CAPÍTULO 59 🎂🧨

Ustedes sabran cuando dar play al video de arriba 😉🔉

—¿Pero qué tomo?

—No me responde cuando le pregunto.

—Me has traído como un saco de papas a la vista de todos— lo señalo molesta.

La puerta se abre dejando a una Devi con un exquisito plato de chuletas.

—¡Devi! Moria de hambre.

Ignoro los otros dos cuerpos, Devi me entrega el plato y corro a la encimera a comer, muero pero muero de hambre. Huele mejor que antes.

—Debe ser hierba— dice Caleb con sus brazos cruzados.

Me mira con desaprobación. —Debieron echarlo en su bebida.

—¿Quién pudo hacer algo así?— pregunta Devi horrorizada.

—No creo, estuve observándola la mayoría del tiempo.

—Y me dices acosadora— digo con la boca llena.

George tiene las mejores manos para la cocina. Y Devi igual. ¿O habrá sido el quién hizo los brownies? Debió ser Devi.

Claro que no, ya sabemos que George cocina muy bien. Solo mira el plato.

¿Pero quién está en mi cabeza? Que más da.

—Devi. ¿Quién hizo los brownies? ¿Tú o George?

La mujer me mira con completa confusión. —No hicimos ningún brownie...— entonces se da cuenta de algo. —¿Comiste los brownies?

Me encojo de hombros enfocándome en la comida.

No fue ninguno. Que pena.

—Entonces fue eso— exhala Sky.

¿Tan importante es que es lo que comí?

—Dejemos que tome agua, con suerte se le pasara en un rato— todos asienten.

— ¿Cuánto dura el efecto?

— Depende de que clase de hierba usaran — me mira. — y que cantidad consumiera.

—¿Quieres que saque a toda la gente?—pregunta Sky.

—¡No!— grito. —Ahora volveré arriba—me alzo.

Sin embargo, Caleb me retiene antes que logre cruzar la puerta.

—Mejor espero a que se duerma— les susurro a mis amigas.

Siento mucha energía en mi metabolismo, puedo correr un maratón.

Pero Caleb no quiere.

—Me cae bien esta Harriet— escucho gruñir al chico detrás de mí.

—Tienes que beber agua, limpiar tu sistema.

—No me gusta el agua— me quejo en sus brazos.

—Suerte con ella—Sky desaparece tan rápido.

Traidora.

—¿Necesitas que te ayude en algo?— pregunta Devi.

—A escapar— susurro.

No obstante ninguno parece escucharme. —Ya la tengo yo.

Me remuevo regresando a comer.

Es un AGUAFIESTAS.

—Me siento perfectamente bien— le digo seria.

—Se nota. ¿Has visto tus brazos?

Oh Dios. Oh dios. Están rojo.

Salto. —¿Qué es esto? ¿Me intoxiqué?¿Voy a morir?— digo alarmada. —Parezco un camaleón.

Su risa me molesta. —Es un efecto secundario— silencio. —por la hierba— pestañeo. —Estás un poco drogada loca. Solo eso.

—¿Yo?

Suspira. —Bebe un poco por favor.

La botella de agua aparece en mis ojos. Caleb abre la tapa y espera que la tome.

—Solo porque has dicho por favor.

Bebo.

—¿Has terminado? — pregunta viendo el plato casi lleno.

Asiento. Ya se me paso el hambre.

— Ven. Necesitas descansar.

—Pero si la noche recién empieza.

—En realidad es más tarde de lo que crees— con delicadeza toma mi mano y me lleva a su habitación.

—¿Dónde está Locky?

—Con Justin ¿Ya lo olvidaste?

Suelto una carcajada. Es cierto.

—Trae los pies— levanto mis piernas.

Él los baja de las exageradamente altas que los he levantado. —Dije pies.

—Yo puedo quitarme las zapatillas.

—Estoy seguro que si— me quita ambas y gateo hasta llegar donde quedan las almohadas.

—¿A dónde vas?

