CAPÍTULO 54
Decir que estas enamorada de alguien puede ser menos complejo si se lo dice a tu exnovio.
¿Pero qué sucede cuando se lo dices al chico que te gusta?
Hay dos opciones. Te corresponde o te rechaza. Debes ser fuerte para ambos. La frente en alto ya saben, por qué retroceder en el tiempo no se puede.
Si Caleb me había admitido sus sentimientos no había pasado por mi cabeza el que no uso la palabra larga de cinco sílabas. E na mo ra da.
¡Porque tuve que decir eso!
—Hum... dudo que acabe todo eso.
Mis manos levantan la bolsa de croquetas de Locky. He terminado por rebalsar su platillo.
Locky mete su cabeza apenas encuentra un hueco para empezar a devorar.
—No me di cuenta— me alzo.
El tatuado tiene unos pantalones largos de pijama, se acaba de dar una ducha y sigue el proceso de secado de su cabello negro con una toalla blanca que rodea su cuello. Remueve sus mechones y yo aparto la mirada de su abdomen desnudo. Guardo la bolsa plástica en una de las despensas.
Apenas aseguro el cajón alto me estremezco por unas manos en mi cintura, sus dedos aprietan y me hace girar en mi propio eje.
—Quédate.
—¿Qué?— balbuceo.
Su boca se estira formando una sonrisa tenue, sus ojos se desvían y con delicadeza recoge el pedazo castaño que se me ha escapado de detrás de mis orejas. Lo devuelve a su lugar.—Quédate.
¿Por qué tiene que tener ese poder con sus ojos? Tan hipnotizante y un tanto inconcebible. Mis dedos me escuecen al ver sus cabellos negros caer por casi encima de sus pestañas. Yo también quiero tocarlo, sin embargo, me contengo.
—¿Es otro pedido del día?— cuestiono viendo su insistencia rebasar sus ojos.
—Es un deseo. Así que vamos allá.
Sus brazos bajan por mi cuerpo y no estoy segura de lo que hace hasta que estoy siendo cargada como un saco de papas sobre su hombro.
—¡Que haces!— grito sintiendo las cosquillas por ciertas partes de su cuerpo húmedo.
Locky alza la cabeza de su plato y la vuelva a ocultar al vernos pasar por su lado. Elevo mi rostro para ver por donde va sin dejar de quejarme, él entra a su habitación y se queda un rato pensando.
—¿Qué sucede?— la sangre pronto llegará a mi cabeza y aún no me ha bajado.
—Nada. Esto servirá— me avisa y me da una palmadita en mi trasero.
—¡Oye!— me quejo sintiendo más que sangre en mi rostro.
Cuando me baja estamos en la puerta de su baño. Me entrega una camiseta y un short deportivo. Arqueo una ceja.
—El short es opcional por si...— cierro la puerta.
Me cambio y limpio encontrándome con mi cepillo de dientes que ya use antes aquí. Caleb lo conservo y no se exactamente el porqué. Siento que soy demasiado insegura con sus sentimientos, lo peor es que no se si son justificables, es decir, no podía esperar un yo también estoy enamorado de ti Harriet. ¿O si?.
—¿Loca?— su voz del otro lado de la puerta me regresa a su cuarto de baño.
Salgo y Caleb me espanta. Tiene el brazo apoyado en el muro acorralándome desde primera estancia.
—¿Qué sucede?
—Nada. ¿Por qué?
—Es un nada de pasa algo. O un nada de que no hay nada malo.
—¿Te has leído un diccionario de entender a las mujeres?
—Si. Y estoy por probar su efectividad— sonrío inevitablemente.
No seré yo quien le enseñe la forma de comprender a las mujeres ahora. No puedo delatarme.
—Es un nada de no sucede nada.
Caleb baja su brazo lentamente. Aún tiene la mirada de sospecha pero finjo no notarlo en busca de Locky. El se ha acostado en mi cojín, acaricio su lomo.
Espero pronto encontrar su familia, no estoy segura si es feliz aquí.
—¿Sabes que es extraño?— miro sobre mi hombro aun de cuclillas.
Caleb esta con los brazos cruzados en la entrada de su habitación.
¿Va a seguir con que me pasa algo? No sé cuanto aguantaré.
—Creí que ese short te daría lo bastante grande como para no usarlo.
Me enderezo.
—Yo si fui niña exploradora— señalo.
Mi triple nudo ha soportado en mi cintura para no desplegarse hacia abajo.
Caleb chasquea la lengua viendo mi vientre.
—Sobreviviré.
Toda mi serenidad cae al suelo.
Me muestra su espalda desnuda tomando su lado de su cama, lo sigo solo un tiempo después. Mi cerebro no termina por procesar lo que acaba de decir.
