CAPÍTULO 1

Un nuevo año empieza en Hasting University

El enorme campus impresiona por su fachada, la infraestructura es antigua, pero imponente a los ojos, con columnas altas y arcos en cada pabellón que le otorga un toque sofisticado.

Ingreso al estacionamiento, está casi lleno, con autos de varios modelos y una que otra motocicleta. Apenas logro visualizar un espacio libre me estaciono, para mi suerte, no tan lejos de la entrada.

Frente a mis ojos está un pabellón, Literatura y Lenguas Extranjeras, estiro un poco el cuello hacia el cristal frontal, hay un gran número de chicos con encuentros desde eufóricas amigas hasta un golpe de puños de chicos. Esto me recuerda a un video viral.

Doy un recorrido rápido y mi mirada recae en un grupo, el equipo de Fútbol Americano, diferenciados por su típico uniforme, camiseta, buzos o chaquetas.

Aun con las manos en el volante, noto como mi presencia llama su atención. Entonces, los jugadores empujan a un chico, su amigo, un castaño de ojos verdosos.

Nathaniel.

Él camina hacía mí, con su típica chaqueta de jugador, blanco y azul, y una bebida que sujeta desde la tapa.

Mi corazón se acelera tan solo verlo, su cabello es rizado y tiene esa sonrisa segura de sí mismo que me tiene cautivada. Quiero salir corriendo hacia él. Sin embargo, él es más rápido que yo, y con esto quiero decir que, antes que termine de levantar mi bolso y llaves, ya ha abierto la puerta por mí.

—Manquer— inmediatamente una sonrisa se dibuja en mis labios.

—Merci noble monsieur.

Como si su acto fuera poco, Nate lleva su mano a su bolsillo trasero y veo lo que tenía oculto. Una hermosa rosa, con radiantes pétalos rojos.

Mis ojos se abren sorprendidos, su detalle es inesperado como los cientos de anteriores, se lo arrebato con cuidado, las espinas están bien cortadas, se ha tomado el tiempo. Vuelvo a levantar la mirada cuando siento que todo agradecimiento en mis ideas desaparecen.

Él ha juntado nuestros labios y es lo único que necesito para olvidarme de todo lo demás, sus manos toman mis caderas y las mías suben para acariciar su cabello corto de la nuca.

Nathaniel y yo llevamos casi dos años juntos, lo conocí en el jardín de niños y puedo decir que era el niño más guapo que había visto, con el tiempo me enamore de él y el resto es una linda historia.

—Busquen un hotel— vocifera otra voz desde lejos.

Reímos.

Es Justin, nos mira divertido con el resto del equipo, los guerreros. Él es su mejor amigo, un rubio de ojos claros.

Bajo mis brazos por su espalda dejando mi cabeza apoyada sobre su pecho. Quiero alargar un poco más nuestro encuentro, pero lamentablemente tengo clases, y sé que pronto deberé irme.

—Te extrañé princesa.

—Y yo a ti— digo aún pegada a él.

Aunque estoy feliz de verlo, eso también me recuerda lo lejos que estoy de mi persona favorita, mi nonna. Cada año la visito, al otro lado del país, Italia, siempre siento el dolor de la despedida.

—¿Cómo estuvo el vuelo?.

—Horrible. Odio los cambios— y es cierto, no podía cerrar los ojos en aquellas escalas que requerían esperar al siguiente vuelo, temía quedarme dormida. De nuevo.

—Sabía que necesitarías esto— doy un paso hacia atrás.

Nate toma el vaso que dejó en el capo de mi auto, con el que lo había visto acercarse.

Lo cojo, tiene el logo y el envoltorio que rápidamente reconozco, mi cafetería favorita, no fui la única que madrugo.

Café Mocca Helado.

Aquí una de mis adicciones, cafeína. 

—Que considerado— digo acomodando la rosa entre mis dedos y dando un sorbo a mi café, huele bien.

Este chico sabe como consentirme.

Minutos más tarde, en los pasillos, varias personas saludan, susurran y uno que otro se fijan en nuestras manos entrelazadas.

Odio tener esa atención, pero entiendo, salgo con el quarterback del equipo, pero esas miradas sin disimulo nunca llevaría agradarme. Sin mencionar las críticas sobre mi ropa, me gusta estar cómoda cuando viajo, un jogger y una sudadera de Nate no tenia porque llamar la atención, no todas vendrán como super modelos el primer día de clases.

Pero están las de primer año y las que si son modelos o quieren serlo.

—¿Llevas clases hoy?— pregunto restándole importancia a los demás.

—Solo una.

—¿No estás llegando tarde?.

Nate no puede faltar a su primera clase de último año por mi culpa.

—Solo unos minutos, pero lo valen— eso me arranca una sonrisa.

