CAPÍTULO 49

Escribo mis últimos párrafos para terminar un trabajo práctico de una de mis materias. Había decidido trabajar en la biblioteca sabiendo que luego debería ver a Caleb para realizar las compras.

—Harriet— levanto la cabeza dejando en el aire mi lápiz y mis ideas.

—Matt— saludo tan alegre como él.

—No esperaba encontrarte aquí. Me parece nunca haberte visto por aquí— sigo lo que el observa.

La biblioteca no es un lugar donde yo haria mis trabajos, prefiero la soledad y el silencio de mi buen departamento. Comer sin miedo a hacer ruido y tirarme en mi sofá son las mejores ventajas.

—Tenía un hueco en mis planes de hoy. No quise irme lejos para tener que volver—explico sin tener que revelar tanto.

Su cuerpo pasa su peso a una sola pierna sin decir nada. —¿Matar al ruiseñor?— señalo el libro de sus manos.

—Oh si. ¿Ya lo has terminado?

—No. Pero ya no me falta tanto— con mi lápiz apunto lo que algunas hojas cubren. Sobre mi desastre también se encuentra mi ejemplar.

—¿En qué capítulo vas?

—24

—Yo también— exclama ganándose algunos shsss de personas cerca.

Matt se encoge tanto que causa algo de dulzura, sus rasgos son muy delicados y finos con el cabello lacio que cae sobre su frente. Tiro de la silla de mi lado para que deje de estar de pie a la mira de todos.

—Gracias. ¿Quieres leer un rato?— si este trabajo no fuera tan importante quizás lo dejaría por una buena lectura. Sin embargo, ahora no puedo hacer eso.

—Es que tengo que terminar esto— hablo bajo.

Él no se molesta pero tampoco puedo ver la alegría que antes desprendía. Abre su libro susurrando que me dejara trabajar y regreso mi concentración a mi curso, no sin antes recopilar mis ideas que ya casi perdía. Debo recalcar que el que Matt este a mi lado me hace percibir el peso de su mirada por momentos largos, no se si es así o solo son suposiciones mías. No me digno a girar a comprobarlo.

Pasados aproximadamente veinte minutos reviso la hora de mi teléfono para ver si he recibido algún nuevo mensaje de Caleb. Al no ser asi asumo que aun puede seguir en el asunto importante que me comento. Sea como sea la hora que quedamos ya habia pasado, lo que me dice que ando atrasada y existe la mínima posibilidad que ahora sea el quien me espera.

—¿Ya te vas?

—Si, debo buscar a Caleb.

—¿El chico del hospital verdad?— su frente se hunde exageradamente como si intentara recordar algo. —Él estaba en las gradas.

Cierro mi cuaderno y giro hacia él.

—Estaba con Amber Collins, los vi cuando venía— un revuelo se crea en mi estómago sin entender lo que sucede. ¿Amber era el asunto importante? ¿Por eso me hizo esperar?

—¿Estás seguro?.

—Eso creo.

Bueno de todas formas es seguro que ire para allá ahora. Desde hace un día que iba buscando a Amber para devolverme su prenda. Estaba segura que no habia venido hoy. Pero parece que estaba equivocada.

Hago un recorrido voluntario para acercarme a las únicas figuras de las gradas. Ella tiene el cabello atado en un moño que se desmorona por los mechones mas cortos que otros, su rostro no es exactamente el de siempre, ya no se maquilla como si fuera el evento del año.

—¿Interrumpo?— pregunto viendo a Caleb junto a ella.

Caleb me echa una mirada sigilosa. —Solo estamos hablando.

—Ya me voy— se adelanta Amber como si se tratara de una emboscada. Creo que si interrumpí algo importante.

—Espera— la detengo antes y saco la pequeña bolsa donde guarde parte de su guardarropa. —Gracias— lo he lavado y planchado.

Lo acepta tan pronto que pienso que solo quiere escapar. Me quedo de pie.

—¿Qué ha pasado?— Caleb sigue viendo en su dirección.

—¿A qué te refieres?.