—A ningún lado. Te traere más agua— la mesita de noche recibe la botella casi llena.

Me dejo caer y mis manos juntas reposan bajo mi mejilla con mi cuerpo adoptando la forma fetal. Caleb se sienta al borde de la cama, se despoja de su camiseta y escucho como un fino plástico es dejado sobre la cama.

—¿Qué haces?

—Humecto— me levanto viendo el frasco de pomada entre sus dedos.

—¿Puedo hacerlo yo?

Detiene sus intenciones de hacerlo solo. Me echa una mirada, sus ojos están tranquilos, de un gris normal. Acepta.

Me pongo de pie delante de él. El frasco es muy pequeño, meto un dedo pero Caleb me detiene antes de que pueda sacar algo de el.

—Solo necesito una fina capa— comprendo.

Admito que su instrucción suena seria, pero me causa gracia. Tomo solo un poco y alzo mi mano, no me había fijado en el nuevo tatuaje.

Se trata del mismo que tenía antes. No, no es el mismo. La parte de su hombro, casi llegando al cuello, tiene unas nuevas líneas que simulan venas. O eso creo yo. No debe tener más de 12 centímetros.

—¿Lo hiciste más grande?— interrogo viendo que se trata de una continuación del que ya tenía. —¿Por qué?

—No estoy seguro si debo responder eso en tu estado.

—Estoy bien— bufo. Acerco mi dedo un poco, cuidadosa de no causar daño.

En teoría, lo acaban de picar más de mil veces con una aguja. ¿Debe doler o no?

Lo pico con un dedo.

—No hagas eso.

—¿No duele?

Pico de nuevo.

—Si duele— abro los ojos.

Caleb sonríe y yo golpeó su hombro, el que no está tatuado.

Dejo la pequeña capa de pomada sobre sus extrañas líneas negras.

—Dime que significan

—No.

—Dime— no me voy a rendir.

—No.

Me voy a rendir.

Gruño y me siento sobre sus piernas, Caleb se tensa. Sus manos sostienen mis caderas.

—Loca...— otra vez ese tono de advertencia.

¿Por qué lo usa tanto?

—Quédate quieto— pido pasando ligeramente mi índice sobre una línea pequeña.

Yo puedo hacer líneas también. Solo denme una aguja.

Puedo ver como se obliga a tragar saliva y sus ojos miren al techo.

¿Qué le pasa?

—¿Estás rezando?

—Pido fuerza voluntad.

—¿Arriba?— veo lo mismo que él, concreto.

Caleb gruñe y sus dedos aprietan mis caderas. Su cabeza cae completamente.

—¿Caleb?

—Levántate por favor— parpadeo.

Ni siquiera me ve.

—¿Por qué?

—Si no te levantas voy a follarte ahora mismo.

Su confesión impacta en mi rostro, mis mejillas se encienden y una chispa en mi interior también. Solo así noto el bulto entre mis piernas, un extraño y grande bulto.

Una parte de mí siente vergüenza, pero es tan pequeña que casi ni se siente, mi cuerpo se enciende aún más recordando como su respiracion chocaba contra mi cuello.

—Harriet... — que use mi nombre me hace sentir lo deseoso que puede sentirse.

Tomo su rostro y estampó casi con dolor nuestros labios, si voy a hacer esto requiero tanto de sus besos. Caleb no responde al inicio, pero en cuanto logro que me bese su lengua no tarda en guiarme.

Su agarre me atrae hacia él, demostrando que solo ese pequeño movimiento puede hacerme enloquecer, mi pelvis empieza a moverse sobre su masculinidad, se siente tan bien que puedo imaginar como podrían encajar si no fuera por nuestras prendas. Es excitante y vicioso, mi cerebro no logra pensar en nada más.

—No—se separa dejándome con los labios hinchados. —No.

Sin entender logra hacerme a un lado y se levanta.

—¿Por qué no?— sus dedos pasan por sus cabellos negros. 

—Aún no se te pasa el efecto.

—Ya estoy bien— Caleb niega.

