CAPÍTULO 52

Les presento a.... Locky.❤

La puerta pesada es abierta por Caleb, quien sujeta mi mano.

El primero en salir es nuestro amigo de cuatro patas, puedo oírlo ladrar y la brisa refrescarme el rostro. Cruzo la puerta.

Mi mandíbula casi cae al suelo. La última vez que estuve aquí solo habia un sofá viejo. Ahora hay más que eso.

En la parte delantera hay dos macetas de cerámica y rectangulares, repletas de una planta con flores, ambas dejan un espacio en medio de ellas como si fuera un ingreso a las barandillas del perímetro.

—Estas son...— intento recordarlo.

—Gardenias— me ayuda.

Me acerco ensimismada por su belleza. Tienen hojas verdosas intensas y realmente brillantes, sus tallos no son tan largos lo que me hace encontrar las tijeras de una de las esquinas de la maceta. Caleb debe cuidarlas, pero debe hacerlo tan bien pues hay un detalle más importante, sus flores blancas.

—Quería mostrártelo cuando florecieran completamente— sus delicadas flores están abriéndose de a poco, la mayoría de capullos ya han iniciado.

Las yemas de mis dedos tocan con cuidado los pétalos, sin apretar. Entonces, otro de mis sentidos se activan, desprenden un aroma embriagador que si me esfuerzo noto algo de críticos, frutales y algo más.

—¿Tú lo hiciste?— no puedo dejar de verlas.

—Dijiste que hacía falta plantas— lo recuerdo. Mis ojos viajan a mi lado. —¿No te gustan?

—¿Es para mí?— pregunto asombrada.

Caleb alza los brazos hacia adelante. —Si pero, ¿Por qué sigues preguntando? ¿Es la planta? Sabía que mejor eran los...

No lo pienso más. Estoy pisando el suelo y luego no. Caleb me atrapa en el aire con agilidad y yo envuelvo mis piernas en sus caderas.

—Porque aún no puedo creerlo— me sujeto de sus hombros. Soy un poco más alta que él de esta forma.

—¿Eso quiere decir que te gusta?.

—He saltado encima de ti. ¿Qué crees?— ensancha su boca exponiendo su dentadura con cada palabra.

—Que te gusta— asegura. — Que te gusto— continúa viendo directamente a mis ojos. No quiero ponerme roja.—Que soy el chico más afortunado del planeta— ya estoy roja. Caleb ha revisado mis mejillas y no oculta su burla. Antes de que pueda soltar mis piernas por completo, sus brazos ajustan la presión de su agarre sorpresivamente. Lo veo. —Ni lo pienses, loca— y empieza a girar conmigo en sus brazos.

Mi corazón salta pero vuelve a recuperarse tan pronto todo pasa a ser diversión, nuestras risas se mezclan, los ladridos no tardan en unirse. Mi cabello vuela y él me sujeta con más fuerza es ahí donde lo veo. Sus ojos achicándose por las carcajadas, sus labios formando pequeñas líneas a los lados de su rostro y lo inauditamente bien que puede verse su cabello negro revuelto. Es Caleb, el chico insoportable que hizo que me enamorara de él ¿Cómo lo hizo? ¿Acaso eso importa?.

Estoy jodidamente enamorada de él.

¿Y saben que? Ni siquiera necesito probar sus labios para disfrutarlo.

(...)

Casi una hora después estamos preparados para empezar con el trabajo duro o no. Lo vemos hoy.

—Sujétalo.

—Quieto, bola de pelos— me aseguro de dejar caer chorros de agua sin irritarle tantos los ojos.

—Aquí vamos amiguito— me reconforta que no muerda al tatuado.

Vierto el champú y empiezo a frotar en forma circular su pequeño cuerpo. Caleb está atento a que no salte de la tina que Devi nos prestó.

—Más te vale no sacudirte— le habla. Solo recibe un ladrido de respuesta.

Doy por hecho que eso va a ocurrir tarde o temprano, pero no se lo digo. Paso a frotar sus patitas, está más delgado de lo que espere, me pregunto cuanto tiempo ha estado en la calle.

—Ahora la cabecita— en esta parte tengo más cuidado por sus oídos. Y me animo.—Deberíamos colocarle un nombre.

