CAPÍTULO 81
—Será mejor que te vayas— le dice Justin.
Caleb empieza a respirar pesadamente viendo al pelirrojo. James levanta sus palmas blancas.
—Escuchen, ya sé lo que mi primo hizo— por el pequeño espacio de los cuerpos de los muchachos logro ver que intenta hacer contacto visual conmigo. —No soy parte de esto. Lo juro.
Justin da un paso para alejarlo, pero James se resiste.
—Quiero ayudar— escucho dejándome con un desconcierto. —Soy O-
Volteo a ver a la mujer de traje verde, está terminando una conversación por teléfono.
—No hay un suministro cerca. Si no hay nadie que pueda donar su amigo puede morir— nos advierte.
—Yo lo haré— James pasa por un lado de Justin, Sky se queda en silencio, guardando sus pensamientos.
Antes de que pase por Caleb, el pelinegro coloca una mano en su pecho.—Mantente lejos— advierte.
—Solo vine a decir la verdad— comenta James y baja la mano tatuada para ir a la mujer con guantes de látex.
—Ven por aquí— lo guía al mostrador. Él toma una ficha en blanco y cruzan las puertas grandes blancas.
Los cuatro nos quedamos de pie, en una recta en el pasillo.
—¿Qué crees que quiera decirnos?— pregunta Justin, sé que le habla a Caleb.
—No sé. Pero de que sabe algo, lo sabe.
Estoy de acuerdo con él.
(...)
Casi son las dos de la mañana cuando James es el único cuerpo que sale de la sala, trae consigo una botella de agua y camina más despacio de lo normal. Dejamos que se siente dejando un banco vacío entre nosotros.
—Espero que sea suficiente— es lo que dice llamando no solo nuestra atención, sino que también curiosidad.
Sky lo examina con mejor cuidado, ella está más cerca de él. —¿Te sientes bien?
—Sí.
Caleb se levanta.
—Entonces empieza a hablar— si quiere intimidarlo por estar de pie lo está logrando.
—Caleb— regaño.
Si todo este tiempo me he mantenido tranquila, es porque no soy capas de pensar en que haría sola, no quiero recordar lo que sucedió, prefiero tener mi mente ocupada. Siempre recurro a lo mismo.
Me coloco a un lado de Caleb, sus brazos cruzados están al tanto de lo que hace, en mi opinión dudo que intente algo malo, se ve débil.
—Les dije que no lo hicieran—empieza relamiéndose los labios. —Mattiu no es una persona estable, lo supe cuando dio ideas perturbadas.
Caleb endurece la quijada, pero nada que me haga detenerlo.
—Kate tenía una clase de manía por Archer, la encontramos dejándole cartitas a inicios de la temporada— James niega como si recordara. —No supe que Mattiu la busco hasta después. Ellos tenían todo un plan elaborado, sabían bien lo que querían. Ella a Nate y él a ti.
Su mirada cae sobre mí. Mis brazos vuelven a abrazarme para sentir que no estoy sola de pie.
—En la fiesta en la casa de las Collins me dijeron lo que habían hecho. Matt sabía que estaba detrás de Sky, quiso convencerme de que me dejarían el camino libre— frunzo mi ceño. —¿Entienden? Matt y Harriet, Kate y Nate y Sky y yo. Pero tenía que ayudarlos.
—Espera— dice Sky. —¿Dices que esa rubia oxigenada mando el video?
—No— me adelanto. Debe estar mintiendo. —¿No fue Amber?— lo digo, pero lo digo sin pensarlo en absoluto que cuando me oigo lo lamento.
Sky voltea a mi dirección. —¿Amber?
—Es que...— acabo de cometer el peor error. Se supone que no le íbamos a decir que Archie lo descubrió.
—No fue Amber— dice James. —Fue desde su teléfono, pero no fue ella. Fue Kate.
Sky enfurece, puedo ver la ira en su pequeño y delgado cuerpo.
—¿Por qué quiso que te unieras?— pregunta Caleb regresando al tema central.
—Porque querían que lesione a Nate en un partido— esto cada vez más se sale de la locura a algo peor.
—Pero te echamos del equipo— dice Justin.
—Y por eso entro Matt— responde el pelirrojo. —Solo que tú apareciste— señala a Caleb. —Arruinaste todo. Harriet no se fijó en él, ni cuando terminaste con Nate. ¿Recuerdan el día de Halloween? Se supone que Matt debía consolarte y Kate debía estar con Nate.
—Pero me fui con Caleb— susurro.
—Y el día que Kate y Nate fueron al hospital. Ella lo llamo para decirle que tú estabas ahí.
