CAPÍTULO 70
Despierto cuando la noche ha caído, la oscuridad de la habitación vence a la luz de la ventana que da al exterior. Recuerdo todo lo que ocurrió. Y lo más importante, como llegue aquí.
La cama es pequeña, pero muy cómoda. La habitación es de huéspedes, la reconozco perfectamente. No podía quedarme con Caleb, no después de todo lo que dijo. Conduje unas cuadras cuando salí de ahí, luego me estacione y pensé en ir con Sky. El problema de ir con ella era que fácilmente me encontraría con mi madre.
Como si un problema no fuera suficiente, ahora teng dos. Y los dos duelen tanto.
Solo había otra persona. Alguien con quien podía hablar o no, quien me entendiera y me diera tiempo. Solo quería tiempo para descansar de todo. Y así fue.
—Estás despierta— me dice con su cabeza asomada por la puerta.
Nate. La persona que me abrió la puerta de su hogar y apenas vio mi cara supo que algo andaba mal, me tomo en sus brazos y me dejo sentarme en su sillón. Realmente necesitaba terminar de procesar cada información de las últimas horas.
Porque todo fue tan rápido.
—Lo estoy. ¿Tú me trajiste aquí?— pregunto viéndolo abrir la puerta por completo.
—Te quedaste dormida en el sillón— lo recuerdo. —Te he preparado una cena. ¿Tienes hambre?
Si supiera que ni he almorzado. Pero por alguna razón no tengo apetito, esa razón podría tener nombres. Aun así escucharlo decir que ha cocinado es suficiente para aceptar, es lo menos que puedo hacer por dejarme quedar aquí.
—Mucha—miento.
Me levanto para seguir sus pasos. Nathaniel es una persona diferente, ya no es el chico con el que estuve alguna vez. Siento que ha madurado en gran parte y eso me hace sentir bien por él. No insistió en lo que pudo ocurrirme, solo dejo que me sentara con él a mi lado. Y me vio ahí por un largo tiempo. Eso es porque me conoce lo suficiente, y sabe que le puedo contra o no lo que me pasa, pero todo a su tiempo.
—Tortilla de vegetales— me tiende el platillo, si había dejado de entrenar, pero al parecer sus habilidades culinarias siguen intactas. Lo veo voltear hacia la cocina y traerme otro plato. —Papas fritas.
Alguien como él puede saber que las papas fritas pueden intentar animarme. Esta no es la primera vez que lo busco por ayuda, Lilian me ha tenido así toda mi vida.
—Gracias— por su consideración.
Nate asiente antes de tomar asiento al frente de mi lugar y empezar a comer. Los primeros minutos lo único que puedo oír son nuestros cubiertos siendo manejados a la perfección.
—¿Qué hora es?— pregunto queriendo saber cuanto tiempo he dormido. Claro que no doy con el detalle de no saber a que hora llegue.
—Las 8. Has dormido 4 horas— eso es demasiado. —¿Quieres que hablemos?
Me dedico a ver mi plato mientras termino de masticar lo que llevo en la boca. Lo cierto es que creo que es necesario que sepa lo que Richard Lodge ha estado maquinando contra su familia, contra él. Pero no sé cómo explicar algo de esa magnitud. No espero que lo tome bien. Así que el asunto de Caleb es un poco arriesgado para comenzar esta conversación.
—¿Él te ha hecho daño?— pregunta ahora.
¿Si Caleb me ha hecho daño? Sí, puede decirse que sí.
—No físicamente— Nate asiente, pero el gesto raro que lleva me preocupa.
—No tienes que mentir— su mirada va a mi brazo, no me había percatado que la camisa con la que habia decidido cubrirla ya no estaba —Si te preocupa que le haga algo...
—No fue él— digo bajando la mirada. Sé que puedo hablar de esto con él, Nate conoce a mi madre. —Fue Lilian.
Nate deja de mover los cubiertos y los deja descansar sobre el plato. —¿Qué paso?
—Yo la seguí— digo sintiendo lo mismo que cuando la vi en el cementerio. —Nate...— digo sintiendo como mis ojos se vuelven aguados. Mi ceño se frunce e intento controlar mis emociones.
Nate empuja su silla y viene hacía a mí. Dejo los cubiertos para sentir como me abraza, él se encorva porque me encuentra sentada, pero eso no quita el hecho de sentir su calor corporal, y ese perfume que desde hace tiempo no olía de cerca.
Se toma el tiempo de verificar mi rostro, he soltado unas lágrimas que han sido limpiadas por su camiseta. —Cuéntame.
