CAPÍTULO 79
Caleb Lodge, un chico cuyo apellido fue tan inesperado como toda su historia detrás de él. Sus tatuajes que hasta hoy no conozco el significado, sus ojos grisáceos tan intensos y oscuros a la vez y su cabello tan negro como la noche son solo tres de las cosas que lo vuelven tan atractivo para cualquiera que solo lo viera. Pero claro que hay cosas mejores de él, cosas que el par de admiradoras suyas desconocen.
—Nuestro Cal puede empezar su club de fans— dice una cómica Devi.
Tras terminar de tocar, Caleb había cerrado el piano, pero antes de levantarse dos chicas se acercaron a él. Puedo decir que el chico con dedos ágiles llamo su atención en algún momento de la noche o siendo más específica, cuando lo vieron tocar.
No me considero celosa como dice él, en realidad estoy bien. Solamente puedo irme al recordatorio que esta no es la primera vez que se le acercan. Respiro hondo observando desde lejos, Caleb no me ve porque una de las espaldas huesudas impide nuestra conexión. Está bien, dos amigas quedaron sorprendidas, eso es todo.
—Harriet— volteo a ver a Devi. —Necesito una mano por favor.
Observo al hombre que hace un momento ha subido al escenario. Está esperando a ser atendido, corrección, sus tragos gratis. Me aproximo.
—Dos cosmopolitan— sonrío pero muy fingida.
Busco a Devi con la mirada, está con otros clientes.
—Si me da un minuto, por favor— Caleb se levanta de la silla del piano y logra verme. Le hago señas para indicar que necesito que realice estos tragos.
—¿Tú eres su novia?— volteo a ver al hombre. Me ha visto, claro que sí.
—Ah...
—Dijo que quería dedicarle una canción a su chica— con que eso le dijo. —Pero creí que era una de ellas— apunta a las dos chicas que están con él.
Ok. Eso si me ha molestado. Caleb no deja de asentir con la cabeza a ellas, pero no veo que sonría, una de ellas le toma el brazo casi impidiendo que de un paso más cuando intenta alejarse. ¿Pero cuál es la necesidad de tocarlo? Se nota que ya quiere irse.
—Creo que está en problemas— comenta el hombre.
Caleb toma la mano de la chica y la desliza por su brazo tatuado para que lo suelte. Luego sonríe y puedo ver como le muestra algo cerca de su mano derecha. Caleb me mira sin deshacer su sonrisa de boca abierta, las chicas voltean dejándome ver lo bien maquilladas que vienen. Y ahora que hizo. Los dos cuerpos delgados y altas se hacen a un lado.
—Tu amiga tenía razón— me dice Caleb terminando con la distancia del escenario y la barra. —Esta liga es como una marca de territorio— alza su mano y deja que la liga negra azote contra su piel.
—¿Qué les dijiste?
—Ya sabes. Que mi novia es una loca, celosa y mandona— escucho la carcajada del hombre del otro lado de la barra. —Y que me está llamando para volver a trabajar.
Un día Caleb hará que lo mate o que yo reviente de enrojecimiento. Por todo esto busco a las dos chicas que estaban con él, ambas están en una mesa no tan lejos del escenario. Las dos apartan la mirada cuando las atrapa viéndolo.
—Ya veo quien tiene dominado a quien— el pelinegro se termina de amarrar el mandil detrás de su cintura y le responde.
—Saltaría un acantilado si ella me lo dijera.
—¡Basta!— detengo cualquier otro comentario. —No le digas eso, es un cliente.
—Me encanta ver una juventud tan enérgica.
Caleb toma mi cintura y me acerca a su cuerpo. No quiero abrazarlo ahora, pero él me obliga a hacerlo, no puedo negarme más tiempo. Aunque es complicado sabiendo que nos observan.
—Estas rojita— me susurra en mi oreja.
Obviamente lo estoy. Me alejo queriendo gritarle que es por él. Decido golpear su brazo y desaparecer por la puerta por un rato, a calmar mis mejillas. Las cajas apiladas del Black Day ocupan mucho espacio. Entre ingredientes de tragos, alcohol y otro tipo de utensilios.
Me mojo las manos y luego dejo toques húmedos sobre mis mejillas. Eso debería regresarme a la normalidad pronto.
La puerta se abre de nuevo y creo que es Devi hasta que es una cabellera negra con la que me encuentro. Caleb se acerca a mí mientras yo lo fulmino con la mirada.
