Capítulo XLII
El día pintaba bien, los caballeros ya se habían preparado para la comida de la tarde. Amy se había levantado tiempo después de lo que había previsto, y sin embargo no se sentía tan angustiada o mala por lo ocurrido, por sucesos pasados, obedecería como moza a los mandatos de Lancelot y se comportaría como una, a pesar de que esa "relación" le estuviera picando el alma.
Estaba lista para arreglarse, tenía en mente no sólo usar su vestido, sino con ayuda de las flores ya compradas en aquél mercado, decoraría parte de la cintura y también utilizaría algunas para su cabello...sólo esperaba no tardar mucho en ese arreglo.
Puso manos a la obra sin antes salir al pozo ubicado en el patio de armas para ir por agua y lavar su cuerpo, no podía olvidar algo así en esta salida, sería muy importante tener una buena presentación. Mientras con la cubeta se inclinaba y sacaba agua, pudo sentir una presencia cercana a ella, volteó su cabeza hacia atrás y vio caminar a Sir Lancelot, pasando de largo sin girar su cabeza; Amy intentó y contuvo sus ganas de mirar descaradamente al caballero que, no traía la armadura puesta. Ver sus contornos en la cara, su cuerpo estilizado y bien formado, su gran pelaje en pecho que ahora más que nunca podía verlo radiante y lleno de blancura...sus púas largas y resaltantes con esos contornos carmín...se estaba derritiendo por dentro de ver el cuerpo exuberante de la eriza.
Sintió ese calor subir a sus mejillas. Ahora con más prisa y enfoque en solo tomar ese balde lleno con agua apresuró el paso, tomó el balde con ambas manos y giró sobre sus talones con la mirada fija en su torre para evitar que las circunstancias fueran más vergonzosas. Al llegar subió dejando caer algunas gotas en los escalones y finalmente entró. Cerró la puerta tras ella con su pierna y dejó el balde en el suelo mientras caminaba intentando relajarse y queriendo desaparecer el calor de sus mejillas y de manera general, de su cuerpo. ¿Le era más que inevitable ahora sentir esa tremenda atracción? Por supuesto que sí, ya no cabía duda en ello: lo amaba y lo quería en sus brazos, pero aquellas simples y tenaces palabras del resto de caballeros...quería hacer lo correcto.
"...Prometedme que seguirá sus instintos y decisiones de vuestro corazón" palabras del día de ayer resonaban cuando sus valores y creencias querían mandar todo por un hoyo.
—Galahad, os prometí hacerlo pero de verdad que me está costando— susurró aquello terminando con un suspiro; si seguía a su corazón todo se desataría, y no quería problemas, aunque...esta vez su vos interna la estaba convenciendo de varias cosas.
Agitó bruscamente su cabeza despejando todos sus pesares e ideas y comenzó a quitarse la ropa, tomo una de sus prendas menos sucias y fáciles de mojar para con ella lavar su cuerpo, no tenía que perder más el tiempo.
Mientras tanto, Percival ya estaba lista. Caracterizada por ser elegante y refinada se dio el tiempo de lavar su armadura y dejarla al borde del brillo absoluto; se podía observar el reflejo de cualquiera que se viera en su peto especialmente. No era la única que ya estaba lista para la tarde, Galahad había llegado también y estaba terminando de limpiar su armadura, no al borde de la perfección, pero lo suficiente para verse elegante y presentable en el castillo del Rey. Ambos permanecían en la sala hasta que Sir Percival soltó una pregunta al caballero entretenido:
—Ayer arribaste el lugar sin aviso ni ruido, ¿te interesó la problemática que se armó?
—En efecto, —respondió sin dejar de frotar su casco—, no puedo descuidar ello ante detalles como esos.
—Galahad, ¿Por qué me ocultáis las cosas? —Caminó con sigilo hasta llegar a su lado, sin dejar de mirarlo con decepción por lo que deducía.
El caballero de Plata dejó de frotar su casco, lentamente, hasta que detuvo por completo su actividad y sorprendido, miró a la gata en espera de que esta le dijera algo más, pero sólo le hizo un gesto apresurado queriendo una respuesta del peliblanco, a lo que este, dijo con aire de asombro:
—¿Por qué creéis que yo haría eso?
—Porque lo veo y lo siento. Galahad no podéis verme cara de tarda, porque nunca la tengo.
—No la busco —Giró su cuerpo para quedar frente a ella—, pero no logro creer que vos creáis que haría algo como engañarte.
—Basta —suspiró cerrando los ojos, evitando entrar en desesperación y enojo. Recobró lo más que pudo la tranquilidad y siguió de forma apacible—. Siempre sabéis que confiáis en mí, no diré nada si así lo deseas, pero si no queréis decirme nada tampoco lo hagas, sólo quiero tu sinceridad de siempre.
Galahad dejó su casco cerca de un mueble al lado de un diván, luego volvió a girar hacia Percival y con mirada cabizbaja y a la vez tierna, dijo:
—No te diré nada, y no porque no confíe en vuestro silencio, sino porque lo que veo no está en manos de ninguno de nosotros, al contrario, sólo el tiempo lo decidirá todo.
—Estáis muy tranquilo para la gravedad de vuestras palabras, ¿por qué...?
—Porque lo que veo lejos de ser ahora malo puede ser algo bueno, pero os repito, sólo el tiempo lo dirá.
—En serio que me dais líos en mi cabeza... —reprochó la gata y se apartó de Galahad, caminando, buscando distracción.
