Capítulo XLIV

*EL SOL COMENZABA A BAJAR, LA TARDE ESTABA APARECIENDO*

Tenía gran entusiasmo y ya estaba lista, respiraba ondo mientras, con calma, salia de sus aposentos y bajaba la escalera de caracol en dirección a la gran sala; todo estaba listo, ella lo estaba, y parecía que lo demás también.

En cuanto Amy llegó al patio siguió caminando con el miedo de que alguien pudiera juzgarla, ¿Y si algún caballero le decía que no estaba en la posición de verse así? Sus pensamientos parecian exagerados, pero en Kamelot, las clases eran muy marcadas y la sociedad al desborde del prejuicio. Entró a la sala y para su sorpresa solo se hallaba Lancelot, por lo que, no pudo evitar preguntar algo angustiada:

Amy: ¿Donde están todos? ¿acaso se han marchado ya el resto de caballeros?

Lancelot: No del todo, Amy, Lamorak y Gawain ya han de estar en el castillo, pero Percival y Galahad todavía están planificando su salida.

Amy: *suspira aliviada poniendo una mano en el pecho* menos mal, ya estaba asustada por creer que tardé tanto.

Lancelot: *sin moverse del diván* en lo absoluto, vos no tardó nada de tiempo en arreglarse, además, *la mira de arriba* se ve hermosa.

Otro cumplido, pareciera que a la eriza Rosa le iban ya lo cumplidos, ese rubor seguía apareciendo levemente en sus mejillas pero ella no lo sentía ya, ya no había tanta vergüenza como de costumbre.

La eriza giró sobre sus talones entusiasmada y a la vez nerviosa, el caballero del lago la miró divertido y extrañando por haberlo echo en plena sala, pero al cabo de unos minutos de fantasía en la cabeza de Amy, ella argumentó:

Amy: Lamento eso, estoy...estoy con los sentimientos y sensaciones a más no poder y esta salida me pone muy nerviosa. *recobrando la postura*

Lancelot: Si, puedo mirarlo, pero será mejor que partamos de una vez para ya no perder el tiempo y que libere sus acciones en la comida.

Amy: ¡no, para nada! No me comportaré así en la comida...os prometo...

Lancelot: *camina hacia la puerta* No importáis, no tengo la necesidad de enseñaros modales, se ve claramente que los tiene. *abre la puerta y la invita a salir* Andad, es hora de irnos.

Lancelot extendió su mano con delicadeza y Amy, con algo de duda y nervios la tomó para ambos salir de la gran sala y cerrar la puerta tras de sí. La eriza seguía sintiéndose atraída por la apariencia del caballero, ahora traía colocada una capa roja brillante de lo que parecía ser seda muy fina, más su armadura reluciente y su vaina con detalles de oro...evitaba simplemente no mirarlo.

Amy: ¿Acaso Sir Percival y Sir Galahad tardarán? Sino, *detiene un poco su paso y se suelta repentinamente de Lancelot* puedo sugerir, que aguardemos a que salgan...

Lancelot: *Sin detener su andar* No, mejor dejarlos sólos *sonríe de soslayo* además, *voltea a mirar a Amy detrás, deteniéndose* os dije que no la dejaría esperar, y...el sol ya está bajando, se hace tarde.

El caballero oscuro continuó el andar hasta llegar a la puerta central, Amy lo siguió detrás hasta salir y montar a Caballo ambos.

Durante el trayecto no hubo habla de parte de alguno, Amy seguía muy firme y con el pensamiento de ser lo que es: una simple moza.

Llegaron a las colonias, pasaron por algunas aldeas abandonadas; era como si Lancelot no quisiera que alguien los viera, (posible vergüenza o prevención) pero todo el ambiente y la distinción cambió cuando comenzaron a entrar a terrenos finos y llenos de clase, no había la marginación que ella conocía y en la que vivió por más de 8 años, no, nada más y nada menos que casas firmes y gente elegantes que vestía con las mejores prendas, senderos libres y con algunos guardias reales vigilando. Amy sintió una presión en el pecho al ver aquellos guardias, que, parecía que saludaban o respetaban a Lancelot con tan solo una mirada de soslayo queriendo evitar, (al parecer) contacto directo con tan fino y digno caballero.

