CAPÍTULO 64

—Dilo de nuevo.

—No.

—Vamos, dilo de nuevo— súplica con las yemas de sus dedos incrustadas en mi columna vertebral, al mismo nivel que la curva de mi cintura. —Por favor.

—¿Por qué quieres que lo diga de nuevo?

—Te ves sexy hablando en italiano.

Definitivamente, no volveré a decir nada en italiano.

—Di algo.

—Algo— sonrío angelicalmente.

Caleb gruñe como un niño en medio puchero. —Dime algo en italiano.

Dios. Se ve tan adorable.

—Sciocco.

Pero no está satisfecho.

—sei molto cattivo pazzo— acerca su rostro al mío. —Dovrebbe punirti.

Trago grueso entendiendo eso. Las puntas de sus dedos atrapan el final de mi trenza que cae aún lado de mi cuello. Algunas puntas sobresalen del patrón que se entrecruzan, Caleb está tan entretenido con eso.

—¿En qué piensas?

—En follarte— mis ojos deben casi salirse de sus órbitas.

—¡Caleb!— grito.

—Pero si tú me has preguntado.

—Tomaré la nota mental— puntualizo. —No volver a querer descifrar tus pensamientos.

Caleb sonríe travieso y perverso. Me pregunto que es... Mejor no.

Vacila con la liga hasta desplazarla para abajo. —Me das demasiadas ideas con ella.

—¿Qué significa eso?

—Que me lo quedaré por ahora— se lo coloco en la muñeca derecha. Así hace juego con sus tatuajes. —Quizás pronto lo utilicemos.

No se da entender tomando el plural en la oración, despejo sus ocurrencias de mi mente y desordeno mi cabello para no tener que prestarle atención.

Aún estamos afuera del edificio de Ben. —Debemos irnos o Ben creerá que quieres llevarte a Dante.

—¿Dante?— bufa. —Locky era mejor.

Ruedo los ojos. —Lo dices porque tú se lo pusiste.

—Si— toma mi mano para guiarme por la acera, sonrío gustosa. A lo lejos puedo ver su motocicleta estacionada.—Quiero llevarte a un lugar— dice de repente.

—¿A dónde?

—¿Confías en mí?— pregunta adelantándose para poder verlo.

No debo pensarlo tanto, Caleb había sido la persona más sincera y honesta. Aun cuando eso me avergüenza o molesta, es directo. Y yo habia dudado de él. No estoy orgullosa, todo hubiera sido distinto si lo hubiera dejado explicarse. No lo culpo, solo quiso ayudar. —Sí.

Lo aprecio subiendo a su moto, no deshace su sonrisa y eso hace que se me hinche el pecho.

—Vamos. Quítate eso o saldrá volando— mis ojos viajan a los suyos cuando es mi turno de subir. He olvidado el gorro que Matt me ha prestado. —¿Qué?

—Es que.. Es de Matt.

Caleb gira el dorso. —Con que otra vez Matteo.

—Es Mattiu.

—Si bueno— me quita el gorro de béisbol y de mala gana lo amarra en su motocicleta. —Ya se lo doy yo.

—Me lo ha prestado a mí. Yo debo dárselo.

—Seré el cartero.

—Caleb— protesto.

—Es broma. Te lo daré.

Me abrazo a su cintura dejando que la brisa y sus latidos controlados me relaje en el trayecto. La noche está llegando y cada vez que se detiene en un semáforo pienso que hemos llegado. Los pavimentos rígidos se convierten en flexibles hasta que es misma arena en la que nos encontramos.

—¿Playa?— esto me recuerda el día de la fogata. Solo que aquí hay una casa de playa, lleno de adolescentes. —¿Es la fiesta de celebración?

Esas chaquetas de Hasting son conocidas para cualquier universitario, Caleb se coloca a mi lado.

—Si, pero no venimos a eso. Dado tu experiencia en la última fiesta no quiero arriesgarme.

Si se refiere a terminar riendo y queriendo montarlo como una completa loca, lo entiendo.

—Si vinieron— giro encontrándome con el novio de mi amiga.

Justin baja su teléfono que tenía en la oreja y saluda a Caleb, no puedo evitar alzar las cejas. Esos dos de verdad se llevan mejor.

—Sky te ha estado buscando.

—No creí que vendría.

—Solo vinimos por el espectáculo.

Justin transforma su rostro a una sonrisa abierta.

—¿De qué espectáculo hablan?

—Ya verás— Justin regresa a encender su pantalla y vuelve a bloquearla. —¿No han visto a Nate?

Caleb niega. —Acabamos de llegar.

El rubio exhala viendo hacia la casa que rebalsa de alumnado. —Kate está aquí y dudo que él lo sepa.

—Me dijo que la llevaría a casa

—Debió cambiar sus planes de quedarse en casa— eso le molesta. —He visto a su hermana intentar llevársela, pero solo terminaron discutiendo.

