Capítulo XI
—¿Qué creéis que está haciendo, caballero? — Por su frente, Lancelot apuntó con Arondight hacia la cara de Percival, dispuesto a detener todo ese teatro en el patio de armas. Mas Percival no se inmutó: continuó apuntando a Amy con Laevatein, justo al rostro
—¿Vos que crees? ¡deberías aleccionar a esta plebeya!
—Es MI plebeya, no de vos, caballero, por ende, es mi problema si la alecciono o n-...
—¿¡Y dejarais que mantenga este comportamiento con un caballero Real?! —Percival le interrumpió gritándole aquello, sin quitarle la vista de encima a Amy que, ahora se notaba avergonzada por tal escándalo.
El erizo oscuro suspiró, remediando su tono—...no quiero enfrentarme a ti, sólo enfunda tu espada y yo me encargo del resto —Sir Percival no podía apartar la mirada de ella, estaba llena de ira y frustración y aunque Lancelot mantenía su espada muy firme hacia su compañera, sus palabras no parecían tener efecto alguno—, aquí se va a reprender a mi manera, no a la tuya...es MI moza. —Lancelot conocía muy bien al caballero del grial, era testaruda y obstinada, no pretendía bajar la guardia.
—Percival, relajaos...irnos a tu torre... —Complementó el equidna con la voz temblorosa. Ella quería retirarse, bajar su arma y marchar, pero no podía.
Algo le impedía a Percival moverse. Una extraña energía recorrió su mano y hasta entonces la sigue notando y es que, como en algún momento se lo mencionó Shadow: "Sé que tú podréis ayudarme en ello, tienes el don en los ojos para discernir eso." Así que sí, ella estaba al tanto de esa energía roja que, dicha eriza estaba utilizando para que esta no pudiera movilizar su espada. Percival, por simple prueba y desafío, quiso abalanzar el filo de Laevatein hacia Amy pero no tuvo respuesta por parte de su extremidad.
Definitivamente, la eriza tenía algo más que ni la mencionada sabía de su existencia.
Percival terminó por irse hacia atrás con cierta dificultad, enfunda su espada con tropiezo y responde consternada—. Mas te vale, Lancelot, que reacciones ante el basto error que acabáis de cometer, o créeme que yo iré con Arthur a hablar de esto. —Le da la espalda sin esperar alguna contestación.
Gawain siguió a la gata, mientras que Lancelot, entre suspiros y lo que parecían ser refunfuñes guardó a Arondight para luego, dirigirse a Amy con el rostro endurecido de rabia:
—¿Queréis decirme a qué se debió esta disputa? —Amy seguía bastante confusa, su labio inferior temblaba por saber lo que había hecho y lo que había acontecido...nunca creyó que sería capaz de explotar de esa manera con un caballero, tener el valor de responder y de haberlo retado a sabiendas de que su vida correría peligro...era de locos—-. Más te vale no mentirme...no te atreváis a hacerlo que yo no te causaré un simple rasguño.
La eriza continuaba en Shock. No había puesto atención a lo que Lancelot preguntó, pues otra pregunta estaba rondando en su cabeza sin obtener respuesta lógica: ¿De dónde ha salido esa habilidad para poder detener el brazo de Percival? ¿Cómo ha conseguido hacerlo?
En el instante en que la gata le apunto a su cuello, sólo pudo pensar con rabia "no te atrevas a tocarme, no te dejaré" sin dejar de mirar a la misma, y pareció que lo logró, pues luego de que la gata se hiciera hacia atrás con esfuerzo su rostro parecía reflejar asombro y una cierta confusión empapada de miedo, definitivamente no sabía lo que había ocurrido...
Todo se le revolvió repentinamente dentro de su cabeza. Una bofetada le regresó al presente, notando al erizo oscuro molesto frente a ella, desenfundando a Arondight.
—¡¿Pensáis responderme?! —Ella reacciona de la peor manera, echándose hacia atrás en el suelo mientras responde un "No" desconcertante— ¡Como te atrevéis! —con su arma fuera, la extiende con la intención de soltarle una estocada en el vientre.
