CAPÍTULO 2
—Ya era hora.
Sky, mi mejor amiga, me recibe con los brazos abiertos.
Ella tiene un hermoso cabello negro, los ojos azules y una mirada tan potente que muestra determinación.
—Yo también te extrañe— digo con sarcasmo. Y la abrazo.
Soy consciente de la miradas que nos lanzan algunos chicos a nuestro alredor. Pero decido centrarme en ella.
—Sabes que si— me susurra con su alto orgullo.
Ruedo lo ojos.
—¡Aléjate rubio teñido! — volteo.
Justin ha quedado estático, tiene los brazos extendidos a sus lados, muy cerca de nosotras. Ha intentado unirse a nuestro abrazo.
Río.
—Pero bebé.. —dice él.
Me alejo de mi amiga pues se lo que se avecina. Ellos llevan una relación que no es una relación. Ya se.
—¿Crees que tengo 2 años?— logró escuchar acercándome a la mesa de musculosos muchachos.
Usualmente los chicos del equipo toman la misma mesa.
Me saludan entre bromas, me mantengo de pie al frente de ella, necesito darles un aviso, uno de Nate.
—Chicos— llamo su atención. —Nate ha dicho que los espera en la cancha— como es de esperar, todos miran a Justin, él sigue en su charla con Sky.
Si el capitán no se mueve, ellos tampoco. La situación sería diferente si sería Nate el que estuviera al frente.
Siempre es lo mismo. Intento número dos.
Golpeó la mesa con las palmas de mi manos.
—Y también dijo que el último en llegar recogerá todo— apenas terminó de articular la última palabra, ya todos están corriendo como salvajes.
Hombres.
Ahora que tengo la mesa libre me acomodo tomando un lugar, al lado de la única bandeja intacta.
—Esa es mi amiga. Poniendo mano de hierro— Sky toma asiento a mi lado. Nos hemos quedado solas.
—¿Y mis patatas?—pregunto viendo mi bandeja sin mi aperitivo favorito.
—Creo que fue Justin.
Gruñó aunque pronto encuentro una solución.
—Hey.
—Tu novio me quito las mías— sonrio.
De igual forma Sky dice que las patatas engordan demasiado. Ahora si es cierto o no, no me importa.
Doy un mordisco saboreando la fritura salada.
—Que no es mi novio.
—Solo tu amigo con derecho. Lo olvide.
—Así es. No sentimientos.
Esta es Sky, no tiene límites y claramente no busca una relación que se los coloque. Yo la apoyo pero desde hace un buen tiempo sospecho que aquella relación abierta no seguía siendo de esa forma, no del todo.
—Y tú ¿Por qué has tardado tanto?.
—Nada importante— no lo es.
Pero ella es Sky, y nada se le escapa así de fácil.
—No me digas que lo han estado haciendo por la universidad— abro lo ojos y trago rápido lo que tengo en la boca para no atragantarme.
—Claro que no Sky. De que hablas— mis mejillas deben estar encendidas.
Doy un sorbo a mi soda, necesito refrescarme.
—Es broma— claro que si.
—Me encontré con Nate— elevo una patata. Y continuo antes de que insinué algo más. —Y hay un chico nuevo. — ya tiene ese nuevo interés. Sus ojos claros y su sonrisa perversa me hacen rodar los ojos. Se lo que va preguntar así que me adelanto. —No Sky. No está bueno.
Bueno si lo esta pero no lo diré.
—Querida amiga, siempre dices eso. Te lo digo de nuevo, tu novio te hizo brujería.
—Las cosas que se te ocurren Sky.
—Quien dice que los chicos no lo hacen— dice encogiéndose de hombros. —Bien continúa que quiero todo el chisme.
—Y tan paciente como siempre. Solo es un chico...— estoy por continuar cuando me fijo que Sky ya no me presta atención.
Sus ojos pasan por mi lado, justo detrás de mi.
De pronto, soy consciente que nos es solo Sky la que mira hacia el mismo lugar.
—¿Pero quien es ese?— pregunta mi mejor amiga.
Miró sobre mi hombro, no es nada menos que el mismo del que hablo, Caleb. Y no está solo, esta con la misma Amber Collins.
Su camiseta remangada deja a la vista la tinta negra en su pálida piel, tatuajes, cubren todo lo que es visible de su brazo derecho. Un nuevo dato de él.
—Parece un chico malo— susurra mi amiga. Yo diría chico problemas. — Con mal gusto pero eso puedo arreglarlo.