Va al baño y escucho el grifo abrirse por unos minutos. Me quedo quieta en el bordillo de la cama.

—Toma más agua. Hidratarte ayuda— doy un manotazo a la botella que me ofrece.

Me acaba de rechazar.

—Si el efecto hubiera pasado no harías eso.

Casi caigo para atrás. Acaso me cree inmadura ahora.

—No tiene nada que ver.

Caleb suspira, se ha mojado la cara y parte de los brazos. Se coloca de cuclillas frente a mí.

—Quiero follarte— dice provocando de nuevo esa chispa dentro de mí. Aprieto mis piernas, sus mandibula se apreta observando mis muslos. —Pero necesito que estés segura que quieras que lo haga.

Mi semblante decae ante lo último. ¿Sabe que yo...?

—Me pediste ir despacio— continúa. Es eso. —Y créeme que me cuesta parar. Pero si voy a escucharte gritar mi nombre, no quiero que lo lamentes a la mañana siguiente.

Mi calma vuelve al ver sinceridad en sus bonitos grisáceos.

—¿Entiendes?

Asiento.

—¿Tomarías un poco más de agua por mí?

Asiento de nuevo.

Caleb sonríe y me da un beso corto antes de pasarme la botella.

Siento que mi cuerpo vuelve a su estabilidad, me ha dejado un poco anonadada y solo atino en volver a acostarme en la cama. Empiezo a sentir pesadez en mis parpados.

No puedo creer que haya consumido cannabis en brownies. El que tanto reprochaba a Caleb. Eso me recuerda, ¿Cuánto tiempo ha pasado de la apuesta?

—¿En qué piensas?— pregunta el tatuado dejándose acostado como yo.

—Mañana cumplen las dos semanas— digo recordando el trato.

Caleb abre la boca y la deja así como si se acabará de dar cuenta de eso.

—¿Cuál será tu deseo?

—No estoy seguro.

—¿No habías pensado en eso?

—En realidad sí.

—¿Entonces?

Caleb levanta una mano y acaricia mi mejilla. Suelto un bostezo.

—Descansa ya.

—No quiero dormir. ¿Te ha gustado la fiesta?

—Estuvo entretenida.

—No pregunte eso— suelto otro bostezo.

No quiero dormir, quiero darle su regalo que aún aguarda en mi bolso. Pero mis energías han caído al suelo como los bajones luego de energizantes.

—Me gustas tú. Y todo lo que hagas

Una sonrisa aparece en mi rostro y dejo que finalmente mis parpados venzan cerradonse por completo.

(...)

Abro los ojos con un pasmo en mi pecho. Me encuentro desorientada hasta que reconozco la habitación, las sábanas y mi ropa intacta.

Sostengo mi cabeza viendo que aún es de noche. No hay nadie a mi lado, por lo que intento ver el sillón. Está vacío.

Reviso el baño, pero no tiene caso. Caleb no está aquí. Y Locky tampoco.

Me coloco las zapatillas y abro la puerta, la puerta de la azotea está cerrada pero aun así me aproximó, no es hasta que estoy a punto de abrirla que escucho un sonido abajo. Viene de la primera planta. El bar de Devi.

Bajo las escaleras siguiendo el sonido, la puerta está abierta por lo que no me cuesta nada entrar por detrás de la barra.

Las luces están apagadas del ingreso, pero la del fondo alumbra apenas en tonos lúgubres.

Caleb está sentado detrás del piano, tocando una melodía, no lleva camiseta pero si unos shorts deportivos.

Me acerco intentando ser silenciosa. No obstante para llegar a él tropiezo con el escalón que divide el escenario del resto.

—¿Te desperté?

—No— me quedo un minuto quieta. No sé si acercarme si me está viendo así. —¿No puedes dormir?

—Tenía mucho en la cabeza.

Ni que me lo diga. Las escenas han empezado a aparecer desde que desperté. Todo me avergüenza a más no poder.

Juro no volver a comer brownies de fiestas.

—¿Todos se fueron?

