CAPÍTULO 20
—Debo decirle—sostuvo cuando nos separamos.
Asentí moviendo la cabeza, fue tan extraño tenerlo abrazándome, sabía que lo necesitaba pero fue fortuito sentir que no quería apartarme de él. Una corriente recorrió mis ahora brazos vacíos.
—¿Harriet?— alce la cabeza.
Estaba tan centrada en mis pensamientos que no me di cuenta que había dicho mi nombre antes.
—Si— balbucee viendo sus ojos grises evaluarme. —Lo siento. ¿Necesitas que entre contigo?.
Tomo la punta su nariz y negó.
—No lo hagas.
—Esta bien— dije ceñuda.
Entiendo que es un tema delicado, pero su actitud me es un tanto exagerada, el tono como advertencia no venía al caso.
Dejo que entre solo y me doy con la inesperada sorpresa de encontrarme en el debate de irme o no.
¿Puedo irme sin despedir?
El ascensor abre sus puertas y desde mi lugar observo a unas cuantas personas bajar.
Lo más probable es que quiera descansar. Miro por ultima vez la puerta y giro sobre mi eje.
—Harriet— escucho mi nombre.
Es Caleb.
—¿Paso algo?.
Caleb cerró la puerta de la habitación de Alessia y me alcanzó.
—¿Viniste en auto? — pregunta con la mandíbula apretada.
No podía arriesgarme a que identificarán la placa, pero eso no se lo voy a decir.
—No, tomaré un..
—Te llevaré a casa— me silencia adelantándose al ascensor.
—No es necesario— dije llegando a él. Al mismo tiempo que nos adentramos al pequeño espacio rectangular. Las puertas se cerraron. —Caleb de verdad, yo...
—Créeme que no lo haría—se giro tan rápido a mi que tambalee sin caer. —Pero me hizo prometerlo— pasa una mano por su cabello como un gesto de desesperación.
Pero que demonios sucede, porque Caleb de pronto cambió de humor y porque estoy intentando controlarme de mandarlo a la mierda.
Podría irme inmediatamente, tomar un taxi y largarme de aquí. Pero cierta parte de mi me retiene a explotar, intentar averiguar lo que sucede con el chico que me tuve en brazos.
Guardo silencio como un intento de control, hasta que llegamos al estacionamiento. Olvidé su moto.
El sube con su experiencia neta. Y la sostiene firme mientras mira al frente.
—Sube.
No lo mates Harriet, no queremos ir a la cárcel.
Alzo una pierna como vi que el lo hizo, no es cosa de otro mundo pero dado que no lo hice antes, tengo suerte de no sentir mi trasero golpeando el pavimento. Escucho el motor encenderse y se que es momento de sostenerme, por instinto paso mis brazos en su cintura y caigo campanada de que su abdomen es más duro de lo que hacía ver. Caleb se tensa bajo mi acto pero guarda silencio.
Lo siguiente que pasa es que acelera, pero no es ni tres metros cuando se tiene de repente, estoy por creer que será el quien me eche.
—No me dejas manejar— escucho que dice. No había caído en cuenta que seguía abrazada antes de que sus manos toman las mías para separarlas, levanta su chaqueta y puedo ver la milésima de segundo que tarda en volver a unir mis manos por encima de su camiseta, se siente tan caliente, su cuerpo no otra cosa.
Ya. Acaso inhale algo sin darme cuenta.
El resto de camino es de absoluto mutismo por ambos, uno donde pego mi mejilla en su espalda para que el frío no me ingrese hasta los huesos.
Cuando bajo me alegro de tener tierra firme bajo mis pies, la velocidad no era lo mío, no es invierno.
—Caleb...
—Tengo cosas que hacer— corto y aceleró dejando solo una brisa detrás. Me quedo viendo la calle por donde va a toda velocidad, no se molesto en bajarla conmigo de eso estoy segura.
(...)
Ha pasado un día y sigo viendo los dos libros sobre mi cama.
Él dijo que no logró que leyera ni uno solo, pero cuando pase por mi sala yo ya había elegido dos libros para Alessia. Preguntándome si eso les gustaría, si son los indicados.