Caleb endurece su semblante, hay algo con Amber que aún no sé. Ella evadió cierta parte de la información, pero estoy segura de que Caleb si la sabe. De todas formas no puedo obligarlo a contarme, es sobre ella y lo que le sucedió. Ambos son amigos.

—Nate estaba cansado, probablemente se quedó dormido.

—Tendré que vigilarla... a menos que tú...

—Ni lo pienses— le corta Caleb. —Acabo de recuperarla.

La información de nuestros problemas eran claramente ocultos para personas de nuestro entorno, por eso Justin se muestra confundido aunque no hace nada para averiguar a que se refiere.

—Bien. Solo la vigilaré porque tiene al niño de mi mejor amigo— y como si eso hubiera sido un llamado, la futura madre aparece en unos de los ventanales de la vivienda.

Es una casa hermosa y veraniega, se entiende el porqué este un poco alejado de la ciudad. Su fachada es de madera y vidrio, todo es muy expuesto y moderno. No hay propiedades cercanas siendo habitadas. Estas familias únicamente deben venir en vacaciones o fines de semana largos.

Katherine conversa con Matt mientras bebe un vaso rojo, por lo que veo llevan una charla tranquila, al menos hasta que aparece un pelirrojo, James. Entonces algo ocurre entre ellos tres.

—¿Me haces un favor?— escucho a Caleb. —Entrégaselo a Donovan.

—Oye— me quejo viendo como le entrega a Justin el gorro que se supone yo debo regresar.

—¿Qué? Él ira para allá.

Justin agarra la prenda y me mira. —¿A cuál de los dos?

—A Matt— ¿A quién más?

—¿El otro también es Donovan?— pregunta el pelinegro. ¿Habla de James?.

—Son primos— dice con recelo. —James estuvo en el equipo, se pasó de listo y lo echamos—observa a las tres personas dentro de la casa. —Mattiu entro por recomendación de Archie. Estará al próximo año, pero no confío de todo en él. Son familia.

Quizás Caleb no lo sepa, pero James y Justin tenían un pequeño problema por Sky. Si lo sacaron del equipo debió ser más faltas de las que cometió con Sky. Por otro lado, esos dos no se parecían en casi nada, Matt ha tomado cuerpo como James, pero uno es pelirrojo y otro castaño, bueno con los genes nunca se sabe. De lejos no parecen llevarse tan bien.

—Me aseguraré que sea soda— dice Justin antes de caminar hacia el ingreso. —Ah. Te avisaré con un mensaje— apunta al chico de mi lado.

Volteo sin entender bien, Caleb me muestra su palma más blanca que roja. —Vamos a sentarnos.

No entramos a la ruidosa casa de playa, nosotros nos vamos más por el silencio, arena y mar. Las ondas de las olas se desplazan hasta cubrir parte de la arena. Nos colocamos unos dos metros más atrás de esa zona húmeda.

Es casi como el día que hablamos en la playa, la primera semana de clases. —Tengo algo tuyo.

En mi bolsillo trasero he guardado aquel pequeño metal suyo, tenía la esperanza de devolvérselo.

—Estoy seguro de que aquí había algo— señala luego de abrirlo.

—Lo tiré— miento. Solo lo oculté, pero pienso tirarlo. —No creí que te importara.

Caleb pasa el dedo pulgar por el fondo vacío. —No me importa.

—¿Tiene significado?— pregunto viendo como sigue detallando ese pequeño objeto negro.

—Solo del pasado— hago una línea recta en la arena.

—¿De alguien en especial?— me cuesta pronunciar el especial.

—¿Quieres saber si es de mi exnovia?— mis mejillas se calientan al ser atrapada.

Está bien. Es eso lo que quiero saber exactamente.

—No...pero ¿Lo es?

Caleb detiene las líneas que he seguido dibujando sin darme cuenta. —No. Es de Kyle, su padre.

Acomodo las ideas para entender todo, su ex novia es hija de Kyle, del hombre que murió y...

—¿El hombre que me contaste?—pregunto solo para confirmar.

Caleb asiente. —Nos encontramos unos años más tarde. Solo paso.

Mi cabeza quiere explotar, en todos los sentidos posibles nunca creí que esa niña de la que me contó fuera la misma exnovia que me menciono en el centro comercial.

—¿Y dónde está?

—Supongo que sigue en Lucca— recuerdo a Alessia decir que ellos estuvieron viviendo ahí.

—¿Alessia lo sabía?

—No y mejor que no lo sepa— no es la primera vez que escucho eso. Ambos se guardan secretos. Y creo que soy yo la que sabe de ambos.

—¿Terminaron porque te mudaste?— siento que entro a un terreno peligroso.

—No, fue porque ella tomó esa decisión.

—¿Ella terminó contigo?¿Por qué?

Caleb desliza una sonrisa de lado. —Eso no importa.

Pero yo quiero saber. ¿Por qué termino con él? ¿Cuándo paso?

—Deja de pensar en ella — pestañeo y vuelvo a verlo. —No veamos atrás si nos tenemos al frente.

Se me escapa una sonrisa. El sonido de una notificación proveniente de sus pantalones lo distrae lo suficiente como para revisarlo y levantarse.