—Pazzo. ¿Te has enojado?— pregunta.
—No— miento. —¿Por qué iba a enojarme?
—No sé...— se acerca despacio. —Me has alejado y golpeado... tú dime.
Solo fue un golpecito, no fue fuerte. Estoy segura. Agh. Es que él de verdad lograr volverme feliz y desquiciada a la vez.
—Loca...—alzo la mirada. Caleb mira mis ojos. —¿Te ha gustado la canción?
—Claro que sí— es obvio. —Verte tocar siempre es... mágico.
Caleb sonríe. ¿Eso le estaba preocupando?
—Perdón por hacer que te pongas muy rojita— ruedo los ojos. Pero aprecio que lo diga.
—¿Me darás mi beso?— con que no se ha olvidado de eso.
Teniendo en cuenta que estamos solos, no veo porque negárselo ahora. Caleb pasa sus brazos por detrás de mi cintura y antes de que pueda darme cuenta me sube al lavado dejándome sentada sobre el frío concreto.
—Ya tenemos casi la misma altura— pues sí. He logrado alcanzar unos centímetros por esto.
Observo su camiseta, el cuello que lleva es tentador para tomarlo y acercarlo. Sin ganas de lamentar lo tomo en mi puño y lo acerco a mí. Su boca estrella con la mía hasta que suelto una risa. Caleb ríe conmigo por mi torpeza, su mano toma mi clavícula, acariciándome y tomando el control. Ese mismo control que yo buscaba.
Sus labios se mueven con perfección, nuestras cabezas buscan el ritmo para profundizarse y nuestras lenguas en un momento ya se encuentran sintiéndose contra el otro.
Mis manos dejan su camiseta y pasan resbalar por sus hombros, subir por su cuello y tomar esos cabellos negros de su nuca. Si esto es lo que quería él, no sabe que yo también.
—Potrei essere così tutta la notte— mis piernas lo tienen prisionero a mí. Me gusta sentir su cercanía.
—Devi puede entrar— acomodo su cabello que cae sobre su frente. No sé si lo desordene yo, pero intento acomodarlo.
Sus ojos me examinan mientras tomo de sus cabellos, levantando mechones un tanto ondulados.
—¿Qué?.
—¿Ya te dije que te amo?— tomo mi cuerpo se congela.
Por fuera estoy en un estado petrificada, y por dentro estoy dando saltitos y grititos, mi corazón empieza a bombear y puedo advertir cada latido próximo al siguiente.
Caleb es la segunda persona que me dice que me ama, escucharlo una vez me dejo en profunda felicidad, pero esta vez me trae más que eso. Tengo la extraña sensación de querer decir algo, pero es algo que se queda en la punta de mi lengua.
—No tienes que decirlo por qué yo te lo diga— las yemas de sus dedos acarician mi mejilla izquierda. —No te muerdas el labio, podrías lastimarte.
Y ni yo misma sé cómo está mi rostro. Pero Caleb, él siempre está pendiente.
—Lo siento— toco mis labios.
Caleb suspira. —Pazzo— parpadeo observando a sus ojos oscurecidos. —¿Qué haces si te digo que quiero robarte más que un beso?
Sonrío. Esa pregunta no es para responderla con palabras, vengo queriendo volver a besarlo desde que nos separamos.
Caleb espera que haga algo, así que tomo atrapo su cuello acercándolo sin ninguna torpeza como antes. Las palmas frías de Caleb suben desde mis muslos hasta mi cintura, removiendo mi blusa. Su beso me trae los labios hinchados y desorientada por su tacto, regresa al bordillo de mis shorts y con la caída de tela de mi blusa logra escabullirse para tocar la piel de mis caderas a cintura. Mi espalda se estira hacia adelante por la temperatura fresca que me otorgan sus dedos.
Algo empieza a sentirse en mi interior, caluroso y con una necesidad de despojarnos más que el aliento.
—Harriet... Cal...— esa voz es de Devi.
Mis impulsos aparecen de repente. Desenredo mis piernas, empujo al pelinegro y salto del lavado.
Devi se asoma buscándonos. —Aquí están.
Carraspeo. —Aquí estamos.
Caleb pasa los dedos por sus labios. Agradezco no usar ninguna clase de maquillaje que pudieron delatarnos.
Nos observa con esa mirada indagadora. —¿Me ayudan a con el bar? Solo una hora más y cerramos.