Con pena me limito a asentir e inhalar antes de decirlo. —Mi padre está muerto— y escucharlo solo hace que se haga más real de lo que es.
Nate no se mueve ni me suelta, estoy por pensar que piensa que me he vuelto loca. Pero lo que me ayuda es mantenerme parpadeando para evitar que más lágrimas corran por mis mejillas.
—¿Estás segura?.
—Lilian lo ha confesado. He visto su tumba Nate— la voz se me quiebra. —Yo he visto su nombre y ella...— El pecho se me hincha porque sé que pronto podría perder mi control.
—Tranquila— me vuelve a abrazar y entonces me siento bien mejor, necesitaba decirlo. Necesitaba un abrazo.
—Ella lo oculto todo—digo apretando mis ojos. —Él murió el día que se fue— sollozo.
El castaño no dice nada, pero siento sus caricias en mi espalda, intentando calmarme.
—Lo siento mucho, princesa— mi corazón da un salto cuando lo oigo llamarme así.
No es suficiente para que deje de pensar en lo demás, pero puedo creer que si para él. Su cuerpo se tensa. Y sé que es momento de separarnos.
—No quise...
—Está bien— limpio mi rostro. —No me molesta.
—Soy un tonto, perdón— tonto... Eso me recuerda a él. —¿Te ha explicado por qué?
—Nunca me quiso. Ella solo quiere la firma, nunca quiso ser mi madre. Y mi padre me ha dejado acciones— quiero pensar que esto es serio. —Lo ha estado ocultando de todos.
Nate frunce el ceño. —Eso es ilegal— lo mismo pensé. —Podría ir a prisión.
—No quiero que eso ocurra— digo. Sé que es Lilian, pero también es mi madre.
—Siempre va a correr el riesgo, como tú otros pueden descubrirlo.
—Es demasiado astuta como para que la atrapen. La manera por ahora es que yo la acuse.
Nate me mira directamente con sus ojos verdes. —Si tu padre te ha dejado algo...
—No. Yo no tengo interés en quitarle el control. No lo quiero. Solo quiero que la verdad se sepa. Las personas siguen preguntando por él y todos creen que se esconde o algo peor.
—Solo ella puede arreglar su desastre— es cierto. Mi padre no merece esto. —¿Crees que nonna lo sepa?
Quiero creer que no. ¿O por qué no decírmelo? Ella me ha visto llorar más veces que nadie por Joseph.
—No. No lo creo— confío demasiado en ella como para guardarme un secreto tan grande.
Luego de comer y hablar un poco más sobre Lilian me ofrezco para lavar lo que se ha ensuciado.
—Entonces. ¿Sabe que estás aquí?
Sigo refregando el plato con Nate trayendo los vasos que hemos dejado sobre la mesa. No soy capaz de levantar el rostro para verlo. ¿Cómo lo veo a la cara? Como puedo decirle que tuvo razón, que Caleb no era bueno para mí.
—Hemos terminado— digo en un susurro.
—¿Por qué?.
Estoy cansada de las mentiras, de las verdaderas a medias. Esas como las que Caleb se encargó de decirme o Lilian me tuvo todos estos diez años.
—Si te lo digo... por favor no vayas detrás de él— es más un pedido mío. Porque aunque me duela todo lo que me dijo, lo sigo queriendo. Y no quiero que le pase nada.
Odio quererlo. Odio que aun habiendo sido menospreciada y minimizada, aun lo quiera proteger.
—Sabes que no lo haré si me lo pides— mira el sofá. —¿Quieres sentarte?
Es mejor. Porque sé que puedo tardar en contarle todo lo que ha dicho Caleb. Aunque me sienta apenada por eso. Le cuento el plan ideado por Richard Lodge, el porqué se acercó a mí, el como él estaba en sus planes y por supuesto, el como hizo para que peleáramos para que no lograba el trato.
Cuando termino de hablar Nate cierra los ojos, sus manos están unidas entre sus piernas separadas. Está asimilando todo.
—Quiero molerlo a golpes— es lo primero que dice.
Una mano tapa su boca y luego la pasa por su cabeza, es frustración completa la que veo. Está molesto.
—No lo hagas.
—Es que no puedo creer que todo este tiempo estuviera fingiendo— niega, fastidiado.
—Yo tampoco.
Él niega repetidas veces haciendo que una vena de su cuello se marque. —¡Imbécil!— grita poniéndose de pie. Lo imito por si intenta algo. Sus dos manos toman su cabeza y empieza a caminar por la sala. Estoy lista para impedir su paso a la puerta si eso intentara.