No he visto a Caleb en la universidad, no se si faltó solo a la clase del Sr. Potter o en todo el día. De todas formas no era que esperaba verlo, después de todo el había sido muy grosero y debería alegrarse si vuelvo a hablarle.
Nate casi no sale de la oficina o el campo, se acerca algo grande para su industria y el fútbol, cree que puedo ser su amuleto para todo, ojala pudiera tener esas creencias para mi primer día en Fiore.
Levanto mi bolso y me veo por última vez en el espejo, un traje negro con blanco, como todas esas chicas de la oficina. Respecto a mi cabello, solo diré que hice lo que pude, si es un chongo o un moño esperaba que no encontraran la diferencia.
—Este será tu lugar— me señala Cassie con una sonrisa de las amigables que he visto.
Es un escritorio igual a todos lo demás, su distribución me recuerda a las cabinas de internet donde están uno frente a otro.
—¿Estas segura?— digo viendo una cajita pequeña sobre la mesa.
Cassie tiene esa mirada cómplice al igual que la chica que mira sobre su computadora, es Lara, una chica que me presento Cassie apenas ingrese, los otros parecen estar mas entretenidos en sus que haceres.
—Anda ábrelo ya— choca su hombro con el mío mándame solo un poco hacia adelante.
Ok..
Alzo el cartón decorado de tonos verdes. Y lo primero que noto es una tarjeta.
Pour que tu écrives et laisse une trace comme tu l'as fait avec mon cœur.
Nate.
—Que ternura— me sobresalto al ver que Lara se acercado por mis espaldas.
—Ando perdida, son jeroglíficos para mi— no eres la única.
Lara le hace una mala cara.
—Dice: Para que escribas y dejes una marca.. no, huella en mi corazón.
¿Para que escriba? Nate..
Cassie gira a ver a su amiga y se que ella esta explicando como es que sabe francés, pero no puedo enfocarme en nada mas que la pequeña caja que aun tiene el forrito de seda como capa.
Lo levanto y quedo con los ojos como platos cuando noto lo que trae.
Es una pluma estilográfica, pero no cualquiera. Una igual de la que Nathaniel obtuvo como obsequio, apenas lo vi con ella implore como una igual, por así decirlo, pero era un obsequio y todo el mundo sabe que no se debe regalar lo que se te da. La maravilla que tengo entre mis dedos, es una edición limitada, engastada con piedras preciosas, elegante y contemporánea. Destaca por el trabajo artesanal de la madera tallada de nogal, el metal grabado y el plumín de oro.
—¿Un lapicero?— pregunta Cassie inclinando la cabeza.
Sonrió al ver lo insignificante y tonto que puede ser para otros.
—Es una pluma— aclaro.
—Juro que jamás las entenderé— dice apartándose un poco de nosotras. —Las dejo, el deber llama.
Lara ríe regresando a su lugar, esta justo en frente de mi.
—Por eso le confían los manuscritos sellados— niego sentándome en lo que es mi nuevo espacio laboral.
Doy una mirada a los lados antes de tomar el aparato de mis manos.
Nate - Mensajes
No puedo creer que consiguieras otro.
Solo tuve que hacer unas cuantas llamadas.
Gracias.
¿Lo he conseguido?
Hacerme feliz, claro que si.
Aparte de eso.
¿El que?
El que te enamores mas de mi.
Sonrió sin poder evitarlo, es que no puedo ocultar mi atortolado corazón.
Siempre.
—¿Eres la pasante?.
Me encuentro con una mujer de mediana edad, ella los típicos anteojos que cuelga de tu cuello.
—Si.
Y hace lo que supuse, deja la carga de papeles sobre mi mesa haciendo sentir el corto sonido hueco al golpear.
—Manuscritos, informes de rechazos o solicitudes de revisión.
Asiento obediente de lo que dice y ella se va de la forma mas silenciosa como la que llego.
—Ella es Donna, nuestra supervisora— me susurra Lara.
Paso la mirada de ella a la montaña de sobres sellados.