—Bola de pelos— soplo un poco de espuma hacia él. Ese no puede ser su nombre.

—¿Max?— intento adivinar. Con una mano vuelvo a dejar caer chorros para enjuagar.

—No tiene cara de Max— tampoco creo que le gusto. —¿Chacho?— el can resopla. Parece que no.

Dejo caer más agua mientras pienso en otro nombre. Es pequeño y tiene manchas marrones en ambos ojos y otras dos en el cuerpo. Es muy lindo.

—¿Scooby?

—¿Macchiato?— ambos negamos.

Traigo la toalla cuando lo veo completamente limpio. Caleb hace a un lado la tina donde hay bastante agua acumulada, pero antes de poder acercar la toalla el ya lo hace por si solo.

—¡Oye!— le grita Caleb.

No me queda más que alzar la toalla como protección. Luego me fijo a mi lado, Caleb me pone mala cara. Tiene algunas gotas por la cara y camiseta. Bueno, muchas.

—Sabías que lo haría—digo sabiendo que realmente no puede estar enojado. —Según tú está loco.

Sus ojos se abren y yo no entiendo hasta que dice algo. —Locky— lo apunta.

Me llevo la sorpresa que la pequeña criatura mueve la colita. ¿Esa es la buena señal?

—¿Te gusta Locky?— pregunta acariciando su cabeza, el le ladra moviendo la cola a los lados. No se quien está más sorprendido. Caleb porque le guste el nombre que él dio o yo porque es el primer gesto que lo veo hacerle.

Es tan buena la escena frente a mí que necesito sacar una foto.

—¿Qué haces?— miro sobre mi teléfono.

—Nada.

—¿Me tomaste una foto?

—No...— digo guardando mi teléfono en mi bolsillo trasero.

—No sabes mentir— ruedo los ojos y dándole un empujón me acerco a Locky.

Tomo la toalla para encargarme de secar su pelaje. No es sencillo pues parece que cree que es un juego, muerde la toalla cada vez que me acerco. Lo dejamos sacudirse nuevamente. Al poco tiempo ya está seco y completamente apuesto. Su pelaje resulta ser un poquito crespo en partes.

Caleb más dispuesto a ayudar se encarga de tomar fotos para el cartel. Puede que piense que así se irá más rápido o que empiece a tenerle un tanto de cariño. De igual forma me gusta verlo así.

Más tarde, ambos bajamos a imprimir los folletos, en la parte superior remarcamos con letras grandes que fue encontrado, adjuntamos su foto y especificamos algunos datos para poder contactarnos.

Nuestra primera opción es empezar por donde lo encontramos, el hospital. Yo me encargo de sostenerlo con la correa mientras pego algunos folletos en los postes de la calle, en cambio, Caleb ingresa a establecimientos públicos donde se puedan pegar en las ventanas.

—Listo— sale de una panadería.

Terminó de pegar el folleto y Locky jala de mi muñeca con su correa.

—¿Pastelito?— me acerca dos envoltorios. —¿chocolate o vainilla?

—Chocolate— por supuesto.

Doy una mordida y veo a Locky pararse intentando alcanzarlo. Miro a Caleb.

—¿Qué?

—Les hace daño el chocolate.

Caleb frunce el ceño hasta que me entiende. Mira su pastelito y luego a Locky.

—Me quitas a mi chica y ahora mi pastelito. ¿Qué sigue miniatura?

Sonrío sabiendo que no lo dice de una mala manera. Baja a invitarle un pedazo pequeño, es suficiente como para no hacerle daño. Cuando se está levantando coloco mi mano en su hombro y le doy un beso en la mejilla.

—No— me mira con una línea fina. Con su índice da tres golpecitos en sus labios. —Beso.

—Estamos en la calle...

Caleb sonríe con astucia. Sé que se trata de su primer pedido por la forma en que me ve. Me gusta como lo hace. Es seguro y exigente. Tomo parte de su tren superior y me alzo todo lo que puedo, Caleb baja el rostro casi con superioridad.

—Enana— replica y acerca su boca a la mía.

