CAPÍTULO 68

Puedo sentir la fina tela rozar mi mejilla, es delicado y un tanto molesto. Suficiente para despertarme.

Abro los ojos encontrando con unos mejores, grises y muy cerca de mí. Estoy recostada sobre mi hombro izquierdo y él sobre su hombro derecho, observándome mientras que la sabana blanca pasa por sobre nuestras cabezas.

—Buenos días— puedo asumir que no hace mucho se ha despertado por su voz ronca.

—Buenos días— susurro.

Tengo que parpadear para asegurarme que esto realmente está pasando, Caleb sonríe y no me sorprendería que sea por saber lo que mi mente no deja de pensar. Él y yo, nosotros cometimos el acto más gratificante de mi vida. Puedo recordarlo como el momento exacto en que nuestros cuerpos tomaron unión, caricias y besos, rompiendo cualquier silencio por jadeos y gemidos incontrolables.

—¿Cómo te sientes?— pregunta.

Intento formar una respuesta. Pero es mi cuerpo el que debería demostrarme eso, no tengo dolor. Sin embargo, hay algo diferente.

—Diferente.

Caleb frunce el entrecejo, preocupado. —¿Diferente bueno o malo? ¿Te duele?

—No me duele, solo diferente— intento explicar aunque sé que no ayudo en nada.

—Es mi culpa, debí ser más delicado.

—No— lo corto. —Lo has sido. Soy yo la que no sabía como...

Su sonrisa me hace callar. Su mano izquierda me acaricia la mejilla. —Has sido grandiosa.

—Pero si yo no hice nada— susurro avergonzada.

Caleb suelta una risa y luego muestra una sonrisa aún más grande y abierta. —Has hecho más de lo que piensas. Y si lo que te preocupa es no haber tenido tu momento ya tendremos tiempo para eso, en la siguiente lección. ¿Te parece?

Siempre consigue que esté roja, debo acostumbrarme a este nuevo color.

—Pero si quieres que sea ahora yo estaría encantando loca...

—¡Caleb!— cubro mi rostro.

Su risa consigue tranquilizarme, es que Caleb es tanto la cura para todo. Con toda la fuerza de voluntad lo observo esperando porque me digne a verlo de nuevo.

—Me gustas mucho, loca— el pelinegro vuelve a llevar su mano a mi rostro, tomando parte de mi mandíbula entre sus dedos. Y lo hace nuevamente, sorprenderme, quitar cualquier espacio entre nuestras bocas. Empieza como un beso dulce, pero en cuestión de segundos se vuelve a uno dominante, se mueve con una viveza encendida y mis manos van a sus cabellos negros despeinados, casi perdiéndome por ellos.

Caleb toma distancia de manera repentina, no es falta de aire porque estoy segura que yo aún podía aguantar. —Loca, estoy tan necesitado de ti— exhala. —Pero si te hago todo lo que he estado pensando mientras dormias va a dolerte. Y no quiero lastimarte.

—Pero...

—Te juro que me estoy esforzando por no ver más que tu rostro ahora mismo— pestañeo.

Entonces y solo entonces me doy el tiempo de ver hacia abajo. Mis orejas y mi cuello se unen al ardor de mi rostro. La sabana bien cubría nuestros cuerpos desnudos, y por eso me sentía normal, pero no quitaba el hecho de que seguía desnuda. Tomo la tela blanca para quitarla de mi cabeza y únicamente cubrir mi cuerpo, el proceso obligo a Caleb a hacer lo mismo.

Si era mala idea, por supuesto que sí. Los rayos ultravioleta impactando con mi visión no es nada cómodo, aunque ya entendía el porqué terminamos cubriéndonos todo.

Caleb gruñe y alza una mano para poder tener una mejor vista, teníamos que habernos ido más temprano. —Voy a vestirme para que puedas cubrirte.

Tomo la delgada tela cuando solo es mía, me envuelvo en ella y me coloco de pie. Un dolor aparece entre mis piernas, no es fuerte, pero si logro sentirlo como una mínima incomodidad. Caleb por su parte esta colocándose los pantalones de pijama y cuelga su camiseta en su hombro cuando noto algo en su espalda, justo en sus omoplatos lleva líneas rojizas. Yo hice eso.

Él debe sentir el peso de mi mirada pues voltea observándome, yo desvío la mirada rápidamente solo para encontrarme algo peor. El colchón lleva una mancha de sangre, pequeña, pero provoca algo en mí.

—Lo vi anoche, pero no quise preocuparte

Sé que me pertenece, no es que no estudiara educación sexual.