Es entonces cuando la chica rosada recupera toda la cordura que le queda para centrarse en responder con la voz cortada:
—¡No! ¡esperad! ¡per-perdonadme! ¡No lo escuche! ¡No os preste atención! —extiende sus brazos asustada intentando evitar un ataque, miraba al piso y cerraba los ojos con mucho miedo—. ¡Estaba confusa en mis pensamientos y en mis actos atroces y desobedientes que cometí!
—¡¿Y te atrevéis a no prestar atención a tu servidor cuando te habla?!
—¡No fue mi intención! la culpa me carcome y llegó a mis pensamientos sin llamarla... —Con el cuerpo tembloroso, Amy logra ponerse de rodillas y mientras lloraba, le ruega—. Por favor, no me lastiméis...
Lancelot soltó otra bofetada con Arondight, sin sentir una mínima de empatía por la situación de la chica—. Entonces responder a mi pregunta si en verdad valoras tu trágica vida, ¿A qué se debió la disputa entre tú y Percival?
—Yo...Percival me preguntó si para mí todo lo que el Rey tenía era perfecto...temí a esa pregunta y no quise dar una respuesta certera, puesto que si lo hacía, por ser caballero del mismo Rey, podría haberle disgustado si respondía aquello que ella no quería oír —Su narrativa suena lenta pero clara, no titubeó en cuanto a omitir detalles—; entonces, le respondí que sentía pavor ante la pregunta y me dijo que le temía al Rey y a sus castigos...admito que me enojé, sentí hervir mi sangre y tal vez lo que le respondí me lo tenía que haber guardado y solo afirmar a todo lo que me dijese ella...
—¿Por qué a de herviros la sangre ante esa pregunta? ¿Acaso hay algo incómodo que le encuentres? —Amy intentó responder, pero las lágrimas y la voz se le vuelven a cortar.
—...es la mis-misma sensación q-que siento ahora ante esa pre-pregunta...no quiero deciros algo que le-le cause molestia o-o que me ca-cause daño a mí...
—Más daño te causas diciendo mentiras ante un caballero —Bajó ligeramente su espada, resoplando con ira antes de continuar—. Si no sos sincera conmigo o con mis semejantes, las cosas van a ir más mal de lo que te están yendo.
Amy sabía que el caballero tenía cierta razón, pero, ¿Qué podía hacer? se hablaba de situaciones contra la espada y la pared; decías lo que pensabas, eras sincero, y el poder te callaba de la peor manera. Y del otro lado, decías mentiras, aquello que el poder quería oír, y también te reprimía por mentir, «¡¿Qué demonios está bien hacer?!» Por un momento tuvo el impulso de gritarle eso al azabache, pero sabía que sería un tremendo error; esa voz interna le estaba pidiendo a gritos que no se dejara, pero bastaba ya con todo lo que había pasado como para volver a dejarse llevar por esa extraña voz y sentir que le eran incomprensibles.
—Soy sincera, Sir Lancelot. No digo mentiras. Si lo hiciera, no le hubiera dicho lo acontecido de esta forma explícita y, ciertamente, vergonzosa para mí...
—Y si las dijeses, ya no estarías consciente en este momento —Envainó su espada aguardando un momento de silencio, mientras la eriza agachó la cabeza—...en consecuencia, tus palabras se confirmarán luego de que yo hable con Percival, y pobre de vos donde algo este mal...
—Dije la verdad a Percival...fui sincera y me gané que me abatiera en el momento...
—¡Ya, callaos! no quiero oír vuestras excusas — Amy con impotencia y más ganas de llorar asintió sin levantar la cabeza—. Hablareis hasta que yo te pida que lo hagas —La chica estaba pasando un mal rato, ahora no sólo su estancia en el castillo estaba en peligro, sino que peligraba su vida, junto a nuevas heridas y golpes de los que necesitaba recuperarse—. Levántate y sígueme, tengo acuerdos pendientes con vos.
Amy se levantó y camino a pasos lentos detrás de Lancelot, otra vez volvía a sentir un miedo y pánico por haber llegado a aquel castillo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top