El primer contacto es solo eso, un contacto que pronto me permite absorber el éxtasis de su boca. Cierro los ojos saboreando la vainilla y el chocolate como si fuera el mejor sabor de mi vida. Mis dedos se deslizan por su pecho y me detengo en su corazón. Late con descontrol causando que la niña que llevo dentro grite de emoción, esto lo estoy provocando yo.

Nos separamos únicamente porque nos falta el aire. Solo por esa razón odio necesitar el oxígeno. Que condición tan horrible del ser humano.

—Lo sé.

¿Es que soy tan evidente?.

Luego de invadir algunas calles regresamos al hospital, Locky se ha cansado y hemos conseguido un poco de agua para el en el trayecto. De esa manera también aprovechamos la oportunidad de visitar a Alessia.

—Es un perro de soporte emocional— miento.

El guardia de seguridad da una mirada de interrogatorio a Locky y luego a mí. Me siento nerviosa porque no se me ocurrió nada más. Además, creo que sabe que no es cierto.

—¿Para ansiedad?— el hombre tiene los brazos cruzados en su pecho.

—¿Si...

—Es una respuesta o...

—Para ansiedad— finalizo esperando que Caleb llegue pronto. Ha ido a dejar los folletos restantes en el auto.

El hombre de seguridad vuelve a Locky, como si el le fuera a responder.

—Esta bien. Entren— vuelvo a respirar.

Jalo de la correa y camino rápido por si se arrepiente. Ha sido como mentir a la ley, que adrenalina. Caleb nos alcanza cuando estamos por entrar a la habitación.

—¡Hola!— Alessia saluda primero a Locky. Voy a su lado porque noto que quiere acariciarlo. —¿Es tuyo?

—Por ahora. Lo encontramos en el estacionamiento.

—Estamos buscando a su dueño irresponsable.

—Tuviste que convencerlo ¿Verdad?

—Si. Dice que odia las...

—Miniaturas— completa conmigo. Ambas reímos.

—Sigo aquí— nos recuerda Caleb.

—¿Sabías que cuando era niño le gustaba comer...

—¡No lo digas!

Necesito esa información. De niños siempre hacemos cosas raras. —¿Borrador?— intento adivinar.

Caleb se acerca apresuradamente a mí evitando que siga hablando con su madre. —¿No querías ir a los servicios?—me recuerda.

Alessia me sonríe entretenida con el preocupado de Caleb. Por el gesto que me hace sé que no le he acertado. No quiero torturarlo.

Le doy la oportunidad de hablar con ella mientras yo me marcho, tengo la urgencia de lavar mis manos que por la cinta adhesiva han quedado algo pegajosas. Dejo a Caleb a cargo de Locky.

Me doy una mirada en el espejo y acomodo mis cabellos detrás de las orejas, refresco mi rostro algo rojo. Solo hay algo que me pone roja que no es Caleb y eso se llama sol. Con una toalla de papel seco a toques. Me alegra saber que Alessia sigue encontrándose bien, su semblante sigue recuperándose. De regreso mi teléfono vibra.

Mensaje — Nate

¿Estas en tu departamento?

Me detengo. Un escalofrío me recorre el cuerpo sin saber que hacer. He pasado uno de las mejores mañanas con Caleb, ni siquiera me había puesto a pensar en si Nate ya se tenía los resultados. ¿Qué quiere decir el mensaje? ¿Positivo o negativo? Me resisto a torturarme con más preguntas y decido no responder.

—Ignoras mi mensaje— esa voz. Es la misma de la que intentaba evadir hoy.

De todos los hospitales. Tenía que ser aquí. Nate esta frente a mí, su mano aún tiene su teléfono y viste unos pantalones oscuros junto a una camiseta grande verde. Quisiera decir que se ve mejor que ayer, pero no es así. Lo único que ha hecho es cambiarse de ropa.

—No creo que debamos tener esta conversación— comienzo en mi intento de retener lo que sea que quiera decirme. Intento escapar por su lado, pero vuele a detenerme.

—Perdón por incomodarte ayer— ¿cuántas veces ya se ha disculpado el último mes?. Muchas.

—Olvídalo— digo tajante. No quiero más líos es la verdad. Pero como puedo dejarlo simplemente así. Suspiro viendo su mal estado. Necesita dormir. —Solo no vuelvas a decir algo así y ve...

—¿A decir que?— a mis espaldas está Caleb.

