambre y ninguno tenía ganas de cocinar, así que Victoria dijo que lo mejor sería pedir pizza y cenar viendo una película. Carlos accedió, podía tomar un descanso de su dieta.
Él fue al baño mientras ella llamaba y hacía el pedido, luego, una vez que estaba confirmado, metió dos latas de refresco al congelados para que estuvieran más frías y una botella de vino. Además de que comenzó a hacer palomitas y buscar algo que ver.
—¿También vas a elegir la película? —Carlos preguntó saliendo del baño.
—Sí, veremos Rocky IV.
—¿Cuál es esa? —Carlos había visto todas, pero se le olvidaba cual era cual.
—Donde Rocky va a pelear en Rusia.
—¡Ah! Ya se cual es, vale es buena, además, hace mucho que no la veo. —Carlos le ayudó a mover todas las cosas a la mesa de centro de la sala para comer, ya solo esperaban la pizza.
—He estado viendo la saga de nuevo y voy en la cuatro, me niego a ver la cinco. —Carlos sonrió no tenía la menor idea cual era la cinco pero Victoria parecía estar verdaderamente enojada por esa película. —Es una completa basura.
Comenzaron la película, Bodoque se les unió tomando asiento en su sillón preferido y limpiándose. El timbre sonó y Carlos fue por dinero para la pizza mientras ella le ponía pausa a la película y corría la baño.
Una vez que salió se encontró a un Carlos con el ceño fruncido.
—¿Me puedes explicar que es esto? —El madrileño señaló la caja de pizza que acababa de abrir.
—Pizza. Duh. —Le dijo Victoria sin ver.
—¿Y qué hay sobre la pizza? —La rubia se acercó a ver.
—Ah eso, yo la pedí hawaiana, pero abajo hay otra caja de pepperoni, solo para ti. —Victoria agarró un pedazo y la puso en un plato.
—¿¡Te gusta la pizza con piña?! —Carlos parecía como si Victoria le hubiera insultado a su madre.
—¿Que tiene? Me gusta ese sabor dulce que le da. —Ella la mordió y mastico el bocado con la boca abierta molestando a Carlos.
—La pizza no debería de ser dulce. —Carlos movió la caja y tomó una rebanada de pepperoni
—Deja de quejarte. —Los dos tomaron asiento de nuevo en el sillón y siguieron viendo la película, pero Carlos parecía no querer quedarse callado.
—¿Sabes? Después deberíamos ver Rocky V, es mi favorita. —Ella volteó a verlo mal.
—¿Acaso quieres que me enoje? —Ella sabía que lo hacía por la pizza.
—¿Qué? A mí me gusta. —Carlos se hacía el desentendido.
—Yo no te estoy obligando a comer la pizza con piña, ahora déjame ver la película. —Victoria le lanzó un cojín mientras Carlos mordía su pizza con una sonrisa burlona en la cara.
Después de cenar, entre los dos comenzaron a recoger todo, los trastes ya los lavarían mañana antes de irse a Mallorca.
Victoria estaba yéndose directo a su cuarto pero la voz de Carlos la detuvo
—¿No vienes? —Ahí estaba ese castaño, básicamente su mirada estaba suplicando por ella, y Victoria quería decir que no, que se alejara, quería salir corriendo de esa casa porque ya lo había aceptado, y una vez que lo aceptaba no había marcha atrás.
Ella estaba completa, irreparablemente enamorada de él, y ella era débil.
—Voy. —Ella aceptó su mano, así como él tomo la de ella saliendo del museo y lo siguió al cuarto.
Más vale aprovecharlo mientras durara.
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1/2 Sí hay EXTRA
Hello, bueno, tengo dos anuncios, que creo que les gustarán.
ANUNCIO NÚMERO 1: La siguiente actualización tendremos maratón, wuuuu.
Para las antiguas lectoras ya saben como funciona, para las nuevas les explico rápido, los maratones son de 3 capítulos que se publican alrededor del fin de semana, uno el viernes, otro el sábado y el último el domingo, para que se disfruten más.
Así que espero que estén emocionadas.
Ahora, ¿por qué dije "la siguiente actualización" y no la "siguiente semana"?
Como estoy a finales de semestre, no he terminado de escribir los capítulos y son cruciales para la trama, así que intentaré terminarlos pero como estoy entregando mis proyectos a lo mejor no puedo terminar de escribir, así que por primera vez habrá un viernes sin actualización, espero lo entiendan
De todos modos, les dejo esta otra opción.
ANUNCIO NÚMERO 2: He subido una historia de Bodoque.
Sé que ya hay gente que ya la está leyendo, o hay gente que se enteró de ella por tiktok, pero esto es para las que no tenían idea.
Consiste en pequeñas historias de el personaje favorito de todos, Bodoque, claro que hablo de la vida de Victoria antes de conocer a Carlos.
Lo he dicho mil veces y no me cansaré de decirlo, no se sientan obligadas a leerla, no tiene que hacerlo para entender esta fanfic, pero si les gusta mi trabajo estoy segura que les gustará esa historia.
Si hay alguien que la esté leyendo y quiera recomendarla para que vean que no miento adelante.
Y bueno, creo que eso es todo, espero les hayan gustado mis anuncios y nos vemos pronto para el maratón
Fer<3
PD: Es esta la historia de Bodoque y ya está publicada en mi perfil:
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