—Está bien, es normal— digo yo.

Localizo mi short al borde de la cama e intento levantarlo, pero cuando me agacho siento esa pequeña punzada de nuevo.

—Dime si te está doliendo— como si fuera un auxilio Caleb se acerca como una bala.

—Solo un poco— digo. Es inútil intentar mentirle en esto, ya vio mi rostro.

Caleb pasa su mano por su cabello. —Merda. Sapevo che dovevo stare più attento— dice como un regaño asimismo. Quiero negarlo, pero me apunta.—Quédate ahí— mientras él se pone a recoger mi camiseta y mi ropa interior. —Investigaré que es bueno para el dolor— casi corre con las palabras. —Ahora ven— cuando se agacha sé que intentara algo.

Doy un paso atrás. —¿Qué haces?

—Voy a cargarte.

Sonrío. —Caleb puedo caminar, es un dolor tolerable.

Se toma un minuto para observarme. —Lo siento. Nunca he estado en una situación igual.

Lo miro con ternura, verlo preocupado por mí es algo que me llega al alma. —Mírame— pido. —Estoy bien— mejor que nunca podría decir.

Caleb toma mi mentón y lo alza. Ahí, él sin camiseta y yo solo con una sabana envuelta dice. —Voglio solo che tu stia bene
.

(...)

Ya es mi tercer día aquí y finalmente convencí a Caleb para que me dejara hacer el desayuno. Requiero de ayuda de internet para hacer unos panqueques, que nonna no se decepcione de mí, pero es que debo trabajar con lo que tengo en mano.

Un poco de plátano, huevo, leche y... avena.

—¿Tienes avena?— pregunto viéndolo en la encimera. Está terminando su proyecto de clase para hoy, escribiendo en una hoja. Una razón más para hacer yo sola el desayuno.

—Primer cajón a la izquierda— me señala con su lapicero y regresa a escribir.

Abro la que me indico encontrando dos cajas de avena, un cereal y.... Frunas

—Con que aquí guardas tus dulces.

Puedo sentir como Caleb deja su lapicero para verme. Se levanta de la silla, pero yo lo apunto con el batidor para que no de un paso más.

—Quieto. Termina tu trabajo.

—¿Qué no te ha dicho mi madre?

Finjo pensar. —El que era lo que te comías de niño. ¿Me lo dices tú?

—Nunca— vuelve a sentarse. Si quería verse como un niño lo ha logrado, pero uno bien lindo.

—Se lo preguntaré a ella— sonrío.

Caleb me mira dolido, claro que actúa. —Ustedes dos han formado una alianza sin decirme.

—Quizás— en realidad si le guardo un secreto.

—Dicen que el azúcar sube las energías— toma el tono de suma importancia.

Niego. —No voy a darte dulces ahora.

—¿Por qué no?.

—Porque aún no hemos desayuno.

Caleb chasquea la lengua. —Solo uno.

—Termina tu trabajo— sentencio cerrando el cajón.

Caleb bufa. —Al menos dame un beso ¿O no hasta después del desayuno?

Realmente es muy mimoso para tener su edad. Me acerco desde detrás de la encimera y me inclino solo para darle un beso corto. No obstante, él aprovecha mi cercanía para tomar mi cintura con posesión, evitando que me aleje tan fácil.

—Merezco uno mejor— elevo una ceja. —Eso dice mi espalda.

Ay no. ¿Qué voy a hacer con este niño en cuerpo de hombre?

Pues por ahora darle lo que quiere, porque no puedo mentir. Yo también lo deseo tanto como él.

Tras una batida, un licuado y una mezcla paso a hacer los panqueques en un sartén, el primero me resulta muy mal, pero los siguientes toman una forma decente para ser consumido. Caleb cuenta con intención de ayudar luego de terminar con su carpeta, pero lo único que le encargo en alistar los platos para ser servidos.

—Maple— formo unos círculos con el dulce demasiado exquisito sobre los panqueques.

—Sabe muy bien— me felicita él.

—Es porque no has probado los de nonna.

Aquello llama su atención. —No me has hablado tanto de ella.

—¿Qué quieres saber?

—No sé. ¿Ella te enseño italiano?

—Sí. Desde que tengo uso de razón siempre pase mis vacaciones con ella.

—¿En Italia?

Asiento cortando un pedazo de mi panqueque. —Milán.

—La capital mundial de la moda— miro mi plato. Si, así es. —Me dijeron que hay demasiado movimiento.

Mastico antes de responder eso. —Si—sonrío. —Es por eso que ella no vive en la ciudad misma.