—Ven— me ayuda a levantarme.

Aún quiero preguntar, pero él me hace olvidarlo colocando mis mechones detrás de mis orejas. —¿Estás lista?

—¿Para qué?.

— Tres — mueve su cabeza a un lado. — Dos...

¿Me estoy perdiendo de algo? Me quedo en silencio cuando unas luces aparecen al final de la playa. Los gritos aparecen fuera de la casa mientras que chicos alzan sus cervezas y vasos.

Son fuegos artificiales que alumbran nuestros rostros, explotan uno tras otro, color tras color, desvaneciéndose de a poco. Quedo hipnotizada por la belleza en el cielo, Caleb toma mis manos sosteniéndome en el momento, su tacto me hace saber que está aquí.

Cuento seis explosiones antes de voltear, atrapándolo. Caleb no ve el cielo o la pirotécnica. Él me mira a mí, con una sonrisa amplia y tierna, con esos ojos grises que si me esforzaba podría ver mi reflejo en ellos. No puedo más y con mi mano tomo su rostro para obligarlo a bajar hacia mí. Mis labios atrapan los suyos, el solo roce de ellos basta para que se apodere de mi boca, de mi cuerpo...de mi ser. ¿Que si soy feliz? Sí que lo soy

(...)

La semana ha empezado con la conmemoración de los Guerreros. Un orgulloso decano entregando las medallas y trofeo, el coach no podía dejar de sonreír, y él casi nunca lo hacía. Todo Hasting fue testigo del discurso improvisado que tuvo dar, no esperaba que pidieron sus palabras, pero aun así no lo hizo mal. Me mantuve en las primeras filas por Nathaniel quien tuvo el deber de bajar la cabeza para recibir aquel listón rojo rodeando su cuello, la placa redonda la guardaría de por vida, yo sé eso.

Al finalizar la ceremonia apenas cruzamos palabras, todos iban a saludarlo o felicitarlo, Caleb no se molestó en asistir, tampoco esperaba que lo hiciera. Nate se despidió de la temporada, del futbol americano, solo para graduarse dentro de pocas semanas. Gregory debe estar deseándolo y Beatriz... ella debe estar organizando todo para su futuro nieto. Mientras tanto, Caleb y yo volvimos a Fiore, a cumplir labores bajo el estricto mandato de su padre.

—¿Ya se van?— pregunta Susan saliendo de la oficina de su esposo.

La mujer de rostro relajado nos embosca de manera afable, Caleb aprieta mi mano.

—¿Tú ves a alguien aquí?—pregunta viendo como todo el personal se ha marchado.

Susan no se desanima. —Temo que Richard quiere verte.

—Y ahora que— me da una mirada.

—Yo la acompaño, no te preocupes— sonrío solamente para que no diga algo descortés.

—Ve.

Caleb entra a la oficina de la puerta negra. Cuando ya no lo veo puedo ver a Susan sin secretos.

—Es difícil— comenta.

—Si supiera que usted es la mejor amiga....

—No— niega. —Ella no quiere que lo sepa.

—¿La ha ido a ver?

—Sí. Cuando sé que Caleb está aquí voy a hacerle compañía. Sigue siendo tan divertida.

Ya lo creo. Alessia es una mujer muy alegre.

—La echaba mucho de menos— revela un tanto decaída.

Quiero reanimarla, pero el sonido de su teléfono se me adelanta.

—Jerry, aún sigo arriba— me sonríe. —Dame unos minutos, estoy acompañando...

Le hago señas y ella le indica que haga silencio un minuto. Aprovecho para hablarle. —Si tiene cosas que hacer, no debe acompañarme...

—Pero le dije a Caleb...

—No hay problema, ya debe estar por venir...

—Está bien— logro convencerla. —Ya bajo— se lo comunica al tal Jerry.

Me despido viéndola bajar por el ascensor, regreso por el pasillo a la única oficina con luz debajo de la puerta. Puedo escuchar las voces detrás de ella, son bajas, pero a cada paso que doy y con el silencio exterior puedo oír mejor.

—¿No entiendes que si ellos se unen nos iremos a la quiebra?

—Ese no es mi problema.

—Lo será cuando no tengas...

—¡Bien! ¿Qué es lo que quieres?

—Van en la misma universidad. Averigua si se comprometerán o no.

—Seguro mañana lo tendrán en los diarios.

—¡Entonces confírmalo!

—Estás paranoico

—Lo dice un crío que no sabe como guardar sus sentimientos.

—No la metas en esto.

Una risa se escucha. —Pero quien lo dice.

—Tendré tu sangre, pero no soy igual a ti. Eres ambicioso y despiadado.

Silencio. —¿Y tú no?

Mi cabeza se aleja de la puerta cuando unos pasos pesados se oyen, debe ser Caleb. Saco mi teléfono solo para ver un mensaje que no había visto antes.

Es un mensaje de Sky, pero no es cualquier mensaje.

911

220322

El mar no puede estar calmado ¿O si?. ¿Teorías?

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