—Nate...— lo llamo. El castaño deja de moverse de pronto, me mira y frunce el entrecejo.
—Harriet— dice dando tres pasos hacia mí. Sus ojos tienen miedo y no entiendo el porqué. —Por favor dime que tú y él no... — mis ojos se abren un tanto porque entiendo lo que no termina de decir. Una sensación empieza a nacer en mi estómago, causa dolor en mi pecho y provoca que mi labio tiembla. —Lo hiciste— y una lágrima cae sobre mi mejilla.
Nathaniel abre los ojos e inhala por la nariz, suelta un grito dándome la espalda. Si antes ha estado molesto, ahora está hecho furia.
—No— interfiero cuando noto que quiere ir a la puerta.
Nate frunce tanto las cejas que sé que se contiene para no hacerme a un lado e irse. Estoy poniendo todo de mí para que me vea firme en esta lucha de miradas. Una que gano. Con sus manos hechos puños vuelve a la mesa del comedor y golpea sobre la superficie. Baja la cabeza apoyada ahí.
Por fin suelto más lágrimas, ya sabe lo que he hecho. Y no es que me sienta culpable, solo no esperaba que esto terminara así.
Espero a que se tranquilice. —Lo siento— escucho que dice. Su cabeza se alza y desde ahí me mira. —Si no fuera por mí no hubieras estado metida en toda esta... situación.
Niego. Él no podía saber nada de esto. —No es tu culpa.
Nate parpadea y puedo ver ese brillito en sus ojos, enojo y tristeza a la vez. Regresa a mí notando que no puedo ver más tiempo su rostro. Sus brazos me envuelven y siento su barbilla sobre mi cabeza.
—Lo siento— susurra. —Vas a estar bien.
Quiero poder creer eso.
El sonido de una notificación nos hace salir del momento y nuestros pensamientos. Nate se disculpa y se separa para alzar su teléfono de la mesa, revisarlo y luego dejarlo boca abajo.
—Si tienes cosas que hacer...
Nate niega. —Ahora me necesitas.
—No— me observa. —Ya has hecho mucho por mí. Por favor no quiero interferir— tal vez sea Katherine.
—Tengo que contarte algo— dice bajando la cabeza. Su índice juega a mover el aparato. —He vuelto a las peleas.
—¿Qué?— definitivamente es una mala idea.
—Gregory volvió a cortar las tarjetas, porque desaparecí y lo que tenía en efectivo se acabó cuando volví.
—Es una mala idea.
—Es la manera más sencilla de conseguir dinero. Nunca pierdo y ya no debo temer por lesiones.
Eso suena horrible. Acaso se expone ahora que no juega.
—Es peligroso...
—La vida es un peligro. Además, el dinero también es para la librería. Haré algo con lo que yo mismo ganaré.
Él dijo que tenía el dinero...
—Eres tan necio.
—Solo quiero sentir que no necesito de mi padre.
—¿No has hablado con él?
—No quiero verme desde que le dije que no me casaría— con que ya se lo dijo. —Voy a tener un hijo Harriet. Debo poder mantenerlo con o sin ayuda.
—Un trabajo legal es una mejor opción.
—Lo sé. Pero no es tan sencillo. ¿Qué Editorial va a contratar al hijo de la competencia?
—¿Tu padre tampoco quiere trabajes ahí?
—Me está dando una lección, pero él sabe que me necesita y en algún momento hará que vuelva. No puedo vivir del aire con el tiempo que tarde.
—¿Cuánto dinero necesitas?.
—No— dice seguro. —No voy a aceptar dinero, y no es orgullo. Ya le debo a Justin mil dólares. Por favor entiende.
Es un buen paso que pidiera ayuda. Aunque no fuera a mí.
—Hasta que él te llame será mejor que busques otro trabajo, así no sea con tu carrera. Quizás si te ven trabajando en algún local Gregory sea vea obligado a darte dinero y devolverte tu trabajo.
—Puede ser. Pero ahora tengo una pelea, no puedo cancelar.
Nate camina al pasillo y regresa con un bolso que carga del hombro. Seco mis manos. Yo debería salir con él, irme, pero a ¿dónde?.
—Crees que pueda...
—No. No vas a ir a ese lugar. Es sucio y hay gente peligrosa.
Arqueo una ceja. Bien, ya había estado en ese lugar y sé que huele asqueroso y hay gente poco agradable. No quería volver ahí, y si pudiera evitarlo haría que él tampoco.
—Ah. Yo iba a pedirte quedarme...—es vergonzoso.