—¿Me han estado siguiendo?
James se levanta con pesadez. —Yo no tengo nada que ver. Nunca acepte hacer nada, esos dos necesitan terapia urgente, pero creo que Matt más.
—Yo te vi hablando con Kate— digo recordando el pasillo.
—Intente que sacara a Matt de sus planes, porque sabía que no estaba bien de la cabeza.
Entonces de él hablaba.
—Y en la fiesta, en la playa.
—Ellos no iban a detenerse— le dice a Justin. —Miren es justo que no confíen en mí, si Archer muere hoy dire todo lo que sé.
El corazón se me detiene al imaginar que eso suceda.
—Él ya ha ido demasiado lejos— nos mira. —Yo no voy a ir a prisión por algo que no hice.
—¿Sabías que Katherine no estaba embarazada?— digo antes que se vaya.
James frunce el entrecejo, muy profundamente.
—¿No está embarazada?— niego. —Ella dijo que lo estaba.
¿Por qué mintió?
—Familiares del Nathaniel Archer— todos giramos hacia las puertas.
Es el doctor, se saca el cubrebocas mientras nos acercamos. Antes de decir algo toma aire viendo a cada uno.
—Su amigo está bien— cuanto agradezco poder respirar con normalidad. —Tiene costillas y el brazo fracturado, perdió mucha sangre pero ya se la están suministrando. En cuanto a su hombro— Justin se pone nervioso. —Puede que tenga consecuencia a largo plazo.
—Él es jugador...— dice su amigo.
El doctor lo mira desanimado. —¿Es zurdo?
Justin niega.—Entonces no creo que pueda hacerlo sin una dificultad. Podrán verlo en unas horas. — el doctor hace un asentamiento con la cabeza. Y se retira.
No puedo creerlo. ¿Nate no podrá volver a jugar? ¿Cómo le vamos a decir eso? Que de bueno voy a poder decirle cuando despierte.
—Tenemos que avisarle a sus padres— dice Sky.
Justin vuelve a las sillas mientras que Sky se encarga de avisar a Beatriz y Gregory. No veo a James cerca, supongo que se fue.
—¿Quieres ir a cambiarte?— me pregunta Caleb.
Lo pienso. Me gustaría ver primero a Nate.
—Volveremos rápido.
—Supongo que necesito una ducha.
Caleb y yo tomamos el primer turno en irnos, Justin y Sky se quedan para avisarnos si ocurre algo. Caleb es quien vuelve a conducir mi auto.
—¿A dónde vamos?— esta no es la carretera.
—Supuse que no ibas a querer irte a casi dos horas de distancia— conduce por las avenidas de Riveldale. —¿Este te parece bien?.
Observo por la ventana, es un hotel. Un hotel muy lujoso a simple vista, son como nueve pisos de hermosa fachada, bonito diseño, las luces del ingreso alumbra con reflectores bonitos.
—Está bien— espero que estacione antes de bajar.
Juntos nos dirigimos al living, un hombre de camisa observa su monitor.
—Bienvenidos a SuitStar—sonrío cansada. Pronto será las tres de la mañana.
—Una habitación, por favor—Caleb solicita y esperamos a que digite algunos dígitos.
—¿Tiempo?— Caleb me mira.
Me encojo de hombros. —Indefinido.
—Habitación 505. Quinto piso— nos entrega una tarjeta, parecido a la de crédito.
Caleb juega con los bordes. —¿Cuenta con lavandería?— el hombre asiente.
—Las 24 horas— que bien.
Conforme a todo nos acercamos al ascensor. Marcamos el cinco y en silencio continuamos hasta llegar a la habitación indicada.
Bonito, pero eso no me interesa ahora.
—¿Quieres ducharte primero?— pregunta él.
Hay toallas y batas limpias. —Sí.
—Llamaré para que vengan por la ropa. Déjala afuera de la puerta.
Prefiero hacer gestos y caminar hacia el baño, abro el grifo y dejo que esta me refresque el cuerpo con las gotas frías, me quedo quieta viendo como mi cabello va cayendo a mis lados, goteando sin parar. Las gotas de agua recorren mi cuerpo, cierro los ojos, pero es una mala idea. Las imágenes de hace unas horas vuelven, como el sentir de ese tacto irrespetuoso en mi cuerpo.
La barra de jabón gratis es sobado en mi cuerpo para limpiar cualquier marca o zona donde él tocó. Paso un largo tiempo bajo el roce de agua, mis dedos se arrugan y mis ojos arden por el agua que resbalaron sobre mi rostro.