Caleb esta sentado viendo el platillo frente a el, al otro extremo de la cafetería, mientras tanto Amber intenta llamar su atención, como de cualquier chico que le interesa, se inclina mostrando sus pechos frente a él. Y si que lo consigue, Caleb le sonríe y luego pasa su dedo por su mentón, alzándolo.
—No puedes hablar enserio— digo con sorna volviendo a ver a Sky.
—¿Lo conoces? —alzó una ceja. Y dejó que sola ate cabos.
—Caleb Lodge— continuó.
Ella aprecia el nombre un segundo, pero solo es eso para que reaccione.
—¿Lodge? — Afirmó. —¿El mismo de Editorial Fiore?— me encojo de hombros.
Puede que solo sea una coincidencia.
—Joder. ¿Qué ha dicho Nate?— bajo la mirada.
—No se lo dije.
—La que se va armar.
Editorial Fiore es el gran rival de la Editorial ABC, de la familia de Nate. Lo peor era que no había sabido como decírselo cuando me lo encontré por breves minutos en el pasillo, estaba apresurado porque el coach lo habia citado y pedido que llamara al equipo. Aún así, existía la posibilidad de que fuera algo insignificante.
Él me había preguntado unas tres veces si todo realmente estaba bien. Y lo estaba, de alguna forma solo era un chico nuevo molestándome en italiano. Y con el apellido equivocado.
Ella vuelve a mirar sobre su hombro.
—Harriet— hago un sonido para que siga mientras mastico. —El condenado si esta guapo.
Genial.
Skyler Johnson es mi mejor amiga desde jardín de niños, donde conocí a Nate y Justin. Hemos cursado el instituto juntas, la universidad no podía ser distinto.
Ella estudia diseño gráfico y es hija única, como yo. Sus padres se mudaron a California y por eso ahora vive sola, sin mencionar sus intereses externos.
Desde los quince años habíamos planeado vivir juntas, pero lo cierto es que eso era mala idea, ella es demasiado desordenada y yo tenia la obsesión del orden. Nos conocemos bien, buscamos una solución, y finalmente alquilamos departamentos en un mismo edificio, una enfrente de la otra.
—¿Ya te vas?— me pregunta cuando caminamos por el pasillo.
—Si. Hoy tendremos una cena con la familia de Nate y quiero descansar antes— Sky hace un gesto de asco, las relaciones con personas mayores no era lo suyo, culpa de sus padres.
—Yo puedo darte tu cuartada.
—No es necesario, iré.
Aunque deba aguanta a Katherine toda la noche.
—Bien. Pero si quieres irte, un texto y te saco de ahí— esa es mi amiga.
Salgo al estacionamiento, mientras me convenzo que pronto podré sentir mi suave colchón, necesito una siesta, mis dedos juegan con las llaves mientras me aproximó a mi vehículo.
Caleb esta al otro lado de la acera, inclinado en una moto negra, entre sus dedos lleva algo que acerca a su boca, y expulsa el humo.
Fumador.
Eso era lo que había percibido.
Aparto la mirada y subo a mi auto, no espero ser atrapada una segunda vez viéndolo.
(...)
Las siguientes cuatro horas son las mejores para mis ojos, he logrado descansar, y me siento con la suficiente energía para ir a una cena donde se que mas de una vez me morderé la lengua.
Enciendo mi reproductor conectándolo a mi teléfono, sigo el coro de Stereo Hearts tomando una ducha y empezando a elegir mi ropa. Minutos mas tarde tengo mi armario destrozado y prendas en los pisos. Tan solo verlo me hace querer detener todo para empezar a doblar cada cosa.
Llamada entrante — Nate.
Princesa, ya voy por ti.
¿Estas lista?
Casi. ¿Qué debería usar?.
Cualquier cosa se te da bien.
Genial. Iré en pijama.
Jajaja no me opondré.
Prefiero quedarme contigo en un sillón. Tu con tu KFC y yo con alguna tortilla.
Suena tentador.
Lo se.
Cuelgo.
Suspiro saboreando lo que podría ser un KFC en estos momentos, claro que no era posible, pero vale soñar. Nate por su parte, come mas sano, una costumbre cuando se trata de un jugador disciplinado, eran pocas las veces que lo vi rompiendo ese hilo de dieta que el entrenador les inculco desde inicios de año, no me quejo pues adoro sus abdominales.
No pasa ni quince minutos cuando mi timbre suena. Se que es él y corro a atender.
—De verdad no quiero ir— hace puchero cuando me ve vestida.
—La cena es con tus padres. No me culpes— digo entrelazando mis dedos detrás de su cuello.
—¿Y si digo que tenias planes?— susurra haciendo un gesto con los labios.
Elevó una ceja, se lo que intenta.