Muerdo mi lengua para no parecer entrometida. —No sabía que eras amigo suyo.

—Fuimos amigos con beneficios por un corto tiempo.

Mis ojos se abren por la ligereza en la que lo dice. Como quiere que deje pasar eso por alto. Y aun más, como quiere que crea que ya no lo hace. ¿Qué estoy sintiendo?.

—Pero ya no lo somos. Asi que, por tu cabezita de loca no pase nada fuera de lugar.

—No ha pasado nada.

—Si tu lo dices— me atrae hacia sí. Su gesto me roba una sonrisa torcida.

—No se encuentra del todo bien— susurra.

—¿Amber?¿Le paso algo malo?

—No debería hablar sobre eso, pero se trata de ti. ¿Sabes lo que paso con ella en la fiesta de Halloween?— me centro en su iris.

—Estaba...— digo recordando vagamente los eventos de esa noche. No fue el mejor de mi vida, por múltiples razones Nate se llevó mi atención en casi todo.

—Intentaron jugar con ella.

—¿Te refieres a...

—Ella no lo recuerda tan bien, y según recuerdo el muchacho que intentó acusarme creyó que era parte de un juego. La drogaron.— se fija que le este prestando atención. —Ella no estaba enterada de dicho plan.

Un miedo me inunda al ver la gravedad del asunto. Por ello cambió su estilo y se corto el cabello.

—¿Supiste si atraparon al chico?— este tema me hace estremecer. Tanto habia pasado en esa noche. La furia de Nate y las ganas de encontrar al que vendiera la sustancia, el responsable. Por eso llamaron a la policía.

—Me parece que no. Y ella tampoco busca hacerlo.

No puedo imaginar como se sintio al despertar sola, y segun Sky irse igual. Quisiera pensar que teniendo una hermana recibiria ayuda si la necesitara, pero tan pronto recuerdo como le importo tan poco su estado al día siguiente se esfuma en mis probabilidades. La manera en la que se expresó de Amber me hace saber que quizas ellas no son de una relación tan estrecha como hacian ver.

—Desde hace unos días va a un psicólogo. Le hara bien hablarlo.

Asiento de acuerdo con eso. Por otro lado, si lo que dice es cierto entonces intentaron llevársela por segunda vez en la noche. La que yo impedí. ¿Qué hubiera pasado si no interfería?¿O si me hubiera ido detrás de Caleb dejandola sola?. El comportamiento que ahora ha tenido conmigo empieza a tener sentido, y sobre todo su agradecimiento.

—Espero se encuentre bien.

(...)

La tarde ha empezado a irse y nosotros tenemos una cena pendiente que organizar. Me he encargado de hacer una lista mental para esto, solo espero que la memoria no me falle.

—¿Por dónde empezamos?— me lo pienso un segundo viendo los carteles con las áreas distribuidas.

—Por cocina. Busquemos utensilios— Caleb arrastra y luego empuja el carrito rojo.

Es una nueva situación entre ambos y no se si debo esperar que tome mi mano, o debo empujar el coche con él. Me siento estúpida así que me esmero en ver que encuentro cerca. Hay una chica que se sujeta del brazo de su novio, la idea pasa por mi mente y la descarto. Puedo resultar un estorbo. Asi que mejor me mantengo a su lado.

—¿Estas?— me muestra unas servilletas a cuadros rojos.

—Puede, pero dijiste que a Alessia le gusta el blanco— reviso el estante encontrando servilletas blancas con decoraciones plateadas.

—Ah ya entiendo— dice con manifestación. —¿Quieres quedar bien con tu madre política?

Habia tantas formas de decorar las mesas pero todas se me nublan al escucharlo. Solo de esa forma me doy cuenta de algo. —Tu le dijiste que estamos...

—¿Enamorando? No. Crei que debiamos hacerlo juntos— guardo calma ante la revelación.

Es decir, yo ya la conozco y hemos hecho un buen lazo de amistad. No creo que se moleste que su hijo y yo salgamos. Sin embargo, el pánico me ataca al haberle dicho que tenia novio. ¿Qué va pensar de mi?