Entro en silencio entre la delgada tela y el más cómodo colchón que he probado jamás. No pasa cinco minutos y su peso hace remover su lado de la cama, de reojo se que se ha puesto de lado.
—¿Estás incómoda?.
—No— giro el cuello. —¿Por qué?
—No sé. Intento descifrarlo.
Pestañeo. Estoy pensando demasiado. Giro mi cuerpo dejándome frente a él. No calcule nuestra distancia pero termina siendo de unos centímetros.
Caleb sonríe y su brazo que recarga su peso se estira por sobre mi cabeza, sus dedos pasan como una caricia sobre mi cabello. Yo veo sus ojos que parpadean a un ritmo normal, su cabello sigue cayendo sobre su frente y me gustaría tanto tocarlo.
Sus dedos vuelven a acariciar mi cabeza mandando relajantes sensaciones en todo mi cuerpo. Deshago el puño que he formado y lo llevo a su rostro un poco temblorosa, acomodo su cabello casi seco sobre su frente.
—De verdad quería que hicieras eso.
Bajo mi mano avergonzada, no obstante, Caleb reacciona tomándola y llevándola su rostro.
—Por favor— pide.
Abro los ojos asombrada por su pedido.
Mis dedos se mueven en el aire antes de por fin tocar su piel, repaso desde su frente hasta su mentón. Caleb cierra los ojos mientras yo intento recordar cada línea que va formando su semblante.
Siento tanto poder al tocarlo que me atrevo a ver a sus labios que forman un pequeño círculo. Tentadores y apetecibles.
—Ya no me arrepiento de aceptar a esa bola de pelos. Tuve mis deseos del día.— vuelvo a ver a sus ojos.
Poco a poco los abre dejándome ver sus hermosos grisáceos.
—Le has puesto nombre y lo sigues llamando así.
—Me gustan más los apodos.
Aun así también noto algo.—Solo has hecho...— enumero en mi mente. —dos pedidos.
—Fueron tres.
Frunzo el entrecejo. —Me pediste un beso y que me quedara a dormir.
Caleb sonríe negando— Te falta uno. Y es el que más deseaba.
—¿Cuál?
—Una caricia— dice con naturalidad. —He pensado en mis deseos toda la noche de ayer.— Y ¿Sabes cuál me pareció el más inteligente?
Niego.
—El que te quedes a dormir. Hace que mi día termine y empiece contigo.
(...)
La mejor parte de tener una mejor amiga como Sky, es que te dirá las cosas te duelan lo que te duelan. Si quieres ahí la sinceridad te va a ir de maravilla, si no te va a doler. A mí me duele cuando usa la sin anestesia.
—¿Y qué te dijo?.
Sky me tiene amarrada del brazo, ambas recorremos los pasillos de Hasting. Apenas dormí.
—Me beso.
—¿Sin más?— pues si. Así fue. —Eso es...— ahí está su rostro de colocaré anestesia para que no te duela. —Bueno él de cierta forma confesó sus raras intenciones antes. No es algo que se tenga que...
No puede seguir hablando así, yo sé que intenta y ella sabe que lo sé.
—Bien— dice rendida. —Los chicos son así Harriet. Les cuesta decir los sentimientos con palabras tan formales como...— abre los labios e intenta decirlo, pero lo único que se escucha es un sonido raro.
Presiono la correa larga de mi bolso.
Ni ella había dicho que estaba enamorada de Justin. Lo más seguro es que Caleb no sienta lo mismo, es decir, le puedo gustar pero no por eso debe estar enamoradísimo de mí... Ok, veamos a mí me gusta el café y no por eso estoy enamorada del café ¿no?
¿Acabo de comparar el café con Caleb?.
Debe ser porque mi cerebro aún no despierta. Si, eso es.
Una de las cosas que paso ayer después de la explicación de los tres deseos de Caleb fue que dijo la verdad sobre Locky. El perrito hermoso ladra mucho por las noches, no sé si es porque entrañe a sus verdaderos dueños o es una costumbre. En fin, me aterré e hice lo que creí mejor, el veterinario dijo que no tenía nada y que la señalización de EMERGENCIA es muy seria para jugar así con su tiempo.
Después de eso solo esperamos que se calmara. Caleb me ofreció marcharme para que pudiera dormir, pero me quede con él. Y Locky.
Doy media vuelta.
—¿A dónde vas?
—A tirarme de algún puente.
—Ok. ¡Asegúrate de dejarme tus joyas!
Si voy a ver a Caleb en clase del Sr. Potter necesito mejorar mi humor y mi rendimiento cognitivo.
Me marche de su departamento antes que despertara, pero le deje una nota. Tenía que cambiarme de ropa y por ende, ir a mi departamento. No quise despertarlo después de la noche que tuvimos, merecía dormir todo lo posible.
Por otro lado, mi paladar y cerebro reclaman algo, la solución a mi desvelo es una buena dosis de cafeína.