Su mano recorre desde mi cintura a mi muslo, me levanta y engancho mi pierna en su cadera. Me sujeto a él para no caer. Lo siguiente que hace es invadir mi departamento llevándome a la pequeña sala y cayendo en el sillón.
—Sin duda prefiero esto— susurra abrazándome por la cintura, estoy a horcajadas sobre el y veo como acuna su cabeza en mi cuello.
Cuando vuelve a mirarme le sonrió, entonces lo beso por lo tierno que se ve.
Pronto sus dedos recorren mi espalda, jugando con mi blusa, me causa cosquilleos y el corazón empieza a acelerar como mi respiración. Pero la poca serenidad en mi aparece, y es todo. Toco su pecho y me obligo a alejarlo.
—Llegaremos tarde. Y tu madre me odiara más— susurro.
—¿Y eso que? Yo soy tu novio, ella no— suelto un risita ante su cejas juntas.
Sabe que no va convencerme de quedarnos a perder el tiempo, tarde en elegir pantalones negros y una blusa blanca para no verme tan informal.
Todo el camino empiezo a mentalizar el porque voy hacia esa casa, Nate es lo que puedo pensar, lo quiero demasiado aunque su familia no logre aceptarme. En los años que lo conozco son pocas las veces que nos reunimos.
—¿Sabes que no debemos quedarnos mucho tiempo verdad? —Asiento cuando estamos frente a la enorme puerta de caoba.
La casa de los padres Nate en una mansión, su fachada lleva colores mármol, solo su entrada tiene un jardín frontal con hermosos adoquines de decoración como caminos.
—Bienvenido joven Nate y señorita Harriet— saluda el mayordomo. Barl.
Mi único aliado de esta casa.
—Barl. Por favor dime que la cena está lista.
Mi novio ayuda a quitarme el abrigo, y lo cuelga en el perchero.
—Así es joven.
—¿Ya estamos todos?— preguntó yo.
—No señorita. Aún no ha llegado la otra invitada.
Y ojalá que ni llegue.
Sin embargo, aún hay otra mujer, más adulta. Como si esa hubiera sido una invocación unos tacones resuenan por el pasillo, se acerca.
Beatriz Archer, tiene el cabello hasta más arriba de los hombros, lleva un conjunto celeste, una falda que llega mas abajo de sus rodillas y una blusa de mangas con botones grandes, como su toque que la identifica, su collar de perlas.
—¡Querido!— chilla ella.
Debo apartarme a un lado ya que lo abraza llevándolo sutilmente, se que ha logrado su cometido cuando jala de él para seguir por el pasillo, me ignora completamente.
—Madre— habla Nate clavándose al piso. —Por favor ya hablamos de esto— toma la mano de su progenitora dándole un beso y dejándola caer a su lado.
—Buenas noches Beatriz— intentó sonreír.
Nate se posiciona a mí lado, agarrando mi cintura.
La mujer hace un gesto de desaprobación, sus cejas se juntan y frunce los labios. Es su intento de no decir todo lo que quisiera.
Decido asumir que el movimiento de cabeza es su cálido saludo.
—Ya llegaron— habla esta vez una voz más ronca.
Es Gregory Archer, un hombre alto y algo esbelto, tiene los mismo ojos verdosos que su hijo, y un cabello que empieza a envejecer, como es habitual, lleva traje.
—Buenas noches Gregory— saludo.
Con el tiempo, fui aceptada por aquel hombre, se quita los anteojos para darme una mirada rápido, parece algo ofuscado.
Los padres de Nate se opusieron a nuestra relación los primeros meses, una chica como yo no podía agregar nada a su empresa, lo que otra si. No es por dinero, mi madre es tan exitosa como ellos, pero sus intereses van en direcciones opuestas, la moda no tiene ningún vinculo con la literatura.
Por otro lado, mi madre y su rechazo hacia mi hacia que apenas le importara nuestra relación.
—Vamos al comedor, la cena se enfría— dice Gregory.
—Pero aún no ha llegado Katy— Beatriz mira a su esposo.
—Creo que podemos empezar sin ella— sugiere Nate tomando mi mano.
—Nathan tiene razón— apoya Gregory.
El nombrado presiona mi mano, odia que lo llamen de esa forma.
Estoy por apoyarlos cuando el timbre de la casa suena.
Simplemente genial.
—¡Beatriz!— la chillona voz de Katherine empieza a irritarme, y acabamos de llegar.
La chica de extensiones rubia choca mi hombro para abalanzarse a la mujer, como si no fuera suficiente, se abalanza sobre Nate también.
Aquí vamos.
240421
Atte.ASP
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