—¿Iras allá para las fiestas?

No había pensado en eso. No sobre donde estará Caleb. Probablemente, se va a quedar con Alessia, es lo más lógico. ¿Pasaremos Navidad y Año nuevo separados?. Nunca he faltado a las fiestas de nonna. Ella ha formado parte de todas mis Navidades y nuevos años.

—¿Ustedes lo pasarán aquí?

Caleb termina por digerir lo que lleva en su boca. —Es probable. No creo que la dejen salir del hospital.

Las vacaciones duran tres meses. Nate siempre iba a Italia por algunas semanas, él y nonna siempre se llevaron bien, es otro nieto para ella. Pero con Caleb no tengo idea. Tengo que pensar en algo.

—Suelo estar allá los tres meses— confieso para que lo sepa.

—¿Los tres meses?.

—Si— pero podria volver antes, digo... creo que puedo hacerlo. Nonna lo entendería.

—Entiendo— puedo notar el cambio en su voz. No es molestia, solo una tanto de decepción.

—Pero tal vez...

—Entiendo— me detiene. —Si es algo que sueles hacer no puedes cambiarlo por mí.

¿Como que no?

—No es así. ¿Podemos hablarlo?

—Cuando vuelva— se levanta llevando el plato vacío al fregadero. Lo sigo dejando mi plato, no podemos dejar que problemas como este nos gobiernen. La última vez que lo hice resulto mal.

—Caleb— digo desde su espalda. Él se queda parado frente al fregadero. —Caleb— insisto. —Aún falta algunas semanas para eso, podemos organizarnos. No discutamos por eso.

—No quiero discutir— lo escucho decir. —Solo estoy pensando...

Me hago espacio entre el lavado y su cuerpo. Se ve decaído.

—Piensa conmigo. La mejor forma de arreglarlo es conversando.

—No quiero que te vayas— dice con tristeza. —Pero sé que suena muy infantil.

—Yo tampoco quiero dejarte — ahora mismo me siento como una adulta.

—Perdón. Imagine lo que sería estar tres meses sin ti — lo abrazo. No puedo culparlo por eso. —Puedo conseguir dinero e ir a verte— menciona de pronto.

Pero si es lo mismo que yo estaba pensando, bueno la idea era volver antes, no que él fuera.

—O puedo venir yo— termino lo que antes quise decir.

—¿No se va a enojar?.

—Eso dices por qué no la conoces, ella es genial. Nada comparado con mi madre.

Caleb hace un gesto de disgusto, eso me hace sonreír. —¿Crees que debo presentarme?— silencio.

—¿Quieres conocer a nonna?

Caleb se encoge de hombros. —¿Puedo?

—Claro que si— digo con una sonrisa más amplia. —Eso me gustaría.

—Entonces lo haré, no sería un viaje largo porque debo volver a ver a mi madre.

—Por supuesto— entiendo perfectamente. —Y yo también puedo volver antes.

Caleb sonríe. Esta ha sido una buena conversación, lo hemos solucionado en cuestión de minutos.

—Gracias por el desayuno— me acomoda el cabello detrás de las orejas y aprovecha en depositar un beso en mis labios.

De mi bolsillo trasero saco algo que he ocultado para él desde que descubrí su escondite de frunas. —Ten.

Caleb abre los ojos y toma el largo caramelo para darme otro beso, aunque este corto. —Ho la migliore ragazza del mondo— otro beso corto. —Te veo en unas dos horas.

Sonrío observando como toma su cuaderno, el folder donde lleva su trabajo y sus llaves para salir de aquí. Lo malo de no llevar clases hoy es quedarme sola en su departamento. Devi no abre el Black Day hasta la tarde, así que debo ver en que distraer mi tiempo. Reviso el bolso que Sky se ha encargado de alistar por mí, hay mucha ropa y no voy a explicar que clase de ropa, pues el 70% son prendas más reveladoras de lo que yo usaría. Menos mal, el otro porcentaje es un tanto acertado a mi comodidad.

Ubico mi portátil solo para revisar mi correo de Hasting. Que yo sepa hice mis deberes con tiempo, pero nunca es malo percatarse una segunda vez. Mañana tengo clase con la Srta.Morgan, y dejo una investigación que ya hice y que...

Cierro los ojos al recordar donde lo deje, en el mueble de mi sala. En mi departamento. Sky no trajo eso y como iba a saberlo.

