Capítulo LVIII

La mañana tendía ante cada ser vivo un frío estrepitoso pero con la llegada del Sol, (sólo rayos iluminando algunas zonas boscosas) los caballeros seguían esperando a que la bella eriza tonos pastel se levantara, en el caso de que no vieran acción sobre la misma tendrían que comenzar a despertarla.

Para su sorpresa y sospecha, no se había detectado ataque o avistamiento de algún guardia, de algún otro cabalgante que tuviera la misión de detener a Lancelot; era una sospecha increíble viendo la situación, y ante tal apresurosa paciencia que siempre tenía el Rey Arthur, no dejaba que el tiempo avanzara lo suficiente como para que se crearan rumores o sospechas de que el Rey no podía hacerse cargo del Reino...aseguraban Galahad y Lancelot que se traía algo entre manos.

De pronto como si estuviera bajo un ataque, Amy se retorció y paró enseguida apoyándose en el pasto, ambos caballeros se alarmaron y detuvieron a la eriza que aparentaba querer salir corriendo del bosque; Amy tenia la respiración agitada y apoyó sus manos sobre su pecho mientras miraba a la expectativa donde se encontraba...parecía ser que tuvo una pesadilla.

Lancelot: *camina poco a poco hacia ella* Calmaos, estamos en el bosque, no ocurre nada, todo está sereno.

La eriza dejó su tensión de lado y abrazó a Lancelot después de estar de pie bastante confundida, Lancelot correspondió dicho abrazo y Galahad a calma propia empezó a recoger las mantas y a borrar rastro de lo que fue su campamento improvisado.

Lancelot: *mira a Galahad sin dejar de abrazar a Amy* ¿Podeis levantar y preparar todo para partir? Necesito hablar con ella.

Galahad: No hay problema, sólo no debéis demorarse demasiado, habrá tiempo de mostrar afecto.

Soltó el monosílabo típico el caballero oscuro y sintió la mirada extrañada de Amy preguntando "¿De que queréis hablar?" pero Lancelot iría con paciencia, no buscaba prisa o impaciencia de la eriza rosa, más bien, quería que estuviera tranquila y relajada ante lo que fuera que pasara.

Galahad les dio la espalda y Amy separandose de Sir Lancelot caminó detrás de un conjunto de árboles para retirarse el casco buscando aire fresco.

Lancelot: Sé que no queréis recordar, pero debo deciros que lo de ayer...os juro que no dejaré nuevamente que blasmefen de esa manera hacia nosotros.

Amy tragó grueso y soltó un suspiro deprimente, mientras bajaba poco a poco la cabeza guardándose entre sus pensamientos y recuerdos; pero al instante, Lancelot la tomó del mentón con ambas manos, soltando su casco en el pasto.

Lancelot: *mirándola fijamente* No sabéis lo mucho que me duele saber que os hieren de esa manera tan soez los de vuestra clase.

Amy: *toma sus antebrazos, bajándolos poco a poco hasta retirar las manos de su rostro* No es ellos solamente, todos piensan mal de ambos y no buscan solidaridad, es...como si en el mundo reinara el egoismo y la crueldad...

Sólo una torsión de boca recibió la eriza como cierta respuesta por parte de Lancelot, Amy volvió a suspirar y mirando a Lancelot fijamente, soltó palabras desanimadas:

Amy: Además, vos dijo ayer a esa marmota que te...te repudian los rebeldes...; tal vez esté exagerando pero yo...recuerda que yo era eso también para el Rey, un rebelde.

Lancelot: No te concentreis en algo como eso, lo has dicho tú misma, "para el Rey", así como para Galahad sereis una salvadora para otros serás cualquier cosa, sólo importa lo que tú creais que eres en realidad para este mundo.

Amy: *desvia la mirada hacia el piso* Y para vos, Lancelot, *regresa la mirada hacia los ojos carmín* ¿Qué soy?

Lancelot: *la pega más a su cuerpo* La flor más hermosa que pudo crecer en mi jardín.