Nate parpadea. —Oh. Claro, lo que necesites.
—Justin no...
—Él prefiere quedarse con Sky. Digamos que tuve una conversación con ambos.
—¿Acaso te quejaste?
—Bueno. No podía ir a tu departamento y vivo aquí. Ella vive sola, si van a hacer ruido, mejor allá.
Vaya. Eso explica mucho. Sky sabía el momento en que llego mi madre a la ciudad y también cuando pudo entrar a sacar las cosas. Ella no era hogareña.
—¿Vas a estar bien?.
—Si— me sonríe. —Ten cuidado.
—Lo tendré. No me esperes despierta.
(...)
Si bien mi tiempo sola había servido para pensar en que hacer con Lilian y el tema de mi padre, también había sido necesario para aceptar que Caleb me hizo todo eso y que solo fui un plan sencillo que manejar. Así es como me quede dormida. Aceptando un cruel realidad.
—Auch— Nate aleja su mano.
La tomo regresándola sobre su rodilla. —Te dije que tuvieras cuidado.
El alcohol que paso sobre sus nudillos pelados me causan ardor con solo verlo. Aun así, estoy un poco molesta de que no tomara precauciones.
—Me las vende, es el único cuidado que puedo tener— no le respondo. —Al menos no me dañaron la cara.
Lo fulmino con los ojos. —Díselo al hematoma de tu estómago.
—No te molestes. Es parte de las peleas.
—Si te rompes un hueso no voy a volver a hablarte— le advierto cerrando el frasco de alcohol.
—Buscaré otro trabajo. ¿Bien?— asiento conforme. Me levanto para tomar mi bolso. —¿Ya iras a Hasting?
—Sí. Tengo clase con la Srta.Morgan— y tengo que hablar con ella.
—Está bien. Te veré en la cafetería— regresa a tumbarse sobre el sofá.
No tengo idea de la hora en la que volvió. Pero así es como lo encontré cuando desperté. No se cambió ni nada, solo se durmió ahí.
Estaciono mi auto y compruebo que todo esté en orden, tengo mi maleta de pertenencias. También el informe que debo llevar a la Srta.Morgan. Hoy tengo que hablar con ella, decirle que no puedo continuar en Fiore. No puedo volver a ese lugar, y no sé como lo tome. Pero para eso esperaré al final de la clase. Y Las horas pasan evitando mostrar mi desinterés del tema a tratar del día.
—Srta. Morgan— me acerco a su pupitre. La mujer sonríe. —Tengo que comentarle algo...
—¿Qué pasa?— creo que ya la he preocupado.
—Es mi pasantía. No puedo continuar en Fiore. Yo sé que me falta unas semanas, pero de verdad no puedo continuar ahí. Por favor. ¿Cree que pueda hacer algo respecto?
—Harriet. Las reglas dicen tres meses, y te falta tan poco. ¿Por qué no continuas?
—Eso me gustaría, pero realmente no creo poder— no quiero hablar de esto con una mujer que apenas conozco. Además, es ella quien puso su recomendación con el hombre que prácticamente destruyo la poca estabilidad de mi vida. No la culpo, pero no quiero ver a ese hombre. —Puedo buscar otra Editorial si es necesario.
—Eres una buena estudiante— ruego porque me de una buena noticia sobre eso. —Y el informe dos ha llegado con buenas opiniones— ese debió ser Caleb. —Pero con el último incompleto tendrías que hacer un proyecto. ¿Estás de acuerdo?.
—Sí. Claro que sí.
—Está bien— pero no se va. —¿Está todo bien cierto?
Asiento y fuerzo una sonrisa. Ella hace lo mismo y sale del aula. Puedo respirar con más tranquilidad ahora que no seré obligada a ir a Fiore. Solo deberé recoger mis cosas y ya.
Entro a la cafetería después de un largo tiempo. Mis ratos sobre el césped, apoyada en el gran árbol han acabado. Aunque eso me haga sentir mal alzo la cabeza buscando a mis amigos.
—A los años— me recibe Sky con su clásico buen ánimo.
—Hola— Nate saca su mochila para dejarme un espacio a su lado. Justin no está y Sky está terminando de pintar sus uñas de un amarillo pálido.
—¿Y tu chico?— hago una mueca.
—Sky— la regaña Nate. Claro que ella no entiende nada.
Tarde o temprano iba a enterarse. —Hemos terminado.
Sky borra cualquier buena expresión. Deja la brocha del pintaúñas y me mira.
—¿Terminado definitivo o terminado hasta en un rato?