Esta va ser una tarde entretenida.
Las horas que pasan se vuelven cortas cuando leo, cada página que paso me deja aun mas cautivada por los libros que voy siendo atrapada por su trama, sus personajes y el estilo de cada escritor que se han atrevido a mandar sus obras a esta Editorial. Hay grandiosos libros aquí, es un gran material que sin duda lograran reconocimientos si fueran publicados o publicitados.
—Harriet.
—Mmm— me toma un segundo dejar la lectura para centrarme en una persona. Lara.
—¿Piensas leer todos hoy?— dice viendo como ya reduje dos sobres de mi montaña de cuatro.
—Quizás— digo encogiéndome de hombros. —Esta muy bueno.
Ella asiente volviendo a lo suyo.
Vuelvo a ingresar a mi mundo donde si me encuentro sola y concentrada, sin duda hare un informe de solicitud de revisión para esta novela.
Bien, para esta también.
Y esta.
—Creo que es esas chicas que vagan en otra dimensión.
—¿Cómo un universo paralelo?.
—No, hablo de canalizar..
—¿No es en posición buda esa?— rompo mi concentración para ver a los dos chicas que están frente a mi.
Ambas se sobresaltan al tener mis ojos en ellas. Me falta poco para acabar el ultimo sobre.
—Puedo escucharlas
—Te dije que no estaba canizando
—Canalizando— corrige Lara rodando los ojos y volviendo a mi. —Es hora de salida.
Eso me toma desprevenida, doy una mirada a mis costados, las luces de los demás escritorios están apagados, el ambiente estaba vacío. Sin mencionar que Lara y Cassie ya tenían sus bolsos y blazer en sus brazos, listas para irse.
Si estuve en otra dimensión.
—Ya nos vamos ¿Vienes?— me pregunta Cassie.
Bajo la mirada a mis hojas, no creo que sea correcto llevarme material a casa, fue un error no preguntar y creo que será muy tarde para intentar buscar a Donna.
—Terminare esto y me voy.
—¿Quieres que te esperemos?— pregunta esta vez Lara.
Niego.
—Esta bien. No olvides apagar las luces— asiento haciendo una nota mental.
No pasa mas de una hora cuando acabo lo que me restaba pendiente, estiro un poco los brazos y imprimo los informes dejándolos sobre mi mesa en una carpeta por cada manuscrito.
Me quito los tacones solo para estirar un poco los dedos de los pies, cuando creo que todo esta listo apago las luces como me dijo Cassie, pero es justo en ese momento que me percato en la oficina del fondo, la del Sr. Lodge, sigue encendida y aunque no lo he visto en toda la tarde parece seguir en la Editorial. En silencio me alejo de mi sitio hasta que escucho las puertas del ascensor abrirse, me quedo quieta aun en el oscuro ambiente.
Caleb ingresa dando pasos largos, directo a la oficina de su padre. No me toma nada saber que esta molesto con su cabello alborotado y una chaqueta de cuero que no lo vi antes.
Obligo a mis piernas a moverse antes de que me pueda cruzar con el, llamo el ascensor y espero mirando sobre mi hombro para comprobar que nadie ha salido. Entonces un grito me hace congelar en mi lugar.
—¡Ruega por que ella no muera!
—¡Acepta tu realidad chiquillo estúpido, ella va morir!
Se formo un vacío por unos segundos, creí que saldría echo un furia pero eso no sucedió, en vez de eso se escucho un estruendo de algo romperse, todo indicaba que era un vidrio hacerse añicos. Podía imaginarlo con su mandíbula apretada y sus ojos oscurecidos detrás de esa puerta negra.
—¡Mira lo que hiciste!¡Tu y tu madre..
—¡No te atrevas a hablar de ella o me iré y no me importa si tu...
El timbre de las puertas metálicas abriéndose resonó en todo el pasillo, palidecí dándome cuenta que ellos lo escucharon ante el silencio de todo lo demás. Es cierto, los pasos de alguien se aproximan.
Ay no, hora de correr.
En el siguiente capítulo ...
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200721
Atte.ASP
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