—Claro— sonrío.
Devi se marcha y yo tomo aire sabiendo que no nos ha encontrado en una situación poco apropiada.
—Me has mordido— abro los ojos tras escucharlo.
Caleb saca los dedos de su labio y puedo verlo. ¿En qué momento hice eso? Que vergüenza.
—Lo siento, lo siento— me pongo de puntillas para ver lo que he ocasionado.
Escucho su carcajada por mi intento inútil. Se agacha. —Creo que soy masoquista.
—¿Qué?— está jugando.
Por nuestra cercanía impacta sus labios en los míos, un beso corto que no logro detectar antes.
—Auch— dice volviendo a tocar su labio. ¡Pero sonríe!
—Eres un tonto.
Las once de la noche llega más pronto de lo pensado, las personas empiezan a desocupar las mesas y nosotros nos encargamos de ir dejando todo listo para mañana. Las sillas se levantan y la barra se limpia al igual que cada vaso utilizado durante la noche.
—Nosotros podemos cerrar. Ve a descansar— oigo que le dice Caleb a Devi.
—Gracias Cal. Los pies me están matando— sonrío. No he pensado en los míos justamente por eso.
—¿George vendrá por ti?— pregunto acercándome a donde ellos suben las sillas.
Me dedico a pasar el trapo antes de que ellos lleguen a alzar las sillas.
—Me dijo que llegaría tarde. Me traje el auto— entra por el lado de la barra a recoger sus cosas. —¿Tienes las llaves?— Caleb asiente. Devi toma su bolso, pero vuelve a dejarlo cuando ve a su teléfono. —Que extraño.
—¿Qué pasa?— pregunto viendo su expresión.
—Tengo varias llamadas perdidas de George— eleva su teléfono a su oreja. Miro a Caleb quien tiene el ceño fruncido. —Está apagado.
Caleb se acerca a la barra al igual que ella, ingresa por la puerta y luego vuelve trayendo su teléfono.
—También me ha llamado— nos dice a las dos. Sucede algo. Lo sé. —También me ha llamado Amber.
¿Amber? Porque tendría que llamarle Amber tan tarde. Saco mi teléfono, pero este no enciende. Sin batería.
—No responde— dice Devi insistiendo en llamar al hombre con el que vive. —¿Habrá pasado algo malo?
Caleb me observa, no está tranquilo y puedo entenderlo. Él también tiene su teléfono a un lado de su cabeza, imagino que llama a Amber.
—¡Harriet!— el sonido de la campanilla de la puerta y el grito de alguien me hace saltar. Sky aparece con la respiración agitada. —¡Porque no respondes tu teléfono!.
—Me quede sin batería...
Sky respira casi resoplando, Devi se toca el pecho y Caleb viene hacia mí.
—¿Qué sucede?— digo en un hilo. —Sky— estoy perdiendo la tranquilidad. —¿Qué pasa?
—Es Nate.
Mi pecho da un giro completo mientras comprendo que sucede algo con Nathaniel. Algo que no es nada bueno.
—Ha perdido la razón. Se volvió lunático y...
—¿Dónde está?— camino hacia ella. Sky toma mi brazo e intenta jalarme. —Sky. ¿Dónde está Nate?
—Sigue peleando— frunzo el ceño.
¿Peleando? No. Él me dijo que ya no lo haría, consiguió un trabajo y...
—Tenemos que ir ¡ahora!— mi cabeza deja de querer información y reacciono.
Corro al auto con Sky y Caleb siguiéndome.
—Espera— Caleb impide que abra la puerta de mi auto. —Yo conduciré.
No voy a mentir. No me creo capas de manejar.
—Sky tienes que decirme que está ocurriendo— miro hacia la parte trasera. Mi amiga también tiene miedo, lo que ya es muy malo. —Sky...
Caleb arranca.
—No lo sabemos. Me llamo creyendo que estaba contigo. Estaba alterado y Justin escucho que anunciaban unas peleas y supo donde estaba. Fuimos a ver, es horrible. ¡Él está... enloquecido! y se niega a bajar del ring.
—¿No les dijo nada?— pregunto angustiada. Sky niega. —Caleb por favor ve más rápido.
—Llama a Amber— me dice él después de asentir. Me entrega su teléfono y desde ahí marco.
Los pitidos suenan, pero no contesta. Me voy a dar por vencida hasta que casi en el último la escucho.