No hubo pausa ni tiempo de pensar en lo que diría, su firmeza y seguridad en cada palabra que pronunciaba era creíble, la eriza cambió su rostro por completo y le dedicó una sonrisa alegre a Lancelot que ocultaba todavía la angustia por ser encontrados y asesinados, pero aunque ya buscara verse despreocupada y alegre ante el azabache, él era tan astuto y poderoso, que sabía y sentía cada sentimiento de su querida como si fueran suyos, propios.

Lancelot le dio un beso en la frente y la pegó a su pecho—. No tiene caso, pero por favor, debes de estar tranquila y firme de mente para poder terminar con esto.

—Tengo miedo, lo sabeis, ahora más que nunca siento tener a todo ser vivo pensante sobre nosotros, siguiendonos la pista...no quiero que...

—Prometerme, Amy, que si esto se pone más complicado —La interrumpeme, separandose un poco para verle—, obedecerás a lo que os diga, para ponerte a salvo.

Esas palabras salieron de Lancelot de forma espontanea y muy serena, como si hubiera cambiado y cortado el rumbo de la conversación por un presentimiento, ¿por qué...?

—¿Lancelot? ¿Por qué...? —Ella le miró extrañada, asustada.

—Sólo prometermelo, Amy, no pienso poneros en peligro. —Sujetó sus hombros con ímpetu, intentando convencerla con sus ojos molestos...

—No, no, no teneis que hacerlo, confio en ti y...yo lo haré.

El caballero del lago soltó a Amy mientras recogía el casco del pasto y lo volvia a colocar en su cabeza, Amy aun preocupada por lo que le dijo Sir Lancelot lo tomó del brazo y pronunció:

—Vos me prometeis que te quedarás conmigo a salvo si es necesario, ¿verdad?

Con una mirada rápida, y una caricia suave en el mentón de la eriza, Lancelot le sonrió de soslayo y bajó la vicera, para soltar un desinteresado "no"; ante esto, Amy abrió más los ojos y no dejó que el caballero volviera al lugar del campamento, con una mano todavía en su brazo y la otra en una de sus puas sobresalientes de su espalda, volvió a expulsar:

—¡No me digaís eso! No voy a permitir que te arriesgues, debes de prometermelo, ¡tal como me habeís hecho a mí!

Girando su cabeza hacia un lado, Lancelot observó serio a la pelirosa, esta observaba a Lancelot con angustia, y para quitar aquel sentimiento desagradable, el caballero le quitó un beso de los labios de manera rápida para finalizar con otras palabras:

—Un caballero jamás rompe una promesa, lo sabeis, pero...un caballero no puede prometer algo que no puede o no está dispuesto a cumplir.

Salió rápido de detrás de los arboles para ir con Galahad a terminar su equipamiento, Amy salió a los pocos segundos tambien de aquel lugar verde para, con algo fe confusión en sus ojos, disponerse a salir de su escondite junto a los otros dos caballeros.

*AL MEDIO DÍA...*

Seguían rumbo del viento por los bordes del reino, cuando cruzaban unos montes no tan peligrosos divisaron en el sendero siguiente una tropa, lo que parecía ser una especie de escolta, pero realmente se trataban de ginetes con el escudo de Kamelot.

Se detuvieron en seco e intentaron retroceder, pero el sendero era tan angosto, que podían caerse si hacían un movimiento muy apresurado. En sus intentos rápidos de dar media vuelta Valiente y Canalla relincharon, la Arreada de ambos caballeros fue tal que desesperaron a sus equinos. Las miradas atentas y los oídos de aquel grupo de caballeros los detectaron y de inmediato, se dio la orden por parte del grupo de seguir y capturar; no hubo remedio alguno que el de continuar hacia adelante y llegar al cruce primero antes que la tropa.

Lancelot por delante con Amy en su espalda apresuró el trote de Canalla mientras podía ver a su costado del otro lado de la cañanada media la decena de jinetes querer llegar primero para interceptar, Galahad iba atrás con la intensión de dar seguimiento y cubrir a la pareja, era de sus principales motivos.