Abro la boca y doy una mirada a Nathaniel. Él está igual que yo.
—Definitivo.
—¿Por qué?— chilla llamando la atención. Mi cabello cubre parte de mi cara y lo agradezco porque se que varios ojos se han posado en nosotros. —Ustedes eran perfecto juntos.
Nate rueda los ojos.
—Sin ofender— le dice Sky al castaño. —Espera. Tú te metiste con la hueca de Katy— hace una voz extraña.
—Solo paso— intento olvidar el tema. Pero vamos. Ya se como es Sky.
—¿Te engaño con alguna zorra?— ahora va a intentar adivinar. —Si es así podemos hacer que se arrepienta.
—No. No me engaño...—con otra persona no fue. Solo con sus palabras.
—¿Entonces?
—De verdad no quiero hablar de eso— Sky deja de verme y pasa a hacerlo con Nate.
Él la mira y niega con la cabeza. Sky entiende que debe parar o justo ahora puedo derrumbarme. Mi amiga toma mi mano y la aprieta. Sonrío.
—Hay muchos peces en el río— parpadeo. —Vamos a buscarte otro.
Es que con ella no puedo, tengo que sonreír y hacerlo de verdad pues su demencia logra hacerme sentir bien.
—Pastelito ¿Qué hace ella aquí?— y es así como la real sonrisa de mi rostro se desvanece.
Katherine pasa sus dedos por los hombros de Nate y toma lugar a su lado.
—Kate. De verdad deja de decirme así— le pide él. —Por favor.
La rubia lo ignora y pasa a verme pasando de él. —¿Se te perdió algo?
Prefiero no responder. No estoy con energías que desperdiciar. Ya sé que no le agrado y eso no va a cambiar haga lo que haga. Miro hacia mi amiga.
—Por favor Kate, solo estamos hablando.
—¿Sabes que se me antojo?—pregunta ella volviendo a ignorar lo que ha dicho. —Un cupcake de chocolate.
Nate suspira y no puedo creer lo que veo, se pone de pie.
—Ya vuelvo.
Miro a Sky intentando saber si esto es real o no. Mi amiga le lanza una mirada asesina a Katherine.
—Mira oxigenada si sigues manejando a mi amigo como un títere juro que voy a arrancar tus extensiones. No me importa que tan preñada estés. Te dañaré sin hacerle daño a él.
Abro los ojos pues aunque entiendo y la apoyaría, eso me ha causado miedo.
—Solo quiero recordar a alguien que Nate está ocupado.
Siento completamente el mensaje. Pero es que yo no tenía intención de interferir en nada de lo que estén llevando ahora. Es más, me siento feliz porque él ha aceptado que espera al niño y lo quiere tanto como para tener planes dulces.
—Me importa un cacahuate— le apunta la pelinegra. —Si lo vuelves a hacer me encargaré de poner colorante a tu maldito champú de rubia ficticia.
Kate endurece su rostro, sé que aunque hace eso y puede morir por responder a Sky no lo hará. Le tiene miedo, porque todos sabemos de que Skyler Johnson, es capaz de eso y más.
—¿Qué sucede?— Nate deja el cupcake sobre la mesa y Kate lo observa sin decir palabra.
—Charla de chicas— claro que esa es Sky. Con su mejor sonrisa.
—Si— sueno dudosa. —Yo ya debo irme— me pongo de pie. —Tengo que ir a recoger mis cosas a Fiore.
—¿Ya no trabajarás ahí?— pregunta Nate. Niego.
Me despido y doy media vuelta. No estoy lo suficiente lejos cuando oigo a Sky. —No sabía que habían terminado tan mal.
Camino más rápido. Quiero recoger mis cosas e ir a mi edificio. Esperaré en el estacionamiento hasta que sepa que Lilian se ha marchado al aeropuerto. Ese es mi plan de hoy. Volver a mi hogar, de donde nunca debí salir.
No obstante, como siempre algo debe ocurrir y eso lo compruebo cuando mi teléfono vibra.
Mensaje - Desconocido
Srta. Harriet soy Ceci, la asistente de su madre.
Su novio me ha sacado del departamento y se ha encerrado con su madre.
¡Por favor venga rápido!
080422✨
Porque una tormenta a veces trae claridad.
Próximo capítulo: Nadie lo sabía.
Ayer conversaba con una personita, y ella preguntó cuando publicaría el siguiente capítulo. Le dije dos posibilidades cercanas. Ella me sorprendió con una revelación.
✨Feliz Cumpleaños querida lectora, Valentina.✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top