Llamada - Amber
Caleb
Soy Harriet
Harriet. Por favor dime que sabes algo de Nate.
No tanto. Voy a verlo ahora.
Amber. ¿Qué ha sucedido?
Escucho como suspira.
No sé cómo decirlo...
¡Solo dilo!
Katherine no está embarazada.
No...
¿Como que no?
Nate vino a buscarla, los escuché discutiendo muy fuerte. Algo sobre una cita.
Paso muy rápido y... Katherine se lo dijo. Ella esta llorando y no logro calmarla.
No se que ocurre Harriet...
¿Harriet?
Nate no será padre, todo fue una mentira. Katherine... no puedo con esto. No puedo imaginarme a Nate ahora. El teléfono se cae a mi regazo y Caleb verifica. Creo que ha cortado.
—¿Qué te dijo?— escucho a Sky desde atrás, pero no soy capas de responder.
Sigo parpadeando, procesando, entendiendo.
—¿Te encuentras bien?— cierro los ojos incapaz de creer que existan personas que puedan hacer eso a otras. —Por favor responde.
Una mano de Caleb toma la mía que ha caído a mi regazo.
—Katherine no está embarazada— pronuncio en voz alta. Sky abre los ojos y suelta un sonido extraño. Caleb también se sorprende, no obstante, se queda con sus pensamientos en su mente. —Nate ya lo sabe.
—Esa... —no presto más atención.
Necesito de silencio para entender todo, pero lo único que surge en mi mente son preguntas del porqué. Me masajeo la frente, es que solo él puede pensar en desquitarse con los puños ahora. Y una parte de mí lo entiende. Nate debe estar furioso y devastado.
—Tengo que hablar con él— pido moviendo mi pierna de un lado a otro.
Me necesita. Estoy segura.
(...)
La carretera está desolada como la única vez que vine. El edificio viejo sigue siendo el mismo. Repleto de autos y motos en el exterior y el olor a moho, sudor y sustancias como tabaco y otros combinados en el interior.
Troto empujando a tantas personas sin importarme lo grande y fuertes que se ven, solo quiero llegar a ver el ring. Sus gritos solo insisten a los peleadores a golpearse. Subo por un lado y me agarro de las sogas gastadas y sucias para poder ver en el centro. Hay dos chicos perdidos en adrenalina y furia.
—¡Oye!— me grita un hombre que va a un lado. Tienen un micrófono en su mano. —No puedes estar ahí.
Un alivio me inunda al ver que ninguno se trata de Nathaniel, pero si eso había logrado tranquilizarme lo que encuentro bajo sus pies hace que ahogue un grito en mi garganta. Trago saliva viendo en el tapiz la recolección de sangre, no puedo ser antigua, esta fresca y eso se nota en su color, rojo vivo. Siento náuseas. Es mucha.
—¡Harriet!— Sky tira de mi cuerpo para bajar de la tarima. —No está acá. Vamos.
Si no fuera por ella no lograría moverme para dejar de ver esos charcos sangrientos. Sky me ayuda hacer camino dejando a la gente atrás, sus gritos solo hacen que quiera tapar mis oídos. Caleb aparece tan pronto en cuanto salimos del mar de personas. Me lleva hacia un lado, donde el ruido se hace lo suficiente lejano para oírlo.
—Escucha— Caleb toma mi rostro y lo alza para que lo vea. Intento concentrarme en verlo, pero es que solo quiero localizar a Nate. —Él está adentro y...
—¿Dónde?— pregunto. Intento ver atrás de él. Ha salido de algún lado.
—Te llevaré. Solo espera que...
Un grito horrible y potente se escucha provocando que cualquier cantidad de oxígeno en mis pulmones desaparezca. Es Nate. Aparto a Caleb y me doy cuenta como hay una entrada en esta clase de vivienda antigua. Ingreso casi evitando a Sky y Caleb. Hay dos puertas aquí, pero solo una está abierta.
No tengo ni idea de lo que me voy a encontrar adentro. Las únicas imágenes que llegan a mi mente son al Nathaniel sonriente. Al chico castaño que vi queriendo escoger un asiento de coche para bebé. Quien cambio casi toda su vida, por alguien que nunca existió.
Y de todas formas entro para encontrarme con más de una persona, pero solo uno que me importe.
230422✨
Una ilusión que se desvanece.
Próximo capítulo: Y él dijo VOY A MATARTE.
Yo solo dire que la noche aún no se termina.
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