¡van muy rápido! ¡nos interceptarán!— mascullo en lo alto la eriza para ambos erizos con armadura, ambos apretaron la quijada y Lancelot soltó un gruñido por creer que dichas palabras fueran ciertas.

Lancelot: ¡No saben contra quien están compitiendo!

Tres golpes más a la rienda y Canalla daba todo lo que podía; para ese punto, Galahad intentó ponerse a centimetros detrás de Canalla y así lograr salir ambos del cruce sin peligro de que se resagara.

Al filo de lo que ya era campo, (dejando de ser terreno peligroso y difícil de correr) el sendero se hizo uno y fue a unos cinco metros del resto de sus perseguidores. Follaje y árboles altos se hallaban en el camino, podían servir para que sus perseguidores fueran retrasándose o podían ser su propia trampa para ellos al descuidarse, no sabían por donde ir, pero intentar seguir de lejos las marcas de carretas solo les indicaba que irían a parar donde había civilización.

Galahad: ¡Tengo la distracción y el retraso para ellos! ¡Tenéis que continuar apartado de la civilización para no toparte con más escoltas en los pueblos!

Amy: *voltea su cabeza para mirarlo* ¿¡Estais loco!? ¡no podeis hacer algo arriesgado! ¡seguiremos hasta perderlos!

Lancelot: ¡será complicado! ¡este follaje nos puede ayudar pero necesitan un obstáculo más grande!

Amy no quería que nadie saliera lastimado, y ante la persistencia, seriedad y confíanza que Galahad emanaba no le quedó de otra a la eriza que sentir la misma confianza hacia el Caballero de plata.

Amy: ¡Cuidaos, Galahad! ¡quiero seguir viendote!

Galahad sonrió de soslayo, sus sonrisas eran amigables y pacíficas, sin importar la situación a la que se encontrara podía sonreír tan sincera y alegremente, que podías creer que hasta su muerte era un regalo de beneficio para él.

Galahad bajó la velocidad y estiro sus palmas hacia el frente, luego de parecer que se concentraba, abrió sus brazos señalando los árboles que guiaban el camino y, espontáneamente, golpeó con sus piernas los costados del caballo para frenar a este y volvió a juntar con una fuerza increíble sus manos; los jinetes habían disminuido su velocidad en el momento que Galahad se detuvo pero el choque de sus palmas cargadas de energía fue tal, que sus perseguidores frenaron al ver que los arboles caían enfrente de ellos, impidiendo seguir su persecución.

Lancelot junto a Amy ya llevaban ventaja, voltearon rápidamente al sentir un viento y una energía aparecer y desaparecer como si de remolino de viento fuera..., sólo notaron polvo y muchas hojas a lo lejos, tanto Lancelot como Amy dedujeron que produjo un derrumbe de los árboles que se hallaban a sus costados.

Dieron otro desvío al volver a ver senderos y ruedas de carretas, estaban atravesando una pequeña zona árida victoriosos cuando Canalla tropezó. Era mucha su rapidez, y no fue el terreno ni el mismo esfuerzo: fue una trampa.

El caballo relinchó de dolor, calló como costal y tanto Lancelot como Amy fueron proyectados hacia el frente y terminar rodando entre la tierra y algunas hojas; la eriza estaba envuelta en suciedad y posiblemente se había lastimado, en cambio, Lancelot entre quejas y gruños puso hincapié y con esfuerzo se recargo sobre una rodilla; miró buscando a Amy y mientras miraba a su alrededor notó a Canalla levantarse con esfuerzo, lo que menos necesitaba era que su amigo y compañero se lastimara en un momento así, sin embargo, lo que lo hizo ponerse erguido y en guardia fue ver la silueta armada y reconocible de su cazador.

Gawain: Un día y unas horas y ya te veo acabado, Lancelot. *maniobra con sus espadas gemelas Gelatine*

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