Me coloco la bata, la ajusto a mi cintura y me veo en el espejo antes de salir, mi cabello castaño sigue dejando rastros en mi camino. Me sostengo del mármol del lavado, mis mejillas se sienten heladas por el agua fría.
¿Qué hubiera pasado si Caleb no llegaba a tiempo?
Despejo mi cabeza, salgo del baño sabiendo que Caleb está cerca. El pelinegro aparece apenas abro la puerta, lleva una bata blanca como yo.
—Dijeron dos horas— me avisa. —¿Estuvo bien?
—Si— sonrío.
Caleb se acerca y acaricia mis brazos, los tengo cruzados sobre mi pecho. —No pareces bien.
—Es que... tengo hambre.
—Non ti credo.
Él sabe.
—Ven— me lleva a la habitación. —¿Recuerdas lo que te dije ese día en mi departamento?
Hago memoria.
—Te dije que sé que ocultas tus problemas. No te gusta ser una carga para otros— Caleb toma asiento a un lado de la cama y yo a su lado. —Tú estuviste para mí. Déjame estar para ti.
Mis dedos juegan en mi regazo, su voz es agradable y sus palabras dulces.
—Yo... — no sé cómo decirlo. —Tuve miedo... Si tú no hubieras llegado...
—Oye— me toma del mentón y gira hacia él. —Yo siempre voy a estar ahí. Seré un héroe si lo necesitas.
Lo último lo dice con diversión.
Es extraño sentirse segura con alguien, con él. Las últimas horas han sido una pesadilla y él de alguna manera, sin esforzarse, logra hacerme sentir mejor.
—Ven aquí— me llama. —Necesitas descansar un rato.
Con cuidado nos depositamos en la cama, él me abraza con nuestros cuerpos pegados, yo viendo hacia un lado, y el justo detrás, cucharita.
—¿No vas a ducharte?
—Eso lo puedo hacer luego— dice en forma baja.
También está cansado y no es para menos. Con lentitud permito que el sueño venza y que mi cuerpo descanse luego de una larga noche.
(...)
El hospital de Riveldale es más pequeño que el de nuestra ciudad, el centro de salud y emergencia es de color verde como los uniformes del personal. Ese color solo me hace recordar a los de Nathaniel.
Cuando era pequeña creía que los ojos de un príncipe eran azules, mi idea cambio al verlo a él. No me importo que fueran dos esferas verdes, para mi Nate era un príncipe. Uno que estoy a punto de ver.
—¿Se puede?— pregunto dando dos toques en la puerta. Por formalidad.
—Solo si vienes sin intenciones de reprimendas— me dice el castaño desde su no cómoda cama.
—Me conoces lo suficiente para saber el discurso que te tengo— Nate rueda los ojos.
Su cama está acomodada para tenerlo un poco en alto y así pueda vernos mejor, como si estuviera sentado.
—Empieza con un me alegro de verte— me dice.
Sonrío sin la presión de saber si se encuentra en un estado crítico. Su brazo tiene un yeso desde el codo hasta casi llegar a su mano derecha. Tiene algunas bandas en el rostro, esos que te colocan para cerrar heridas, sus mejillas muestra rasguños, pero nada que no vaya a desaparecer con el tiempo.
—Si claro— observo la habitación. —¿Se fueron?
—El par de enamorados hace una hora y mis padres fueron a ver papeleo hace un rato— agradezco no toparme con ellos. —Debiste hacer que no los llamaran.
—Tenían que saber que estabas aquí.
—Estoy vivo. Es lo único que quieren saber— ciertamente lo es. —¿Dónde está Caleb?
—Ha ido por café— dormir pocas horas lo requieren.
Nate mueve la cabeza y su expresión de sonrisa desaparece. Me quedo sin saber que decir por qué sé que se viene algo.
—¿Te encuentras bien?— me pregunta.
—Si.
—¿Estás segura?
—Si Nate. Ya estoy mejor— el castaño asiente y me estira su mano izquierda.
La tomo, él me da un apretón. —Temí por ti cuando las luces se apagaron.
Bajo la cabeza. —Llegaron a tiempo. No me paso nada.
—Caleb llegó a tiempo.
—Él prometió cuidar de mí.
Nate sonríe. —Creí que era un idiota.
—Cuando lo conocí, yo también— confieso.
Ambos soltamos una carcajada. Me gusta verlo reír, pero si él ha tocado este tema yo lo haré con el suyo.
—Amber nos dijo lo que paso— Nate inhala por un tiempo largo.
—Auch— dice al sentir la herida de su estómago.
—¿Duele mucho?