La eriza bajó levemente la mirada concentrando sus ojos en la espalda del caballero, apretaba un poco la silla de Canalla queriendo volver a ahuyentar esos fantasmas en forma de tragedias y recuerdos.

Lancelot: Tranquila, no ocurrirá nada, venís conmigo.

Lancelot sentía el miedo y preocupación de Amy por volver a estar en lugares extraños pero que no dejaban de ser poderosos para ella; Lancelot sólo quería que recobrara una nueva vida y disfrutara de la comida sin preocupación de que la fuera a descubrir. Las palabras del caballero del lago sí le dieron un resultado aparente y Amy, involuntariamente, abrazó por detrás al caballero, para luego en un acto extraño y brusco, apartarse arrepentida por lo que hizo... "Eres una simple moza para él... Eres una simple moza para él" pensó y repitió en sus adentro hasta el cansancio, volviendo a sujetarse de la silla del caballo.

Terminó el "paseo" y los porteros sin siquiera pedir aviso le bajaron el puente al caballero que no detuvo el trote encima de Canalla; frente a la eriza por primera vez estaba nada más y menos que el castillo Real, con una altura imponente y apariencia espectacular. Amy miraba atónita, por más que quisiera evitar que alguien la viera como ingenua no podía evitar fingir no sentir impacto por lo que veía y por saber que, pronto entraría.

Lancelot detuvo a Canalla enfrente de la entrada, vastos guardias y sirvientes reales estaban en las escaleras y en la enorme puerta, había muchas damas y gente elegante por fuera y dentro dé (se vislumbraban siluetas a través de los grandes vitrales). Lancelot bajó primero para después ayudar a Amy a que lo hiciera con el cuidado de no romper su vestido o de que fuera a tropezarse por culpa del largo de este; Amy con toda la delicadeza y fina postura que, podía tener y creer, siguió mirando las afueras del castillo, no tardó en comenzar a sentir y darse cuenta de muchas miradas posarse sobre ella...extrañamente no la incomodaban tanto, pero vaya que los nervios seguían ahí, arruinándole la bienvenida.

Lancelot: ¿Os impresiona el castillo, Amy?

Amy: *sin dejar de observar los alrededores* bastante en realidad, pero bueno, tengo ganas de conocerlo por dentro.

Lancelot admirado por la postura de Amy le siguió el juego, sin antes, girar y acomodar la rienda de Canalla y todavía tomándose el tiempo de hablarle y acariciarle, uno de los asistentes se le acercó y preguntó:

Asistente: Sir Lancelot, *pequeña reverencia* ¿desea que lleve a Canalla a uno de los establos a que lo cepillen y alimenten?

Lancelot: No será tan necesario, *deja a Canalla y mira al asistente* solo dejarlo solo en el jardín, no quiero que lo anden tocando.

El asistente volvió a hacer una reverencia y Lancelot le entregó la rienda para que se lo llevara, pero el caballo algo violento comenzó a relinchar y a jalonear.

Lancelot: Canalla, irte con él, y tú *señala al guardia* soltadlo de la rienda.

El guardia asustado la dejó caer y el caballo ya tranquilo comenzó a trotar detrás del sirviente, este admirado y extrañando siguió su andar hacia el jardín volteando precavido de que Canalla no volviera a desatarse.

Lancelot: *caminando y posando a un lado de Amy* lamento la tardanza, *le extiende el brazo para que lo sujete* ¿entramos, señorita Amy?

Amy: *lo mira dudosa pero después, le sonríe* De acuerdo, Caballero Lancelot *toma su brazo*


Lancelot con la visera puesta y su capa de lado, Amy alzando un poco su vestido para no caerse...ambos caminaron subiendo las escaleras para llegar a los pasillos sin poder faltar los sirvientes por delante abriendo la puerta; uno de estos corrió en dirección a la sala para avisar al Rey que el líder de los caballeros de la mesa redonda había llegado acompañado.

Sirviente: Sir Lancelot, por favor, por aquí, ya se le estaba esperando.

Tanto Lancelot como Amy siguieron al sirviente por detrás, apartados lo suficiente para poder platicar entre ellos.

Amy: Muy hermoso...no tengo palabras...quien diría que podría estar aquí algún día.

Lancelot: El destino, Amy, y sobre todo, sujeta del brazo de uno de los más poderosos caballeros.

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