—Vaya. Hasta puedo ver el humo salir— mi mente se ha puesto a recrear los rechazos. No seria la primera vez que me hicieran algo asi. Beatriz lo hizo cuando se entero. —¿De que te preocupas?

Sus brazos me envuelven la cintura a lo que yo regreso a pisar tierra. —¿Alguna vez le has presentado a alguien?

Se que no debería preguntar por algo que no me compete pero es que necesito saberlo.

Caleb suspira sin soltarme. —No. Esto es muy nuevo para mi.

—¿Nunca has tenido una novia?— su agarre se debilita y lo siguiente que hace es girarme para verlo.

—No dije eso.

He tocado algo que no debía. Lo noto.

—Está bien— los estantes repletos de productos me hacen darme cuenta que estoy llevando esta experiencia al lado equivocado. Intento salir de su agarre y volver con la compra pero vuelve a detenerme ajustando su agarre.

—Tuve una novia.

Con una corta palabra logra hacerme olvidar de lo demás. ¿Caleb tuvo a alguien? ¿Quién?¿Solo una? Las preguntas empiezan a dispararse en mí ocasionando un colapso en mi cabeza. Esto demuestra mi inseguridad a curvas elevadas, y solo me ha confesado la existencia de una persona. Trato de que no se de cuenta de mi falta de estabilidad emocional y mostrar madurez.

Niego lentamente. —Lo lamento.

—¿Por qué?— aunque sonria algo ha cambiado. Es mi culpa.

—No queria tocar ese tema. Es muy personal.

—Es pasado. No se puede cambiar ni borrar.

Que mas puedo decir. Ya se que arruine todo. Caleb me observa esperando una respuesta que no llega. Entonces vuelve a hablar.—El pasado ya murió y el futuro aún no llega. ¿Sabes que significa? Debemos ver el presente— con su dedo índice toca en el centro de mi pecho. —Y ese eres tú.

Desliza su índice tocando mi mentón, su pulgar ayuda de agarre para alzarlo al punto de verlo directamente a los ojos. No me canso de admirar sus ojos, son particulares y me otorgan calma. Mi corazón da un brinco cuando une nuestros labios, mi pecho se agranda como un soplido de aliento. Refrescante para mi alma.

Me separo al momento que se relame los labios, la sonrisa ha regresado a su rostro y mi timidez a logrado hacerme ver a los lados. Recordando que estamos en un lugar muy publico.

—Ya es muy tarde para arrepentirse— susurra a mi oído al ver que la sangre llega a mi cara con la presencia de dos hermanas religiosas, completamente admiradas se persignan. —¡Amén!.

¿Si he salido corriendo? Por supuesto que sí. Intento desaparecer mi rubor con una botella de yogur que coloco en mi mejilla. Aún siento caliente mi rostro.

—¡Deja de reírte!— lo golpeo con la botella.

—Auch. Que agresiva.

Suelto un gruñido. Nada esta saliendo como planee, el carrito apenas tiene un paquete de servilletas.

—No me hagas enojar mas— lo apunto para que considere mi amenaza. —No tenemos ni la mitad de las cosas que necesitamos.

—No te estreses. Mira— señala la zona donde estamos. Donde yo corrí. —Llevemos las frutillas, el doctor lo recomendo.

Observo. Despues de los lácteos se encuentra las frutas. —¿Durazno?— pregunto antes de coger un envase de trozos picados. Caleb asiente. —¿Papaya?— vuelvo a preguntar. Cojo uno de cada uno y me acerco al carrito.

Caleb se mantiene de pie detrás. Atento a mi acción. —¿si?— levanto los trozos de papaya. No ha respondido antes. —Caleb— llamo.

Él alza las cejas dandome a entender que no me ha estado escuchando. —¿Qué has dicho?

—¿Le gusta el durazno?— Afirma con la cabeza. No entiendo que le sucede ahora. —¿Cerezas y moras?— podríamos hacer una buena ensalada. De nuevo no me presta atención. Me enderezo dejando los productos. —¿Por qué me ves tanto?