—Si— me mira a los ojos. —No hay bebé— me dice con una sonrisa torcida.
—Lo siento.
—Quiero pensar que por algo suceden las cosas— comenta. —Tal vez mi futuro era otro.
—¿Ya sabes cuál?
—No— toca su hombro. —No puedo jugar, no voy a ser padre y me he quedado sin nada en mente.
—Tienes la Editorial— Nate hace una mueca.
—En la empresa familiar es donde menos quería acabar.
—Tienes la librería de segunda mano— menciono. Nate se queda en silencio.
Y luego dice. —Tienes razón. Es un logro.
—Y tienes tu brazo izquierdo— bromeo.
Nate ríe. Pero su risa se detienen en un minuto.
—Podría lanzar con el izquierdo— parpadeo. —Hay jugadores zurdos.
—¿Lo dices en serio?
—Tendría que hablar con el entrenador.
—Eso quiere decir que podrías volver a jugar.
—No nos creemos faltas esperanzas— achico los ojos.
—No seas negativo segura dirá...
Me doy cuenta de que ya no me oye. Y es que Caleb ha aparecido por la puerta. Con un recipiente de tres vasos.
—Estás vivo— comenta viendo al castaño.
—Una mala noticia para ti— dice Nate.
—Es buena— dice el pelinegro. —Ella me hubiera matado por no salvarte.
Mis mejillas se ponen rojas al recordar como llegamos a ese lugar donde peleaban. Las veces que le dije que acelerara.
—No te sientas celoso.
—Te sorprendería saber quien es la celosa de esta habitación.
Fulmino a Caleb, Nate ríe, pero no lo hace tanto tiempo cuando vuelve a sentir el dolor de su herida.
—Tu café, loca— me tiende los recipientes. Tomo uno aunque finjo molestia.
—¿Puedes tomar café?— pregunto viendo a Nate tomar otro.
—El doctor no dijo nada de prohibiciones— se encoge de hombros. —No moriré por un café.
Bueno, es que tanto hablan de muerte ahora. Doy una mirada a Caleb, buscando apoyo.
—Mejor espera que el doctor lo apruebe— Nate lo ve con las cejas alzadas. Bufa y deja el vaso a un lado. Sonrío complacida.
—Tengo que agradecerte— bajo el vaso de mi rostro y mi cabeza gira. Le habla a Caleb.
—El café era gratis— bravo Caleb.
—Me refiero a cuidar de Harriet.
Caleb me mira y sonríe. Estoy roja, seguro que sí. —Eso no lo hago gratis.
Nate rueda los ojos. —Mejor olvídalo.
El tatuado sonríe a boca abierta. —Ustedes son muy gruñones.
—Es porque a veces me desesperas— digo yo.
—Malhumorados.
—Idiota— decimos al unísono.
Nate y yo nos vemos y soltamos una carcajada. Nate una corta.
—Hablando seriamente— dice Nate. —Tengo que hablar contigo.
—¿Otra vez?— pregunta Caleb.
—Sí. En privado— sus miradas recaen en mí.
Desde cuando me he vuelto la que esta demás en una conversación de estos dos.
—Como quieran. Pesados.
Tomo de mi vaso de café y me alejo. —No te vayas lejos— dice Caleb.
—Pero tampoco te quedes tras la puerta— agrega Nate.
Blanqueo los ojo.
Me enojaría si no tendría el olor a cafeína ingresando por mi cuerpo. Viendo el lado bueno, puedo conocer el hospital.
—Arruinaste todo— escucho tras dos minutos de recorrido.
Esa voz que ya desde hace tiempo no escuchaba. Beatriz.
—Él sacó una cita médica. No iba a ir hasta allá...
—¿Por qué no?— habla con coraje. —Me hubieras llamado. ¿No pensaste en eso?
Me oculto lo suficiente detrás una columna para no ser vista. Katherine está aquí y los Archer también.
—Beatriz... no puedo mentirle con algo así— por única vez la escucho de esa forma, con culpa. —Nate me mostró todas las cosas que quería comprar al bebé y yo...
—Se sintió culpable— dice Gregory. —Es estúpida. ¿Qué esperabas?— le dice a su mujer.
Beatriz se toca la frente, exasperada. —¿Qué vamos a hacer?
—Te dije que debía casarse con ella— apunta a la rubia. —Ahora claramente no va a pasar, ni aunque lo deje sin un centavo. Los Collins no aceptarán fusionar nuestras empresas. ¿Qué le diré a Harold? ¡Ese irlandés me dio hasta las fiestas!
—Puedo hablar con mis padres— dice Katherine.
