CAPÍTULO 80

Nathaniel está sobre un mueble de tres piezas, su rostro está enrojecido y sudoroso, sus rulos castaños caen sobre su frente completamente húmedos mientras él aprieta la mandíbula. Su labio está herido, su mejilla tiene rasguños y su ceja es otra de las partes afectadas.

Quiero mostrar serenidad, intentar actuar como ayuda, pero que puedo hacer cuando el chico que conozco desde la infancia ha sido un tratado como un saco de golpes.

George se pone de pie dejando su brazo del herido sobre su estómago desnudo. —Ya está.

En cuanto lo hace Nate me ve con su ceño fruncido y pasa de mí. —No debería estar aquí.

Se lo dice a Caleb. Doy un paso y Nate intenta ponerse de pie, un trapo blanco hace presión en un lado de su estómago con su brazo no herido, apenas puede levantarse. Su mueca de dolor no deja de hacerse evidente.

—Te dije que no te muevas— Greorge enfurece.

—¿Qué te pasa?— quiero acercarme, pero Nate se niega a que lo toque.

—Lo apuñalaron— abro los ojos escuchando a Justin.

El rubio se acerca y puedo escuchar como lo intenta convencer que se siente de nuevo. Nate se niega.

—¿Cómo es posible? ¿Cómo pudieron apuñalarlo?— estoy alterada, asustada y confundida.

El esposo de Devi es el segundo en ignorarme, prefiere ver a Caleb también. ¿Es que ahora son invisible o que?

—Llamemos a una ambulancia— propone George.

—No. No necesito ir al hospital. Olvídenlo.

—¡Pero que te pasa!— hago que todos me vean. —Estás desangrándote y no quieres ir al hospital. ¿Cómo piensas curarte?

Lo lastimaría yo misma. Nate no puedo ocultar el dolor, su rostro lo refleja apretando en la zona derecha, cerca de sus costillas, no voy a hablar sobre los moretones que lleva. Si quiere hacerse el duro justo ahora no parece ni él soportarlo.

—Ese... — quiere maldecir, pero es demasiado porque termina por caer sobre el mueble.

—Déjame ver— el pelinegro pasa por mi lado, con solo quitar esa toalla puedo ver la sangre que ahora lleva. Y la herida, esa franja abierta me hace apartar la vista. —¿Tenemos un botiquín?

—Creo que hay uno en la oficina. Iré por él— George se acerca a la puerta, pero antes de irse le dice algo a Justin. —¿Puedes decirle a Frank que termine por hoy?

—Si— el rubio sale junto George.

Cuando regreso a ver a los chicos, Nate le está diciendo algo a Caleb, algo que no escucho. La nuca del pelinegro niega y se pone de pie.

—¿Qué está pasando?— pregunto.

Caleb voltea y Nate también. No dicen nada. Caleb viene a mí. —Por ninguna razón te separes de mí. ¿Está bien?

Frunzo el ceño.—¿De qué estás hablando?

—Solo hazle caso Harriet— dice Nate desde el sillón.

¿Pero qué les sucede a estos dos? Busco respuesta en mi amiga, pero ella no me mira a la cara. ¿Es que Justin le dijo algo y yo no soy la única que no lo sabe?

—No sé que está pasando, pero ustedes me están asustando.

—Deberías llevártela— porque tanto alboroto porque me vaya.

—Te curaré y me la llevaré.

—Yo no sabía. O no hubiera ido a buscarla.

—¡Sky!— grito sin poder creerlo. —Dime de que se trata todo esto.

Esos ojos que lleva son la clara disculpa de algo que desconozco.

—Aquí está— George ingresa con un botiquín en sus manos.

—En cinco minutos terminan la pelea y harán que todos se vayan— ese es Justin.

Caleb me hace verlo. —fidati di me.

—Pero...

—Por favor— suplica. Caleb me suplica.

Me toca quedarme muda, abre la caja blanca y regresa con Nate.¿Esto no se trataba de Nate y Katherine? ¿Qué tengo que ver yo? Como sea, tendrá que explicarme todo. Ahora debe curar a Nate.