Es inevitable. No puedo pedir a la tierra que me trague y menos puedo desvanecerme en el aire, giro sobre mis talones. Nate suelta mi brazo que ha estado sosteniéndome, Caleb no ha dejado pasar eso lo que ha hecho que sus cejas se junten y su mandíbula se marque más de lo normal. ¿Qué puede ser peor? Ah si, estar en medio de ambos.

—Es una conversación privada— Caleb lo ignora y me mira.

—¿Puedes hablar con el principito descoronado y decirle que mantenga su metro de distancia?— sonríe forzadamente. —Por favor.

¿Esto es una escena de celos? Porque me está tomando de mensajera con el chico que esta frente a él. Pero es cierto, muy cerca de mí.

Nate blanquea los ojos por lo infantil que llega a ser. Aún no digo nada, pero mi cabeza está procesando rápidos mis próximas palabras para calmar este asunto.

—¿Puedes comportarte como una persona madura o es que no estas en tus cinco sentidos?— ataca Nate.

Abro los ojos y detengo a Caleb antes de que pueda llegar al castaño. Le hago retroceder dos pasos para susurrarle. —Míralo, no se encuentra bien.

Caleb ni siquiera me mira, está concentrado en el enfrentamiento de miradas que tiene con Nate. Tomo su rostro y obligo que mire hacia abajo.

—Te oí— me deja saber. De igual forma se que sigue molesto.

—Entonces déjame pedirle que se vaya— eso le gusta.

Antes de que pueda sonreír plenamente vuelvo a ver a Nate. Sigue ahí de pie viendo como el chico de mis espaldas disfruta esto. No lo hago por Caleb, es que realmente no es el momento.

—No debes estar aquí— Katherine debe estar cerca. Nate tensa su cuerpo al entenderme.

—Faltan unos minutos— se perfectamente que Caleb debe estar preguntándose de que demonios hablamos. No puedo explicarlo ahora y no sé cómo lo haré cuando pueda hacerlo.

—Te necesita— digo de prisa. Debería estar con ella.

—¿Podemos hablar a solas?— antes de que diga algo Caleb me ha sujetado de la cintura con ambas manos como si esa fuera una señal para que no me vaya o un recordatorio de que no estoy sola.

—En serio creo que debes irte— repito. Tengo ganas de gritarle que debería correr y abrazarla, calmar los posibles nervios. Estar a su lado puede cambiar mucho. Pero guardo silencio.

Nate mira sobre mi cabeza, no es de las miradas amigables. Sin embargo, lo que quiera decir se queda en sus pensamientos porque su teléfono emite un sonido de notificación. Lo revisa y eso basta para que cambie. Su rostro palidece al grado que temo que se desmaye aquí mismo, su mano aprieta el aparato y siento que me contagia cuando sus ojos cruzan los míos.

—¿Nate?— pregunto queriendo dar un paso, las manos de Caleb aprietan mi cadera.

Su quijada tiembla y es como si por sus ojos no pudieran parar de pestañear como si pasaran tantas imágenes que nadie más logra ver.

—Nate—no creo que me escuche. Miro arriba de mi hombro. Caleb está con el ceño fruncido. Vuelvo a intentar acercarme pero Caleb reacciona jalándome aún más atrás. Quiere que este detrás de él. —No— me quejo.

Nuestros movimientos parece traer de vuelta al castaño, me observa y no sé explicar lo que veo en su mirada, sus ojos verdes han decaído más que por un simple cansancio y agotamiento. No dice nada, solo gira y camina hacia la salida.

Esquivo a Caleb para seguirlo. No logro dar tres pasos cuando me atrapa.

—Harriet— me mira completamente confundido. —No vayas.

Miro de prisa por donde se ha ido Nathaniel, esta por llegar al ascensor. Regreso a ver al pelinegro, casi no entiendo sus ojos pero ya los vi antes, miedo. Mi cabeza está hecha un caos al ver como el tiempo sigue corriendo y la mano del tatuado sigue encerrando mi muñeca. 

✨Para las personitas que me han pedido actualización y las que siguen leyendo hasta aquí. Muchas gracias.✨ Desde hoy actualizaciones seguidas y no cada sermana.✨ 

040222

Atte.ASP

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