—Tus padres no vendrían ni aunque te estuvieras muriendo— es demasiado severo. —¿Qué te hace creer que les interesas? Ni les intereso que estuvieras o no embarazada.
—Gregory no seas tan...
—¡Tú no tienes al maldito de Lodge en tus talones!
Beatriz frunce los labios y se fija en la chica frente a ellos. —Nate está aquí por tu culpa— desquitarse con ella era propio de Beatriz. —Mira lo que has hecho. Si no hubiera sabido nada, entonces estaría bien.
Katherine se doblega, ya no mantiene esa postura firme que lleva a cualquier lugar.
—Yo no quise que se fuera así— la escucho.
—Lo bueno de esto es que no volverá a jugar esa mierda de futbol— dice Gregory.
Me quedo pegada a la pared. No puedo ir y decirles todo lo que quisiera, lo mal que le han hecho, lo mal que lo ha pasado su propio hijo. Y todo por sus padres y una esperada fusión de empresas. No puedo enfrentarlos juntos y me siento culpable por eso. Proceso todo, ocultando mi rostro y mi cuerpo de esas tres figuras.
Si tengo que pensar en Nathaniel entonces no sé lo que va a pasar, su padre siempre ha sido un dictador, pero él ha visto la forma de hacer lo que le gusta. Si decide seguir con el futbol, sé que Gregory no se lo va a dejar fácil.
Escucho como los pasos se aproximan y yo me quedo inmóvil esperando que no me vean, Gregory y Beatriz Archer pasan sin detectarme, en cambio, Katherine parece quedarse en el pasillo, cerca de la habitación de Nate. El castaño no me dijo que la viera, así que supongo que aún no lo ve. Salgo de mi rigidez y me aproximo a ella.
Apenas me ve toma esa postura de costumbre, superior. —Es increíble que estés en todos lados. Nadie te necesita aquí.
No puedo tolerar el cómo me quiere tratar. No puedo tolerar el que finja todo.
—Lo que es increíble es que estés aquí después de tus mentiras—Katherine endurece su rostro. —¿Por qué lo hiciste Katherine? ¿Cómo puedes seguir el juego del padre Nate? ¿Cómo pudiste involucrarte con un psicópata?
Katherine abre los ojos. Sabe que escuche todo y también que sé mucho más.
—No tienes pruebas de nada.
—No las necesito— me pongo firme. —¿Es que no ves a donde lleva todo esto?— allá está la habitación de Nate. —Ahí está él. Lo apuñalo la persona con la que armaste todo esto para que estuvieran juntos. Matt.
—Él está desquiciado. Yo... no sabía que él haría eso.
—¡Lo hizo!— grito molesta. No me importa si se ve afectada. —No tienes idea los momentos que viví por su culpa. Por su maldita obsesión o plan.
La mayor de las Collins niega.
—¿Y tu hermana? Amber ¿Sabes lo que has hecho? Ella no puede dormir por lo que le paso— riño. —Eres su hermana mayor Katherine. Deberían cuidarse.
Por primera vez veo sus ojos aguarse y bajar la mirada. Se resiste.
—Nate me dejo y aunque en ese instante te tuve celos por elegirte, luego me hizo feliz saber que lo que hubiera salido de eso lo hacía cambiar para bien. Tenía esa emoción en los ojos— recuerdo. —Ese brillo que...— bajo la cabeza. —Dejo sus sueños para hacer unos nuevos contigo y él. Pensaba hacer lo correcto, lo mejor que pudiera.
Katherine empieza a sollozar y eso me indica que es momento de detenerme.
—Muchas personas han salido lastimadas de esto y ¿Para qué? ¿Fusiones? ¿Crees que lo vale?.
Él tiene que saber la verdad.
—No puedes obligar a alguien a amarte— suelto desde el fondo de mí.
Necesito que lo entienda.
—Por favor solo dile la verdad, sabes que Nate es bueno y lo merece.
Katherine asiente entre llanto que esparce su maquillaje.
—No quería lastimarlo...
—Mi nonna siempre dijo que lastimar es de humanos, pero el pedir perdón es de valientes.
—Va a odiarme.
—Oye— me mira. — Yo también lo lastimé... y él me perdonó.
—De verdad lo quiero— susurra con los ojos rojos. El rimel se le ha corrido oscureciendo las zonas debajo de sus ojos.
—¿No crees que hay otras formas de demostrarlo?
Y no sé por qué, pero pienso en Caleb.
210422✨
Se valiente cuando te equivocas.
Próximo capítulo: A veces, es muy tarde.
Si alguien no logro ingresar al grupo de Whatsapp avisar aquí.👉
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top