Nathaniel Archer estudia Literatura igual que yo con la diferencia de un año. Su familia tiene una Editorial, ABC, y aunque lleva una vida ocupada entre Hasting y los guerreros siempre se ha dado el tiempo para nosotros.

—Te veré luego— me despido dándole un corto beso cuando llegamos a mi clase. No obstante, no doy ni dos pasos porque tira de mi mano con cuidado.

—¿Tienes tiempo hoy?— enarco una ceja. —Mis padres quieren que cenemos juntos.

Nate suele rascarse la nuca cuando está nervioso, y es lo que hace ahora.

—¿Está bien?— pregunto sin entender su nerviosismo.

—Me dijeron que estará Katherine.

Ahora entiendo.

—¿Katherine? ¿Tu ex novia?— asiente.

Llevó lo que puede ser una buena relación con el padre de Nate, cordial, por él es que aún tengo esperanzas de cautivar a uno de mis suegros. Por otro lado, esta su madre, ella era otro asunto, nunca sería suficiente para su único hijo. No hay duda que está planeando algo.

Desvío mi mirada de sus ojos.

—Podría poner una excusa— sugiere al verme.

—No. Está bien— fuerzo una sonrisa.

—¿Segura?.

—Me deberás miles de estos ¿Entendido?— alzo mi vaso. Nate me sonríe aliviado. Tampoco quiere ver a su padre.

—Sabía que lo habías extrañado.

—Claro que sí, es mi favorito.

Cuando entro a clase, tomo asiento al fondo, después de todo prefiero la soledad de los del fondo. Mientras espero, voy reconociendo a varios compañeros del año pasado, me entretengo dando sorbos a mi bebida. Hasta que por la puerta ingresa un hombre no mucho mayor que nosotros.

—Buen día jóvenes, mi nombre es Leonel Potter.

Los comentarios no tardan en escucharse, todos relacionados con la grandiosa saga de J.K. Rowling.

—Donde esconde la varita.

—¿Y Harry?.

—¿Tiene una lechuza?— a mí si me gustaría tener un Hedwig.

El buen ánimo del Sr. Potter se hace notar en sus expresiones, escucha sin mostrar ninguna molestia o alguna intención de reprender, se limita a colocar su carpeta sobre su escritorio.

—No señores, no soy ningún mago. Solo un simple muggle que les enseñará...

La desilusión recorre el aula de una forma dramática. Mientras tanto, el hombre toma un marcador y escribe en el pizarrón.

—Literatura Inglesa— leo en voz baja.

—Empecemos con una presentación. Digan su nombre y lo mas importante...— dice con la atención en la clase. —Libro favorito ingles. ¡Ahora!.

Su marcador es lanzado al aire, y un chico que reconozco de clases pasadas lo agarra.

Este mira el plumón y luego al Sr. Potter.

—Mattiu Donovan. Ivanhoe— dice rápido y después de unas miradas con el Sr. Potter entendemos el juego.

Lanza el plumón a su lado. Ahora lo tiene una chica de lentes. Ella se pone de pie, tiembla un poco, pero finalmente dice algo.

—Freya Williams. Jane Eyre.

—Láncelo señorita— la anima el Sr. Potter. Su nerviosismo es evidente, pero termina aventando el plumón, detrás de ella, casi sin mirar a nadie.

—Archie Morgan. Mucho ruido, pocas nueces— es un jugador del equipo de Nate.

El chico moreno y bien formado voltea mirando a sus costados, hasta que sus ojos caen en mí. Archie ensancha su sonrisa y sé lo que está pensando.

Me avienta el plumón sabiendo que tendré que atraparlo y es así, no hay tiempo para apartar la mirada, logró cogerlo en el aire con un poco de dificultad.

Me coloco de pie.

—Harriet Moore. Orgullo y Prejuicio— hablo firme.

Sí. Aún no supero a Elizabeth y mucho menos a Darcy, empiezo a pensar que nunca lo haré.

Me fijo en la clase, un próximo participante, pero nadie me mira. Por supuesto, ahora nadie quiere el plumón.

Estoy por rendirme cuando la puerta nuevamente es abierta.

Un chico de cabello negro, un tanto ondulado en la parte delantera se detiene a un lado de la puerta. No recuerdo haberlo visto antes.

Sus ojos grises provocan que aguante la respiración unos segundos, sonríe coquetamente recorriendo la clase, hasta que llega a mí, entonces me da un guiño.

Idiota, pero sigue siendo un blanco.

No espero más, él me está mirando y es lo que buscaba de cualquier persona, le lanzo el plumón y estoy por pegar un grito cuando veo que le va a caer en la cara, mi puntería es muy mala, pero todo pasa cuando él lo atrapa justo a tiempo.