Caleb asiente. —Tu amiga sabe como hacerse oír cuando quiere.

—Perdón— digo al fin. —Lo arruiné todo.

La fiesta. Su cumpleaños. Estropee todo.

—No arruinaste nada— me tiende su mano y la alcanzo. —Me divertí.

Conmigo puedo creerlo. Me hace sentar a su lado.

—¿Te sientes mejor?

—Si— suelto aliviada de recobrar mi cordura. O lo que queda.

Caleb arregla mi desordenado cabello. —¿No vas a lanzarte sobre mi cierto?

Lo empujo en forma de juego. Caleb ríe y eso causa que yo también lo haga.

—¿Qué estabas tocando?

—¿Recuerdas el día que estuvimos sentados en el árbol? Te dije que practicaba una nueva canción.

—Lo recuerdo.

—Era esa. Creo que ya lo tengo.

—¿Puedo oírla?

—Es muy antigua

—Sabes que me gusta esa música.

Mi insistencia da fruto, Caleb se endereza y coloca ambas manos sobre las teclas. Espero que sus dedos vuelvan a hacer esa magia que ya he visto.

—¿Sabes cuál es?— pregunta dando una intro que escuchar.

—Bryan Adams.

—Acompáñame— dice pasando una mano sobre la otra, las teclas negras y blancas son presionadas de una manera delicada. —Look into my eyes, you will see. What you mean to me..

Su voz me impide responder a su petición, su entonación llegan junto a las notas que toca. Tiene equilibrio entre su respiración, apoyo y voz. Digno de escuchar.

And when you find me there. You'll search no more— me da una mirada y con una inclinación de cabeza me da una señal para seguirlo.

Don't tell me it's not worth trying for— no creo estar afinada, pero él sonríe sin ninguna clase de falsedad, sus ojos grises me insisten que siga. —You can't tell me it's not worth dying for.

You know it's true— me ayuda.

Everything i do — con toda timidez lo intento de nuevo. —i do it for you— cantamos al unísono.

Empiezo a disfrutar de la música y nuestras voces, no hay presión con él. No importa si lo hago bien o mal.

Look into your heart. You will find, there's nothing there to hide

Take me as i am, take my life. I would give it up, i would sacrifice

Volvemos a cantar al compás del piano, es con una sonrisa que al menos yo no puedo ocultar. Sus dedos largos siguen tocando moviéndose entre las teclas, usa todos los dedos que a mi parecer debe ser difícil. Es muy bueno.

Disfruto hasta la última nota. Cada vez que puedo escucharlo tocar es como ver a una parte de él que nadie mas puede ver.

—Me gusta tu voz. Es fina— no estoy de acuerdo. —Gracias por esta noche.

El recuerdo de su cumpleaños me embarga y me entristece que terminara conmigo inestable. Entonces algo hace clic en mis recuerdos. Busco el reloj colgado en la pared del bar. Un poco más de las tres de la mañana.

—Espera aquí.

Subo tan rápido como me es posible las gradas y saco su regalo de mi bolso, luego voy al refrigerador y tomo uno de los cupcakes que guarde por la tarde.

—No hay vela, pero esto...— enciendo un cerillo, de la cajita de fósforo que encontré en su cocina, y lo coloco en el centro del pequeño postre —Servirá.

Caleb se acomoda, dejando cada pierna a los lados de la banca larga, yo lo imito dejando que vea el pastelito en silencio. —Ya pasaron las doce.

—Cierto. Pero tú naciste a las 3:30 am — señalo el reloj. —Aún tienes...

Caleb espera que continúe.

Ay no. Pero si yo no sé eso

Tras dejarme sufrir me ayuda. —Cumplo 24.

¿Ok? Ya sabia que era mayor que yo.

—Entonces aún tienes 24 y en unos cinco minutos, tendrás 24 años y un día — miro como el cerillo se va quedando sin palo. —Pide tu deseo.

No sé que más puedo pedir— confiesa.

—¿Qué sea de vainilla?— sugiero viendo el postre.

