Capítulo X
*EN LA HABITACIÓN DE AMY...*
La eriza comenzó a abrir los ojos. Se había quedado dormida mientras pensaba en cómo actuar o sobrellevar los días venideros como moza de Sir Lancelot. No cabe duda: un arrepentimiento interno, muy profundo en ella, estaba presente; definitivamente tenía ganas de volver al bosque y regresar por donde vino.
El punto sería que, Amy no hubiese conocido a Lancelot.
—Dios ¿Qué hora será? —cuestionó al aire, sin saberlo. Tenía que bajar a ver a Lancelot.
Salió de su cuarto y se dirigió a la gran sala, desconocía si Lancelot se encontraría allí, pero de todos modos tiene el deber de verlo para enterarse de las actividades a desempeñar que le ordenará.
La rosada vuelve a pasar por el jardín y, esta vez, se quedó mirando y analizando cada flor y cada hoja que habían en este, no se limitó a acercarse lo suficiente como para tocarlas y fijarse en si estaban maltratadas o no, si necesitaban agua o sufrían de alguna plaga. Y mientras se entretenía en ello, Sir Percival alcanzó a verla por la ventana, comentando a los caballeros:
—Lancelot, ¿ella es la eriza plebeya?
—En efecto, es ella. —Recién oye aquello, se levantó a su lado para observarle.
Llegándole por la espalda con prisa, Gwain expresa descarado— ¡Joder! Que facha de la eriza...
—Cuidad tu vocabulario que eres un caballero...no te comportes como un cerril. —Pese al reclamo, Percival expresa condescendiente:
—Si tiene mala vestimenta, pero hay formas de decirlo, caballero del sol.
—Vale, es verdad, pero creo es lo de menos... —Hizo una pausa e inquiere con molestia—. ¿Qué está buscando?
—Había ido a descansar de su caminar y sus agravios...la vería después de ello.
—Se ve bastante...feliz, involucrándose y admirando el jardín... —A la gata lilla le resultaba sorpresivo el gusto de la chica por dicha zona del castillo.
—¿Será eso? ¿O está...haciendo algo indebido? —Bueno, aunque para Gawain, esto era sospechoso.
—Sí, Gawain, está plantando trampas para vosotros. —Burlón, Lancelot se dirige a la puerta para salir al jardín y Percival lo alcanza y lo detiene por el hombro, replicando:
—Lancelot, dejadme ir a conocerla primero antes de que habléis con ella. —Fue una petición de pensar, pero él no dudaría de sus compañeros.
—...Adelante, confío en que todo lo que logres ver en ella me lo dirás.
Percival salió con lentitud de la gran sala. Con el casco en las manos, no perdió la firmeza de su andar y mucho menos, iba confiada de que todo estaría bien. Con la vaina en la cintura, reposaría cerca de su mano izquierda por si tuviera que actuar en consecuencia de comportamientos y actitudes no apropiadas para su ver.
Pero es entonces que Amy vio a Percival acercarse a ella de una manera pausada...y sí, la eriza se sintió un tanto incomoda por aquella presencia desconocida, sin embargo, recordó las palabras de Lancelot "Te encontraras a más caballeros en este lugar..."
Así pues, se tranquilizó un poco y disimuladamente, siguió admirando las flores.
—Eriza, ¿Qué hace en el jardín? —Amy se puso de pie para mirarle, sin faltar a la reverencia previa que desplegó.
—Disculpad, caballero, estaba admirando las flores...son tan bellas y únicas...
—Son flores traídas del mismísimo jardín real, únicas en su especie, como acaba de mencionaros. Normal que te causen un deleite particular.
—Sí, se ve que son...perfectas. —La seriedad del caballero le cortaban el habla, no estaba cómoda con su presencia.
—¿Creéis que lo que le pertenece al Rey es perfección? —Tras oír la pregunta, Amy agachó la cabeza con respeto.
—Siento recelo a esa pregunta...
—Entonces te sientes sometida ante el Rey, cuidas tus palabras para evitar castigos...
—Por supuesto, más a sabiendas de que el Rey manda a callar a todo aquél que se le ocurre exigir lo que debería de tener. —El rigor de su pecho sale de forma abrupta con esa contestación.