—¿Eh?— entorno los ojos. Él me mira pero no me escucha. Me cruzo de brazos dispuestos a averiguar que pasa. En este instante me doy cuenta de algo. Sus ojos no están viéndome a mi sino a mis senos. —¡Caleb!

—¿Qué? No hice nada.

—Estas...— ni siquiera puedo decirlo. —¡Ve por los dulces!—bramo.

—¿Yo solo?— lo desafío con la mirada.

Finalmente, se separa del carrito y a pasos rápidos camina hacia el área que le he asignado. Debo verlo salir de mi vista para bajar a ver mi camiseta, puedo sentir mis pezones endurecidos y un poco sobresalidos sobre la tela. Descarado.

Decido entre que frutas son mejores para una ensalada y para degustar por opinión propia. Antes de comprar consultaré si son aceptables para Alessia. También he escogido una bandeja y platillos que servirán para la noche. Una decoración de centro para alumbrar la mesa y unas luces que creo que mejoraran todo el ambiente.

Reviso el tiempo y Caleb sigue sin volver. Me decido en ir por el cuando la idea de que se fuera sin mi se apodera de mi. Apenas entro a la recta de golosinas lo ubico.

—Pero yo los vi primero— un niño sostiene una bolsa a rayas. Caleb esta con él.

—Es por una buena causa. Dámelo— tira Caleb.

—Estás mintiendo.

—Ya te dije que no, dámelo ya.

Ver a un chico y un niño al quita quita por una bolsa de dulces es completamente maduro.

—¿Qué haces?— me acerco a ambos causando que el chico que por cierto le triplica el tamaño maldiga por lo bajo.

—Loca, este niño no quiere darme los dulces.

Me fijo en el estante vacío. —¿Por qué no eliges otros?

—Porque estos le gustan— entiendo que sea sobre Alessia. Y que esta perdiendo la cordura con el pobre niño.

Me coloco de cuclillas viendo al niño resistirse a soltar el último paquete de dulces. —Hola, soy Harriet. ¿Puedo saber tu nombre?

—Peter.

—¿Cómo el hombre araña? — finjo sorpresa. El niño sonrie orgulloso.

—Que nombre tan... — lo silencio con una sola advertencia.

—¿Este es tu novio? — en nuestro pequeño espacio de comunicación Caleb queda a un lado.

Es la primera vez que me lo preguntan tan directamente. —Si — se siente bien poder afirmarlo. A lo que Caleb lo ve orgulloso. Quisiera quitarle la sonrisa del rostro.

—¿Y su mami esta enferma? — creo que ya han tenido una conversación. Para ser tan pequeño intenta ser compresible.

—Así es. Le haremos una sorpresa — confieso en modo de confidencialidad entre ambos.

—¿No mientes?

—No— digo con tristeza.

El niño pasa de verme con tristeza a molesto con Caleb.

—El me dijo que me iba a golpear.

Abro lo ojos alzándome a enfrentar a Caleb. —¿Qué le dijiste?

—No queria darme los dulces.

—Pero no lo vas a golpear.

—No lo iba hacer— lo ve mal. —llorón.

—Esta bien. Pido disculpas por este tonto— Caleb se queja pero lo ignoro.

—Que mal gusto tienes— dice haciendome sonreír. Caleb se ve ofendido pero no dice nada.—Ten.

—Gracias jovencito.

—Dámelo— me lo quita el tatuado.

El niño niega con desaprobación y sale corriendo cuando una mujer con un bebe lo llaman.

—Solo tenías que pedirlo con tranquilidad.

—¿Y qué hice yo? Si hubiera querido lo hubiera arrojado al suelo.

—Que inmaduro.

—Lo sé. Debio entregármelo cuando le conte mi historia.

Y todo por una bolsa de Trifruna. Bueno... la ultima bolsa de Trifruna.


¡Gracias por los 5K! y lamento el retraso, contraje un virus y no pude actualizar. Estado: Mejorando. Cuiden y cuidense.✨  

180122

Atte.ASP

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