Caleb ensancha su sonrisa. Y sopla apagando la llama.

Me satisfago de la vista. Su cabello desordenado, su pecho desnudo y su rostro, su rostro es inigualable.

—Da una mordida— levanto el pastelito.

Caleb obedece saboreando el sabor, una pizca de crema líquida cae sobre su barbilla, rio siguiendo sus gestos gustosos.

—Yo te limpio— me inclino hacia adelante y con mi pulgar levanto la crema de mocca.

El chico mastica despacio, observándome. De pronto, sus brazos me toman deslizándome un poco más hacia él. Tiene una mirada intensa.

—Tengo algo para ti.

—¿Más?— asiento. Del bolsillo saco la pequeña cajita. —No tenías que...

—Me arriesgue.

Caleb alza una ceja y toma la caja, deshace el listón plateado y lo abre. Es un collar de plata, supuse que no aceptaría algo más costoso.

—¿Luna?— pregunta viendo la forma del dije, es un C invertida hacia abajo.

—Sí. Es que... me hablaste del cielo y Alessia dijo algo que recuerdo, la luna y las estrellas...

—Son la mejor combinación— completa por mí. —Son cuerpos que alumbran en la oscuridad.

Su explicación llega a mi razón. Caleb sonríe, deja la cajita a un lado y toma mi rostro.

—Gracias— articula antes de eliminar todo tipo de espacio entre nosotros.

Puedo sentir la chispa en mi interior encendiéndose, como es que apareció eso, no existía hace poco. Sin darme cuenta tiro de su labio inferior con los dientes, suficiente para hacerlo gruñir y que sus manos me acerquen todo lo posible a él.

Mis manos se deslizan por su cuello hasta llegar a sus cabellos cortos de su nuca, el deseo está presente, logro sentirlo dentro de mí y en la fiereza que ha tomado nuestro beso. Su mano baja a mi muslo y en medio de ellos sujeta para hacer fuerza.

—¿Debo detenerme?— pregunta mientras recuperamos el aliento.

Ya no tengo ninguna sustancia en mi cuerpo, mi mente está libre de cualquier cosa que podría influir mi juicio. Pero no, no quiero que se detenga. Caleb lee mi rostro y con ambas manos me levanta del asiento de madera para colocarme encima de él.

Sus labios dejan besos húmedos sobre mi cuello, mi cabeza va hacia atrás para darle espacio que merece, jadeo cuando decide pasar la lengua sobre mi piel. El bulto aparece sobre sus shorts, logro sentirlo debajo de mis bragas, es una posición perfecta. Entonces creo que cruzaré esa fina línea, mi sentido común aún está presente gritándome lo que estoy por hacer.

—Caleb— digo en un susurro agitada. Cierro los ojos queriendo que siga con esos besos.

Un sonido ronco recibo como respuesta.

Necesito decirselo...

—Debo decirte algo.

Parece que he sacado la bandera roja pues se detiene abrutamente y saca su rostro que se ha estado entretemiento. —¿No quieres hacerlo?

—No, no es eso— digo recuperando el control de mi lengua. —Yo... nunca... es...yo...

Caleb no para de pasar sus ojos sobre los míos, intenta leerme. Y yo no se como articular bien.

—¿Eres... virgen?

—Si— me es sencillo afirmarlo de esa forma. 

—Pensé que tú y....

—No. No llegamos tan lejos.

Aún siento el bulto debajo de mí, no sé si elegí el mejor momento para tener esta charla.

—¿Hasta dónde llegaron?— pregunta. Quedo un poco confundida por su pregunta atrevida. —¿Te hizo un oral?

Todo mi rostro se torna caliente en exceso.

¿Por qué hace esa clase de pregunta? es vergonzoso.

Caleb lo comprende. Coloca una mano en su boca, no se está riendo pero si sonriendo. Voy a protestar por su actitud grosera hasta que me muestra sus palmas en son de paz.