Bueno. De alguna manera iba a tener que ver a mi madre otra vez. Podre desearle un feliz año de esa forma, me calzo y visto para enfrentar a la mujer de mirada afilada. Conduzco con nervios de saber que es lo que puede decirme, no he estado ahí durante dos días y ella ya se irá mañana.

—¿Señorita Harriet?— Ceci es la primera que veo. —Buenos días.

—Hola— sonrío. —¿Dónde están todos?

Mi sala está completamente vacío, de personas porque las telas, maniquís y ganchos están por todo lados.

—Su madre los dejo irse ayer por la noche— eso es extraño. —Nosotras nos vamos mañana por la noche.

—Pero no han terminado— porque los vestidos que veo dudo que lo estén, les falta tela. Ese no puede ser un diseño de Lilian.

—Ella solo grito a todos y les dijo que se fueran.

—¿Está aquí?— aún no me atrevo a moverme.

Si Ceci me escucho entrar seguro mi madre igual, puede estar esperando el momento de aparecer.

—No. Ella me pidió un Uber y se fue hace casi una hora.

Bien. Creo que terminare enviandole un texto de Feliz Año de nuevo.

—¿Sin ti?— es que Ceci debe estar hasta cuando va al baño, anotando todo o pidiendo lo que ella quiera.

—Si— sabe algo, se nota. —Pero debe ser porque quería estar sola.

—¿Por qué iba a querer estarlo?— siempre está rodeada de personas.

—Por el lugar a donde fue.

Ahora si no entiendo nada, y quiero entenderlo ahora mismo. —¿A dónde fue?

Pero su respuesta, esa palabra de 4 sílabas es todo lo que necesito para crear un desconcierto en mí. Me despido de ella y regreso a mi auto, llevo parte del camino pensando en porque Lilian iría allá, no encuentro sentido pues por parte de nosotras no conozco motivo. Pero entonces recuerdo que ella está en la ciudad sin ningún motivo, y la única razón por la que yo lo sepa es por problemas de Hotel, o nunca habría ido a mi departamento. ¿Por qué mi madre vino a la ciudad?.

Las dudas siguen en mi cabeza y solo hay una forma de averiguarlo, aunque intentare que no me vea, no quiero problemas. Desvío mi ruta y me dirijo a donde me ha indicado su asistente. Es lejos de la ciudad, y el tráfico no me ayuda en nada. Casi una hora despues puedo bajar de mi auto y estirar las piernas, las rejas negras de la entrada me causan escalofríos, pero nada comparado con el letrero que lleva al frente. 

Cementerio Nacional Hills.

Ingreso fijándome en el lugar, es la primera vez que visito este lugar. Hay una vereda que va en línea recta mientras que el área verde se encuentra a los lados, las lápidas están en manera consecutiva, separadas apenas por un espacio. Algunas llevan flores marchitas, los pétalos están caídos y los jarrones viejos. No veo a ninguna persona desde mi perspectiva, está vacío y cada que doy un paso lo confirmo. No hay ninguna persona aquí. Entonces la opción de que solo usara el Cementerio como referencia aparece en mi mente.

Continuo casi llegando hasta el final, mirando a la derecha e izquierda. Este sitio me da una sensación triste, por las familias, lo que me hace recordar a nonno. Él no está a unos metros de la casa, donde nonna puede ir y sentarse a hablar con él. Ella dice que es más fácil visitarlo, prefiere tenerlo cerca a lejos. Ninguno estaba listo para separarse.

No está aquí. El lugar es enorme, pero ella no está aquí. Doy media vuelta y decido volver por el camino a seguir perdiendo el tiempo, conduje un buen rato por nada. Hasta que escucho algo, un crujido, una rama rota y una mujer de blanco irguiéndose. A unos metros más adelante. Lleva una capelina de rafia que cubre su rostro, al igual que un enterizo completamente de blanco.

Ese estilo. Ese camuflaje.

—¿Mamá?— mi pregunta tiembla viendo como la mujer voltea y quita sus gafas oscuras.

Sí. Es Lilian. Ella no muestra ninguna sorpresa, no muestra felicidad o miedo y muchos menos tristeza, no muestra más que una línea recta en sus labios. Entonces miro la lápida frente a ella.

No es verdad. Joseph Stokes.

050422✨

Se vienen tiempos tormentosos.

Próximo capítulo: Más de una mentira revelada.

MESSAGGIO: Muchos pidieron más actualizaciones. Esta semana es especial porque al fin tengo tiempo (grazie ingegneri). Así que, no se sorprendan si reciben una notificación inusual. En IG les seguiré avisando, pero los temporizadores serán de una hora para estas partes.

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