CAPÍTULO 73
—¿Puedes decirme que ocurrió?— pregunto levantando la bolsa de papel que Alessia ha dejado.
Jared me hace entrega de mi teléfono. —Su descomposición fue muy rápido, primero fue sueño, náuseas y era imposible hacer que dirigiera algo, se le colocó nutrientes que la mantuvieran fuerte, pero su cuerpo rechazo todo. El oncólogo revisó las variantes, presento el mismo rechazo que las otras personas que experimentaron con el tratamiento. Alessia fue la única que sobrevivió por casi dos meses con el. No sabemos por qué o como, pero realmente se pensó que las células anómalas estaban controladas. Creo que las siguen estudiando.
Asiento aunque no entiendo algunos términos que ha usado, soy capaz de ver que esto no es culpa de nadie. Espero que Caleb lo sepa.
—Disculpa— regreso a verlo. —¿Hay algo que rellenar?— no quiero imaginar que estas cosas se le presentan al chico que está sentado afuera, esperando.
—Ella lo hizo antes de partir— no comprendo. —Se les da la opción en este tipo de casos. No quería que su hijo pasara por eso, eso me imagino.
Ella pensó hasta en eso. Conoció lo suficiente a su hijo para saber que necesitaría ayudarlo aun cuando ya no estaría.
—La cremación se realizará mañana— abro los ojos. —Porque los encargados verificaran las formas y...
—¿Ella decidió la cremación?
Jared se da cuenta que no estaba al tanto. —Fue una decisión personal.
—Es porque es más económico— Caleb me hace sobresaltar. —Seguro que por eso lo escogió.
Sus ojos se pierden en la cama vacía. Me despido del muchacho y me acerco al tatuado. —Ven conmigo.
(...)
El camino es un tiempo silencioso y reflexivo. Si pudiera saber que es lo que piensa el chico de mi lado tal vez podría ayudarlo. Pero él se pasa el tramo con la cabeza apoyada hacia atrás, lo veo parpadear entre ratos.
—No tienes que quedarte si no quieres— me toma desprevenida antes que apague el motor.
—Lo sé, pero no creo que debas estar solo ahora— yo no quisiera estarlo.
Caleb asiente despacio, baja del auto y yo suspiro antes de seguirlo. El Black Day está abierto, pero Caleb prefiere usar sus llaves de las gradas. Entramos a su departamento y lo primero que hace es arrojar las llaves al sillón. Desaparece ingresando al baño. No quiero sofocarlo, quiero apoyarlo.
Dejo la bolsa de papel en la encimera y me asomo a averiguar que es lo que contiene. Hay un bulto forrado con papel de regalo. Líneas rojas y verdes. Debo prepararme emocionalmente porque sé que esto va a ser difícil. Antes de intentar abrirlo veo dos sobres al final de la bolsa. Ambos los dejo sobre la mesa.
Para Harriet
Para Caleb
Levanto la carta que es para mí, Caleb sigue en el baño y yo me siento en el sofá antes de abrirlo. El papel es rayado y la letra es cursiva, parecida a la de Caleb. Casi en el medio del texto encuentro un poco corrido las letras, algo les cayó.
Querida Harriet:
Si estás leyendo esto es porque no pude decírtelo en persona, lo que significa que mi momento llegó, irme a un lugar mejor, sin dolor y sin medicamentos o inyecciones. Desde el momento que te conocí supe que eras más que mi salvadora de hamburguesas. Por alguna razón supe que te volvería a ver. Y así paso. Creí que eras un ángel. Ahora estoy segura que lo eres y no llegaste a mi vida para salvarme a mí sino a mi hijo. No tengo como agradecerte todo lo que has hecho. Sé que tú no lo ves, pero yo sí. Has hecho más por mí de lo que te imaginas. Siempre te estaré agradecida.
Quiero que sepas que la vida nunca será fácil, te has empeñado en ocultarlo tus males, pero estoy segura que todos tenemos unos. No te rindas Harriet, porque la luz siempre vuelve a brillar en la oscuridad. Tu momento llegará y nada ni nadie podrá brillar más que tú. Estate segura que siempre esperaré por ambos. Aunque para eso falta una eternidad.
Gracias por las sonrisas robadas, la lectura trágica y cepillar mi cabello. Encontré una hija que jamás pensé tener. Si ves gotas en esta hoja es porque de verdad siento que los voy a extrañar. Me harán mucha falta mis niños. Cuídense uno al otro, Harriet. No es tu obligación y estoy segura que tendrán malos momentos de nuevo, la clave es no dejarse caer con ellos. Recuerda algo...
Si su amor es sincero, nada ni nada lo vas a separar.
Feliz Navidad Harriet, puedes abrir tu obsequio anticipado. Espero te guste.
Te quiero, Alessia C.