En la universidad es esencial el estimulante del sistema nervioso, los adictos al sabor amargo que actúa como una droga psicoactiva somos muchos.
De regreso de la cafetería voy sintiendo el efecto del oscuro líquido de mi vaso, no es la ni la mitad de bueno pero no puedo ser exigente a horas tan tempranas del día y de una máquina que no recibe recomendaciones.
—¿Quieres dejar de actuar como una traumada?— escucho desde uno de los salones. —Papás empiezan a fastidiarse por tu culpa.
Me asomo por la pequeña luna de la puerta. Estoy casi segura de quien se trata que me hace averiguar a quien le habla.
El perfil de Katherine aparece al frente del aula vacía, su perfecto cabello rubio cae sobre sus hombros tan lacio como de las muñecas de plástico.
—No estoy actuando...— la tímida voz de Amber cae en mis oídos.
Está con ella, sentada en un escritorio de la primera fila. Ahora que su cabello es corto, por poco cubre sus mejillas. Ella tiene un rostro más redondo que su hermana y le favorece en verdad.
—Mírate. ¿Qué clase de ropa estás usando?
—Me siento cómoda.
—¡Te ves ridícula!
Amber cierra la boca, puedo ver el dolor en sus ojos cuando parpadea tres veces seguidas.
—Óyeme bien—se acerca picoteando su carpeta. Amber alza cabeza para verla. —Si mamá intenta mandarte a un psiquiátrico juro que no me voy a oponer. Has llegado bastante lejos con esta tontería.
—Eres mi hermana porque no me...
—¡No te paso nada! ¿Por qué dramatizas todo?
—Si te hubiera pasado a ti yo te estaría apoyando.
—Si fueras yo nunca te hubiera pasado eso. Te dije mil veces que no bebieras de cualquier vaso. ¿O no? Entonces no me culpes por tu estupidez.
Katherine se aleja, acomoda su cabello y sé que es su señal antes de salir. Me deslizo por la puerta hacia un lado.
—Kate— escucho que llama Amber. No puedo arriesgarme a ver lo que sucede adentro pero aún puedo escucharlas. —¿Es cierto?... lo del embarazo.
—¿Qué no escuchaste a papá?.
—Te lo pregunto a ti.
Se crea una pausa que incentiva mi intención de asomarme de nuevo.—No causes más problemas a esta familia Amber.
Mi cuerpo dobla la esquina apenas la puerta se abre. Mi respiración se ha acelerado y no sé si solo se trata de mi metabolismo alterado por cafeína. ¿Qué acabo de escuchar?
—¿Escuchaste suficiente?— esta vez mi corazón da un salto.
Amber aparece viendo el vaso de cartón en el suelo. Hasta ahí llego mi modo silencioso.
—¿Qué? No... yo solo estaba pasando...
—Claro— me corta. Mira a mis lados asegurándose que nadie más este conmigo. ¿Pensaba que se lo diría a alguien?
Aún me siento mal por ella. Katherine no tenía por qué tratarla así, lo que le paso no era ningún chiste.
—Amber— la sigo después que ha dado unos pasos. Ella no se detiene por lo que debo seguir caminando a su lado.
—No necesito frases motivadoras. Sé que Caleb te contó, respeto que confiara en ti, pero yo no lo hago.
—Pero me ayudaste.
—Pague una deuda.
Creí que ya le agradaba un poco.
—Oye— tomo su brazo para que se detenga. —No quería invadir su privacidad. Lamento saber eso por Caleb.
—No importa— dice seria. —Igual lo hubieras sabido por Nate o porque escuchas conversaciones ajenas. Puedes burlarte porque vaya a psicólogos y puedes pensar como mi hermana que piensa que exagero todo...
—Yo no creo eso— la detengo rápidamente. Puede que lo lamente después.—Yo también fui a psicólogos. Más de los que puedes imaginar— confieso por primera vez. Amber frunce su entrecejo. —No se compara nada con lo tuyo, pero a mí no me funciono. Ellos me hablaban e intentaban que yo lo hiciera también. No quería hacerlo y por eso iba de uno a otro. Lo que intento decir es...
—¿Y qué hiciste?— pregunta de repente. —¿Cuándo no funcionaba?
—No era por nada parecido a lo tuyo— aprieto mis labios. Que tonta soy.
Amber suspira. —No sé porque me cuentas esto
—Solo supuse que...— vamos. No puede salir peor. —Puedes hablar conmigo si no funciona con ellos...
Amber arquea una ceja. Soy tan mala intentando ayudar. —Harriet. ¿Me estás ofreciendo tu amistad o únicamente tus oídos de cotilla?
—No soy una cotilla — arremeto.
Esto no funciona.
—Da igual— suelta viendo el pasillo. —Lo voy a tener en cuenta.
140222 - Feliz 14❤✨
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top