—Ya era feliz, pero ahora lo soy más— lo miro ceñuda. Su rostro se acerca más al mío dejando solo centímetros de distancia. —Voy a enseñarte todo y seré el único hombre de tu vida, loca.

Su mano sujeta mi mentón y su pulgar jala hacia abajo mi labio. Mi perplejidad queda a un lado viendo sus ojos gobernados de lujuria, no hay vuelta atrás.

Me levanta como si mi peso no fuera desafío para él, mis piernas se sujetan de su dorso y mis manos tienen cuidado de tomar parte de su cuello. Me besa de nuevo hasta llegar a las escaleras, sube sin problema y me deja recostada sobre las sabanas. Lo veo desde abajo.

Estoy nerviosa, muy nerviosa. ¿Qué debo hacer?

—No necesitamos ir rápido— dice acostándose sobre mí, sus brazos sujetan su peso. —¿Te parece bien si hoy solo yo intento complacerte?

—¿Qué significa?

Me muestra una sonrisa lobuna. —Que voy a averiguar a que sabes.

No tengo tiempo a reaccionar, sus labios demandan mi atención y lo único que quiero hacer es concentrarme en mi necesidad de sentir en que parte de mi cuerpo está tocando ahora.

Levanta mi camiseta hasta dejar al descubierto mi estómago, sus ojos juguetones visualizan mi sujetador sencillo, disfrutando de lo que ve besa cada lado, solo lo que sobresale de piel de ellos haciendo que mi vientre se hunda y tiemble debajo de sus labios fríos. Su cabeza va a la mitad de mi cuerpo, y deja un beso entre mis pechos, los dedos de mis pies se estiran por sus besitos cortos y precisos, así va bajando hasta llegar al hueco de mi ombligo. Mi short aún está puesto.

—Es la última oportunidad para detenerme.

No me echaré para atrás. Estoy segura y deseosa.

Caleb desabotona mi short y tira de el hasta pasar mis piernas. Sus ojos deslumbran con mis bragas blancas, un poco de encaje bonito.

—Estás mojada — me cuenta desde arriba.

Mis piernas se cierran. Puedo sentir la humedad de mi ropa interior, he lubricado sin darte cuenta.

—Harriet— alzo la vista a su rostro. Caleb se relame los labios.—Ábrelas para mí.

Mi rostro entero enrojece mientras que mi entrepierna se contrae ante sus palabras.

Joder.

Trago saliva sin apartar los ojos de los suyos, no hay más que ansias porque cumpla su solicitud, relajo mis largas extremidades y lentamente voy abriéndolas a cada lado. Caleb es el primero en apartar la mirada, tiene toda la intención de conocer lo que esconde cada parte de mi cuerpo descubierto.

Las yemas de sus dedos toman desde el final de mí sujetar y recorren todo el contorno de mi cuerpo, desde cintura, caderas y el comienzo de mis piernas. Los vellitos se me erizan con el camino que deja.

—Eres perfecta.

Caleb se levanta y con sus brazos ejerce fuerza para acomodarme en el bordillo de su cama. Sus músculos se tensan mostrándome su tatuaje recién hecho, las líneas marcadas de negro llevan desde rectas a curvadas. No sé porque, pero me gusta, la tinta en sus brazos es excitante desde la vista que tengo.

Me gusta este hombre.

Mi pecho da un salto cuando siento la liga de mis bragas azotarme la piel, su dedo índice y su pulgar juega con la costura.—Saquemos esto también.

Respiro hondo viendo como mi última prenda inferior es tirada a un lado de la habitación. Sus ojos lujuriosos y muertos de deseo toman mis tobillos alzándolos hasta pasar sobre sus hombros.

Expuesta y húmeda me dedico a observarlo. Caleb se agacha hasta quedar de rodillas, sus ojos aún tienen la altura para observarme, muerdo mi labio esperando su siguiente movimiento.

—Mírame y no dejes de mirarme.

010322✨

Puedo dejarles notitas sobre Caleb en IG y Twitter. 

El tatuaje de Caleb es asi, pero por supuesto va por todo el brazo. 

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