Dejo de leer y observo el paquete envuelto en papel de regalo. Limpio parte de mi rostro con el dorso de mi mano, sin darme cuenta he soltado algunas lágrimas. Reviso que el sonido de la ducha siga abierta, por lo que imagino que Caleb sigue ahí. Desgarro el papel y saco la suave prenda que ubico dentro, suave porque es de lana. Lo recuerdo. Es una bufanda blanca y de lana, una que ella mismo hizo. La vi hacerlo hace mucho. Era para mí.
—Alessia— susurro muy bajito.
Me gusta mucho. Mi sonrisa débil y pequeña es más triste de lo real. Voy a extrañarla.
Observo la puerta pensando en lo que Caleb puede estar pasando, sigue cerrada y me empieza a preocupar. El chorro que se escucha es continuo y largo. Algo no está bien.
—Caleb— llamo. —Caleb— doy un toque y otro.
Niego antes de intentar girar la perilla. Empujo la puerta y esta cede sin dificultad. Caleb está sentado en el suelo, fuera de la ducha y completamente vestido como la última vez que lo vi. Observo el humo saliendo de entre sus labios. Paso de frente para cerrar la ducha y regresar a verlo. El cannabis hace que el pequeño lugar se cubra de un humo un tanto espeso.
—Tienes que dejar eso— Caleb sigue observando el pocelanato de la pared que tiene adelante. —Caleb. ¿Me estás oyendo?
—Sí— eso es un avance. —Quieres que deje esto, pero te he dicho que no puedo hacerlo.
—Entiendo que...
—No. No lo entiendes. ¿Has perdido a la única persona por la que seguías en este mundo de mierda?
Bajo la mirada. No es que sea de esa forma, pero creo que vivido algo parecido. Sin embargo, no creo que sea momento de sacar cosas en caras. Es su momento de duelo y tiene derecho a sufrir. Quisiera que no sea de este modo.
—Levántate— pido evadiendo su pregunta.
Caleb cierra los ojos y da otra calada. Después de botar el humo se levanta a abrir por completo la ventana de ventilación. Está en lo alto de la ducha.
—No creo que deberías estar acá— lo observo.
—Se lo prometí a tu madre.
No me gusta verlo fumando, me duele ver su dolor y no quiero dejarlo solo dentro de mí. Pero todo lo que me ha dicho no puede irse de esa pequeña parte de mi tan fácil.
Caleb asiente como si eso explicara todo. No digo nada pues no aclararé otra posibilidad en su mente. Apenas voy llevando esto, no es sencillo estar cerca de él.
—Me refería al baño— dice con indiferencia. —Es porque puedes inhalar esto. Pero gracias por aclarar lo otro.
Lo estropeé. Sí. —No quise...
—Quiero ducharme— me corta. Miro el espejo. Nuestros cuerpos se reflejan y regreso a ver sus dedos. Caleb entiende y lo apaga presionando de su porro con el lavado.
—No tardes— es lo que digo para salir.
No ha salido nada bien. Ha oscurecido y lo que puedo preparar son sandwich simple desde su cocina. Caleb está cambiándose en su habitación y yo intento dar la espalda para no ver más de lo que debería. Hay algo que no había comprobado desde aquella tarde en la azotea y es si seguía usando la cadena.
—He preparado algo— aviso cuando dejo de escuchar que camina por su cómoda.
Los pasos vuelven a oírse y estoy segura que puedo volver a ver cuando termina de acercarse.
—Gracias— dice antes de tomar el suyo e irse a dejarse caer en su sillón.
Me quedo con los hombros hundidos viendo como se aleja de nuevo. Está bien, puede que lo fastidiara, pero estoy segura que he visto la cadena de plata en su cuello. ¿Qué significa?.
—¿Esto es tuyo?— abro los ojos recordando lo que he dejado por ahí.
—Si— omito la parte de que me lo ha dejado su madre y guardo la bufanda en la bolsa de papel. —Te ha dejado una carta— levanto el sobre que se ha quedado en el fondo.
Caleb mira lo que tengo entre mis dedos, lo piensa mucho, pero termina por tomarlo y dejarlo sobre la mesa.
—No estoy listo para eso— es compresible.
—Lo siento—empiezo tomando asiento a su lado, con una distancia razonable.—No quise decir que solo estaba aquí por una promesa...
—Sé lo importante que es una promesa ¿Lo has olvidado?
—No. Claro que no.
—No tienes que quedarte, Harriet— se levanta dejando el sandwich sobre la mesa. —Si quieres irte puedes hacerlo. Te libero de esa promesa, dado que estoy implicado.
—No es eso lo que quería decir...
—No tengo hambre. Buenas noches.