—Admito que esperaba un mejor recibimiento— menciona levantando el plumón, como si se tratara de un trofeo. Tiene una sonrisa algo inquietante al igual que el tono de su voz, algo ronca y rasposa.

Las chicas sueltan una risita, todas hechizadas por el nuevo estudiante. Mi señal para tomar asiento.

—Usted debe ser el estudiante de intercambio— espeta el Sr. Potter apoyado en uno de los pupitres desocupados de la primera fila.

—Caleb Lodge. ¿Y usted es?.

¿Lodge?

El Sr. Potter sonríe ante el cómico chico. 

Sí. Quizás él debía preguntar aquello.

—Leonel Potter. Y Sr. Lodge dado que tiene el plumón, díganos su libro inglés favorito por favor— incentiva.

—No tengo favorito— asegura dando unos pasos hacia el escritorio del maestro.

—Vamos. Mencione uno como sus compañeros— insiste.

Caleb resopla antes de responder.

—Historia de dos ciudades.

—Charles Dickens. ¿Por qué?— la pregunta del Sr. Potter es respondida justo después de dejar el plumón sobre su mesa.

Estoy segura de que sabe que tiene toda la atención de clase, y eso no parece importarle, podría decirse que va disfrutándola.

—Uno de los mejores inicios que he leído— dice dando por terminado la charla.

Luego, camina entre los pupitres, solo lleva un cuaderno con él.

—Un chico de pocas palabras— algunos ríen, pero él parece ignorar las palabras. Llego sonriendo y ahora parece no tener emociones. ¿Qué le sucede?. —Empecemos...— la voz del Sr. Potter trae de regreso a la clase.

Sin embargo, me tomo unos segundos más antes de hacer lo mismo.

Su piel es algo blanca casi pálida, y tiene los ojos ligeramente hinchados como si no hubiera dormido.

¿Estaré yo igual? Que va, no importa, ya soy un oso panda por mis desvelos con lecturas.

Pero nada de eso le quita lo atractivo. Su nariz es perfectamente recta, y sus cejas oscuras pobladas, quiero seguir detallándolo por alguna extraña razón.

Lleva una camiseta manga larga negra al igual que sus jeans, completamente de negro. Debo decir que se le da muy bien, y eso no le pasa a cualquiera.

De pronto, me estremezco, su mirada choca con la mía, no puedo hacer más que girar lo más rápido que puedo.

Miró el pizarrón, pero no logro prestar atención, puedo sentir que me está mirando.

Muevo mi lapicero sin saber que hacer con él, dibujar líneas era una buena opción para este caso, esperando que las horas transcurran rápido.

(...)

Mensaje - Sky

¿Dónde estás?

Ya estoy en cafetería.

Voy

Justin está demasiado intenso.

Empiezo a perder la paciencia.

Y yo creí que querías verme.

Eso quiero, pero no podre si estoy en prisión ¿verdad?.

Empiezo a guardar mis cosas, cuelgo mi bolso en mi hombro y me dirijo a la salida. Sin embargo, soy detenida por segunda vez en el día. Unos dedos jalan de mi brazo haciéndome girar sobre mis talones.

—Pero que...— me quejo, pero terminó callándome cuando lo veo frente a mí, es una cabeza más alto que yo.

Caleb Lodge.

Retrocedo.

—Oye, nos conocemos.

—No, estoy segura que no.

—Era una propuesta.

Si mi mandíbula pudiera tocar el suelo lo haría.

—¿Cómo te llamas?— pregunta. Tardó solo un momento en saber que está siendo el mismo chico que cree que todas caerán a sus pies.

Sonrisa abierta y ojos atentos coquetos.

Reacciono.

—¿Por qué te lo diría?.

—Me aventaste el plumón— ladea la cabeza.

—Varios aventaron el plumón— corrijo con mi intento de parecer seria.

—Tú me aventaste el plumón.

Su sonrisa se agranda sin despegar los labios. Esta bien, soy culpable. ¿Pero porque habla conmigo?

No tengo las respuestas, pero sé que alguien me espera y aquí solo pierdo mi tiempo. Acomodo mi bolso siguiendo mi camino.

Pazzo.

Me detengo.

Este chico está provocándome.

Doy una zancada y de nuevo estoy en frente de él. Entonces, mis fosas nasales perciben cierto olor, no lo había percibido antes, no estuve tan cerca de él. Lo ignoro centrándome es aquellas esferas grises.

—¿Cómo me llamaste?— pregunto en tono amenazante.

Sin embargo, él no muestra ninguna pizca de arrepentimiento al contrario tiene el descaro de darse el tiempo de recorrer cada centímetro de mi rostro para luego volver a mis ojos.

bel pazzo..

240421

Atte. ASP

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