—Estás perdiendo mucha sangre— Nate aprieta los dientes resistiendo su malestar.

—Solo hazlo.

—Te recuerdo que no soy médico— no es el momento para decirlo, pero lo hace.

Así como escucho un quejido de Nate las luces parpadean, todos vemos el techo cuando parpadea una, dos y todo nuestro alrededor se oscurece. Un apagón. Una oscuridad. El grito de Sky se oye como el de muchas personas afuera, no puedo ver nada y un escalofrío me recorre el cuerpo. Es cuestión de segundos cuando soy tomado de la mano, mis dedos se entrelazan con los de alguien.

Una sola persona viene a mi mente, me sostiene con fuerza y me lleva hacia donde creo que es la salida. Si esto es más paranoia de querer sacarme de aquí sigo sin entenderlo.

—¿Harriet?— empiezo a escuchar a lo lejos.

—¿Caleb?— susurro.

Mi mano libre toma de su brazo que tira de mí, sostengo su muñeca, pero entonces me doy cuenta de algo. No hay liga. No es Caleb.

—¿Caleb?— digo con más fuerza.

—Cállate— me dice una voz.

Definitivamente no es él.

Mi respiración se acelera y empiezo a resistirme de ir a algún lugar. No sé cómo o por donde, pero cuando escucho una puerta cerrarse mi corazón presiona con terror. Puedo ver una silueta por la poca luz de la noche que ingresa por una minúscula ventana.

—¿Sabes cuanto tiempo he esperado para estar solos?— dice de nuevo esa voz.

Mi cuerpo tiembla y mi muñeca duele por la fuerza que ha ejercido en mí.

—¿Matt?— pregunto. Escucho su risa, una que me da mucho miedo.

—Sabía que me reconocerías— habla muy cerca de mi rostro. Intento hacerme un lado, pero mi espalda choca contra algo muy duro, pared.

—¿Qué estás haciendo?...

—¿Te dijeron de mi victoria?

Frunzo el ceño. ¿Nate? Entiendo. —Tú apuñalaste a Nate...— mi voz se vuelve un hilo.

—¿Quieres agradecerme?

—¿Estás demente?

—¿Demente?— es la segunda vez que hablo en la oscuridad con él. —No te entiendo. Creí que te gustaban los chicos buenos, jugadores, me volví uno— dice con emoción. —Pero no me notaste y después supe que Nate no era tan bueno, está metido en esto ¿no?

—¿Que...

—Y te enamoraste del chico nuevo— trago saliva. Puedo sentir su respiración y eso me pone los vellos de punta. —Un tipo sin futuro y problemas. El peor que...

—¡Harriet!— el grito de Caleb se oye y yo me preparo para gritar, pero Matt no me deja.

—No lo hagas— su mano tapa mi boca, me siento asqueada. Lo muerdo. —Maldición.

—¡Ca...—pero no es suficiente. Entonces recorro a lo siguiente, elevo mi rodilla. Es una acción que no sé que tan probable es golpearlo, nunca hice algo así. Una queja se oye y yo aprovecho en seguir las paredes para buscar la salida.

Creo que encuentro el manojo e intento girarlo, Matt me encuentra. Retrocedo porque tira de cabello hacia atrás. Gruño de dolor.

Mi cuerpo impacta con el suelo, no dejo dar golpes con mi codo y puño cerrado, soy más débil que él. Siento y observo su cuerpo encima de mí, el pavor me invade, mi pulso se altera al sentirme reprimida, mis golpes se hacen inútiles cuando atrapa mis muñecas

—Suéltame— no dejo de remover el resto de mi cuerpo.

—No lo quisiste a las buenas— deja claro antes de juntar mis manos y apretarlas con una sola.

—Por favor déjame— empiezo a suplicar intuyendo sus intenciones, mis ojos empiezan a arder presa del pánico. Lo peor de no ver claridad es tener que sentirlo, se vuelve peor. Sus manos empiezan a bajar desde mi cuello a mi vientre. Pateo.