Se había enfurecido. El saber que Percival estaba actuando de una manera un tanto represiva y confusa ante ella, e incluso, agresiva, la enojaba, y estaba diciendo cosas que podrían ser tomadas como ofensas o retos.
Y como consecuencia, sucedió la confusión en el caballero:
—¿Que quisisteis decir con eso, plebeya?
Sin sentirse doblegada, Amy le mira los ojos, contestando—. Sólo digo, caballero, que el silencio es la única defensa de un aldeano, por ende, no me atrevo a responder su primera pregunta, porque sé defenderme bien en este reino. —Las cosas se estaban tornando agresivas y, parecía que Gawain lo supo a la lejanía al ver el rostro un tanto "duro" de Percival.
Era el momento más oportuno para que el caballero actuara de forma inoportuna por necesidad.
—Disculpad la interrupción a su presentación, pero Lancelot te habla, Percival.
—¿No puede resistir y ser un poco más cortes, junto a vos, caballero? —Un tono gutural mostró al equidna la molestia de la gata, y es tal, que ni esta deja de observar a la chica con una genuina rabia.
—Por favor, caballero del grial, quiero creer que es urgente...
—¡Decidle que estoy ocupada! —No contuvo más su prudencia ante la ira. Pero Amy evadió por completo con quien es que estaba hablando.
—Debería ir, caballero, yo no tengo nada que deciros ya... —Era una de las faltas más modestas: desinterés hacia un caballero.
Percival se había enojado. No entendía como la eriza podía tener una actitud tan retadora y modesta. Cuando Amy pasó a su costado, Percival giró sobre sus talones y de una forma tan fina y casi invisible, sacó su espada y con la punta de ésta impactó a Amy en la espalda baja. No la hirió, el toque que le dio Percival fue sólo para causar en Amy la pérdida del equilibro y así, conseguir que cayera de rodillas.
Y claro que lo consiguió, después de todo, tenía un excelente domino de la espada.
Amy cayó y no pudo evitar emitir un quejido ante el piquete, Gawain miró la acción un tanto sorprendido, se puso levemente en guardia, pero no hizo otra cosa. En cambio, Lancelot que seguía atento en la ventana de la gran sala no cortó el paso y salió a prisa al ver como la chica se quedaba en el firmamento...
—Debéis aprender a no darle la espalda a un caballero, humilde eriza —Apuntándole con la espada, Percival retó a la chica con su frase, pero esta se mantuvo en el suelo, ni siquiera quiso voltear a verla, por lo que, volviendo a utilizar su espada, picó las vértebras de Amy para hacerle reaccionar— ¡Voltearos cuando te hablo!
La eriza rosada giró y recargó sus manos hacia atrás. Estaba un tanto enfurecida, comenzaba a pensar en aquello que en los últimos días observaba con mentalidad contradictoria: ¿cómo es que hay gente que, se siente, es más y te trata como menos? Claro que era inevitable: estaban las clases, la diferencia en ropa, modales, riquezas y porte de accesorios, todo estaba bastante marcado... ¿Por qué no podía haber igualdad en el reino? ¿Por qué se tenía que someter a la gente con violencia?
El enojo de Amy se hacía más evidente, una extraña voz en su interior le decía "¿Que te sucede? Recuerda tu secreto, no puedes perder el teatro que acabas de construir...Amy, para y obedece" pero había otra voz, una que era la dominante, la que estaba al tanto y controlando la situación y si, dicha voz, fue la que en algún momento despertó con las palabras de su tía al decirle que "todavía tenía futuro"
—Matadme, caballero, desobedecí y le falté al respeto...
—¿Acaso osas burlarte de mí? ¿Todavía tenéis el descaro de avizorarme de tal modo?
—Por favor, no haría eso —Todo lo contrario, no solo su tono de voz era juguetón, también las facciones del rostro reflejaban sarcasmo—; observar el arrepentimiento en mi rostro, estoy fatal...
—¡Plebeya, callaos! —Gawain mostró una sorpresa indignante, mas no deseaba actuar más.
Contrario a Percival que, no soportó tremenda burla hacía ella: bastaron segundos para que el caballero le soltase con la espada un golpe poco aparatoso pero fuerte en el rostro, tal así que la espada le volteó la cara a la eriza. A los pocos segundos, Amy regresaría su rostro para mirar a Percival, con la mejilla herida.
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