Galahad no pudo evitar reír por la espontaneidad del carácter de Percival. Aun así, Se puso en pie para seguir a Percival y decirle:
—Hey, Sir Percival, andad, deja de preocuparte tanto por esos problemas, hoy iremos a comer con el Rey y te propongo divertirnos y pasar un rato de buen rollo conmigo.
Percival dejó de caminar y no quiso virar para tener de frente a Galahad, su propuesta le había llegado de golpe, y no supo que responder. Sintió los brazos de Galahad tomarle cerca de la cintura, un extraño rubor empezó a ser visible.
—¿Qué ta-tan recóndita forma de proponer fue esa? No quiero que me cambiéis el tema... —Sólo miró un poco por el rabillo, no quería realmente delatarse.
Galahad buscó la manera de mirar su rostro, pero a cada movimiento que hacia la gata se volteaba a otro sitio. Una sonrisa lisonjera se marcó en su rostro y continuó diciendo:
—Para nada; Percival, enserio, no martirizaos de esa manera por asuntos que tarde que temprano se verán. Ya habrá tiempo para verlos y de ser necesario, resolverlos —Acarició su cola y en una descarga volteó a verlo sin querer la caballero—; pero ahora sólo hay que ver, vivir y compartir vuestro presente; o que, ¿acaso tu respuesta fue un rechazo de mí propuesta?
—Yo...¡agh! olvidadlo —Refunfuña golpeando con delicadeza la mano del peliblanco para que dejara de coquetearle. Miró su rostro con la vergüenza en plenitud—. Acepto vuestra propuesta, caballero del grial, no tengo inconveniente en ir con vos del brazo a esa comida, me es cotidiano.
—¡vale! Pero no os avergonzais de esa manera... me quedan claros sus sentimientos y reacciones viendo sus bellos ojos ámbar... —Giró y tomó su casco, sin poder borrarse esa sonrisa de oreja a oreja que ya tenía plasmada en su cara.
La gata tomó el resto de su armadura y no dejó terminar al caballero, su vergüenza reflejada en casi la totalidad de su rostro le incomodaban bastante, —Odio que tengas esas habilidades...— murmuró saliendo de la sala con una pizca de furia. Durante la llegada a la puerta hubo un cruce, mientras Percival salía Lancelot entraba, este miró con picardía y gracia a la gata morado por ver tonalidad roja en su cara, pero al darse cuenta que Galahad estaba dentro de la sala siguió su camino dando por despejada su incógnita.
—Siempre desde temprano causando molestias —No se detuvo y se dejó caer en uno de los divanes del sitio.
Galahad continuó con la limpieza de su casco, mientras, ahora, disfrutaba de la grata compañía del caballero del Lago.
—Seré para vos una molestia, siempre lo he sabido.
—Me satisface saberlo —respondió a secas.
—¿Todavía no os alistarais? —Cuestionó con una ceja levantada el albino, miranddo de arriba abajo al veteado "desnudo"—, tu nunca andáis sin la armadura...
—Dejadme, todavía es temprano, además...—Hizo una pausa con pesar, y sin mirar al caballero, continuó—, no tengo ánimos de cambiarme.
Galahad esbozó una mueca que parecía libertina pero incluso era más que una mueca graciosa: era la mueca que reflejaba todas las razones por las que estaba con tal comportamiento y desinterés el caballero del lago.
—¿Creéis que Amy tiró todo al pozo? Sé que teméis a que sus hermosas y puras virtudes terminen con esto que acaba de surgir entre ambos, pero sé perfectamente que ella seguirá los consejos y mandatos de su corazón, aunque le cueste en un principio, pero terminará haciéndolo.
Lancelot observó a Galahad leyendo y analizando sus palabras, puede que dijera la verdad y si era así, era porque Galahad veía cosas que él o no percibía o le estaban ocultando. Además, ¿De cuanto tiempo para acá él hablaba así de ella? Le parecía sospechoso.Tenía unas cuantas cosas que preguntar todavía el caballero oscuro.
—¿Por qué habéis venido al castillo ayer sin aviso?
—¿Te molesta? No fue más que prevención, los asuntos que intervienen en el Reino me interesan —Terminó de pulir el casco y se lo puso con cuidado y despreocupación.
—Y, ¿Amy ya es demasiado importante en el Reino? —Se enderezó en el diván Lancelot, tomando una postura más seria.
Galahad se sentó justo a un lado de Lancelot, mirándolo, ambos no dejaron de mirarse a través de la visera del albino y luego de un silencio y alboroto en mente de ambos, el caballero obscuro dijo con aire confuso y a la vez incrédulo:
—Vos, ¿vos tenéis el descarado de...?
—En realidad, siempre he tenido ese aire de rebeldía dentro de mí, y no hago esto específicamente por alguien, ni por mí, es por el bienestar general de todo y todos en este lugar, en estas tierras de Kamelot.
—No lograrás que cambie, si el Rey se vuelve en contra mía por Amy yo me volveré en contra suya y de todo aquél que esté con él —amenazó fríamente Lancelot, sin temor alguno después de percibir la decisión de Galahad en sus ojos.
—Lo sé, se perfectamente que os harás las acciones y amenazas ya dichas pero no sintáis nada de extrañeza; tú no me perjudicarás en nada, y yo a ti tampoco.
Lancelot seguía confundido, no sabía exactamente lo que sucedía pero si entendía algo era solamente una cosa: Galahad no estaba en desacuerdo con su relación, y que sin importar lo que pasara próximamente el caballero de plata sería capaz de apoyar a Lancelot.
Disculpad el retraso, chicos, el WiFi se descompuso y justo hoy hace unas horas lo terminaron de arreglar, tres benditos días sin internet :'c
gracias por leer, votad y comentad que les va pareciendo n.n
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