Las luces se encienden dejándome ciega por ese lapso corto de tiempo. Puedo ver el rostro de Matt. Esos ojos, no son los mismos que vi en la universidad. Hay tanta diferencia en la oscuridad que hay en esa mirada que quiere hacerme daño.

—¡Ayuda!— grito sabiendo que es mi única oportunidad, desajusta mi short logrando que mis ojos se llenen de lágrimas.

Su mano cubre mi boca casi sin dejarme respirar bien. —Cállate. Si lo has hecho con esos dos, te va a gustar— Intento mover las piernas, pero el peso que ha colocado me lo impide. Empiezo a llorar.

Mis manos no logran liberarse, tiene demasiada fuerza y estoy por rendirme. No hay nada que me demuestre que Matt va a detenerse, el sonido del cierre de sus pantalones solo me confirma lo peor.

No voy a rendirme, veo a mis lados, cualquier cosa que pueda ayudarme, la puerta no está lejos. Y pasa, un estruendo me asusta y veo a Caleb ingresar de una sola patada. Sus ojos grises me encuentran a poca distancia, en el suelo y luego al tipo encima de mí. Sus puños se cierran.

—Voy a matarte.

Mi cabeza procesa con lentitud lo que ocurre, a Caleb dando el primer golpe. A mí gateando lejos. Mattiu lanzando un golpe izquierdo que hace tambalear a pelinegro. No es suficiente para hacerlo caer. Ambos caen al suelo cuando Caleb regresa a acabarlo.

Me abrazo a mi misma en silencio. No puedo pararme y detenerlo, no puedo hablar.

—Basta— grita George entrando por la puerta. Sky viene junto a él y aunque me parezca imposible, Nate está a su lado. Colgado del hombro de Justin.

Si Nate había estado consciente antes, ahora tiene los ojos apenas abiertos. Caleb no se detiene, sigue golpeándolo, la sangre tiñe sus nudillos, las gotas salpican a un lado, pero Matt no deja de sonreír. Sky me ayuda a ponerme de pie. Hay un dolor en mis muñecas.

—Detente Caleb— George lo jala lejos del chico que me ha quebrado.

El entrenador de Nathaniel hace presión en su hombro hasta dejarlo de rodillas. Matt doblegado.

—¡Dijiste que se había escapado!— grita Caleb. Matt ríe con parte de su rostro ensangrentado, me da más asco ver lo que escupe en el suelo, sangre.

—Sorpresa— dice Matt, realmente está mal de la cabeza.

Caleb se abalanza y le da otro en el rostro. La cabeza del chico cae a un lado y George se pone en alerta al verlo completamente tendido en el suelo. Revisa su cuello con dos dedos.

—¿Estás bien?— me pregunta Sky. No puedo dejar de ver a Matt en el suelo o controlar mi respiración, sigue agitada como mis ojos nublados.

Caleb me observa, algo cambia en su expresión de ira, sin tanta espera viene a mí y me abraza. Fuertemente.

—Mi dispiace— me susurra. —Mi dispiace.

Mi cuerpo recibe su calor, he estado temblando tanto que las manos de Caleb pasan por mis brazos como caricias. Me estremezco, pero solo necesito oler su camiseta para no apartarlo.

—Nate— escucho a Justin. —Nate— su voz se vuelve extraña y tengo que salir de mi escondite para verlos.

Caleb no me suelta, pero me permite ver lo que sucede desde la puerta. Justin sostiene apenas a Nate, Sky lo ayuda, pero el castaño no reacciona.

—¿Qué le pasa?— digo preocupada. —Caleb...

—Ha perdido mucha sangre.

—Tienen que llevarlo al hospital— George saca su teléfono. —Me encargaré de él. Ustedes vayan.

Caleb sigue sosteniéndome. —Puedo llevarte a casa si...

—No— limpio mi rostro. —Iré.

Él mira abajo, el botón de mi short está abierto. Lo abrocho con suma rapidez y espanto.

—Estoy bien— no lo estoy. Pero iré a ese hospital.

—Vayan al de Riveldale. Está más cerca.

—Caleb necesito tu ayuda— Justin solicita.