No sé que más decir. Dejo que vaya mientras se envuelve en la sabana delgada. No es así como pensé pasar esta noche, ni tampoco creí que volvería a dormir en su departamento. Termino mi sandwich y dejo el suyo cubierto por un papel por si luego si lo quiere.
No puedo ir a esa cama, no hemos podido hablar y no creo que sea muy correcto hacerlo. Pero el sillón es cómodo. Arreglo un poco para que mi cuello no tenga una lesión por la mañana, no me despojo de mi ropa ni tampoco busco algo con que cubrirme. Siento que he perdido cualquier derecho en moverme sin permiso. Aun así, por las horas que pasan logro conciliar el sueño. Y quedarme completamente dormida.
(...)
No sé cuanto he dormido, pero aún es de noche. Observo a mi lado, pero está vacío, el otro lado de la cama. En un segundo me levanto viendo que mi cuerpo ha sido movido desde donde decidí dormir. Por el mueble que separa la sala y la habitación logro ver a Caleb de pie junto a la ventanilla.
Me levanto sin hacer ruido y camino hacia él. Está fumando, exhalando por la ventana para que el humo se vaya por aquel pequeño lugar.
—Hola— digo de pie a unos metros.
Caleb voltea a verme. Ojos rojos y ojeras. Termino viendo la mesa de centro, hay mucho cannabis en su forma de moños. El plato del sándwich está vacío.
—Loca— dice con una sonrisa de lado.
Que me llame así hace que algo se remueve en mi estómago. Extrañe eso.
—¿Cuánto has fumado?— Caleb se encoge de hombros.
—Dos horas. Tal vez— abro los ojos. Y cuanto ha podido fumar en ese tiempo.
—Tienes que parar— digo tomando la hierba de su mesa.
Tomo todo lo que puedo juntando mis manos y lo llevo al baño. Antes de que pueda dar tres pasos, él me detiene.
—No. No hagas eso
—Mírate Caleb— digo con mucha tristeza. —Por favor debes...
—Es que aún no se pasa...— me dice y puedo jurar que veo sus ojos cristalizarse.
—¿Qué cosa?
Caleb inhala fuertemente y toma una de mis manos, el cannabis cae a nuestros pies, pero él no se detiene, lleva mi mano a su pecho. Sus latidos son acelerados.
—El dolor. No se pasa— parpadeo sorprendida. —Quiero detenerlo y no puedo.
Sonrío, pero es la sonrisa más triste que puedo darle. Subo una mano a su mejilla. Si él buscaba cesar el dolor de una perdida con marihuana, no lo va a conseguir. La mente puede ser más poderosa en este caso.
—Esa no es la forma— susurro cerca de su rostro.
—¿Y cuál es?— niego.
Es que no es algo de lo que pueda conocer, la perdida de mi padre tuve que sobrellevarla con otros problemas en conjunto. Pero si algo me sirvió a mí... fue llorar. Llorar mucho sobre su tumba. Desahogarme. Caleb no terminó de hacerlo en aquella azotea del hospital.
—Tienes que soltarlo— Caleb me observa con confusión. —De la misma manera que gritaste— esto le va a doler. —Caleb tienes que entenderlo... Alessia, tu madre... se ha ido.
Los ojos de Caleb vuelven a brillar como su rostro empieza a hacer gesto en negación, puedo ver que empezara cuando baja la cabeza para no verme a los ojos. Eso está bien, no tiene que verme para llorar. Solo tiene que soltarlo todo. Lo abrazo para que sepa eso.
Cierro los ojos y lo dejo llorar todo lo que necesite. Su pecho y su los pasmos de su estómago me indica que lo está haciendo mientras yo intento mantenerme fuerte para él. Espero que esto realmente le ayude, y en mi opinión creo que si lo hará.
(...)
Cuando los rayos solares te fuerzan a abrir los ojos, tienes que hacerlo. Yo lo hago recordando que hay un chico a mi lado, un chico de cabello negro desordenado y un brazo tatuado.
Caleb sigue durmiendo y yo no puedo evitar verlo en esa paz que solo puede darte el cerrar los ojos. Una paz que por el momento él no tiene. Está recostado boca arriba, lo que me permite apreciar su perfil, sus labios, su nariz y sus parpados. No quiero despertarlo y que sepa que todo lo que ha ocurrido es verdad. No quiero verlo como ayer.
Pienso en quedarme quieta y apreciar por lo que reste su sueño. No obstante, recuerdo que Susan pudo haber llamado. Me levanto con cuidado de no hacer ruido, busco mi teléfono entre mis cosas y es justo cuando veo que no hay nada que la llamada de alguien entra.
LLamada Nate.
Hola. Estoy fuera de tu departamento, pero no me abres. ¿Sigues dormida?
No. Es que...
¿Por qué susurras?
Es que Caleb está durmiendo.
Un gruñido se escucha desde el otro lado de la línea.