—Vamos— insisto. Caleb endurece su quijada, pero finalmente me hace caso y asiente.

No voy a explicar como es que camino, pero lo hago siguiendo los pasos de todos. Antes de salir de la habitacion George me da una mirada apenada.

(...)

No creí volver a pisar un hospital, Alessia ya me trae momentos dolorosos, pero estar en emergencias. Esperando. Es terrible.

Hemos llegado, se lo han llevado y no hemos sabido nada de él. Nate se veía muy mal, no despertó en todo el camino.

—Iremos por café. ¿Les traemos algo?.

—Café— pido. Caleb niega, no quiere nada.

Mi cabeza vuelve a caer en el hombro de Caleb, esperando que alguien salga por las puertas blancas.

—Debemos hablar— dice cuando la pareja se aleja.

—Lo sé— picoteo con mis dedos mi regazo.

—Debí sacarte de ahí cuando me dijo— alzo mi cabeza. —Él me dijo que no solo lo apuñalo, le dijo que era cuestión de tiempo para que viniera por ti.

Eso era lo que lo puso así.

—Debí llevarte a un lugar seguro— niego y tomo su mano. Esa mano de brazo tatuado.

—Te pedí que nos quedáramos. No iba a dejar solo a Nate.

—Puedo ver como se cuidan entre sí— comenta.

—Fue mi mejor amigo antes que otra cosa.

—Te entiendo. Creerme— parpadeo. —Harriet. Hoy sentí que podía matar por ti.

—Caleb...

—No. Escucha...— toma aire. —Si te pasa algo, juro me volveré loco.

Sonrío por esa última palabra. —Seremos dos locos.

—Dos locos enamorados— asiento.

Me da un beso en la mejilla, luego en la otra y finalmente en los labios. Quitando ese mal sabor.

—¿Segura que estás bien?

—Lo estoy— Caleb toma mi mano y une nuestros dedos.

Eso causa que recuerde como Matt me llevo con él, debí saber que no era Caleb. Observo la liga de su muñeca, Caleb revisa su teléfono con el zumbido que hace, luego lo guarda.

—¿Qué ocurre?

—Debemos presentar la denuncia.

—No voy a ir a una comisaría— Caleb levanta el mentón y luego niega.

—Ya sé. Esperemos al doctor— está ocultando algo.

Las puertas se abren y una personal médico sale con su traje verde y guantes, tambien lleva esa gorra en la cabeza. Se va corriendo por el pasillo.

—¿Crees que...

—No debe ser nada— el personal médico hablar en el mostrador, pero lo que sea que solicita se le es negado. Luego una de las enfermeras se inclina sobre el mostrador y nos señala.
Mi cuerpo se vuelve erguido porque viene corriendo a nosotros.

—¿Ustedes vinieron con el joven?— asiento. —Necesita trasfusión de sangre. Alguien tiene que donar se nos acabó el O-

Miro a Caleb y de lejos observo a mis amigos volver. Justin se adelanta cuando nota al personal medico.

—¿Eres O-?— pregunto rápido.

—No— miro a Sky, sé que no lo es. Y yo tampoco. —Llamemos a su Gregory.

—Yo voy a donar— todos nuestros cuellos voltean a Caleb.

Caleb se pone de pie y esta por irse cuando recuerdo algo. —Espera— me acerco a él y le susurro. —¿Se puede donar si has consumido?

Él parece darse cuenta. Mira a la mujer de guantes de látex. —¿Cuál es el parámetro de sustancias ilegales?

—12 horas. No debiste consumir alcohol o cualquier otra droga antes.

Cierro los ojos. Ha consumido. Lo vi salir un rato en el Black Day, antes de empezar a trabajar.

—Llamaré a Gregory— Justin saca su teléfono y lo veo girar cuando otro cuerpo aparece por el pasillo.

Una persona que hace que tiemble. Una persona que ocasiona que ambos chicos se coloquen adelante de nosotras. Protección.

—Vengo a decir la verdad.

260422

A veces la persona menos esperada es quien puede ayudar.

Próximo capítulo: Momentos difíciles.

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