No por lo que crees. Sucedió algo muy grave.
¿Qué es lo que pudo ser?
Bajo la mirada asegurándome que siga dormido.
Perdió a alguien.
¿Hablas de que alguien murió?
Sí.
Supongo que no me dirás quien...
La verdad es que el asunto de Alessia seguirá en privado.
Alguien importante.
Debe estar pasandola mal.
¿Que haces en mi departamento?
Solo vine a decirte que conseguí trabajo.
Eso es genial. ¿Dónde?
En un centro comercial. Un Starbucks. Justin me ayudo.
¿Acaso acosaron a la gerente?
Fue Justin. Yo no.
Lo decía de broma. ¿Es cierto? Si Sky se entera...
Sí... puede que ella misma viera hacer su buena obra por mí, y terminaran.
Hiciste que terminaran. ¿En serio?
Calma. Ya lo están arreglando. Hemos traído un buen regalo de perdón.
Eso explica por qué está en el edificio.
Y creí que te daría gusto saber la buena noticia.
Es excelente. No tendrás que volver a pelear.
Si bueno aún no entiendo por qué no puedo hacerlo. Hasta tu amigo lo hace.
¿Mi amigo?
Justin me dijo que eras amiga de Donovan, Mattiu. Dijo algo sobre una gorra.
Eso no nos hace amigos. Aunque...
¿Qué? ¿No me dirás que tienen una cita o si?
No es una cita. Es una reunión de estudios.
Ya. El código secreto de cita.
Como digas. Ya tengo que irme.
Avísame si necesitas algo. Sabes que puedes contar conmigo.
Gracias Nate.
—¿Volviste a ser su amiga?—mis hombros se levantan por él estampo que me acaba de dar.
Caleb está entre la habitación y la sala. Está claro que ha sido mucho más silencioso que yo.
—Se podría decir que sí— digo un poco preocupada de su estado.
Sus ojos son grises de nuevo y aunque no parece feliz, tampoco percibo una depresión que logre quitarme tranquilidad.
—Que bien— pasa por mi lado y abre el refrigerador. —¿Y tendrás una cita con el principito futuro padre?
—¿Qué? No— se sirve un vaso de agua y bebe de el.
Si vamos a hablar de Nate prefiero que sea con lo último que Amber me dijo. Si compete a Nate entonces logra que tenga mi atención y Caleb sabía de esto.
—Amber vino a verme el fin de semana. Me dijo lo que el chico le confesó, sobre la rubia y que cree que es Katherine. ¿Lo sabías verdad?— Caleb baja el vaso y se apoya con ambas manos.
—La consideré cuando dijo rubia. La estuve viendo de lejos. Es una persona bastante extraña e insoportable— esa es Katherine.
—Amber piensa que todo fue planeado. Y que de esa forma pudo... —aún me pone nerviosa usar esa palabra. —Acostarse con Nate. Cree que el embarazo fue planeado.
Caleb me mira sin expresión que pueda descifrar. Quizás no es el momento para hablar de esto.
—¿Quieres saber lo que pienso?— con algo de duda asiento. —Opino que es posible— frunzo el ceño. —Es casi sospechoso que ocurriera así.
No. No. Hay algo en esos ojos grises. Utiliza frases muy cortas como si quisiera decir algo más.
—¿Tú sabes algo?— me acerco por el otro lado de la encimera.
Caleb endurece la quijada. No sé si es porque no quiere tenerme cerca o solo es el hecho que lo he atrapado.
—Dime que sabes Caleb.
—¿Importa?
—Si — respondo al instante. —Nate es como parte de mi familia. Lo conozco desde niños y no puedo permitir que lo estén utilizando así— me da cierto miedo por lo que ha dejado de lado. —Merece saber la verdad. ¿No lo crees?
Caleb se aleja llevando el vaso sin contenido hacia el fregadero. Espero en mi mismo lugar hasta que regresa.
—Lo único que se es que ella pudo estar más que enamorada— que significa. —Cuando llegue la vi algunas veces cerca de los casilleros. Bastante sospechosa porque nunca abría el casillero.
—¿Entonces?
—¿Qué hacía cerca?— me pregunta como si quisiera que yo misma lo sepa.
Hasta que recuerdo algo. Algo que yo misma pensé que era muy tonto y lo deje pasar cuando ocurrió.
—¿Ella deja algo verdad?— digo más como respuesta. —¿Notas?— ¿Es posible?
Caleb sonríe apenas. —Notas.
160422✨
Todo es un rompecabezas. Yo doy las piezas y ustedes las unen.
Próximo capítulo: Una nueva promesa.
✨Hoy se celebra al doble. Dos velas y dos deseos.✨
Feliz cumpleaños queridas lectoras, Ana Pupiales y Sol Albernaz (Lunna74)
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